domingo, 23 de julio de 2017

MÍSTER NO, "PLURINACIONALISTA" Y DESLEAL

 
 "Albricias, este es otro Pedro Sánchez". Con expresiones de este tipo reaccionaron desde el panorama político-mediático, incluida parte de la vertiente más afín al centro-derecha, a la llamada que el recientemente reelegido líder del PSOE hizo al presidente del Gobierno para manifestarle su respaldo y apoyo ante el reto planteado por el separatismo catalán. Algunos, los que no dejamos de tener presente que su triunfo en las primarias socialistas se basó en el discurso fácil y maniqueo de "nada con Rajoy, todo contra Rajoy", no fuimos tan optimistas, y por desgracia el tiempo no ha tardado en darnos la razón. El transcurrido entre sus cantos a la "plurinacionalidad" y la presentación en Barcelona de un plan "milagroso" y definitivo que iba a disuadir a los nacionalistas de sus pretensiones golpistas, por supuesto que sin ahorrarse críticas al Ejecutivo de Rajoy.

Seamos claros, porque un asunto auténticamente de Estado, tan serio y grave como el relativo a la soberanía nacional y la unidad de España, así lo requiere: ¿cómo cabría calificar la utilización política del desafío separatista catalán como arma arrojadiza contra el Gobierno legítimo de España? Siendo suaves, de desleal. No ya con el Ejecutivo, sino con la misma nación, que, por mucho que se empeñe el interfecto, es solo una, la nuestra, la que hay que defender: la española. Pero así es el personaje, del que, dados sus inmediatos antecedentes, solo podíamos esperar semejante estrechez de miras.

Porque resulta mezquino situarse en una posición de equidistancia entre quienes pretenden saltarse y conculcar la Constitución y las leyes y quienes las defienden, y encima culpar a estos últimos de no se qué "inacción". Y, desde luego, no es sino una monumental tomadura de pelo presentar como gran solución plasmar sobre el papel una serie de expresiones y declaraciones que halaguen los oídos de semejantes golpistas. ¿Para este viaje tantas alforjas? Y además, ¿de qué ha servido? ¿Acaso ha dado algún paso atrás el independentismo ante plan supuestamente tan apabullante? Por lo demás, ¿qué reforma de la Constitución tiene previsto emprender este Sánchez sin el PP, cuyo concurso sería absolutamente imprescindible para sacarla adelante? 

Pero Míster No nos tenía reservada otra sorpresa al dar una nueva vuelta de tuerca a su postura desleal con el Gobierno de España y con la nación y pasar de la equidistancia a ponerse claramente del lado del golpismo separatista. De tal forma que no ha desperdiciado la ocasión para dejar meridianamente claro que tampoco le parece bien que se establezcan los filtros necesarios para evitar que el FLA, Fondo de Liquidez Autonómico que sale de los impuestos de todos los españoles, se utilice para financiar el referéndum independentista. Vamos, ni más ni menos que este adalid de la "limpieza" rechaza que el Ejecutivo de Rajoy cumpla con su obligación de vigilar que el uso de los fondos públicos no se malversen, que no vayan dirigidos a cometer ninguna ilegalidad.

Con lo cual por fin podemos colegir a qué se refiere concretamente Pedro Sánchez cuando pide al presidente Rajoy que no se limite al cumplimiento de la ley y que haga "política": la política de la distensión y de la cesión ante la estrategia golpista del separatismo catalán. Así, hasta el día en que, tras una carrera de claudicaciones, se proclame la independencia de la "República catalana", lo que por supuesto en cualquier caso sería culpa del PP y de Rajoy por no haber sabido "seducir" al independentismo. Entonces, ahí estaría él, para sacarnos del apuro y "negociar" la "bilateralidad" de ambas "naciones". Porque ya se sabe que la prioridad absoluta es echar a Rajoy como sea, y más vale siempre una España rota que gobernada por el PP.

Afortunadamente, el sueño de Míster No, que sería la peor pesadilla para España, no se cumplirá, porque la unidad de la nación más antigua de Europa es mucho más firme y granítica que los ruines manejos de cualquier politicastro de baja estofa. En fin, todo un despropósito que no busca sino alejarse del PP y de Rajoy también en un asunto que debería estar fuera de toda confrontación política. A tales extremos llega un sectarismo tan ciego como inane, porque escasos beneficiarios electorales cosechará una postura tan irresponsable y ayuna de patriotismo.

miércoles, 12 de julio de 2017

MIGUEL ÁNGEL, ICONO DE ESPAÑA Y LA LIBERTAD

Miguel Ángel Blanco simboliza el levantamiento histórico de toda una nación, unida como nunca, contra el terrorismo de la ETA y su entorno colaboracionista; y, lo que suponía la principal novedad, tal rebelión cívica tuvo lugar tanto fuera como dentro del País Vasco, donde gentes de bien se desembarazaron por primera vez del miedo que les imponía la mafia etarra. El que se denominó con acierto "espíritu de Ermua" significó un rearme moral de España y nuestra democracia y el inicio de un camino de firmeza contra la banda asesina y sus adláteres que llevaría a su derrota policial.

¿A quién le puede extrañar, por tanto, que la extrema izquierda antisistema y revisionista que representa Podemos se niegue a rendir tributo a quien se ha convertido en icono de España y la libertad, principios que no disimulan en aborrecer? Algunos a estas alturas se empeñan en confundir sus deseos con la realidad y en presentar a semejantes ultras como plenamente integrados en nuestro sistema constitucional surgido de la transición democrática, cuando ellos mismos son los primeros que, de palabra y de obra, lo rechazan: hemos de partir del hecho de que sus socios en Pamplona y Navarra son los proetarras de Bildu, y de que tengan como referente a Otegui, además de a sus propios "camaradas" los delincuentes Alfon, Bódalo o incluso Pablo Hássel. Y, por supuesto, en Venezuela continúan defendiendo los desmanes y atropellos de Maduro y el régimen chavista, e insultando a los líderes de la oposición democrática.

Así pues: ¿cómo se iba a identificar la ultraizquierda podemita con Miguel Ángel Blanco? Absolutamente en nada: representan y defienden justo lo contrario. Y en este aspecto siempre se ha establecido una clara distinción entre demócratas y quienes no lo son, por una razón tan poderosa como la de que no se puede ser equidistante entre las víctimas y sus verdugos. Y con Podemos no hay por qué hacer una excepción, por mucho que a algunos les escandalice. Por cierto, resulta especialmente lamentable que sectores del PSOE, de cuyos tantos militantes perdieron su vida a manos de la vesania etarra, se apunten a posición tan mezquina, cegados en este caso por un sectarismo atroz.

En cambio, quienes creemos y defendemos España y la libertad y situamos como referente moral de nuestra democracia a las víctimas del terrorismo etarra, siempre recordaremos con emoción esos días de julio de 1997 que despertaron, conmovieron y movilizaron a la nación española. Y tendremos siempre presente a Miguel Ángel Blanco.

sábado, 8 de julio de 2017

NI UN PASO ATRÁS EN LA DEFENSA DE LA LIBERTAD

La dictadura comunista cubana y su émulo el régimen chavista venezolano han logrado ser similares hasta en un aspecto particularmente lamentable: que cada salida de la cárcel que por motivos políticos se produzca, siempre a cuentagotas, sea celebrado con las mayores alharacas. Y como si en último término debiéramos agradecer la supuesta generosidad del correspondiente sátrapa, cuya imagen proceden a lavar sus defensores, o como si la llegada de las libertades se diera ya por hecha, como algunos ingenuos, o más bien tibios, pretenden hacer ver en estos casos. Y nada más lejos de la realidad.

Desde luego, no deja de ser una excelente noticia que todo un símbolo de la lucha por la libertad en Venezuela, Leopoldo López, regrese a su hogar para poder pasar por fin los días con su familia, y nos alegramos muy especialmente por su padre, Leopoldo López, y su mujer, Lilian Tintori, personas admirables, auténticos héroes que jamás han cejado en su hercúleo empeño de combatir al chavismo para conseguir la liberación, no solo de Leopoldo López, sino de los presos políticos del régimen y, sobre todo, del oprimido pueblo venezolano. De todo ello nos congratulamos, como no podía ser de otra manera.

Ahora bien, que una alegría tan grande como puntual no nos impida seguir viendo la cruda realidad: en primer lugar, que Leopoldo López no ha sido liberado de la cárcel, de una prisión en la que se le ha torturado durante más de tres años, sino que ha pasado a ser sometido a arresto domiciliario, y todo, resaltémoslo, por cometer los delitos de denunciar los atropellos del chavismo y pedir la recuperación de las libertades para Venezuela; en segundo lugar, por tanto, y como ha recordado Hernesto Capriles, que cabe exigir su libertad plena, como la de los muchos presos políticos que permanecen injustamente encarcelados; y en tercer lugar, que el régimen chavista de Maduro continúa en vigor, sojuzgando y llevando a la miseria a la sociedad venezolana, promoviendo asaltos a la sede de la soberanía nacional y agresiones a los representantes políticos elegidos en las urnas, y asesinando en las calles a quienes se manifiestan contra la tiranía.

Que, por tanto, desde las democracias hemos de seguir combatiendo con absoluta firmeza, y con mucha mayor determinación por cierto, al chavismo encarnado en el cruel dictador Maduro y su régimen mafioso, criminal y narcoterrorista. Tanto dentro como fuera de Venezuela; tanto allí como, por ejemplo, haciendo frente aquí en España a los Garzones, Monederos, Monteros e Iglesias que justifican las fechorías del heredero de su venerado (y benefactor) Hugo Chávez Frías, o que en el mejor de los casos se sitúan en una vil equidistancia haciendo uso de un lenguaje típicamente batasuno. Ni un paso atrás en la defensa de la libertad y la democracia, que nos merecemos tanto los españoles como los venezolanos.

martes, 4 de julio de 2017

JAMÁS PERMITAMOS QUE SE BLANQUEE A LA ETA

Nunca como en el secuestro de Ortega Lara, felizmente rescatado por nuestra heroica Guardia Civil tras nada menos que 532 días de tortura, se visualizó con mayor claridad y crudeza la infinita crueldad y vesania del terrorismo etarra. La imagen de un hombre cegado por la luz del día, que caminaba con dificultad y como si de un esqueleto viviente se tratara, muy similar a la de los prisioneros de los campos de concentración nazis, quedó en la retina de una sociedad española que poco después, y con motivo del secuestro, martirio y asesinato de Miguel Ángel Blanco, protagonizaría un grandioso, emocionante e inolvidable acto de rebelión cívica contra la banda asesina ETA y su entorno colaboracionista que no había tenido precedentes.

Una extraordinaria movilización social, el levantamiento de toda una nación que sería el preludio de un periodo de firmeza en la lucha contra el terror etarra, el que llevaría a cabo el Gobierno de Aznar con todos los instrumentos de la legalidad, que conduciría a la derrota policial de la organización terrorista separatista y marxista-leninista. Un mérito que, no obstante, y en general, cabe apuntar a nuestro Estado de Derecho, a nuestra democracia, a todos sus Gobiernos... y, por supuesto, a la referencia moral de las víctimas del terrorismo, de los que dieron su vida por España y la libertad. Nunca, jamás, debemos olvidarlos, ni dejar de rendirles tributo, ni reconocer su impagable sacrificio y generosidad en pos del triunfo de la democracia española. Máxime ahora, cuando desde determinadas instancias de la ultraizquierda revisionista, dentro de una burda estrategia de descalificación absoluta de nuestra democracia y su transición política, se pretende blanquear al terrorismo etarra y sus crímenes.

No por casualidad ha salido precisamente estos días de su inmunda cloaca el "rapero" oficioso de Podemos, que desde luego no es la primera vez que esparce en las redes sociales toda la maloliente basura que es capaz de fabricar su mente repleta de maldad, resentimiento y odio. No podía ser otro que semejante tipejo miserable, canalla, abyecto, vil y... rufián quien insulte y humille de forma tan ruin a Ortega Lara, y con él a las víctimas del terrorismo, utilizando además el mismo lenguaje de las alimañas que le sometieron a tan cruel y larga tortura. Aunque le será imposible establecer comparación con el duro trabajo de temporero, porque semejante botarate no ha dado jamás un palo al agua, se tendría bien merecido, no solo pasar una larga temporada entre rejas, sino hacerlo además en un zulo de las mismas dimensiones y características del que la banda asesina ETA mantuvo encerrado durante más de 500 días a Ortega Lara. Que sufriera en sus propias carnes los métodos de "lucha" de sus admirados criminales etarras sería un edificante acto de justicia poética.

Ante quienes, con la mejor intención, defienden que es preferible no dedicar un solo minuto al indeseable personajillo y sus deposiciones, puesto que lo que precisamente busca es notoriedad, cabe afirmar alto y claro que ningún insulto, ninguna injuria, ningún acto de humillación a las víctimas del terrorismo, ni de él ni de ninguno de sus "camaradas" podemitas, ha de quedar sin respuesta. Porque les debemos una defensa inquebrantable de su memoria y dignidad, en la que jamás tenemos que cejar, y porque en último término se trata de la preservación de una democracia que pretenden horadar imponiendo un "relato" negativo de nuestra transición política, que pasa por convertir a los terroristas de la ETA en clarividentes luchadores antifranquistas y "antineofranquistas". Y, por consiguiente, a sus víctimas, en verdugos. Nunca, jamás, debemos permitirlo.

martes, 27 de junio de 2017

DOS GRANDES BLOQUES: MODERADOS vs. RADICALES

Una noticia muy edificante, al menos para quienes defendemos la estabilidad política y económica y la preservación del sistema constitucional. El mismo día que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias mantenían un muy cacareado encuentro con el objetivo principal, común y declarado de, tarde o temprano, "echar a Rajoy" sin pasar por el frustrante trámite de las urnas (no vaya a ser que se muestren otra vez esquivas), el propio presidente del Gobierno y Albert Rivera se reunían en Moncloa para abordar asuntos que son del interés general de España y los españoles, tales como el techo de gasto, una nueva bajada de impuestos o la respuesta al desafío golpista del separatismo catalán. Atinada y oportuna respuesta a quienes buscan la desestabilización y "tomar el cielo por asalto" por parte de los que pretenden construir o, simplemente, centrarse en gobernar por el bien de España.

Más que nunca, y sobre todo tras el resurgir de Pedro Sánchez y su pretensión de "podemizar" al PSOE, adquieren mayor visibilidad en la política española dos grandes bloques: por una parte, el que forman el PP y, a pesar de algunos vaivenes demagógicos, Ciudadanos, plenamente comprometido con el rigor en las cuentas públicas; las libertades de mercado y comercio y una baja fiscalidad como garantías de crecimiento económico y creación de empleo; los valores básicos y fundacionales de la Unión Europea: y, por supuesto, la defensa de la Constitución y la unidad de la nación española.

Por otra, el que acaban de formalizar PSOE y Podemos, los cuales, en su competición particular por atraerse a un electorado de tendencia extremista y antisistema, abogan por disparar el gasto público y sufragarlo con una subida general de los impuestos, con especial incidencia en los sectores más productivos de la sociedad; imponer obstáculos al mercado y al comercio y retornar a un proteccionismo " a lo Trump" tan populista como ruinoso, y por tanto poner en solfa los mismos principios europeístas de apertura de fronteras y mercados (de ahí el sorprendente e irresponsable cambio de postura del PSOE respecto al CETA, decretado por Sánchez y Narbona); y parcelar la soberanía nacional española, esto es, en último término destruirla, introduciendo ese difuso, vidrioso y, sobre todo, inconstitucional concepto de la "plurinacionalidad", con tal de intentar contentar a un independentismo con el que les será imprescindible pactar si quieren alcanzar ese estadio final, ese bien supremo que es expulsar a Rajoy y al PP de allí donde le han puesto los votantes españoles: del Gobierno.

Afortunadamente, un bloque, el moderado, constitucional y europeísta que abarca el espectro político del centro-derecha, suma 169 escaños en el Congreso de los Diputados, frente a los solo 156 de la izquierda radical, filonacionalista y "eurorrevisionista". Eso sí, el peligro de que este último bloque extremista y "plurinacional" termine incorporando a todos aquellos que persiguen la disgregación de España estará latente en lo que resta de legislatura. Porque de lo que se trata es de echar a Rajoy y, de paso, conquistar el poder cuanto antes y sin someterse al examen de unos españoles cuya soberanía además se discute.

martes, 20 de junio de 2017

BOLIVIA, FARO "PLURINACIONAL" DEL SANCHISMO

El concepto (discutido y discutible, según ZP) de nación política, característica del liberalismo político y en la que nuestra emblemática Constitución de Cádiz obtuvo su fundamento, surgió para derribar diferencias y privilegios propios de la época feudal, mantenidos y reforzados durante el Antiguo Régimen, para convertir a los hasta entonces súbditos en ciudadanos libres e iguales ante la ley. Como tales, depositarios de la soberanía de la nación que, unida e indisoluble, reconoce y garantiza derechos y libertades individuales "a los españoles de ambos hemisferios". Por tanto, asumir esa memez conceptual de la "plurinacionalidad" de España y afirmar a la vez que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español, a la vez que se trocea la nación que la encarna, o se niega su misma unidad, no es sino una flagrante "contraditio in terminis".

Se trata ni más ni menos que de un completo absurdo que plasma el estado de esquizofrenia al que ha sumido al PSOE Pedro Sánchez, más pendiente de explorar la vía de "todos contra el PP", para lo que no tiene empacho alguno en incluso situarse equidistante entre la defensa de la Constitución y el independentismo, que de intentar llegar a La Moncloa como debería ser preceptivo en democracia: ganando las elecciones. Pero parece ser que el irreductible Sánchez no tiene demasiada fe en su victoria en las urnas.

La guinda la ha puesto el debut mediático de Adriana Lastra como nueva número dos del PSOE, que no ha podido ser más brillante. Aquellos que han querido meter con calzador en la realidad española ese concepto vidrioso de la "plurinacionalidad" con tal de satisfacer a quienes jamás se van a contentar, hasta ahora han acudido a ejemplos harto improcedentes (porque no son comparables a nuestra evolución histórica como nación) como Suiza, Alemania o incluso el Reino Unido. Pero hete aquí que la flamante mano derecha de Pedro Sánchez ha sentado renovada doctrina al respecto: sigamos el camino que como Estado "plurinacional" nos ha mostrado... Bolivia. Sin duda, todo un faro de éxito mundial cuya puesta en práctica tornará por sí sola el independentismo del nacionalismo catalán en un españolismo a ultranza. Un modelo, además, que no ha de despertar sino entusiasmo en Podemos dadas precisamente sus querencias "bolivarianas", por lo que miel sobre hojuelas.

Esta recién inaugurada etapa de "sanchismo" desatado va a ostentar el mérito de dejar a ZP a la altura de un estadista. Si no, al tiempo.

sábado, 17 de junio de 2017

HELMUT KOHL: EL PADRE DE LA NUEVA ALEMANIA

Nos ha dejado a los 87 años una de las grandes figuras políticas de la historia de Europa y Occidente en general: Helmut Kohl, el que fuera canciller de la República Federal de Alemania nada menos que durante 16 años, record hasta ahora no superado. Líder durante un cuarto de siglo de la democristiana CDU (actualmente gobernando Alemania bajo la dirección de Angela Merkel), alcanzó el poder en 1982 gracias precisamente a una moción de censura (presentada, por supuesto, en serio en este caso) contra el socialdemócrata Helmut Schmidt, al que logró derrotar gracias al apoyo de cuatro diputados liberales.

A partir de entonces, consiguió imponerse una y otra vez en las urnas y regir, normalmente en coalición con los liberales del FDP, los destinos de Alemania durante aquellos años convulsos, apasionantes y esperanzadores del final de la guerra fría que condujeron a la caída del Muro de Berlín. Le cupo el honor de vivir como anfitrión el momento histórico del memorable discurso de Ronald Reagan ante la Puerta de Branderburgo: "Sr. Gorbachov, abra esta puerta, ¡derribe este muro!", palabras que él mismo, al igual que el público allí congregado, aplaudió con fruición. Tras el venturoso final del régimen comunista de la tétricamente llamada Alemania Democrática, defendió con firmeza la reunificación alemana, pese a las incomprensiones y reparos de dentro y fuera de las entonces dos Alemanias: cabe recordar que Margaret Thatcher encabezaba una posición dentro de Europa que alertaba incluso del peligro que podía representar una Alemania unida tras las traumáticas experiencias de las dos guerras mundiales.

Pero Kohl, que ostentaba una bien ganada fama de tenaz y obstinado, se salió finalmente con la suya y convirtió a la Alemania reunificada, de la que fue el primer canciller, en la primera potencia de Europa y baluarte de su unidad económica, política y monetaria, de la que además había ejercido hasta entonces de adalid. En aquellas cumbres europeas y actos y reuniones fundacionales sobresalía siempre la inmensa humanidad de un Helmut Kohl que, por cierto, labró una profunda amistad con el presidente del Gobierno español, Felipe González, pese a las diferencias ideológicas que les separaban.

Tras ese largo período en la cancillería alemana, sin precedentes en la historia democrática del país germano, perdería el poder en 1998 de resultas de su única derrota electoral ante el SPD de Gerhard Schroeder, que pasaría a gobernar en coalición con Los Verdes. A partir de entonces ha permanecido fuera de la política, si bien no se ha privado de hacer públicas sus opiniones sobre la actualidad, en las que no ha ahorrado críticas hacia su sucesora, la actual canciller Angela Merkel. Sus últimos años, tras pasar el mal trago de verse involucrado en el escándalo de los donativos irregulares a la CDU, han sido especialmente difíciles e incluso trágicos desde un punto de vista personal. Pero ello no es óbice para que sea recordado, no solo como el padre de la Alemania reunificada e inspirador de la Unión Europea de hoy, sino además como uno de aquellos grandes líderes políticos que emergieron en la década de los 80 (junto a Thatcher, Reagan o Juan Pablo II) y dejaron su sello en su decisiva contribución a la victoria final de la libertad y la democracia y su posterior fortalecimiento. Descanse en paz.

miércoles, 14 de junio de 2017

Y TRAS LA FARSA... A TRABAJAR EN SERIO

Adolfo Suárez no tuvo a bien intervenir en ningún momento de la moción de censura que le presentara en 1980 un PSOE que de esta manera pretendía, además de desgastar más si cabe la muy castigada figura del entonces presidente, visualizarse como alternativa clara de Gobierno. Felipe González se reservó para el último momento de la segunda sesión de la desafortunada moción de un Antonio Hernández Mancha para entonces absolutamente desarbolado. Sin embargo, Mariano Rajoy protagonizó todo un golpe de efecto parlamentario al subir al estrado para responder ya al primer discurso, más bien "ladrillo" estilo Fidel, de quien había registrado la iniciativa-espectáculo en nombre del Mesías, que, obviamente, no podía ser otra que Irene Montero; por supuesto, en calidad de portavoz (aclarémoslo, no nos vayan a tachar de rancios machistas).

Por tanto, Mariano Rajoy, del que todavía muchos hacen mofa y befa a propósito del "plasma", ha sido hasta ahora el único jefe del Ejecutivo que, en una moción de censura, ha saltado a la arena parlamentaria desde el primer momento. Y de qué manera. Su característico estilo fino y cortés pero firme, muy al modo anglosajón, contrastó y se impuso de nuevo al trazo grueso faltón y asambleario de estos Ceacescu a la bolivariana que, además, daban la impresión de pretender derribar por aburrimiento a su denostado sistema parlamentario. La perorata de Iglesias Turrión, aderezada de sus delirantes y marxistoides interpretaciones de la historia de España, logró superar en sopor al mismísimo rollazo perpretado por su insigne pareja. Eso sí: su mención laudatoria al "regeneracionista" Joaquín Costa, que abogaba por que surgiera como salvador de España un "cirujano de mano de hierro", esto es, un dictador que no andara con contemplaciones, fue, pese a que haya pasado mediáticamente desapercibida, muy significativa.

Pero aparte de difamar, insultar y endosarnos infinitas dosis de demagogia, que es lo suyo, ¿qué programa de Gobierno fue capaz de exhibir quien se presentaba a candidato a jefe del Ejecutivo, como corresponde al carácter constructivo de la moción de censura en nuestro sistema parlamentario? Además de generalidades y banalidades propias del populismo de ultraizquierda, nada de nada. Eso sí: ha quedado claro que Podemos cambia de referentes como de camisa: primero, Venezuela, que dejó de presentarse como tal cuando la naturaleza liberticida, dictatorial y ruinosa de su régimen "bolivariano" se tornó escandalosa; después, Grecia, hasta que el amigo Tsipras impuso el "corralito"; y ahora, Portugal, gobernada por una coalición de socialistas y extremas izquierdas, se ha convertido en ejemplo a seguir según el aspirante Iglesias Turrión. Pues bien: para "austericidio", la que está llevando a cabo el Gobierno del país vecino, que de todas formas, y pese a que es cierto que parece remontar el vuelo, se halla muy lejos, por ejemplo, de las cifras de crecimiento y creación de empleo de la España "neoliberal" de Rajoy.

Desde luego, quien mejor podía responder a las insolencias radicales, populistas y demagógicas de Iglesias Turrión era un parlamentario avezado y brillante como Mariano Rajoy... y bien que lo hizo. No contento con dejarle sin comer al responder inmediatamente a su primer e interminable discurso, el repaso dialéctico que le propinó fue de auténtico órdago, insistiendo en el siguiente mensaje fundamental: alguien tan sectario, ultramontano y contrario al sistema como Iglesias Turrión no puede ser el presidente de todos los españoles.

"¿Qué cree que puede gobernar bien quien ni tan siquiera se plantea gobernar para todos? Por eso no puede usted ser presidente del Gobierno". Ciertamente, nadie en el Congreso como Mariano Rajoy ha retratado de mejor forma, y tan implacablemente, el carácter intransigente y extremista de quien pretende presentarse como "presidenciable". Aunque es justo reconocer que Ana Oramas, la diputada de Coalición Canaria, no le andó a la zaga en ese menester de desenmascarar al personaje.

Además, Rajoy también tuvo la habilidad de sacar a colación la indefinición de Iglesias Turrión acerca de un asunto tan básico, y que alguien que aspira a presidir un día el Gobierno de España debería tener meridianamente claro: dónde reside la soberanía nacional y, consiguientemente, la defensa de la unidad de la nación. Las apelaciones del presidente sobre el particular, a los que el "candidato" solo respondió con evasivas y divagaciones, le pusieron definitivamente contra las cuerdas. No deja de ser en ese sentido muy indicativo que los únicos apoyos con los que contó su impostura en forma de moción fueran el de los dos diputados proetarras de Bildu (el diablo los cría y ellos se juntan) y el de la Esquerra Republicana de Catalunya encabezada por los muy ponderados y elegantes Tardá y Rufián. Sin duda, el Mesías consiguió aglutinar a lo mejor de cada casa, y justo a aquellos que más se distinguen por defender España, sus intereses y su unidad. ¿Aunque a alguien le extraña?

Para poner la guinda final, un soberbio Rafael Hernando destapaba el fariseísmo y la hipocresía de unas izquierdas, que, en efecto, ninguna autoridad moral tienen para dar lecciones sobre ética y corrupción. Unos, el PSOE, único partido junto con Unió condenado en firme por financiación ilegal, y dos de cuyos presidentes se hallan procesados por el escándalo de los ERE fraudulentos; otros, Podemos, financiados por tiranías como Irán y Venezuela, con condenados judicialmente en su bancada, e incapaces de reprobar la represión sangrienta del régimen chavista. Así de claro, así de lamentable.

Y puesto que votaban los representantes de la soberanía nacional, y no los participantes mediatizados de una asamblea de la "Facul", el resultado ha sido el previsible: 170 votos (PP+Cs+CC) en contra de la "moción-peñazo" frente a solo 82 a favor (Unidos Podemos+ERC+Bildu) y 97 abstenciones (PSOE+PNV+PdeCat). Se acabó la última farsa de Iglesias Turrión. Pero la peor noticia para la ultraizquierda podemita no es esa, sino que a partir de mañana mismo no les quedará más remedio que ponerse a trabajar en serio. O, dentro de sus limitadas posibilidades de esfuerzo, al menos intentarlo.

lunes, 12 de junio de 2017

QUE LA LIGA DEL BARÇA LA ORGANICE QATAR, GUARDIOLA


Es muy fácil desmontar a un farsante que responde al nombre de Josep Guardiola Sala, que, haciendo uso de dislates y flagrantes mentiras, se ha prestado gustoso a ejercer de insigne propagandista de la estrategia golpista del separatismo catalán. Quien como futbolista no tuvo impedimento alguno en vestir en 47 ocasiones la camiseta de la selección del Estado opresor, con la que metió 5 goles e incluso llegó a ganar en 1992 un oro olímpico en un Camp Nou repleto de banderas represoras. Quien, como futbolista y como entrenador, jamás renunció a disputar una competición que lleva el nombre del Monarca español, esto es, del Jefe del Estado autoritario, e incluso a pasar por el mal trago de recoger el trofeo de sus déspotas manos.
Quien, ni tan siquiera a nivel individual, hiciera el más mínimo amago de rechazar la concesión de la Medalla de Oro de la Real (sí, Real) Orden del Mérito Deportivo, esto es, la máxima distinción del deporte que otorga la aborrecida España. Quien, presumiendo de ser líder moral e intelectual de una Cataluña perseguida, se permite sentar cátedra sobre política y derechos humanos alabando como "país abierto" y "democracia" a Qatar, satrapía medieval que protege y financia al terrorismo yihadista, y en cambio tachando de dictadura autoritaria a una España que le permite insultarla y promover su destrucción con absoluta impunidad.
Desde luego, difícilmente se puede hacer más el ridículo... Bueno, sí: además pedir, como ha llegado a hacer el interfecto, auxilio a la "comunidad internacional", que como es bien sabido se halla en vilo esperando ese histórico día en que el trimilenario "pueblo catalán" proclame por fin su independencia. De todas formas, nada nuevo bajo el sol: qué sería del nacionalismo sin sus inherentes delirios, tan apropiados además para estos tiempos de "posverdad".
Y a todo esto, ¿qué será de su Barça? ¿En qué liga jugará? ¿En una nacional catalana con el Girona, el Lleida o el Mollerussa? ¿O en una "internacional" auspiciada por esa amplia "comunidad" que respaldará la libertad de Cataluña frente a la opresión española? En tal caso, que la organice Qatar, Guardiola.

viernes, 9 de junio de 2017

ELECCIONES BRITÁNICAS: NO HA IDO MAL DEL TODO

Un país referente en Occidente como ejemplo de reactivación económica y estabilidad política, que, consciente de sus grandes posibilidades, miraba al futuro con fundado optimismo. Así era el Reino Unido de la Gran Bretaña hace apenas dos años. Pues bien, tras estar a punto de perder su integridad y unidad nacional, ahora se ve fuera de la Unión Europea, negociando las difíciles condiciones de tal "divorcio" y, encima, viviendo la incertidumbre de un "hung parliament"; esto es, la de una Cámara de los Comunes sin que conservadores o laboristas ostenten la mayoría absoluta, coyuntura rarísima en la historia política británica dado su sistema electoral de circunscripciones uninominales.

Sin duda, un caso digno de estudiar en las facultades de Políticas e Historia como paradigma de una nación absolutamente pujante que, inexplicablemente, es capaz ella misma, y ella sola, de complicarse la vida en un corto período de tiempo y de resultas de precipitadas y erráticas decisiones, no solo de sus dirigentes políticos, sino de un "pueblo", o un electorado, que, proclive a dejarse llevar por los cantos de sirena de un populismo desgraciadamente en boga, parece empeñado en desfilar de camino al precipicio. Porque, por ejemplo, el "Brexit" no es solo consecuencia de una irresponsable temeridad, la del anterior Primer Ministro conservador David Cameron, al convocar un referéndum innecesario y de consecuencias imprevisibles, sino fundamentalmente de un veredicto expresado en las urnas, por muy incomprensible que nos parezca.

Aun así, y dadas unas circunstancias políticamente adversas (sobre todo, el ínfimo nivel político de los candidatos de los dos grandes partidos, el más bajo desde la posguerra), los resultados finales de las elecciones al Parlamento británico no han sido malos del todo para los intereses de la Unión Europea, e incluso es posible que para el propio Reino Unido: así, pese a que los conservadores han perdido la mayoría absoluta (a siete escaños de los requeridos 326), Theresa May gobernará con el apoyo, es de suponer que estable, de los diez parlamentarios de los Unionistas del Ulster, tradicionales aliados del Partido Conservador y que, precisamente, se han caracterizado en campaña por abogar por un "Brexit" suave (cabe recordar que en Irlanda del Norte ganó el «remain», la permanencia en la Unión Europea). Lo que sin duda contribuirá a atemperar a los conservadores partidarios de una salida de la UE con "portazo", entre los que hasta ahora parecía encontrarse la misma May.

Por lo demás, no dejan de ser buenas noticias que un radical demagogo y alejado de la tradición de socialismo fabiano como Jeremy Corbyn, que, en un alarde de "posverdad" propio de la izquierda populista, se ha permitido incluso proclamarse ganador de las elecciones a pesar de caer claramente derrotado tanto en escaños como en votos, se haya quedado sin posibilidades de ser Primer Ministro; que el Partido Conservador, pese a todo, y bajo el liderazgo emergente de Ruth Davidson, haya puesto una pica en la mismísima Escocia y haya contribuido de esta forma al hundimiento del independentismo escocés; y que el eurófobo UKIP, ahora sin el lenguaraz y reconocido mentiroso Nigel Farage, haya sufrido tal descalabro (del 12,5% en 2015 a apenas el 2% de estos comicios) que haya derivado venturosamente en una fuerza política extraparlamentaria.

En realidad, no, no ha ido mal del todo. La verdad es que la muy mejorable categoría política demostrada hasta ahora por quien, pese al fracaso de su empeño personal en adquirir legitimidad con una amplia mayoría absoluta parlamentaria que no ha logrado, va a seguir siendo Primera Ministra del Reino Unido, no augura un futuro precisamente halagüeño. Pero quién sabe si estas elecciones, y esta nueva legislatura que echará a andar, allanan el camino hacia un derrota definitiva de las corrientes separatistas y separadoras que tanto daño hacen al Reino Unido.

viernes, 2 de junio de 2017

NO INTERESA QUE CALE

La realidad de España es la económicamente pujante y la que sigue batiendo récords de empleo, y no esa paralela que nos pintan y transmiten (con cierto éxito, por desgracia) los farisaicos justicieros, savonarolas y jacobinos que se han enseñoreado del panorama político y mediático. Porque a los trituradores de honores ajenos les interesa montar sus implacables campañas de linchamiento personal y generar el mayor ruido posible para que pase prácticamente desapercibido que nuestra economía sigue creciendo a velocidad de crucero y creando empleo a un ritmo sin precedentes; que en un solo mes se han creado 223.192 puestos de trabajo, con lo que regresamos a niveles de 2008; que en el último año se han acumulado casi 700.000 nuevos empleos, la mejor cifra desde 2006, año en el que tuvo lugar una regularización masiva de extranjeros; que ya cotizamos 18.345.414 personas, la cifra más alta desde diciembre de 2008.

Que, en suma, y muy significativamente, España ha sido capaz de recuperar dos de cada tres empleos perdidos durante una crisis agravada y alargada por un socialismo insolvente y manirroto, el del PSOE de Zapatero. En cuyas "recetas" de más intervencionismo, más gasto y más déficit, y por tanto más paro, hallan inspiración las actuales izquierdas, que amenazan con aplicarlas con mayor o menor intensidad si llegan a gobernar. Lo que, desde luego, una sociedad civil como la española, que ha vuelto a dar todo un ejemplo de admirable fortaleza y capacidad de superación, no se merecería en absoluto. Aunque bien es sabido que algunos quieren ganar con artificios y sucios tejemanejes aquello que les niegan los votantes, torciendo la voluntad expresada en las urnas si es menester.

No interesa que se sepa, o que al menos cale social y electoralmente, que España ha remontado la crisis económica y consolidado su recuperación en el marco de las medidas, reformas y liberalizaciones del PP de Rajoy, que como él mismo ha declarado de manera tan gráfica está en lo importante, en la política con mayúsculas. Afortunadamente para los 2,2 millones de españoles que han encontrado un puesto de trabajo desde el peor momento de la crisis, seguramente ajenos a estrategias basadas en embarrar el terreno de juego que, vaticino, acabarán teniendo un recorrido bastante corto.

viernes, 26 de mayo de 2017

LO MÁS PREOCUPANTE DEL REGRESO DE SÁNCHEZ

La contundente, y ciertamente meritoria, victoria de Pedro Sánchez en las denominadas primarias del PSOE, frente a todo un "aparato", si bien venido a menos, en contra y basándose en un discurso tan simplista y sectario como la mera insistencia en el "no es no" a Rajoy y a la malvada derecha, cabía enmarcarla, aun con todas las peculiaridades que pudieran apuntarse, en la actual coyuntura política en Europa. Como en Francia, como en Gran Bretaña., los militantes socialistas españoles también han querido contribuir a ponerle la puntilla a una socialdemocracia europea que sufre sus horas más bajas. Al igual que socialistas franceses y laboristas británicos, han elegido a su líder cegados por un discurso extremista y de tendencia antisistema, tan en boga en estos tiempos de "posdigestión" de la crisis económica, que asimilan hasta el punto de llegar a desnaturalizar a la misma tradición socialdemócrata y, con ello, llevar al suicidio electoral a su propio partido.

Ha resultado muy significativo que las "bases" del PSOE hayan rechazado a la candidata apoyada por ese mismo "viejo testamento" que cosechaba amplísimas mayorías absolutas en las urnas, y que en cambio hayan respaldado de manera entusiasta a quien ha pasado, como decía un mediático político socialista madrileño, del peor resultado de la historia al peor resultado de la historia. Apenas 190.000 afiliados, o la mitad de ellos, pues, han decidido inmolarse, pero no deberían imponerse sobre millones de votantes y, ni mucho menos, llevarse por delante a España.

Porque lo más preocupante, con serlo, no es la "podemización" del PSOE tras la elección de Pedro Sánchez por una militancia escasa y radicalizada, sino su posición ante la nueva vuelta de tuerca del desafío golpista del separatismo catalán. Cabe preguntarse si va a actuar con la firmeza que cabría esperar de un partido hasta ahora garante del sistema constitucional y la unidad nacional, o si procederá con una ambigüedad tacticista con tal de ganarse, por si es preciso en algún momento, el respaldo independentista y, de paso, dejar solo a su odiado Rajoy con tal de intentar contribuir a su desgaste.

Tras llegar a definir en pleno debate de primarias la nación, no como concepto discutido y discutible como hiciera su más nefasto antecesor, sino como "un sentimiento", todo cabría esperar de semejante veleta político transmutado en extremista.

viernes, 19 de mayo de 2017

¿COMO FELIPE O COMO HERNÁNDEZ MANCHA?

Presentar propuestas, proposiciones de Ley, enmiendas, controlar la misma acción del Gobierno... Todo lo que tenga que ver con un parlamentarismo burgués-liberal en el que no creen, devanarse los sesos y trabajar para sacar adelante ideas concretas para intentar mejorar la calidad de vida de los españoles, les cansa y les aburre. Es superior a sus fuerzas. Lo suyo es el "agit-prop" permanente y el circo mediático, así que, tras el rotundo fracaso de ese "odiobús" que iba a sembrar la zozobra en todos los rincones de España, necesitan montar el gran y definitivo espectáculo al que no se puedan resistir unas cámaras de televisión cuya presencia siempre aspiran a acaparar.

Por tanto, y al albur de un río convenientemente revuelto desde variadas e inimaginables instancias que están logrando que la consolidación de la recuperación económica pase prácticamente desapercibida, presentemos una moción de censura contra un Ejecutivo que apenas lleva seis meses en el poder, sí, pero a qué esperar. No solo se trata de paralizar la vida parlamentaria para, al menos durante un tiempo, dejar de trabajar en minucias como leyes, iniciativas o enmiendas (uf, qué aburrimiento) y ponernos en lo que sabemos, nos gusta y nos entretiene, esto es, en el "postureo" y el "posemos" de altas dosis; además, ha de coincidir con las primarias de un PSOE que puede salir de su bronco proceso de elección interna peor todavía de lo que está, y contra el que en realidad va dirigida la moción de censura para ponerle la puntilla de sus irreconciliables enfrentamientos y contradicciones intestinas, y seguir así comiéndole terreno electoral hasta dejarle en el mismo estado de gran parte de la socialdemocracia europea: en el chasis.

Así pues, que la moción, como es absolutamente previsible, termine derrotada (no porque no haya suficiente animadversión hacia el PP y Rajoy en un Congreso con una mayoría entregada a su desgaste, sino porque votar a Iglesias Turrión como presidente del Gobierno supondria, además de un dislate desde un punto de vista democrático, la muerte política para muchos) no tiene para la extrema izquierda chavista la menor importancia: todo lo que permita centrar la atención mediática se da por bien empleado. Aunque al Mesías, al que increíblemente se nos sigue presentando como un brillante y casi infalible estratega político, le puede salir el tiro por la culata, ya que ha generado una oportunidad de oro para que quede claramente patente que su discurso abusivamente populista y demagógico solo esconde la ausencia de una alternativa de Gobierno mínimamente seria y concebible, al menos para una sociedad abierta y libre. Sin ir más lejos, los "revolcones" dialécticos y parlamentarios que han sufrido él y su ilustre compañera, Irene "Kruspkaya" Montero, a manos de los portavoces del PP, miembros del Gobierno y el propio Rajoy son ya incontables, y además de los que hacen época.

Y es que tirar por la calle de en medio puede llevar directamente al suicidio. Esto es: quien aspira a emular al Felipe González de 1980 puede terminar como el Antonio Hernández Mancha de 1987.

miércoles, 17 de mayo de 2017

HACIA LA CAZA DE BRUJAS

Me viene a la memoria una agradable tarde de la primavera murciana, en la que, sentados en una terraza, unos amigos con inquietudes intelectuales y políticas comunes, mantuvimos una interesante tertulia sobre los límites de la asunción de las responsabilidades políticas. Entre nosotros, un joven, sin duda bienintencionado y atraído por los cantos de sirena de la "nueva política" (sector "naranja"), defendía que la mera imputación (o investigación) debía llevar irremisiblemente a la dimisión, por el bien de la ejemplaridad política y la necesaria "regeneración" de nuestra democracia. Otro contertulio, alguien a quien además admiro personalmente tanto por su amplísima cultura y altura intelectual como por su forma de ser humilde y cabal, le respondió con absoluta contundencia que, de convertirse esa apreciación en regla, esta época pasaría a la historia, no por la exigencia de limpieza y firmeza contra la corrupción, sino por dejar en mantillas a la mismísima caza de brujas de McCarthy.

En aquel momento me pareció una afirmación algo exagerada, pero he de reconocer que el tiempo me ha hecho ver que no andaba nada desencaminado mi amigo. Porque cierto es que hemos llegado a un extremo en que, so capa de unas supuestas demandas de ejemplaridad (siempre ajenas) que solo esconden hábitos de persecución política pura y dura, la presunción de inocencia ha dejado virtualmente de existir, sobre todo si el "objetivo" de la "depuración" es un cargo del PP. Y que, con tal de desacreditar al adversario político, absolutamente todo vale, hasta hacer un uso torticero e infame de instituciones que precisamente deberían ser garantes del Estado de Derecho y de los derechos y libertades fundamentales de cualquier ciudadano, sea cual sea su profesión u ocupación.

Tras el grotesco sainete de los fiscales que acusaron de un "chivatazo", pero "sin atribuir ningún delito", al Secretario de Estado de Seguridad, hemos asistido al espectáculo lamentable de la publicación de un informe de la UCO (o eso parece) que solicita investigar a la presidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes... ¡por la adjudicación del contrato de la cafetería de la Asamblea, como si tal decisión la hubiese podido tomar ella individualmente! Algo tan de aurora boreal, tan bochornoso, que ha tenido que saltar a la palestra el mismísimo y autoproclamado "juez del pueblo" (sí, el mismo que en otros casos atribuye hasta "delitos de pensamiento") para desmentir que tuviera intención alguna de investigar (o imputar) a Cristina Cifuentes.

Pero el daño ya está hecho: el difama, que algo queda, ya ha cumplido su papel. Cabe preguntarse una vez más dónde queda la honorabilidad de las personas, quién resarce en este caso a Cristina Cifuentes (como a tantísimos cargos y políticos del PP literalmente perseguidos) del sambenito que se le ha llegado a imponer de manera tan injusta. Es momento de ser absolutamente claros y contundentes: si algunos quieren dedicarse a la política, que den la cara y se presenten a las elecciones, aunque corran el riesgo de que no les vote ni el Tato. Pero que dejen de utilizar y pervertir unas instituciones que son, o deberían ser, de todos para hacer politiqueo sucio y de la peor estofa con tal de intentar lograr de esa muy corrupta manera aquello que niegan las urnas. Ya está bien: que no desacrediten más nuestro sistema de libertades y nuestra democracia.

viernes, 12 de mayo de 2017

LA JUSTICIA Y LAS IZQUIERDAS: CREE EL LADRÓN...


Resulta curioso que la oposición de las izquierdas acuse al Gobierno de Mariano Rajoy de utilizar a jueces y fiscales para proteger a presuntos corruptos... cuando estos han acabado en la cárcel gracias precisamente a la acción de la Fiscalía, la Justicia y, en algún caso, hasta las denuncias procedentes del mismo PP de Madrid, léase Cristina Cifuentes. Porque seguro que hay razones para hacer reproches al Partido Popular y al actual Ejecutivo, pero no precisamente que no haya dotado de instrumentos y resortes al Estado de Derecho en la lucha contra la corrupción, como bien queda acreditado una y otra vez.

Pero, obviamente, si se pide la dimisión del Ministro de Justicia Catalá, del Fiscal Anticorrupción Moix, o incluso del mismísimo Fiscal General Mazas justo cuando los hechos desmienten ese lugar común tan del gusto del populismo de que "los poderosos y los políticos corruptos jamás acaban entre rejas", se hace con la pretensión de generar el mayor ruido posible para, en la pesca del río revuelto, intentar desgastar al Gobierno del PP. Y si, de paso, tamaña estrategia contribuye a que no se hable de una recuperación económica que se consolida y cada vez más españoles empiezan a notar, mucho mejor. Y en pos de esos objetivos vale lo mismo enmarañar con este asunto que, por ejemplo, sacar a pasear el cadáver de Franco.

Aunque, eso sí, escasas lecciones de independencia judicial puede dar una izquierda, la socialista (o lo que quede de ella), que siempre que ha gobernado se ha encargado de hacer de la Fiscalía General del Estado una Fiscalía Particular del Gobierno (inolvidables desde el célebre "Pollo del Pinar" hasta el mismísimo Cándido), y convertir la división de poderes en una ficción ("Montesquieu ha muerto", Alfonso Guerra "dixit"); y la otra izquierda, la chavista, que sin ir más lejos, y como bien le ha recordado el presidente Rajoy al Mesías Iglesias, ya exigió adhesiones inquebrantables de jueces y fiscales en aquella su inolvidable oferta de Gobierno al ahora "renacido" Pedro Sánchez.

Y es que, a estas alturas, nos conocemos todos. Que nadie se llame a engaño. Aunque quizá en este caso sea aplicable el conocido dicho español: cree el ladrón...

lunes, 8 de mayo de 2017

LA DERROTA DE UNA "FRANCIA PROFUNDA"


Como estaba previsto, el socio-liberal Emmanuel Macron se ha hecho con la presidencia de la República de Francia al imponerse de manera concluyente a la ultra nacionalista Marine Le Pen. Por tanto, y al menos de momento, respira la Francia de los valores republicanos rescatados por De Gaulle, y la Unión Europea, mal que bien, continúa sobreviviendo.

La primera vuelta de las presidenciales francesas nos dejó un mapa electoral significativo y, en cierta manera, preocupante. Era obvio que iba a haber cambios el 7 de mayo, cuando Macron y Le Pen se enfrentaran cara a cara en las urnas: hasta el punto de que el candidato centrista ha ganado en prácticamente todas las circunscripciones. Ahora bien, de esa primera votación en la que, no lo olvidemos, se reflejaba en mucha mayor medida la pluralidad política existente en la sociedad francesa, se desprendía que en las zonas rurales, en aquellas que todavía no han superado la reconversión industrial de los 80 y han sufrido en mayor medida los embates de la crisis económica, y además en las de mayor inmigración, se impuso la candidata de la ultraderecha; y sin embargo en las grandes capitales, en los territorios más urbanizados y de mayor presencia de la industria de las nuevas tecnologías, en suma, en las regiones económicamente más abiertas y desarrolladas, ganó el socio-liberal. 

Salvando las distancias y peculiaridades, encontrábamos claros paralelismos con las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, en las que el elector urbano y residente en lugares de mayor dinamización económica se decantó por Hillary Clinton, mientras que Trump se atrajo al voto rural y afectado por la crisis industrial y las "deslocalizaciones", hasta el punto de que acabó dándole la victoria.

Podríamos afirmar, por tanto, que, como en el gigante norteamericano, también hay y se consolida una "Francia profunda", más "chauvinista", más ensimismada y recelosa, no solo hacia la Unión Europea, sino hacia los cambios y la modernización económica que requiere un mundo globalizado y abierto. Desde luego, resulta muy significativo que los dos extremos del espectro que representan Le Pen y Mélenchon, que coinciden casi al cien por cien en un discurso radicalmente globalifóbico, antiliberal y anti-UE, aglutinaran entonces nada menos que el 41% de los votos.

Pero, afortunadamente, los franceses tuvieron que optar en la segunda vuelta de las elecciones a la presidencia de la República, no entre los dos extremos que tanto se tocan, sino entre la ultra Marine Le Pen y el moderado Emmanuel Macron, por lo que la decisión de una mayoría favorable a la sociedad libre y abierta, los valores tradicionales del republicanismo francés y la permanencia de Francia en la Unión Europea, frente a esa "Francia profunda" emergente pero todavía minoritaria, ha sido absolutamente clara. Tanto como si el contrincante de la hijísima del viejo Le Pen hubiese sido el conservador François Fillon, de lo que, por cierto, y pese a todo, no se quedó muy lejos.

Eso sí, al nuevo y joven presidente de la República no le espera precisamente un camino de rosas: su partido, de "aglomeración", construido a toda prisa y todavía con escasa implantación, no va a tener nada fácil ganar las elecciones legislativas de junio, y no sería de extrañar que se vea obligado por tanto a "cohabitar" con un primer ministro de signo político distinto al suyo (como se dio en los casos del presidente Mitterrand, socialista, con el primer ministro Chirac, gaullista, y del mismo Chirac, entonces presidente, con el socialista Jospin como primer ministro).

Muy posiblemente tenga finalmente que compartir el poder con un primer ministro gaullista, de centro-derecha, ya que Los Republicanos refundados por Sarkozy son el partido consolidado que más votos moderados puede atraerse de la corriente de rechazo al socialismo que, visto está, impera ahora en el electorado francés. Lo cual tampoco sería el peor escenario para el propio Macron, sobre todo si logra nombrar a un conservador lo suficientemente liberal en lo económico como para identificarse con las políticas reformistas que propugna. Veremos.

domingo, 30 de abril de 2017

DOS MODELOS DISTINTOS Y SUS RESULTADOS EN ESPAÑA

Los árboles del ruido político-mediático de la corrupción no nos dejan ver el frondoso bosque de una recuperación y reactivación económicas sin precedentes; y además, obviamente, no es otra la intención. Sin embargo, cabe proclamar alto y claro que, señoras y señores, España y su admirable sociedad civil, bajo el Gobierno del PP de Rajoy, han conseguido recuperar el nivel de riqueza previo a la grave y contumaz crisis económica que, entre rotundas negativas del Ejecutivo de entonces, el socialista de Zapatero, se iniciara en 2008 y que dejó en 2011 como nefasto legado.

Se confirma, pues, que vuelve a cumplirse una regla que resume el devenir histórico de nuestra democracia en el ámbito económico: con el PSOE entramos en las crisis, y con el PP salimos de ellas. Porque cabe recordar que fue a partir de 1996, tras tomar posesión un Ejecutivo de centro-derecha liderado por Aznar, cuando empezaría a consolidarse la superación de otra crisis económica, la iniciada en 1992 bajo la égida del socialista Felipe González. ¿Casualidades de la vida, acaso los Gobiernos del PP han contado con una "baraka" que, por razones que se nos escapan, ha estado absolutamente ausente en los del PSOE?

No precisamente: con todos los matices aplicables, y aún compartiendo desde hace décadas principios básicos como el libre mercado, la propiedad y el papel del Estado como prestador de servicios esenciales, se debe a dos concepciones distintas de la economía y la sociedad: una, la socialista o socialdemócrata, partidaria en general del intervencionismo estatal, una fiscalidad alta y el aumento del gasto público y el déficit como medidas "anticíclicas"; y otra, la liberal-conservadora, tendente a propiciar más libertad económica y menos burocracia, bajadas de impuestos y un rigor en la gestión de las cuentas públicas heredado del "santo temor al déficit" de los sabios abuelos liberales.

Los Estados, y más en concreto los Gobiernos, no están para impulsar o dinamizar por sí mismos la economía ni crear empleo, pero sí pueden construir el marco adecuado para que la sociedad civil, que es a la que le corresponde desempeñar el cometido, genere riqueza y prosperidad. Pues bien, los resultados, y con especial incidencia en España, están a la vista. De ahí que haya a quienes les convenga ocultarlos.

martes, 25 de abril de 2017

A "ESPE" JAMÁS SE LO HAN PERDONADO

Asumiendo un nivel de exigencia de asunción de responsabilidades políticas que jamás se aplicarían para sí mismos, no ya sus eternos detractores, sino aquella legión política-mediática de fariseos que se dedica todos los días a impartir lecciones de ética y moral (siempre ajenas), Esperanza Aguirre ha decidido poner fin, y ahora sí, a una carrera política, pese a quien pese, jalonada de éxitos, fundamentalmente como presidenta de la Comunidad de Madrid. Ha sido una decisión ejemplar que, por supuesto, casi nadie le va a reconocer, y ni mucho menos ninguno de sus innumerables adversarios políticos que, precisamente por representar el triunfo práctico de unas ideas desacreditadas por la izquierda del pensamiento único, siempre la han tratado y considerado como enemiga a batir.

Es más: su dimisión no solo no aplacará la campaña de linchamiento personal contra ella, sino que la intensificará. Y es que uno se conoce ya a sus clásicos: tras cobrarse la pieza de la caza al político, viene la implacable persecución a la persona. Y yo, desde luego, me niego a sumarme a semejante lanzada a moro muerto, práctica frecuente en el enrarecido e inquisitorial panorama político-mediático actual. No, no me resigno.

Debido fundamentalmente a sus arraigadas convicciones liberales que con tanta claridad ha venido manifestando siempre que ha tenido ocasión, además de su habilidad dialéctica para atreverse a desenmascarar a las izquierdas y situarles ante sus propias miserias, se ganó la radical animadversión de toda la progresía política y mediática, que empezó a hacerla objeto de sus burlas, escarnios y más aceradas y burdas invectivas. Para más inri, a todo ello se unió su eficiente gestión como presidenta de la Comunidad de Madrid, cargo desde el cual tuvo la oportunidad de convertir sus ideas liberales en políticas concretas. A partir de entonces, esa aversión tornó sencillamente en odio: que se ponga en duda la superioridad moral y ética de la izquierda, puede pasar; pero que encima se demuestre con hechos, imperdonable.

A este respecto, resultaba muy significativo que los sindicatos verticales del socialismo sacaran a sus 'liberados' a manifestarse siempre que doña Esperanza inauguraba un colegio o un hospital públicos; y es que había que desviar la atención acerca de una realidad incontestable: que nunca como durante su presidencia se construyeron tantos. Así pues, quedaba demostrado que las políticas 'neoliberales' de la señora Aguirre no solo no habían desmantelado la sanidad y la educación públicas, sino que las habían aumentado y mejorado. Y claro, eso era ya demasiado.

Encima, la Comunidad de Madrid despuntaba como la región más rica de España llegando a superar en renta per cápita a Cataluña; fundamentalmente, debido a las políticas de rigor en el gasto público y de apuesta por el dinamismo económico y la iniciativa empresarial. Esperanza Aguirre se convertía en todo un referente dentro del mismo PP, no solo en cuanto a gestión, sino también en resultados electorales (en este aspecto, detrás de Murcia); de tal forma que, al conseguir romper el mito del 'cinturón rojo', demostró que se podían ganar elecciones, e incluso arrasar, presentando un programa nítidamente liberal, sin necesidad de esconderse en la indefinición de una bruma pretendidamente 'centrista'. Y es que cuanto más la detestaban las izquierdas, más madrileños le concedían su voto.

Tras su sorprendente renuncia como presidenta de la Comunidad de Madrid, no aguantó mucho tiempo sin que volviera a picarle el gusanillo de la política activa, a la que regresó como candidata del PP a la alcaldía de Madrid, sueño que, a falta de un solo concejal, estuvo a punto de cumplir. Lo que vino después le supuso mucha más pena que gloria, pero, haciendo abstracción de errores políticos que ella misma ha tenido la gallardía de reconocer, y que le han llevado a dimitir, sería absolutamente injusto que Esperanza Aguirre no fuera recordada como una líder política sensacional que nos deja un magnífico legado: un sobresaliente ejemplo de que, por medio de la noble actividad política y la aplicación de unos principios basados en la libertad individual, la economía de mercado y la mínima intromisión del Estado, es posible hacer de tus ideales el camino que conduzca a más amplios espacios de libertad y, con ello, a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Es exactamente lo que jamás le han perdonado a "Espe".

martes, 11 de abril de 2017

LA LIBERTAD, NO SOLO EN OCCIDENTE

Soy el primero que entona el "mea culpa", porque reconozco que me dejo llevar por la tendencia informativa reinante y suelo destacar los atentados islamistas que sufrimos en Europa u Occidente en general y, en cambio, apenas mencionar los que tienen lugar fuera de nuestra civilización. Y es algo tremendamente injusto, sobre todo cuando, por ejemplo, no se le concede la importancia debida al último, vil y cobarde ataque terrorista perpretado contra dos iglesias coptas en Egipto, que se saldó con 45 muertos.

En este caso, se ha tratado además de una nueva y sanguinaria vuelta de tuerca a una larga historia de discriminaciones, agravios y violencias, la sufrida por los cristianos coptos en Egipto, y que por cierto no se circunscriben ni mucho menos a los atentados del Daesh. Hay que recordar que la minoría copta halla su origen generacional en los auténticos oriundos del país: hasta el punto de que el vocablo ‘copto’ procede del griego ‘aigyptios’, egipcio. La imposición del Islam de resultas de la invasión árabe arrinconaría al cristianismo copto y convertiría a sus seguidores, que actualmente suponen entre el 8 y el 12 por ciento de la población (unos once millones de egipcios), en verdaderos apestados. Así, no solo se les impide el acceso a determinados puestos de la Administración Pública y, al contrario que en Occidente, donde todo suelen ser facilidades para la edificación de mezquitas, se les restringe la construcción de iglesias; también llevan soportando el odio, la persecución y los ataques de los radicales islámicos de distintas tendencias, ante la condescencia y aquiescencia de las autoridades civiles y militares.

La esperanza con la que la comunidad cristiana copta recibiera la revolución que derrocara a Mubarak terminó incluso mutándose en la peor de las pesadillas, especialmente bajo la presidencia del islamista Mohamed Morsi. Derrocado este, y pese a las buenas palabras de su sucesor, el actual presidente Al Sisi, lejos de lograr un reconocimiento de sus derechos y libertades, la opresión y el hostigamiento sobre los coptos continúa incluso con mayor intensidad (en 2016 se contabilizaron 54 incidentes violentos contra los cristianos). De ahí que, tras el último ataque terrorista, un numeroso (y muy valiente) grupo de manifestantes coptos haya salido a la calle para mostrar su hartazgo por la apatía y desprotección de su Gobierno.

¿Y qué hace Occidente, supuesto garante de la libertad y los derechos humanos en todo el mundo? Parece ser que prefiere quedarse de brazos cruzados: además de por supuesto condenar los actos terroristas del Daesh, no estaría de más la denuncia hacia la escandalosa pasividad del régimen egipcio por parte de los líderes de una Unión Europea sin cuyas raíces cristianas, por cierto, sería inconcebible. Y es que la defensa de la dignidad humana y del ejercicio de los derechos y libertades individuales, entre los que se encuentra la libertad religiosa y de culto, no debería limitarse a suelo occidental.

martes, 28 de marzo de 2017

LA "POSVERDAD" TÍPICAMENTE PODEMITA

 
Algunos pretenden que lo olvidemos, pero todavía resuenan los ecos de los elogios del Mesías Iglesias hacia la clarividencia de la ETA y su entorno de la "izquierda abertzale" por haber sabido advertir el carácter "neofranquista" del "régimen del 78" y actuar en consecuencia, o aquella su petición televisada de que los presos etarras "fueran saliendo de las cárceles". Porque esa es, ni más ni menos, una de las fundamentales razones de ser del movimiento de ultraizquierda que surgiera al calor de la crisis: reescribir la historia reciente de España, su transición y sus años de libertad y democracia, lo que incluye blanquear a la banda terrorista etarra, sus crímenes y sus asesinatos, y enmarcarlos en un "conflicto" entre unos "luchadores por la libertad" y un Estado "represor"; lo que, por supuesto, lleva a situar al mismo nivel a las víctimas y a sus verdugos.

Esto es: se trata de elevar a categoría el infame discurso proetarra de siempre. Y en pos de ese objetivo, estorba una legislación que penalice la exaltación del terrorismo y proteja a las víctimas de las injurias, a las que los seguidores del "podemismo" son muy dados en los arrabales de las redes sociales. Y para muestra, un muy reciente botón: la recepción en el Congreso por parte de los diputados de Unidos Podemos a los agresores de Alsasua como si de héroes se tratara, porque, según una portavoz de la facción navarra, "tan víctimas son unos como otros", esto es, tanto los que en grupo de veinte propinaron una paliza a dos guardias civiles y sus parejas como los que, en situación de minoría e indefensión, la recibieron. Y nada de delito de odio o de terrorismo: una mera pelea de bar. La "posverdad", esto es, la manipulación más mentirosa de la realidad, por bandera.

Que, encima, se atrevan a dar lecciones de libertad de expresión y opinión los amigos de Cuba, Venezuela e Irán, los que persiguen y amenazan a periodistas que no les bailan el agua, o los que exigen prohibir lemas que no les gustan o misas televisadas en directo, es ya de aurora boreal. Y que alerten del peligro de "banalizar" el terrorismo los que utilizan la palabreja para cualquier circunstancia ("terrorismo financiero", "terrorismo económico", "terrorismo laboral", etc.) no puede entenderse sino como una monumental tomadura de pelo. Lo mejor de todo es que hace tiempo que les vamos conociendo y ya no engañan a casi nadie.

viernes, 24 de marzo de 2017

LA MOCIÓN DE TOVAR: UN PAN COMO UNAS TORTAS

El PP, la candidatura de Pedro Antonio Sánchez, se quedó a apenas 900 votos y un solo escaño de la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas murcianas. Por su parte, Rafael González Tovar cosechó los peores resultados de la historia del socialismo en la Región y unos escuálidos 13 diputados de los 45 con los que cuenta la Asamblea Regional. Pues bien, el todavía líder de los socialistas murcianos, pese a números tan ridículos y vergonzosos, pretende aspirar ahora a presidir el Gobierno regional de Murcia presentando una moción de censura que, de prosperar, contravendría radicalmente la voluntad expresada por los murcianos en las urnas. Aunque, claro, él sabe que su carrera política está tocando a su fin y no se va a ver en otra. Y de ahí también su precipitación, adelantándose tanto a una decisión de la Justicia que, según los indicios, se producirá pronto (y que cabe vaticinar que será favorable para el presidente, como en otras 17 denuncias), como a un hipotético adelanto electoral que no quiere ver ni en pintura, dado que en la presente coyuntura el PSOE sería el principal perjudicado. Pero las prisas son malas consejeras, también en política; al igual que la ambición desmedida, por cierto.
Afortunadamente, el sistema parlamentario español contempla la moción de censura al modo alemán, esto es, de manera constructiva: no basta con derribar a un presidente y con él a un Gobierno, algo relativamente fácil si logras aunar voluntades meramente destructivas, sino que además has de presentar un sustituto, un candidato concreto. Y ahí es mucho más difícil conseguir acuerdos. En el caso concreto de la Región de Murcia, desde luego que Podemos, con tal de echar al PP "como sea", sí ha mostrado su disposición a apoyar al aspirante socialista; pero, claro, Ciudadanos no está ni mucho menos por la labor, fundamentalmente porque es consciente del enorme desgaste político y electoral que le supondría respaldar a un Tovar y un PSOE absolutamente desacreditados entre los votantes murcianos, y máxime si al pacto se suma la ultraizquierda chavista. Razones por las cuales los "naranja" se agarran a un concepto muy "sui generis" de una moción de censura "instrumental", es decir, que solo conduzca a un adelanto de las elecciones, lo que precisamente contradice ese espíritu constructivo y estabilizador del recurso parlamentario en España. Sea como fuere, un objetivo para los que no dispone de los escaños suficientes (solo cuenta con cuatro diputados autonómicos), lo que denota que se trata de una posición que tiene mucho de "postureo".
Por tanto, y sin descartar ninguna sorpresa (que pasaría por que Ciudadanos decidiera echarse definitivamente en brazos de PSOE y Podemos, esto es, suicidarse política y electoralmente), la moción de censura presentada hoy en la Asamblea por Tovar no es más que un brindis al sol, o cuando menos un movimiento a la desesperada de quien sabe que lo tiene todo perdido a estas alturas, y como tal absolutamente abocada al fracaso. Quizá incluso permita que el Parlamento autonómico murciano se convierta en el escenario de lujo de una derrota sin ambages de quienes buscan el poder a cualquier costa, y con estrategias basadas en utilizar las instituciones para perseguir al adversario político; y, como contrapartida, la victoria de un Pedro Antonio Sánchez que, amén de reforzar su liderazgo y su imagen, va a tener la oportunidad de destacar sus indiscutibles logros, entre otros, en crecimiento económico y creación de empleo, materias en los que la Región de Murcia se ha situado en cabeza.
Con lo cual Tovar terminaría haciendo un pan como unas tortas. Una vez más.

viernes, 17 de marzo de 2017

TODOS CONTRA EL PP Y... LA UNIÓN EUROPEA

En España nos hemos congratulado de que, a pesar de todos los pesares, de la digestión de la crisis y la consecuente ascensión de los populismos en Europa (y no solo), aglutinen en el Parlamento una amplísima mayoría tres partidos (PP, PSOE y Ciudadanos) que comparten la defensa de los principios y valores contenidos en la Constitución... y en la Unión Europea. Pues bien, en la primera oportunidad que ha habido de poner claramente de manifiesto tal supuesto consenso europeísta, este ha saltado por los aires, y de qué manera. Y todo por cumplir un objetivo tan estrecho de miras, visceral y frívolo como es pura y simplemente negarle el pan y la sal al PP y, de paso, propinarle una patada al Gobierno de Rajoy en salva sea la parte... de todos los españoles, de cuyos bolsillos pagaremos los 134.000 euros con los que Bruselas nos multará al día. Y encima, bien que lo han celebrado los padres (y madres) de la Patria que han llevado a cabo tan onerosa heroicidad.

Una vez más, todo ha valido contra el PP: hasta asumir una cuantiosísima sanción que, repito, habremos de pagar entre todos, e incluso situarnos fuera de los Tratados de la Unión Europea, para más inri al día siguiente de quedar conjurada democráticamente una amenaza antieuropeísta que venía de Holanda. Desde luego, el eurófobo Wilders, quién lo iba a decir, ha podido encontrar en nuestro país un consuelo a su derrota en las urnas. En este sentido, y como cabía esperar, Podemos se ha mantenido en este asunto en su preceptiva línea populista, antisistema y contraria a la UE, aunque ello suponga respaldar los privilegios de una auténtica "casta" poderosa y endogámica. Pero, ¿y el PSOE? Bien que ha vuelto a demostrar que todavía adolece de un profundo complejo ante el fenómeno "podemita", especialmente acentuado ahora en pleno proceso de elección interna, y, harto lamentablemente, ha preferido enterrar su fe europeísta con tal de sumarse al discurso fácil, mentiroso y demagógico de la maldad congénita de la derecha, que "recorta derechos de los trabajadores" por eso, porque le encanta fastidiar al prójimo. Como si la prueba del nueve de ser izquierdista "pata negra" fuera situarse, siempre y en cualquier circunstancia, en contra del PP y, a su vez, hacer seguidismo de la extrema izquierda chavista. Así les va.

Hasta los nuevos "liberales" (ay qué risa) de Ciudadanos no han tenido a bien convalidar un Decreto que, amén de plasmar una directiva de la Unión Europea, abría al mercado y la libre competencia un sector tan monopolístico, cerrado y gremial como, a estas alturas del siglo XXI, sigue siendo el de la estiba portuaria. Han preferido refugiarse en una vergonzante y cobarde abstención antes que mantener su posición de respaldo en plena escenificación de "todos contra el PP". Menos mal que su hiperlíder, Albert Rivera, ha sido presentado poco menos que como el político contemporáneo con mayor talla de hombre de Estado desde Adolfo Suárez. Tampoco deja de ser curioso que un partido que presume de su pedigrí españolista y antinacionalista haya dado lugar a que el PNV, único apoyo además del PP con el que ha contado el Decreto de liberalización, se convierta en uno de los escasos reductos de sensatez y responsabilidad en el Parlamento de la nación.

Y es que, a la hora de la verdad, cada cual termina mostrando su verdadera categoría. Aunque mucho ojo: estas mezquindades pueden reportar satisfacciones personales y/o políticas inmediatas, pero, amén del daño gratuito que generan, acaban teniendo muy escaso recorrido; incluso desde el punto de vista meramente político y electoral. Al tiempo.

martes, 14 de marzo de 2017

LA MISA QUE MOLESTA AL SEÑOR... IGLESIAS

No, señor Iglesias (por cierto, debería pensar en cambiar de apellido). Que la televisión pública española emita misas en directo los domingos, esas que tanto les molesta, no es una trasnochada peculiaridad debida a una triste herencia "nacionalcatólica" de un oprobioso franquismo todavía latente, ni muchísimo menos. Es más: en países de "nuestro entorno", en el mismísimo corazón de Europa, incluida la muy laica República de Francia, cadenas sufragadas con dinero público dedican sus espacios a retransmisiones de misas dominicales y programas sobre religión. En su mayor parte sobre la cristiana, como por otra parte corresponde a la tradición occidental que es base de la historia y construcción europeas.

Aun así, cabe hacer constar que, en el caso de nuestra televisión pública, al igual que en otras canales europeos, y dado, en efecto, el carácter aconfesional (que no laico) de nuestro Estado, también tienen su lugar en la programación de TVE las confesiones evangélica ("Culto evangélico"), islámica ("Medina") y judía ("Shalom"), en virtud de sendos convenios firmados en su momento por España. ¿Es partidario el señor Iglesias (con perdón) de suprimir también estos otros espacios religiosos? Exceptuando el dedicado al Islam, claro, contra el que ningún progre más o menos "ultra" se atreverá jamás: bien por compartir antipatías anticristianas, bien pura y simplemente por cobardía, bien por ambas razones a la vez. Por cierto: la misma pregunta cabría hacerle también al señor Rivera, don Albert; sí, sí, a ese mismo Rivera que ha sido presentado por cierta derecha "sin complejos" como la nueva "esperanza blanca", y que sin embargo ha tenido a bien apuntarse al último alarde podemita, que considera digno de ser debatido. Luego que culpe al sistema electoral de su pérdida de votos.

Afortunadamente, el intento del señor Iglesias (mala suerte de apellido) por resucitar un anticlericalismo característico de la izquierda más rancia e intolerante, por volver a la violenta algarada del "arderéis como en el 36", se ha topado una vez más con esa mayoría silenciosa que ha reaccionado ante esta nueva ofensa hacia los sentimientos religiosos como ella bien sabe: con serenidad y sin estridencias, pero con absoluta determinación. Así, hasta lograr triplicar la audiencia media de la misa de La 2. A esto sí se le puede llamar "resistencia pacífica", ¿verdad, señor Iglesias (lástima de apellido)? Pues a tomar buena nota.

sábado, 11 de marzo de 2017

UNA IMAGEN DISTORSIONADA DE LA REGIÓN DE MURCIA

 
Cualquiera que se dejara llevar por el ruido político-mediático de los últimos años, y especialmente el de estos días, a buen seguro que sacaría una conclusión clara: la Región de Murcia no tiene remedio y ha de ser sin duda una de las comunidades autónomas con más corruptos por metro cuadrado, si no la que más. Pues bien, nada más lejos de la realidad: Murcia no solo no es la más "corrupta" de España, sino que además se sitúa entre las cuatro autonomías con menores índices de corrupción, solo por detrás de La Rioja, Cantabria y Extremadura. Y no se trata de ningún estudio encargado "ad hoc" por el Gobierno regional de Murcia o por algún "think tank" afín al PP, sino que son datos extraídos del Índice de Competitividad Regional que cada tres años publica la Comisión Europea.

Lo que, desde luego, no es ninguna sorpresa es que quien ostente la peor nota sea Andalucía, buque insignia del socialismo hispano. Por cierto, de ese mismo PSOE que en la Región de Murcia utiliza sistemáticamente los resortes judiciales para perseguir a miembros del PP cuyo principal pecado consiste en ganarles en las urnas y que, con ello, contribuye también a generar una pésima imagen de la política y la sociedad murcianas, a las que presentan como la perfecta materialización del cervantino patio de Monipodio. Injusta distorsión a la que prestan también su ayuda otros partidos políticos (y no solo Podemos) y desde hace tiempo algún que otro medio de comunicación regional que, por ejemplo, no se ha hecho eco alguno de estas conclusiones de Bruselas sobre uno de los asuntos a los que tantos titulares dedican.

Pero ya se sabe: si la teoría, o el prejuicio instalado, o la propaganda, no se corresponden con la realidad, tanto peor para la realidad. Afortunadamente, una nítida mayoría de los votantes murcianos sí dejan patente una y otra vez que no viven en esa realidad paralela que algunos se empeñan en construir.

viernes, 3 de marzo de 2017

LOS NUEVOS LIBERAL-PROGRESISTAS HAN DE RETRATARSE

El mismo Ciudadanos que respalda a un alcalde socialista, el de Granada, que continúa imputado pese a haber declarado hace tiempo ante el juez, que apoya al Gobierno de Andalucía a pesar de sus cargos investigados, o que defiende a su propio diputado de las Cortes Valencianas, Domingo Rojo, que será juzgado bajo la acusación de apropiarse de 246.000 euros de una familia, se hace ahora la damisela ofendida con el presidente de la Región de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, por el hecho de que, sin tan siquiera haber sido encausado, pretende hacer uso de un derecho que hasta ahora se le ha negado: el de explicarse y dar su versión y defender su inocencia.

Una doble vara de medir, una vez más, escandalosa, y que resulta especialmente sangrante cuando Ciudadanos acaba de impulsar una iniciativa en el Congreso que sitúa el límite de la renuncia o cese en el juicio oral. Una regla que, inexplicablemente, y pese a que como ley tendría, obviamente, efectos "erga omnes" entre todos los españoles, no consideran sin embargo aplicable a la Región de Murcia. Como, hace tiempo, tampoco aquella doctrina sobre responsabilidades políticas que sentara el mismísimo Albert Rivera para justificar la posición de su partido en Andalucía: "no es lo mismo meter la pata que meter la mano". Algún día explicarán los "naranja" por qué razón a los murcianos se nos tiene que tratar peor, o al menos con mucha mayor exigencia que a los demás.

Empero, el argumento al que se agarran quienes justifican semejante trato desigual es el supuesto incumplimiento por parte del presidente Pedro Antonio Sánchez del acuerdo de investidura, y en concreto de aquel epígrafe que exige su dimisión en caso de que sea imputado. Pues bien, en efecto, los términos de ese concreto punto del pacto hablan de "imputación", definición jurídica que ha dejado de existir desde la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal; la cual establece ahora una clara distinción entre las categorías de "investigado", fase en la que se encuentra el presidente, y "encausado", que la misma Ley define expresamente como "aquel a quien la autoridad judicial, una vez concluida la instrucción de la causa, imputa formalmente el haber participado en la comisión de un hecho delictivo concreto". Por tanto, no ha habido tal imputación formal, por lo que el pacto no se incumple y no debería haber razón alguna, que no sea la de sumarse a una estrategia de desgaste y linchamiento personal, para que Ciudadanos lo haya roto unilateralmente.

A todo esto se le llama, en cualquier caso, actuar con equidad, ponderación y responsabilidad, virtudes que, según sus alabadores más o menos oficiales, adornaban a la rama supuestamente liberal (pero progresista) de la "nueva política". La pregunta que cabe hacerse ahora es la siguiente: ¿qué va a hacer Ciudadanos a partir de ahora? Además de echar por tierra un pacto con el PP absolutamente beneficioso para la Región de Murcia (que sigue liderando el crecimiento económico y la creación de empleo en España en virtud de unas medidas reformistas y liberalizadoras), ¿propiciar un Gobierno "tripartito" y antinatural con PSOE y Podemos que, dadas sus conocidas políticas contraproducentes y desincentivadoras, solo puede traer precisamente inestabilidad, incertidumbre y retroceso?

En tal caso, bien que se retratarían ante su electorado quienes dicen abrazar ahora el "liberalismo progresista". Pero esperaremos acontecimientos.

martes, 28 de febrero de 2017

LA AUTÉNTICA CORRUPCIÓN

Aunque ha pasado prácticamente desapercibido desde el punto de vista mediático (porque las "imputaciones" se resaltan con titulares y, en cambio, las absoluciones ocupan una pequeña referencia en página par), una denuncia judicial más del PSOE de Murcia contra un miembro del Partido Popular ha terminado archivada (y van...); en concreto, contra Juan Felipe Cano, alcalde de Ceutí, del que, por su condición de investigado, pedían los socialistas (sus mismos denunciantes) su dimisión. Vista la resolución de la Justicia, que de nuevo ha dado la razón al PP de la Región de Murcia, qué injusto hubiese sido hacerles caso a quienes pedían su cese o renuncia, ¿verdad? Como en otros 80 casos, por cierto. Pues bien, que cada cual saque sus conclusiones acerca de la actual campaña de "crucifixión" del presidente de la Región de Murcia, que, recordemos, solo ha sido llamado a declarar y, además, terminó exonerado en nada menos que 16 denuncias anteriores, todas ellas promovidas directa o indirectamente por el PSOE murciano, todavía liderado por Rafael González Tovar.

Ahora bien, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿qué hay de quienes presentan tales denuncias cuando se demuestran falsas? ¿No asumen ninguna responsabilidad? Dado que piden dimisiones por doquier, ¿no se aplican a sí mismos esa vara de medir cuando fallan en su ruin estrategia? ¿O, al menos, no piden perdón por haber sometido a personas inocentes y sus familias a un escarnio público que nada ni nadie pueden reparar? Nada de eso: no solo ni se les pasa por la cabeza retirarse de una noble actividad política que manchan con su sola presencia, sino que siguen intentando ganar en los Tribunales lo que los votantes les niegan sistemáticamente mientras continúan dando lecciones de ética y moral. Pese a que utilizar y hacer uso y abuso de las instituciones, entre ellas la de Justicia, con fines partidistas y particulares también es corrupción. Y de la auténtica.

Afortunadamente, la Justicia, el tiempo, e incluso las urnas, terminan colocando a cada cual en su sitio. Porque el "todo vale", como en la vida, no siempre se impone en política.