martes, 28 de febrero de 2012

11-M: MISTERIO SOBRE MISTERIO



Ante el tan bochornoso como significativo silencio de la práctica totalidad de los medios de comunicación, nobleza obliga, y dentro de la escasísima repercusión que este modesto blog pueda alcanzar, a hacerse eco de la última exclusiva de Libertad Digital sobre el 11-M: Y es que acaba de tener lugar una misteriosa y repentina aparición de los restos del tren que explosionó en Santa Eugenia, de cuya existencia nada se supo ni en el sumario ni en el juicio del caso, y que por tanto no pudieron ser examinados pericialmente. Un nuevo e inmenso agujero que se suma a los muchos interrogantes que sobre la masacre todavía permanecen. Muy a pesar, por cierto, de que por ejemplo hoy mismo en La 2 de TVE, concretamente en una referencia al 11-M dentro del concurso 'Saber y Ganar', se haya presentado como hecho contrastado que fue Al-Qaeda la autora de los atentados; afirmación que ni tan siquiera se ha atrevido a sostener una sentencia que la versión oficial impone como 'verdad judicial'. Pero sabido es que los adulteradores de la realidad que anidan en ciertas terminales mediáticas nunca descansan.

Eso sí, cabe preguntarse con qué intención se ha querido guardar ese foco concreto de la explosión, cuando la consigna oficial parecía consistir en eliminar rápidamente los trenes para borrar cualquier rastro de prueba que pudiera ser utilizado. ¿Alguien se ha querido cubrir las espaldas 'por si acaso'? Misterio sobre misterio en un asunto que nunca he dejado de oler mal, y cada vez peor. Incógnitas que han de despejarse para averiguar de una vez la verdad y hacer justicia a las víctimas de los atentados. Todavía se la debemos.
 

miércoles, 22 de febrero de 2012

LA IZQUIERDA YA SE IMPACIENTA

Se van a cumplir dos meses desde que el PSOE se viera obligado a abandonar el Gobierno. Demasiado tiempo para una izquierda acostumbrada al ejercicio de un poder del que agarrarse y sacar el máximo provecho. Y ya se está impacientando, sobre todo cuando la ha sustituido una derecha a la que no concede legitimidad alguna para gobernar, por muy holgada que haya sido la mayoría absoluta que obtuviera en las urnas. La misma historia nos ha enseñado que la progrez hispana respeta las reglas de juego de la democracia, es cierto, pero si y solo si le sirven para alzarse con el poder; de ahí su tradición golpista, absolutamente proverbial. Por tanto, no ha tardado ni un suspiro en hacer uso de la algarada y violencia callejeras como instrumentos de desestabilización y desgaste, con la sedición perrofláutica del 15-M y demás elementos antisistema como avanzadilla. Típica estrategia de 'agit-prop' que consiste en sustituir un Parlamento en el que la izquierda, y en virtud de la voluntad popular, ha perdido estrepitosamente la mayoría, por la toma, casi siempre por las bravas, de la calle, con el fin de generar ríos revueltos de donde pescar beneficios electorales. Se trata de repetir las agresivas movilizaciones que tuvieron lugar a propósito del Prestige y la guerra de Irak, precisamente en otra legislatura con mayoría absoluta del PP.

No es concebible la táctica de agitación y propaganda sin la difusión de la mentira y la manipulación de la realidad. Así pues, hemos tenido la oportunidad de ver por unos medios audiovisuales en los que la izquierda disfruta de un monopolio casi absoluto unas conmovedoras imágenes en las que, de repente y porque sí, unos policías cargaban frontalmente contra grupos de jóvenes y menos jóvenes haciendo un severo uso de sus porras, a la vez que practicaban detenciones sin mayores contemplaciones; mientras tanto, se nos relata que se producía tal irrupción en una manifestación de alumnos de instituto que protestaban por los recortes en educación del Gobierno autonómico valenciano, por supuesto del PP. Las demás terminales mediáticas de la progresía se encargaron de hacer el resto: 'la Policía apalea a niños', 'la Policía maltrata a menores de edad', 'represión policial contra estudiantes'... fueron algunos de los titulares y consignas transmitidas. Esa Policía buena, benéfica y democrática bajo el mando de Rubalcaba había transmutado de la noche a la mañana en autoritaria, malvada y sanguinaria con el PP. Los voceros progres de las redes sociales, por su parte, cantaban a coro: 'han vuelto los grises', 'Franco resucita', 'el PP ha acabado con las libertades'... Hasta que por fin llegamos al clímax: nuevas movilizaciones contra la 'brutalidad policial' que culminan en cercos a sedes del PP, exactamente como en la jornada de reflexión del 13-M. Entonces como ahora, una concertada escenificación para señalizar al culpable de la situación, por si a alguien no le ha quedado claro. Además, parece ser que en Andalucía hay muy pronto elecciones autonómicas, en las que el PSOE puede perder el único bastión que le queda.

Para transmitir esa versión sesgada y viciada de los hechos ha sido conveniente ocultar que la manifestación, que además cortaba el tráfico, no contaba con los preceptivos permisos y, por tanto, era ilegal; que a sus convocantes o cabecillas (entre ellos, un señor demasiado crecidito como para hacerse pasar por adolescente, que no tendría después empacho alguno en amenazar con 'seguir quemando Valencia') se les advirtió con anterioridad de la intervención policial; que esas movilizaciones pasarían a estar comandadas y compuestas mayoritariamente por sediciosos de extrema izquierda, como demuestra el hecho de que tan solo uno de los 47 detenidos haya sido alumno del Luis Vives, y que el resto fueran 'okupas' y radicales, varios de ellos con antecedentes penales; y que, pese a la 'desproporción' y 'ferocidad' de la Policía frente a unos seres inocentes y candorosos, del tumulto salieron 17 heridos, de los cuales 11 fueron agentes de Policía.

Son datos que ponen al descubierto la manipulación llevada a cabo por esta nueva edición de 'agit-prop' izquierdista; aunque es de temer que se salde con cierto éxito en una sociedad como la actual, imbuida de un buenismo (incluida, por cierto, esa parte de la derecha especialmente sensiblera y biempensante que se arruga a las primeras de cambio) que, por ejemplo, les lleva sin más a relacionar conceptos como 'menor de edad' con 'candidez', o incluso 'estudiante' con 'instrucción', pese a que la cruda realidad desmiente una y otra vez tanto una como otra identificación. Así, en este caso se ha logrado introducir en la retina de muchos la adulterada imagen de unos policías persiguiendo y pegando a jóvenes indefensos, y con ella se van a quedar. Por tanto, la labor política de pedagogía, denuncia y desenmascaramiento de la instigación tendrá que ser ingente y constante por parte del Gobierno y el partido que lo sustenta.

De todas formas, cabe felicitarse de que por fin tenemos un Ejecutivo que, al contrario que el anterior, desempeña uno de sus principales cometidos: cumplir y hacer cumplir la ley sin distingos. Y así debe seguir siendo: en caso contrario, en las calles acabaría rigiendo la ley de la selva, objetivo de los tramadores de la agitación. En ningún supuesto han de repetirse las ocupaciones de la Puerta del Sol y otros espacios públicos de ciudades españolas, toleradas irresponsablemente, y con toda la intención, por el Gobierno de entonces, ni tampoco dar lugar a los graves incidentes callejeros acaecidos en Londres el último verano. Para ello la Policía, como instrumento de quien posee el monopolio de la violencia en un Estado de Derecho, ha de continuar ejerciendo su labor fundamental: garantizar el orden público y los derechos individuales de todos, entre ellos la libre circulación por una vía pública de la que no debe apropiarse ninguna minoría violenta.

lunes, 20 de febrero de 2012

REMOVER PRIVILEGIOS DESDE LA DEMOCRACIA



Son inevitables las guerras de cifras tras la celebración de manifestaciones: los organizadores de las mismas suelen inflar el número de participantes, que las autoridades gubernativas, en mayor o menor medida, se encargan a su vez de rebajar. Y es que en esta clase de movilizaciones todo es propaganda. Ahora bien, cualquiera de los guarismos apuntados por el sindicalismo burocrático queda a una distancia sideral de aquellos once millones de españoles que dieron en las urnas una mayoría absoluta al Partido Popular. En cualquier caso, en una democracia liberal mínimamente asentada resulta inconcebible que la calle llegue a adquirir mayor legitimidad que el Parlamento, sede de la soberanía nacional y reflejo de la voluntad popular expresada en elecciones libres. De lo contrario, la estabilidad que es también exigible en un régimen democrático y de libertades se vería siempre comprometida por eventuales movimientos de masas, y por tanto se encontraría a merced de los populismos de turno.

En suma, quien ha de gobernar es el Ejecutivo, y no determinados grupos de presión, y quien ha de legislar es el Legislativo, y no el vocerío de la calle. En este sentido, el actual Gobierno ha sido elegido con un mandato claro y nítido: cambiar el actual estado de cosas que nos ha llevado a una crisis galopante (no sólo económica; también política e institucional) y a más de cinco millones de parados, cifra dramática e inasumible para un país desarrollado. Desde luego, no para consolidar ciertos privilegios e intereses que se remontan al sindicalismo vertical del corporativismo franquista (por mucho que se oculte bajo los ropajes de la terminología y la simbología 'progres', e incluso antisistema), tan contraproducentes además para el dinamismo que tendría que distinguir a un mercado laboral moderno. Como ha resaltado Rajoy tras ser reelegido presidente del PP en su XVI Congreso Nacional, y en un tipo de discurso didáctico que debería emplearse con mayor frecuencia, el Gobierno ha de estar del lado de las necesidades de la gente, 'la cara real de la crisis': del ciudadano que con su esfuerzo intenta salir adelante, y no de prerrogativas oligárquicas instaladas en la burocracia estatal; que, para más inri, en muchos casos derivan del paro que pueda generarse y de las regulaciones de empleo en las empresas.

Las raíces del liberalismo en España las encontramos precisamente en el descontento que, en el mismo interior del despotismo ilustrado de Carlos III, provocara los magros resultados del proyecto reformista que en principio encarnaba el monarca: era una consecuencia de que quienes debían encargarse de alterar los privilegios del orden estamental se hallaran incrustados en él. De esa incapacidad del poder establecido para llevar a cabo su propia autorreforma, denunciada por León de Arroyal, Manuel de Aguirre o Gaspar Melchor de Jovellanos (si bien éste dentro de un liberalismo más conservador), tomarían cumplida nota los padres de ese hito del liberalismo que fue la Constitución de Cádiz. Pues bien, puesto que quienes apoyan o detentan las prebendas del 'statu quo' de la burocracia sindical por fin se encuentran, aunque dentro del aparato estatal, fuera del Gobierno, ya sea como Ministros, ya sea como consejeros áuricos, se presenta una ocasión de oro para removerlas desde la democracia. La reforma laboral, tal y como se ha presentado, aborda esa asignatura pendiente.

sábado, 18 de febrero de 2012

LA FUERZA DE LA MENTIRA NACIONALISTA

'Se confía en que todos, como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados con el fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por el rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España'. Así rezaba el bando que hizo publicar el 'conseller en cap' de la sitiada ciudad de Barcelona, Rafael Casanova, para arengar a quienes resistían frente al asedio de las tropas de Felipe V. Porque no se trataba de una guerra por la independencia de Cataluña, embuste repetido machaconamente por el nacionalismo catalán, sino de un episodio de la Guerra de Sucesión entre los partidarios del archiduque Carlos de Austria, coronado años atrás en Barcelona como Carlos III de España, y quienes apoyaban a Felipe de Anjou como nuevo Rey. Finalmente, el 11 de septiembre de 1714 Barcelona se rendiría ante el primer Borbón que reinaría en España.

Pues bien, ateniéndose estrictamente, y como no podía ser de otra manera, al guión de la propaganda mentirosa del nacionalismo catalán, el presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas, ha declarado al diario 'Le Monde' que 'somos España desde hace 300 años por la fuerza'. Y lo peor de todo no es que quien no deja de ser el representante ordinario del Estado en Cataluña propague semejante falacia sobre la historia de España en un medio de comunicación extranjero más o menos prestigioso; es ni más ni menos que la patraña que desde hace décadas el pensamiento único nacionalista impone como doctrina y verdad indiscutible en todos los ámbitos de la sociedad catalana, desde las aulas hasta la televisión, pasando por los periódicos que se editan en Cataluña. No hay más que ver en qué se han convertido las celebraciones de esa 'Diada' que se inician con la ofrenda floral a un Rafael Casanova a quien, pese a sus patrióticas evocaciones a la defensa de 'la libertad de toda España', se presenta como héroe independentista y víctima de la opresión española: en repugnantes y totalitarias ceremonias de odio a España. Porque para fuerza, la que tiene y demuestra la mentira nacionalista.

jueves, 16 de febrero de 2012

EL GORILA RABIA



Si en la maltratada sociedad venezolana hay sin embargo espacios que los tentáculos del totalitarismo chavista han sido incapaces de invadir, se debe principalmente a la heroica resistencia de la que el propio dictador define despectivamente como 'burguesía nacional'. Es decir, aquellas clases medias prósperas, independientes y laboriosas que jamás han sucumbido a los cantos de sirena del populismo, o que si alguna vez lo hicieron no tardaron en darse cuenta de la verdadera cara de quien en su momento se presentó como el providencial salvador de la patria frente a las corruptas oligarquías. Porque, harto significativamente, los grandes enemigos del pueblo ya no son aquellas corporaciones chupópteras que empobrecían a los venezolanos, ahora propiedad del déspota; ha pasado a ostentar tal honor esa misma burguesía a la que, por no allanarse a sus cacicadas y tropelías, dedica sus peores improperios a la vez que persigue.

Y es que el Gorila está que rabia. Solo faltaba que la oposición democrática, que por fin ha enterrado pasadas controversias internas, le diera una nueva y soberana lección, no solo a él mismo, sino al mundo entero celebrando unas impecables y modélicas elecciones primarias para designar a su candidato. Y una nítida mayoría de los ciudadanos venezolanos que, haciendo uso de su libertad y compromiso con la derrota de la tiranía, acudieron a las urnas de la Mesa de la Unidad Democrática ha optado por Hernesto Capriles; actual gobernador del Estado de Miranda y perteneciente a Primero Justicia, partido de centro-derecha, su discurso integrador incide en la conveniencia de orillar divisiones entre izquierdas y derechas ante la urgencia de acabar con la opresión chavista. Todo lo contrario que el sátrapa, al que le ha faltado tiempo para zaherir a su rival echando mano, como nos tiene acostumbrados el personaje, de los más rancios eslóganes de la izquierda ultramontana. Aunque quizá acierte cuando intenta descalificar a Capriles tachándole de candidato del 'Imperio yanqui'; al menos, sí debería serlo, como de cualquier demócrata que, como tal, desee que Venezuela recupere de una vez las libertades. Porque hoy encarna la única esperanza.

sábado, 11 de febrero de 2012

ESPAÑOLES: FRANCO HA MUERTO



Ha tenido que ser un Ejecutivo del PP el que le diera el tiro de gracia al legado franquista que con mayor presencia e influencia ha persistido en la legislación desde el advenimiento de la democracia: la regulación del sistema laboral. Objeto tan solo de mínimas reformas flexibilizadoras por sucesivos Gobiernos, y de todos los colores, siempre en coincidencia con aquellos momentos en los que la lacra del paro se ha manifestado con mayor virulencia, ahora que los niveles de desempleo han alcanzado cotas verdaderamente insoportables e inconcebibles en un país desarrollado, se ha agarrado el toro por los cuernos y se le ha hecho frente con sobriedad, pero con absoluta resolución. Alguna vez había que acabar con una concepción de relaciones laborales basada en el paternalismo de Estado y un corporativismo inspirado en el régimen legal mussoliniano, totalmente incompatible con los actuales tiempos caracterizados por el dinamismo tecnológico y la globalización económica, a los que hace décadas se debería haber adaptado nuestro mercado laboral. Por fin, aunque con la cornada puesta, alguien se ha atrevido a culminar tan imprescindible como difícil faena.

De la audaz reforma laboral presentada por el nuevo Gobierno, que, entre otras medidas, facilita la contratación, hace prevalecer los pactos alcanzados en el ámbito de la empresa y minimiza el poder de la burocracia sindical, no cabe esperar milagros, desde luego: ningún cambio legislativo, por muy profundo que sea, posee propiedades sobrenaturales. Pero sí propicia que nuestro sistema legal laboral deje de representar un lastre para la creación de empleo, principal asignatura pendiente de nuestra economía. Para ello ha resultado   también necesario revocar determinados privilegios y prebendas de los herederos del sindicalismo vertical, que obviamente ya han salido en defensa de sus prerrogativas. En cualquier caso, la algarada callejera de la reacción izquierdista, a la que debemos empezar a acostumbrarnos, jamás ha de imponerse a las decisiones tomadas en sede parlamentaria por los representantes de la soberanía nacional.

jueves, 9 de febrero de 2012

ESTADO DE DERECHO, 1; VALE TODO SI VAS DE PROGRE, 0



El amargo rechazo que la inhabilitación decretada por el Tribunal Supremo a Baltasar Garzón ha suscitado en nuestra inefable izquierda vuelve a poner de manifiesto su particular concepto de la legalidad, a la que siempre abogan por someter al cumplimiento de determinados objetivos políticos; por supuesto, los que en cada momento cuenten con el sagrado visto bueno de la progresía. Son los ecos del conocido como 'uso alternativo del Derecho', que desde una perspectiva marxista tacha al imperio de la ley de mero prejuicio burgués que en ningún caso ha de impedir la consecución de los fines marcados inexorablemente por 'el progreso'; y que, por tanto, convierte al Estado de Derecho en mera ficción. De ahí su irreprimible querencia por controlar políticamente la Justicia, que presentan como subordinación a la voluntad popular, como si la aplicación e interpretación de las leyes dependiera de los resultados obtenidos en las urnas.

Pero hete aquí que los mismos miembros del Tribunal Supremo nombrados en tiempos del último Gobierno socialista deciden ¡por unanimidad! condenar al gran justiciero de las causas progres. Tan sumamente escandaloso fue el proceder del ahora ex-juez: porque ordenar el espionaje de las conversaciones privadas entre abogado y cliente en el ejercicio de la defensa es un inaceptable acto de arbitrariedad, un atropello a las leyes, a los derechos individuales y a las garantías judiciales absolutamente impropio de un juez digno de tal nombre, por mucho que presuma de su pedigrí impolutamente izquierdista. Condición de héroe mediático de la progresía que tampoco le faculta para investigar supuestos crímenes de una dictadura, por muy cruel que ésta haya sido, si no es asunto de su competencia; y menos aún para solicitar financiación para sus actividades mediante un chantaje más o menos encubierto.

Permitir que se antepongan determinados propósitos, por muy santos que sean, al cumplimiento de la legalidad y la defensa de las garantías jurídicas, a la que el peor de los criminales tiene derecho, supondría el fin definitivo de un Estado de Derecho en el que en el fondo la izquierda no cree, pero cuya preservación es condición 'sine qua non' de cualquier democracia liberal. Y sobre el futuro del definitivamente caído justiciero no hay que preocuparse: siempre tendrá la oportunidad de volver a la política, su auténtica vocación. Aunque quizá desde ahí le resulte más difícil abrir telediarios.

lunes, 6 de febrero de 2012

EL MEJOR RESUMEN DEL CÓNCLAVE SOCIALISTA



El mejor resumen que se puede mostrar sobre el último Congreso del PSOE, y que además simboliza de manera magnífica la verdadera evolución del socialismo español y de nuestro 'progresismo' en general, es la secuencia de su misma clausura: los miembros de la nueva (es un decir) Ejecutiva y el resto de los delegados en pie cantando con alborozo 'La Internacional'; algunos incluso alzando el puño izquierdo, entre ellos quien se supone que representa de primera mano a las jóvenes generaciones socialistas y, por ende, a la renovación del partido, la murciana María González Veracruz (para quien no la conozca, en el vídeo es la guapa morena con chaqueta azul). Ni el ejemplo de Bad Godesberg en la socialdemocracia alemana; ni el Congreso de Suresnes; ni la renuncia al marxismo como ideología oficial forzada por Felipe González; ni la caída del Muro de Berlín; ni tan siquiera el pensamiento débil posmoderno impregnado por el zapaterismo (veremos si definitivamente enterrado) han impedido que el PSOE siga rindiendo honores en sus cónclaves a un himno que, amén de nacer en Francia en 1888, llegó a ser adoptado por Lenin como oficial de la Unión Soviética; categoría que ostentó de 1917 a 1943, y bajo cuyos acordes se cometieron los peores crímenes contra la humanidad.

Desde luego, un partido socialdemócrata plenamente integrado en las instituciones de la democracia liberal habría tenido tiempo de sobra para buscar otro himno con el que cerrar sus grandes conferencias. Pero no es el caso del PSOE, que nunca ha renunciado a combinar su ejecutoria política con la propagación de consignas propias de la izquierda más rancia. Obviamente, y tras el fracaso de la economía centralizada del socialismo real, no puede propugnar a estas alturas, por ejemplo, la estatalización de los medios de producción al modo marxiano; pero sí continuar con los típicos discursos anticapitalistas, o más bien maniqueístas del tipo 'ricos contra pobres' (pese a que la inmensa mayoría de sus dirigentes disfruten de la primera condición), y sin que falten por supuesto las arengas anticlericales, precisamente las que más ovaciones han despertado en este último Congreso. Las apelaciones a la envidia y al rencor siempre han formado parte fundamental de la seña de identidad del socialismo, y hay que reconocer que es también base de sus éxitos. Y para encarnar las esencias eternas del PSOE, ¿quién mejor que el siniestro Rubalcaba?

jueves, 2 de febrero de 2012

PHN, ¿ESTA VEZ SÍ?

A falta de que se nos vaya proporcionando más detalles, el hecho de que el Ministro Arias Cañete haya anunciado la creación de un nuevo Plan Hidrológico Nacional basado en el aprovechamiento de los caudales sobrantes (no otro es el objetivo de los trasvases) es ya una esperanzadora noticia para Murcia y el resto de la España necesitada del preciado bien. Aunque cabe resaltar que no es sino un compromiso más de los que se hallan recogidos en el programa electoral del PP, por mucho que los socialistas murcianos, con esa desfachatez que les caracteriza, hayan intentado sembrar dudas sobre su veracidad y posterior cumplimiento; con escasísimo éxito, por cierto, dado su último gran batacazo electoral (y van...). Pero, desde luego, al menos ahora se vislumbra algo de luz al final del túnel, después de casi ocho años, los de un socialismo zapaterista especialmente sañudo con Murcia, de oscuridad plena y persistente.

Porque, como ha resaltado el propio Ministro de Agricultura y Medio Ambiente, la alternativa zapaterista a los trasvases, el funesto Plan AGUA, se ha saldado con un fracaso sin paliativos. Tras la inmediata derogación del acueducto del Ebro contemplado en el Plan Hidrológico Nacional diseñado por el Gobierno de Aznar, y mientras el PSOE nos prometía que pese a ello tendríamos 'más agua, más barata y en menos tiempo' (aunque sin explicar cómo, claro está), en Murcia trataban de inculcarnos esa monumental memez, típicamente ecoprogre, que llamaban 'nueva cultura del agua'; como si aquí no supiéramos hacer un uso óptimo y 'sostenible' de un bien que, por su escasez y valor, tantísimo apreciamos y por el que tan alto precio pagamos. Encima, nos recompensaban con una serie de 'trasvases-cero' de un Tajo-Segura cuya supervivencia se ponía por primera vez en discusión, y por la que nuestros dirigentes políticos, regantes, agricultores y la gran mayoría de nuestra sociedad civil tanto tuvieron que bregar.

Pero tranquilos, nos decían, que tenemos la solución definitiva: sembranos las costas de desalinizadoras y asunto concluido. Sin embargo, en el caso de Murcia, solo se inauguró (eso sí, cinco veces para demostrar lo mucho que hacía el Gobierno socialista para resolver el problema del agua) la planta de San Pedro del Pinatar, cuya construcción para más inri se inició durante la última legislatura de Aznar; lo que no impidió que alguien se pavoneara e incluso calificara el acontecimiento como el nacimiento de un 'nuevo río para la Región de Murcia'. Aunque a Pedro Saura lo tenemos ya muy calado los murcianos, como tenemos ocasión de demostrarle una y otra vez en las urnas.

Según datos aportados por el Ministro, de las 51 desalinizadoras previstas en el dichoso Plan AGUA, solo funcionan 17, hay 15 todavía en construcción y el resto en tramitación burocrática o durmiendo el sueño de los justos. En cuanto a la cuenca del Segura, de las cuatro plantas erigidas en su momento, solo funciona una, la citada de San Pedro del Pinatar; y otra para consumo mixto, prácticamente inactiva. También se encuentran en construcción desalinizadoras en Torrevieja y Águilas. Desde luego, no cabe desechar el empleo de estas plantas como complemento de producción de agua destinada a abastecimientos; pero basar toda una planificación hidrológica en la desalación es un completo disparate: se trata de un procedimiento, además de contaminante (pese a obtener la aprobación de tantos ecologistas de salón), tremedamente caro (en el caso de Murcia, el agua procedente del Tajo y de la cabecera del Segura es mucho más barata), hasta el punto de que los agricultores se ven incapaces de pagarla.

Además de los trasvases, que habrá que concretar, Arias Cañete ha propuesto estimular la compraventa de derechos de agua entre cuencas, los conocidos como bancos de agua. Introducir fórmulas de mercado en materia de gestión hídrica constituiría un paso importantísimo y tremendamente beneficioso, ya que, al aplicarse, como demuestra la experiencia, el mejor mecanismo de asignación de recursos, cumpliría de forma eficaz el objetivo de llevar el preciado líquido de donde sobra hacia donde hace falta. Aunque para ello sería necesario que fuera la libre competencia basada en la oferta y la demanda la que marcara el precio del agua.

En cualquier caso, el propósito del Ministro de Agricultura es que a finales de 2013 el Plan Hidrológico Nacional quede definitivamente diseñado, culminado y aprobado. Confiemos en que, muy a pesar de los impedimentos que a buen seguro pondrán los palurdos y mezquinos de siempre, pueda por fin hacerse realidad ese gran proyecto de solidaridad entre españoles y vertebración nacional con el que ya soñaban los regeneracionistas de principios del siglo XX y que planificara Manuel Lorenzo Pardo en la Segunda República.

miércoles, 1 de febrero de 2012

LA ARCADIA PROGRESISTA, EN PELIGRO

Esta derecha es insaciable. Gana contundentemente las elecciones y ¡encima se atreve a aplicar su programa de Gobierno! ¿Pero qué se ha creído? Ni todos los votos del mundo le dan derecho a perturbar la Arcadia feliz en que se ha convertido España gracias a las políticas 'de progreso'. No contenta con amenazarnos con rescatar la división de poderes, ese prejuicio anticuado y neoliberal, intenta ahora evitar la transmisión en las aulas de aquellas doctrinas que hagan de nuestros hijos unos buenos progresistas; entre otros retrocesos sociales anunciados y que están por venir, como ha resaltado, y tirando oportunamente del manual socialista, el aspirante a líder Rubalcaba. Resulta verdaderamente intolerable.

Porque las conquistas de las políticas 'progresistas', que la carcundia derechista pretende poner en peligro, son indiscutibles. Entre ellas, una Justicia felizmente controlada por los políticos, donde, en nombre de la voluntad popular, mangonean a su gusto, y además lo suficientemente lenta como para tratar los litigios con el sosiego necesario; una legislación sobre el aborto que lo convierte en derecho casi absoluto (y que acaba con ese convencionalismo 'facha' del derecho a la vida) y evita la interferencia de los padres opresores en las decisiones tomadas libérrimamente por sus hijas menores de edad; un sistema educativo que, pese a sus índices de fracaso escolar y los informes PISA, a buen seguro pagados por la derecha, es todo un ejemplo de progresismo, ya que propicia la igualdad en la mediocridad, sueño de cualquier socialismo que se precie, y lleva directamente al joven español a saborear las mieles del paro, del ocio y del tiempo libre; placentera holganza que además desean arrebatar a los más de cinco millones de desempleados legados por los Gobiernos de progreso, bajo la peregrina idea de que el derecho básico y primordial de cualquier trabajador es precisamente tener un empleo, y para más inri con la aviesa intención de liquidar un sistema laboral franquista, sí, pero socialista a más no poder.

Ya nos avisaba el propio Rubalcaba en la campaña electoral, pero, ay, la mayoría de los españoles que acudimos a las urnas nos empeñamos en no hacerle caso. Menos mal que podremos echar mano del PSOE, sea quien sea quien finalmente lo encabece, cuando decidamos volver a ser dichosos.