miércoles, 30 de enero de 2013

LA MOJIGATERÍA FEMIPROGRE


Pecadoras: no caigáis en la tentación de leer una sola página del engendro perverso de 'Sombras de Grey', ni de calzaros altos y concupiscentes tacones que muevan a la lascivia. Se trata de las últimas conminaciones en defensa de la dignidad del sexo femenino por parte del Instituto Andaluz de la Mujer, que, por otra parte, de alguna manera ha de justificar su supervivencia con dinero público. Ciertamente, el puritanismo y el subsiguiente ánimo censor e inquisitorial del 'femiprogresismo' carecen de límite alguno: si la liberación de la mujer consiste en estar constantemente tutelada para ponerla a salvo de cualquier incitación y, con ello, instarla a que vista, no como ella se sienta más a gusto, sino evitando siempre el más mínimo resquicio de sensualidad, apaga y vámonos. Solo falta rescatar a aquellas señoras de negro que, en una película española de los años 60, impartían moralina por las calles, medían las dimensiones de los escotes y las faldas y acababan acudiendo al Museo del Prado para tapar a 'La maja desnuda'. Eso sí, tan respetables e íntegras damas eran un dechado de tolerancia al lado de estas feministas tan 'modernas' e izquierdistas.
Desde luego, no se trata de defender la calidad literaria de la famosa trilogía (más que discutible), ni de disertar sobre su tono más o menos afortunado desde el punto de vista moral (acerca de lo cual ha de haber para todos los gustos), sino en este caso de reafirmar un valor fundamental en un régimen de libertades como es el de la libertad de expresión, que obviamente conlleva la libertad de cada uno, sea hombre o mujer, a leer lo que considere oportuno; derechos individuales que han de situarse por encima de ciertos dogmas que el feminismo progre y otros guardianes y guardianas de las esencias de lo políticamente correcto quieren imponer como absolutos. Porque si, en pos de la dignidad de la mujer, resulta conveniente censurar creaciones literarias que hagan referencia a juegos sexuales subidos de tono, ¿prohibimos entonces los libros del Marqués de Sade, por ejemplo?
En cuanto rascas un poco, estas femiprogres no pueden evitar sacar a relucir su ridícula mojigatería. Ellas sí que nos retrotraen verdaderamente a la España de Bernarda Alba.

miércoles, 23 de enero de 2013

ANTE LA CORRUPCIÓN, TRANSPARENCIA

Ante las informaciones de supuesta corrupción y los chantajes nada velados de sinvergüenzas incursos en procesos judiciales, las cúpulas directivas de los partidos políticos deberían responder siempre sin miramientos y con absoluta transparencia. Que se deje meridianamente claro que no hay nada que esconder. Y a partir de ahí, que cada cual asuma las consecuencias de sus actos. En una decisión sin precedentes en la democracia, ya que no se trata de un procedimiento habitual para examinar las cuentas de los partidos, el PP ha tomado la iniciativa de someterse a una auditoría interna y externa en respuesta a las publicaciones sobre el 'caso Bárcenas': de la misma ha de desprenderse si verdaderamente ha habido financiación ilegal y, además, 'se miraba hacia otro lado'; y en tales casos han de tomarse las medidas pertinentes.

Bárcenas dimitió (o 'le dimitieron') en su momento como tesorero y senador del PP e incluso se dio de baja como militante. Se asumieron responsabilidades políticas en este caso, como es exigible. Ahora debe ser la Justicia la que llegue hasta el final, sin perjuicio de la investigación que se llevará a cabo dentro del mismo partido. Cabe preguntarse si tienen previsto dar los demás, incluida una organización política como el PSOE condenada por sentencia judicial firme, un paso parecido. Porque la investigación judicial del 'caso Bárcenas' se circunscribe a épocas anteriores al aterrizaje del ticket Rajoy-Cospedal en la dirección nacional del PP.

Por tanto, si se trata de depurar responsabilidades políticas (y no simplemente de contentar a aquellos que solo se satisfarían si  Rajoy y Cospedal se hicieran el 'hara-kiri' tras flagelarse en la vía pública), se requiere que antes se proceda a investigar en qué consisten esos comportamientos irregulares, si han tenido realmente lugar y, en tal caso, quiénes los han cometido; y, entonces sí, hacer 'limpieza'. Ese debe ser el objetivo del encargo de una auditoría interna y externa en el PP que clarifique las cuentas incluso desde que el partido se fundó. Posiblemente no sea la única medida que haya que tomar, pero de momento es al menos el indispensable comienzo de las actuaciones que habrá que llevar a cabo. En cuanto a los pagos con dinero negro, que de haberse producido sería difícil detectarlos por razones obvias, puesto que el diario 'El Mundo' y otros medios aseguran que existen recibos que los demuestran, sería conveniente que salieran de una vez a la luz para que se pudiera obrar en consecuencia.

Ahora bien, cualquiera puede tener toda la autoridad moral para pedir responsabilidades al PP por el 'caso Bárcenas'. Cualquiera, menos el partido de Filesa (condenado por financiación ilegal en sentencia judicial firme); el que mantiene como diputado al imputado (por el llamado 'caso Campeón') señor Blanco; el que recientemente ha montado una trama en Andalucía para apropiarse de millones de euros destinados a los parados; y el que para más inri tiene como 'faisanesco' líder al portavoz del Gobierno del GAL y del saqueo de los fondos reservados. Sin ir más lejos, ya que pese a todo le exige a los demás un comportamiento impoluto, la dirección del PSOE debería explicar ciertas prácticas de favoritismo y nepotismo en su Fundación, como tal receptora de dinero público; y, a ese respecto, desvelar la verdadera identidad de una tal Amy Martin, articulista tan insigne y al parecer cotizada que la consideran merecedora de que se le pague la respetable cantidad de 3.000 euros por columna. Aunque, ya se sabe, basta declararse 'de izquierdas' para aplicar la ley del embudo.

jueves, 17 de enero de 2013

DEFENDER Y CONQUISTAR LA LIBERTAD

Tras la caída del Muro de Berlín, Francis Fukuyama, en su célebre ensayo 'El fin de la historia', sentenció que la democracia y su necesario corolario, el libre mercado, habían triunfado definitivamente. Su más temible enemigo hasta entonces, el totalitarismo comunista, había obtenido una sonora derrota y, exceptuando su supervivencia en pocos países (como Cuba y Corea del Norte), prácticamente desaparecido de la faz de la tierra. Al final, se había mostrado impotente ante la pujanza y las inmensas posibilidades de prosperidad económica y bienestar que caracterizan a las sociedades abiertas, y había acabado enseñando su verdadera naturaleza: la de un gigante con pies de barro. La conocida como 'Guerra Fría' entre el mundo libre y el imperialismo soviético había terminado por fin; y el vencedor de la contienda resultaba indiscutible.

Desde luego, la democracia y la economía de libre mercado se habían impuesto con rotundidad al llamado socialismo real y la economía centralizada. Pero nada más lejos de la realidad que ello supusiera una especie de fin de la historia, al marxista modo por cierto. Poco después, la única superpotencia que ya quedaba, Estados Unidos, invadía Irak en respuesta a su entrada en un país soberano, Kuwait; en los Balcanes, como consecuencia de la desintegración de Yugoslavia, se reproducían los conflictos étnicos que tanto influyeron en el estallido de la Primera Guerra Mundial, de tal manera que se requería la intervención de la Comunidad Internacional, que acabaría encabezando de nuevo Estados Unidos bajo la cobertura de la OTAN; la 'transición democrática' en los países del Este de Europa no estuvo exenta de tensiones, ya que emergieron los nacionalismos separatistas (además de en la antigua Yugoslavia, en la extinta URSS y en Checoslovaquia) y las consecuencias de la falta de instituciones que asimilaran el cambio al libre mercado (la ausencia de un verdadero Estado de Derecho hizo que en realidad se impusieran las mafias más que evolucionar hacia el capitalismo); y, además, todavía se encontraba agazapado el que iba a tomar el relevo como el más temible enemigo de la libertad y la democracia: el fundamentalismo islámico, que, de la mano del terrorista Bin Laden y su organización criminal Al-Qaeda, ya había atentado en 1993 en suelo norteamericano, antes de que mostrara sus verdaderas fauces el 11 de septiembre de 2001 en sus ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono.

Obviamente, Marx se había equivocado cuando predecía el triunfo final del comunismo de resultas de las 'contradicciones' del capitalismo; pero quien se había presentado como su principal y definitivo refutador, Fukuyama, también: ni hay fin de la historia ni la democracia liberal se ha impuesto para siempre. Todavía hay que defender y conquistar la libertad. Y es que, al igual que su inclinación a amar la libertad, el impulso liberticida anida en el hombre, y siempre habrá quienes le den rienda suelta, promuevan y desarrollen para llevar a cabo determinados proyectos basados en el poder absoluto.

En la transición de la Primera a la Segunda Guerra Mundial también parecía imponerse la democracia, al menos en el mundo occidental; pero, en cambio, los totalitarismos, al calor del propio desprestigio de los regímenes liberales, surgían por doquier: en Rusia, como consecuencia de la Revolución de 1917, Lenin pretendía hacer realidad el proyecto de Marx, que obviamente tenía que pasar por una dictadura del proletariado que, lejos de significar una transición hacia un comunismo igualitarista, se haría eterna; en Italia, un antiguo socialista como Mussolini fundaba e imponía el fascismo, que aspiraba a destruir (como de hecho hizo) las instituciones liberales y democráticas para implantar un régimen dictatorial y corporativista, que sería imitado en otros países; entre ellos en Alemania, que, de la mano de Hitler, remedó el fascismo para dotarle de una impronta más totalitaria (por ejemplo, llegaría a imitar al totalitarismo soviético en la creación de campos de concentración) y generar, junto con el propio sistema comunista, uno de los peores horrores de la historia de la humanidad.

Fue preciso una nueva Guerra Mundial, la Segunda, para derrotar tanto al fascismo como al nacionalsocialismo alemán, en la que además se tuvo como aliado al otro totalitarismo, al comunista que representaba la URSS de Stalin; aunque de manera transitoria y circunstancial, ya que no tardaría en mostrar su verdadera cara de enemigo de la libertad y la democracia al imponer por la fuerza el comunismo en su órbita (los países del Este de Europa) y levantar el Muro de Berlín, todo un símbolo de su carácter liberticida y represor. Llegará una larga 'Guerra Fría', con el resultado que todos conocemos: una victoria de la democracia liberal (acelerada en los últimos años fundamentalmente por la firmeza militar y diplomática de Reagan y el liderazgo moral de Juan Pablo II), si bien no definitiva como se encargarían de demostrar acontecimientos inmediatamente posteriores.

Pues bien, como en Afganistán, como en Irak, la invasión militar francesa en Malí para evitar la creación de un foco del terrorismo islámico es un nuevo episodio de la lucha (en realidad, guerra) que, desde el 11-S, mantienen las democracias liberales frente a quien ahora es su peor enemigo. Y poco importa que ciertos supuestos 'pacifistas' salgan a la calle para corear su 'no a la guerra', eso sí, solo cuando intervienen los Estados Unidos y preferenteremente bajo un presidente del Partido Republicano. Una vez más, su ridículo fariseísmo ha quedado bien patente.

martes, 15 de enero de 2013

MENOS CORSÉS, MÁS LIBERTAD

De 177 países, España ocupa el puesto 46 en el prestigioso Índice de Libertad Económica que publica anualmente la Heritage Foundation. Resulta significativo que en 2007, año del comienzo de las turbulencias económicas, ostentara el lugar 28, y que a partir de entonces haya descendido nada menos que 18 puestos. Lo que demuestra que no se sale de la crisis con más intervencionismo y gasto público, señas de identidad del socialismo; al contrario: adoptando políticas de ese tenor más bien se ha facilitado su enquistamiento y el agravamiento de sus efectos. Por tanto, el Ejecutivo de Rajoy ha de profundizar y ser todavía más audaz en las reformas liberalizadoras para devolver a nuestra economía al sitio que le corresponde desde los Gobiernos de Aznar, entre las más libres del mundo, y así superar en mejores condiciones la crisis.

Queda una vez más patente que a la economía española le convienen menos corsés burocráticos y más libertad. Las reformas económicas liberalizadoras emprendidas hasta ahora, especialmente en materia laboral, financiera, comercial y de transportes, con ser básicas y representar un importante punto de partida, no son en absoluto suficientes. A este respecto, urge llevar a cabo las anunciadas liberalizaciones en el mercado eléctrico (para hacerlo verdaderamente competitivo) y los colegios profesionales (que ya está suscitando el esperado rechazo de determinados intereses corporativos), la ley de garantía de unidad de mercado (que hará posible, por ejemplo, que con una sola licencia se pueda operar en todo el territorio nacional, algo que ahora, por increíble que parezca, resulta materialmente imposible) y un plan de apoyo a los autonómos y emprendedores en general (que, entre otras medidas, mejorará su fiscalidad; actualmente, reconozcámoslo, en niveles casi confiscatorios).

Sensible caída de la prima de riesgo, fin de la fuga de capitales, aumento de las exportaciones, instalación de multinacionales del automóvil en España, crecimiento del turismo, saneamiento del sistema financiero, reducción del déficit fiscal y estructural... Son algunos indicios de mejora de nuestra economía, basados en datos macroeconómicos objetivos. A partir de aquí, y consiguiendo alejar cada vez más el fantasma del rescate (duro o blando), hay que continuar incidiendo en las políticas liberalizadoras y de reducción del inmenso y burocrático aparato de las Administraciones Públicas. No hay otro camino.

miércoles, 9 de enero de 2013

LAS MENTIRAS DEL 'MADRID NOS ROBA'

Ya es una realidad. Cataluña dispone de un espléndido AVE (Alta Velocidad Española) que conecta Barcelona con Figueras y Gerona, una infraestructura costeada por el Gobierno de la nación y, por tanto, pagada con los impuestos de todos los españoles. Ventajas de formar parte de España, como aquel Fondo de Liquidez Autonómico al que ha vuelto a acogerse la Generalitat catalana para poder hacer frente a sus incontables deudas y pagos. Pero, bajo la tan conocida como mentirosa consigna de 'Madrid nos roba', el secesionismo catalán continúa en sus trece, porque solo con la independencia de Cataluña se alcanzará la felicidad absoluta; sobre todo la de aquellos que pretenden acumular todavía más poder, hasta convertirlo en incontestable.

Desde que uno tiene uso de razón (y con sus muchos años cumplidos ya), Cataluña siempre ha pasado por ser la región española mejor comunicada y dotada de infraestructuras, pese a su supuesto maltrato por la dictadura franquista; durante toda la democracia, y no en pocas ocasiones como contrapartida al apoyo de los nacionalistas catalanes a sucesivos Gobiernos, no han faltado precisamente inversiones en ese terreno, hasta el punto de haberse convertido tras la última obra ferroviaria en la única Comunidad Autónoma que puede presumir de tener a todas sus provincias conectadas por el AVE. Pues bien, aun así, Mas volvía a insistir en el consabido y reiterativo discurso victimista propio del nacionalismo, basado como no podía ser de otra manera en mentiras y medias verdades. Una prueba más de que el nacionalismo catalán jamás se contenta, pues su razón de ser es la reivindicación permanente.

Porque es cierto que Cataluña, sin ser la que más como afirmaba el President de la Generalitat, aporta mucho al erario; pero resulta lógico teniendo en cuenta que, hasta hace muy poco, era la región más rica de España (ahora superada por la Comunidad de Madrid). Aunque también hay que hacer constar que no tributan los territorios como quiere hacernos ver el colectivismo nacionalista, sino los individuos, las familias y las empresas. En cualquier caso, la compensación que recibe la Comunidad Autónoma catalana por ese considerable esfuerzo fiscal no está nada mal: es, con mucho, el lugar donde más invierten los Gobiernos de la nación en materia ferroviaria. Y lo seguirá siendo durante el año en curso.

Ni ese AVE está de más, ni la sociedad catalana, dinámica y emprendedora como pocas, ha dejado nunca de merecerlo; pero es de justicia resaltar que se trata de una nueva infraestructura financiada con los impuestos que pagamos todos los españoles, y solo en virtud de la pertenencia de Cataluña a España. Es la pura verdad, por mucho que el separatismo catalán, con ese aire de perdonavidas que últimamente se gasta, trate de ocultarla.