martes, 4 de julio de 2017

JAMÁS PERMITAMOS QUE SE BLANQUEE A LA ETA

Nunca como en el secuestro de Ortega Lara, felizmente rescatado por nuestra heroica Guardia Civil tras nada menos que 532 días de tortura, se visualizó con mayor claridad y crudeza la infinita crueldad y vesania del terrorismo etarra. La imagen de un hombre cegado por la luz del día, que caminaba con dificultad y como si de un esqueleto viviente se tratara, muy similar a la de los prisioneros de los campos de concentración nazis, quedó en la retina de una sociedad española que poco después, y con motivo del secuestro, martirio y asesinato de Miguel Ángel Blanco, protagonizaría un grandioso, emocionante e inolvidable acto de rebelión cívica contra la banda asesina ETA y su entorno colaboracionista que no había tenido precedentes.

Una extraordinaria movilización social, el levantamiento de toda una nación que sería el preludio de un periodo de firmeza en la lucha contra el terror etarra, el que llevaría a cabo el Gobierno de Aznar con todos los instrumentos de la legalidad, que conduciría a la derrota policial de la organización terrorista separatista y marxista-leninista. Un mérito que, no obstante, y en general, cabe apuntar a nuestro Estado de Derecho, a nuestra democracia, a todos sus Gobiernos... y, por supuesto, a la referencia moral de las víctimas del terrorismo, de los que dieron su vida por España y la libertad. Nunca, jamás, debemos olvidarlos, ni dejar de rendirles tributo, ni reconocer su impagable sacrificio y generosidad en pos del triunfo de la democracia española. Máxime ahora, cuando desde determinadas instancias de la ultraizquierda revisionista, dentro de una burda estrategia de descalificación absoluta de nuestra democracia y su transición política, se pretende blanquear al terrorismo etarra y sus crímenes.

No por casualidad ha salido precisamente estos días de su inmunda cloaca el "rapero" oficioso de Podemos, que desde luego no es la primera vez que esparce en las redes sociales toda la maloliente basura que es capaz de fabricar su mente repleta de maldad, resentimiento y odio. No podía ser otro que semejante tipejo miserable, canalla, abyecto, vil y... rufián quien insulte y humille de forma tan ruin a Ortega Lara, y con él a las víctimas del terrorismo, utilizando además el mismo lenguaje de las alimañas que le sometieron a tan cruel y larga tortura. Aunque le será imposible establecer comparación con el duro trabajo de temporero, porque semejante botarate no ha dado jamás un palo al agua, se tendría bien merecido, no solo pasar una larga temporada entre rejas, sino hacerlo además en un zulo de las mismas dimensiones y características del que la banda asesina ETA mantuvo encerrado durante más de 500 días a Ortega Lara. Que sufriera en sus propias carnes los métodos de "lucha" de sus admirados criminales etarras sería un edificante acto de justicia poética.

Ante quienes, con la mejor intención, defienden que es preferible no dedicar un solo minuto al indeseable personajillo y sus deposiciones, puesto que lo que precisamente busca es notoriedad, cabe afirmar alto y claro que ningún insulto, ninguna injuria, ningún acto de humillación a las víctimas del terrorismo, ni de él ni de ninguno de sus "camaradas" podemitas, ha de quedar sin respuesta. Porque les debemos una defensa inquebrantable de su memoria y dignidad, en la que jamás tenemos que cejar, y porque en último término se trata de la preservación de una democracia que pretenden horadar imponiendo un "relato" negativo de nuestra transición política, que pasa por convertir a los terroristas de la ETA en clarividentes luchadores antifranquistas y "antineofranquistas". Y, por consiguiente, a sus víctimas, en verdugos. Nunca, jamás, debemos permitirlo.

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