miércoles, 25 de marzo de 2015

EL CAPITALISMO, SI NO EL PP, CULPABLE SIEMPRE

Al menos todavía, y a la espera de lo que dictaminen las cajas negras (que quién sabe), no cabe culpar al Gobierno del PP del trágico accidente de avión en los Alpes franceses, en el que perdieron la vida 51 compatriotas entre 150 personas de distintas nacionalidades que, a bordo de un Airbus de una compañía alemana, volaban desde Barcelona hacia Düsseldorf. Pero siempre quedará el vil capitalismo, como es bien sabido origen de todos los males habidos y por haber; no solo de catástrofes humanitarias derivadas de infortunios de este tipo, sino incluso de inundaciones, huracanes, tornados, terremotos, etc., en los que la implacable naturaleza tiene a bien propinarnos de vez en cuando un soberano y merecido castigo por maltratarla y abrazar al neoliberalismo montaraz. Porque parece ser que el hombre ya nació con el pecado capital del capitalismo (valga la redundancia), y de ahí que le hayan acompañado esa clase de desgracias naturales durante toda su vida; con la diferencia de que allí donde rige el sistema económico capitalista dispone de mejores instrumentos para amortiguar sus efectos e incluso detectarlos en algunos casos, seguramente por diabólica casualidad.

De lo que parecen lamentarse los incansables enemigos de la libertad individual es que, gracias a la liberalización del sector (a ese 'maldito capitalismo') y a la entrada en un mercado competitivo de las llamadas compañías 'low cost', viajar en avión hace tiempo que dejó de ser privilegio de unos pocos para estar perfectamente al alcance de las clases medias. Lo cual, además, no ha obstado para que el aéreo sea, con muchísima diferencia, el medio de transporte más seguro, ya que las compañías comerciales han de superar periódicamente unas revisiones y controles de seguridad muy estrictos; porque el verdadero capitalismo tiene bien poco de salvaje. Eso sí, accidentes de este tipo, pese a su reducídisima frecuencia, suelen generar un gran alarmismo desde el punto de vista mediático y social por su dimensión especialmente trágica, y obviamente resulta imposible lograr una seguridad al cien por cien bajo cualquier circunstancia en la que pueda estar presente el fallo humano. 

Los expertos en aviación (a los que se debería escuchar en momentos como este, y no a tantos tertulianos o asiduos de redes sociales que se atreven a sentar cátedra sobre esta materia o cualquier otra, según toque) aseguran que un avión con una antigüedad de 24 años puede estar en perfectas condiciones máxime si ha superado todos los controles oficiales habidos y por haber, como ha sido el caso. Por tanto, y dando por descontados determinados fantasmas y prejuicios de algunos, es un poco pronto para buscar culpables, si verdaderamente los ha habido... Ahora la prioridad absoluta debería consistir en atender y prestar toda la ayuda que necesiten los familiares de las víctimas. Llegará la ocasión oportuna de investigar y extraer conclusiones, entre otras razones porque tal menester requiere su tiempo.

lunes, 23 de marzo de 2015

¿Y EL BIPARTIDISMO? TODAVÍA BIEN, GRACIAS...

Hay que reconocerlo: el PSOE ha conseguido mimetizarse e identificarse plenamente con la idiosincrasia del elector medio andaluz, pese a más de 30 años de Gobiernos socialistas con el consiguiente desgaste que deberían acarrear (si bien las bolsas de 'voto cautivo', tejidas, instaladas y extendidas sobre todo en ámbitos rurales y desde un poder sempiterno y hegemónico, suponen la garantía de un importante suelo electoral), y por mucho que hayan tenido lugar escandalosas e inmensas tramas de latrocinio de dinero público como la de los ERE falsos (lo que además vuelve a demostrar que la supuesta 'indignación general' por la corrupción en realidad solo va por barrios). Susana Díaz era muy consciente de ello, y ha tenido la suficiente habilidad e intuición política como para buscar y encontrar el momento oportuno para pillar a todos con el paso cambiado; sobre todo, a su izquierda, a Podemos, todavía sin estructuras consolidadas en Andalucía (y justo en un momento en que sus expectativas electorales parecen desinflarse), y, a su derecha, al PP, cuyo candidato apenas ha tenido tiempo de darse a conocer, impedimento que, junto al evidente deterioro de la imagen del partido de resultas de las políticas impopulares que aún pasan factura, tanto han contribuido a los subsiguientes y magros resultados obtenidos. Sea como fuere, tanto la formación de ultraizquierda como Ciudadanos, cuyos 9 escaños tras escasos meses de presencia pública nacional son harto meritorios, han irrumpido en el panorama político andaluz más o menos como anunciaban las encuestas, lo que resulta muy indicativo del papel que pueden acabar desempeñando en la política nacional. Y gracias a una promoción mediática que tampoco cabe desdeñar.

Si bien es cierto que los guarismos de estas elecciones autonómicas en Andalucía, por sus peculiaridades, no son extrapolables a unos comicios generales (como tampoco lo serían, por ejemplo, los de una jornada electoral en Galicia), sí pueden manifestar tendencias muy a tener en cuenta. Así, mucho se ha hablado y escrito sobre el glorioso advenimiento del fin del 'bipartidismo', fenómeno sin precedentes que, según distinguidos vaticinios, revolucionará la política española y la convertirá en 'nueva', hasta el punto de que ya empezaría a advertirse el 22-M; pues bien, la realidad es que, pese a un apreciable desgaste (mucho más acusado en el PP: 14 puntos y 17 escaños menos, partiendo de su mejor resultado en unas elecciones autonómicas andaluzas), los dos principales partidos continúan acumulando, y muy de largo, más de la mitad de los votos: concretamente, un 62%, lo que además se traduce en 80 de los 109 asientos en el Parlamento andaluz. Desde luego, sin dejar de ser significativas sendas apariciones de Podemos y Ciudadanos, que además llevan señalando las distintas encuestas de ámbito nacional, ambas formaciones se sitúan todavía muy lejos (a doce y a diecisiete puntos respectivamente) de la que sigue siendo segunda fuerza política: el PP, aun en sus horas electorales más bajas desde principios de los 90 en Andalucía, territorio tradicionalmente adverso.

Porque el cambio de sistema de partidos que parece avecinarse no parece residir exactamente en la muerte del bipartidismo, que mal que bien resiste, sino en la evolución de un bipartidismo 'imperfecto' (porque el nuestro nunca ha sido 'perfecto' o puro, al modo de Estados Unidos o el Reino Unido hasta sus últimas elecciones legislativas) hacia otro de tipo más atomizado, en el que, por mor de la mayor fragmentación del voto en la política nacional, nuevas formaciones políticas distintas de los nacionalistas (eso que saldrá ganando la política española, por cierto) ejercerán de 'bisagras' para alcanzar pactos con los dos grandes partidos nacionales y de esta forma influir de manera directa o indirecta en los Gobiernos que se constituyan. Así, y pese a que esperen a después de las elecciones generales para concretar y exteriorizar sus preferencias (y de ahí que Susana Díaz ya haya anunciado que gobernará en minoría), lo normal es que Podemos, con o sin IU (si antes no lo ha fagocitado totalmente), apoye gobiernos del PSOE, y que Ciudadanos (que sí parece haber acabado con los restos de UPyD) reparta sus inclinaciones entre el PP y el PSOE emulando a aquel CDS de Suárez: dependiendo de circunstancias y objetivos concretos.

Con todo, y mientras tanto en Andalucía, ¿qué tal está el bipartidismo? Todavía bien, gracias... El gran terremoto electoral que tantos anunciaban no ha sido más que un pequeño seísmo de escasos grados en la escala Richter, y que ha dejado el estado de cosas básicamente indemne. Hasta el punto de que los andaluces tendrán el mismo partido en el Gobierno y la misma principal fuerza de oposición... que hace más de 30 años.

martes, 17 de marzo de 2015

¿ES SUSANA PARA TANTO?



Tras presenciar los debates televisivos, tanto en Canal Sur como en TVE, entre los candidatos de PSOE, PP e IU a la presidencia de la Junta de Andalucía, se puede llegar perfectamente a la conclusión de que se nos ha estado vendiendo como una 'lideresa' de las que marcan época lo que no es sino una medianía política; o será más bien que adolece del significativo 'hándicap' de que pierde facultades cuando se ve en la obligación de contraponer ideas, principios y programas y, sobre todo, mostrar capacidad de argumentación y reflejos dialécticos. 

Ante un Juan Manuel Moreno hábil, incisivo y con dominio de la escena, y un Antonio Maíllo aseado e incluso evocador de los modos 'anguitianos', Susana Díaz solo contrarrestó, y muy especialmente en el debate de TVE, con crispación, marrullería y hasta despotismo... Porque incluso se puede acudir a tácticas tramposas para intentar descolocar y desconcertar al adversario, y en este aspecto bien se nota que ha aprendido de sus maestros políticos; pero es que, en la parte que debería haber sido más constructiva de sus intervenciones, no ha sido capaz de aportar nada que no sean tópicos y lugares comunes acerca de la maldad congénita de la derecha, que a estas alturas solo suscriben los convencidos. Escaso bagaje de quien se ha llegado a presentar como un fenómeno político sin precedentes en el socialismo español desde Felipe González.

Desde luego, si se hubiese celebrado un 'cara a cara' entre Susana Díaz y Juan Manuel Moreno, éste, en condiciones normales, se habría impuesto de calle. Lástima, aunque de todas formas ha quedado meridiamente claro dónde está la verdadera alternativa a un socialismo que lleva más de treinta años malgobernando Andalucía. Esperemos que los votantes se percaten de ello si lo que desean es un cambio real y realista.

viernes, 13 de marzo de 2015

EN PRECAMPAÑA, FUERA CARETAS

Como muy acertadamente ha puntualizado Esperanza Aguirre, cuya sola presencia mediática ha logrado eclipsar en apenas unos días a los que llevan tiempo monopolizando el protagonismo político-mediático, a quien cabe temer es a un partido populista de ultraizquierda que, amén de tener al liberticida y ruinoso chavismo como guía y benefactor, propugna hacer tabla rasa y demoler el sistema constitucional; no precisamente a quienes, bien al contrario, reivindican la transición, defienden sin ambages la soberanía del pueblo español y la unidad de España y se sitúan en un espectro ideológico moderado. Ahora bien, esta precampaña electoral está sirviendo para que algunos no tengan más remedio que pronunciarse sobre asuntos de cierta enjundia, por lo que determinadas caretas, para bien de un electorado que ha de saber a qué atenerse, empiezan ya a caer.

Así por ejemplo, no solo el candidato de Ciudadanos a la Junta de Andalucía, Juan Marín, ha mostrado claramente su preferencia por pactar con el PSOE de Chaves, Griñán y Susana Díaz (como de hecho hace en Sanlúcar de Barrameda), posición coherente desde una perspectiva ideológica de centro-izquierda pero no con un discurso basado en la renovación y la regeneración; sino que quien encabezará la lista del partido de Albert Rivera a la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, ha pedido la recuperación del Impuesto de Sucesiones por razones de 'justicia social y redistribución de la riqueza': porque su 'liberalismo', ha aseverado, es 'en el sentido continental, liberales de la 'liberté' francesa, y no neocon, mínima intervención del Estado al estilo americano'. Lo cual, además de denotar una evidente confusión de conceptos y una, cuando menos, peculiar visión del liberalismo (que si por algo se ha caracterizado desde sus orígenes es precisamente por la defensa de la mínima intromisión del Estado en la vida del individuo), supone una enmienda al economista de cabecera de Rivera, el insigne Garicano, que hace dos años abogaba por justamente lo contrario. Bien es verdad que Ciudadanos se encuentra en pleno proceso de construcción de su hasta ahora inédito programa económico, que debe revisar y matizar para añadir unas mínimas gotas de liberalismo 'templado' a sus principios nítidamente socialdemócratas, con tal de intentar 'pescar' en el electorado afín al centro-derecha. Pero ya se sabe: aunque la mona se vista de seda...

Respecto a Pablo Iglesias Turrión y su camarilla de ideólogos marxistas, su supuesta 'transversalidad' está quedando últimamente muy en entredicho. Su tan resaltada y elogiada conversión a la socialdemocracia sueca (en la que, por cierto, también se inspira Ciudadanos en no pocas de sus propuestas económicas) ha durado el tiempo justo hasta que en Andalucía, por ejemplo, propugnara la 'okupación' de viviendas (con luz y agua 'gratis', esto es, pagamos entre todos), la 'estatalización' de toda la banca (en virtud de lo cual pasará de malvada a benéfica) e incluso las expropiaciones de la Mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla (porque también habrá que contentar a los amigos iraníes). Y para más inri, pese a pretender convencernos de un aparente alejamiento del chavismo, los 'podemitas' han quedado perfectamente retratados en el Parlamento Europeo al negarse a condenar, que es lo mismo que respaldar, los brutales actos de represión de la dictadura de Maduro en Venezuela; y en dos ocasiones consecutivas, por si quedaba alguna duda. La cabra liberticida siempre tira al monte de los totalitarios.

Así pues, fuera caretas... La verdad es que es muy de agradecer para que nadie se llame a engaño.

martes, 10 de marzo de 2015

NO BASTA CON ILUMINAR AL REY

Será sin duda un día que pasará a los anales de la historia reciente de España, y uno de los más esperados en la vida de don Felipe de Borbón y Grecia: ya solo por ser partícipe de semejante acontecimiento que moverá los cimientos de Celtiberia merece la pena ser Rey. Muy pronto el Palacio de La Zarzuela tendrá el el impagable privilegio de recibir la visita del Excelentísimo Señor (todavía no es merecedor del tratamiento de Su Excelencia, pero todo se andará) don Pablo Iglesias Turrión, Gran Esperanza (con perdón) de los Desheredados de la Tierra, Nuevo, Intocable e Infalible Mesías de la Santa y Madre Izquierda, Azote y Martillo de Herejes de La Casta (de la ajena, no de la suya), Encarnación de la Buena Nueva Bolivariana y Gran Timonel de la Revolución contra el Candado del 78... Una vez agasajado con todos los honores, se situará frente a Su Majestad y le requerirá algo que ni a su venerado Fidel Castro se ha atrevido siquiera sugerir: 'es hora de que presente su candidatura a Jefe de Estado en unas elecciones'. Conminación que, bajo la salva de adhesiones, bravos y aplausos que concitará en el sufrido y maltratado pueblo (vulgo 'twitter'), a buen seguro dejará a Felipe VI absolutamente conmocionado, e incluso a la Reina doña Letizia pensando en hacer las maletas ante el empuje de cierta 'primera dama' dispuesta a quitarle el puesto. A partir de entonces, el régimen del 78 empezará a tener las horas contadas: 'tic, tac, tic, tac'.

Pero volvamos a la, en este caso, bendita realidad: antes de dictarle al Rey de España que se haga republicano de la noche a la mañana, el Nuevo, Intocable e Infalible Mesías de la Santa y Madre Izquierda debería esperar a ganar unas elecciones generales con una mayoría lo suficientemente holgada como para iniciar, o promover, la demolición del sistema constitucional que nos dimos todos tras un consenso nacional y político ejemplar. Así, a no ser que pretendiera imponer sus preceptos al modo de un Chávez, esto es, por las bravas (y que todos nos dejáramos), el procedimiento a seguir es el establecido en la Constitución todavía vigente a su pesar: concretamente en su artículo 168, que regula el supuesto de una revisión total de la Carta Magna o una parcial que afectara, entre otras materias, a la forma política del Estado español y a la misma Corona. Pues bien, tales propuestas de ruptura deberían contar con la aprobación de nada menos que la mayoría de los dos tercios de Congreso y Senado, para lo cual tendría que darse la circunstancia de que el partido de Pablo Iglesias II lograra en ambas Cámaras tamaña representatividad, o bien adhesión en ese punto concreto; pero aun así no estaría todo hecho, sino que el siguiente paso habría de ser disolver las Cortes, convocar elecciones generales y que las Cámaras surgidas de las mismas estudiaran y ratificaran el nuevo texto constitucional, también por mayoría de dos tercios: por tanto, el Mesías tendría que ganar dos veces consecutivas los comicios, y de manera lo suficientemente contundente como para aspirar a conseguir en el Congreso y el Senado las amplísimas mayorías exigidas... en ambas ocasiones.

Aun así, de alcanzar semejante proeza, tampoco terminaría todo: y es que la tan denostada (por supuestamente 'poco democrática') Constitución del 78 da en tal supuesto la última palabra a quien ostenta la soberanía nacional, que no es otro que el pueblo español, quien tendría que ratificar vía referéndum la hipotética eliminación del régimen de Monarquía constitucional. Por tanto, y como corresponde a una democracia nacida del consenso y la reconciliación, con vocación de permanencia y, por ello, resguardada de mayorías coyunturales que pretendan hacerla trizas, no basta con que el Mesías acuda a La Zarzuela a iluminar y convertir a Su Majestad, sino que debe apelar al electorado e imponerse donde es menester: en las urnas, y de manera tajante por cierto. Y de momento, que se sepa, no ha ganado nada. Tan siquiera ninguna de las muchas encuestas que se publican estos días, y que se suelen presentar como el Oráculo de Delfos, pronostica una victoria arrolladora de la ultraizquierda antisistema.

Así pues, al Mesías Iglesias le queda muchísimo camino por recorrer para intentar convencernos de que una República 'bolivariana' como la de su faro y benefactor venezolano sería mejor para España que la vigente Monarquía parlamentaria; y de que es preferible tener a un Chávez o a un Maduro como jefe de Estado y 'moderador' de las instituciones que a Felipe VI. Mucho ánimo, pues.

martes, 3 de marzo de 2015

CUANDO TRIUNFA EL ALDEANISMO CERRIL

Es momento de solidarizarse con los compatriotas aragoneses que han sufrido las consecuencias de la crecida del río Ebro, y cabe desear, como afortunadamente así parece, que no vaya a mayores. Lástima que en su momento, cuando además la situación económica era bastante más propicia, no se llevaran a cabo las obras que permitieran, no solo encauzar las aguas en semejantes trances y evitar así en lo posible daños y perjuicios, sino aprovechar los excedentes que beneficiarían, en primer lugar, a las necesidades de los propios aragoneses y, en segundo lugar, por medio de los oportunos trasvases, a la rica y fructífera agricultura de las zonas del Levante y Sur de España. 

Porque tampoco está de más recordar que ese era ni más ni menos el objetivo primordial del Plan Hidrólogico Nacional aprobado al final de la segunda legislatura de Aznar; que su sucesor en la presidencia del Gobierno, Rodríguez Zapatero, derogó nada más llegar a La Moncloa, entre otras razones para satisfacer a los nacionalistas de ERC, cuyo concurso necesitaba para gobernar. Pero, por desgracia, el discurso absolutamente insolidario, cerril, aldeano y de campanario hacía tiempo que se había impuesto por aquellos lares de la antigua Corona de Aragón: así, todo un presidente autonómico, el de Cataluña (y eso que no era nacionalista 'stricto sensu', sino 'progresista'), se permitió exclamar, con todas las letras, '¡a esos del Sur, ni agua!'; y otro jefe de Ejecutivo regional (tampoco nacionalista ni regionalista, aunque también 'progresista'), apeló a las vísceras hasta el extremo de concitar las manifestaciones más numerosas de la democracia en las calles de Zaragoza... contra el trasvase del Ebro y el Plan de Cuenca que le precedía. ¿Y qué había de malo si los propios aragoneses se iban a ver beneficiados? Ni más ni menos, que por aquí abajo pretendíamos enriquecernos plantando campos de golf prácticamente por cada hectárea. Y eso sí que no: es preferible seguir soportando las damnificaciones de las por desgracia frecuentes crecidas del río.

Y hasta ahora...