martes, 27 de septiembre de 2016

PERO "SANCHEZSTEIN" SIGUE A LO SUYO

Gallegos y vascos, en cuya decisión en las urnas se ha querido situar un minúsculo halo de esperanza para propiciar el desbloqueo político de España, han apostado claramente por la estabilidad y la moderación depositando su confianza en sendas claras mayorías de centro-derecha: en Galicia, mayoría absolutísima del PP de Núñez Feijóo (y de un Rajoy que, no lo olvidemos, ha estado muy presente en campaña), que ha logrado mantener sus 41 diputados (frente a los 34 de la oposición) y hasta incrementar su número de votos: desde luego, cosechar un 47,5% de los sufragios en estos tiempos en los que suele imponerse la fragmentación política, y además haber conseguido ser el único presidente autonómico que cuenta con mayoría absoluta en el parlamento, tiene un mérito indiscutible, y sitúa sin duda a Feijóo como el mejor colocado para una eventual sucesión en el PP nacional; en el País Vasco, clara victoria del posibilista PNV de Urkullu, con cuyos 29 diputados (dos más que los que tenía) se podría construir también una mayoría absoluta de centro-derecha sumando los 9 escaños logrados por un PP que, encabezado por Alfonso Alonso, ha resistido sufriendo un mínimo desgaste (un diputado menos), que podría haber sido mayor ante la previsible concentración de voto útil "institucionalista" en el nacionalismo vasco: lo cual no es óbice para lamentar la alarmante tendencia a la baja de las opciones constitucionalistas.
En cuanto al PSOE de Sánchez (porque así cabe calificar las candidaturas presentadas por el socialismo en sendas elecciones, ya que han sido de estricta observancia "sanchista"), los varapalos han sido del tenor de los pronósticos de las encuestas: de nuevo, históricos. Cuatro escaños menos (de 18 a 14) en Galicia, donde se han visto superados en votos por la ultraizquierdista En Mareas, y casi la mitad de los diputados perdidos en el País Vasco (de 16 a 9), donde también ha habido "sorpasso" de Podemos (11 escaños). Por cierto, el mero hecho de que tanto en unos como en otros comicios las marcas "podemitas", por mucho que no hayan cumplido sus expectativas, se hayan situado por delante del PSOE vuelve a demostrar que dar ya por muerto al populismo chavista, como da a entender el "sanchismo", responde más a los deseos que a la realidad. ¿Y Ciudadanos? Cierto es que han sido unas elecciones especialmente adversas para los "naranja" (en el País Vasco, debido a su posición contraria al concierto económico; y en Galicia, ante el empuje de un PP que allí siempre ha tenido un sólido predicamento electoral), pero no deja de ser significativo que no hayan obtenido representación alguna ni en Santiago de Compostela ni en Vitoria, donde ni siquiera han sido capaces de "heredar" el solitario escaño que ostentaba UPyD.
Desde luego, los resultados de estos comicios gallegos y vascos han de interpretarse principalmente en clave autonómica, que es el ámbito en el que han tenido lugar, pero también adquieren un claro sentido nacional, sobre todo por la ya apuntada coincidencia en las tendencias; máxime en plena intensidad del debate político y social sobre el bloqueo impuesto por el PSOE de Sánchez, del que obviamente no se ha podido abstraer ninguna de las dos regiones. Así, el fracaso de Pedro Sánchez ha vuelto a ser de tal calibre que ni en Galicia ni el País Vasco hay posibilidad alguna de construir "frentes populares anti-PP" con las fuerzas de la extrema izquierda, algo que le sirvió para tapar su monumental (y también histórico) descalabro en las elecciones municipales y autonómicas de 2015, y que además hubieran podido servir de guía y ensayo para pergeñar e incluso justificar pactos "Frankenstein" (que ya hay quienes empiezan a llamar "Sanchezstein") que le lleven a él mismo a La Moncloa.

Pero el estadista, como era perfectamente previsible dado su ya proverbial desprecio por la voluntad mayoritaria de los electores y los intereses generales de España, y hasta por la preservación de su propio partido, ha procedido al día siguiente como si estos catastróficos resultados no fueran con él. Es más: puesto que se ha visto, ahora sí, verdaderamente superado por los acontecimientos, ha decidido dar una nueva vuelta de tuerca a su estrategia de ganar tiempo manteniéndose, contra viento y marea, como líder socialista retando directamente a todo aquel que dentro del PSOE haya osado discutirle, interna o externamente. Así, no solo ha anunciado la convocatoria de unas primarias "express" para pillar a sus adversarios con el pie cambiado, sino además el adelanto del Congreso "Federal" (esto es, nacional) del partido pese a que prometió que no se celebraría hasta que en España tuviésemos por fin Gobierno. Por tanto, "Sanchezstein" sigue a lo suyo, y encomendándose ahora a una militancia que considera tan radicalizada como él.

La pregunta que cabe hacerse es la siguiente: ¿van a continuar asistiendo impávidos los llamados "barones" y demás líderes morales e históricos del PSOE a semejante estrategia de suicidio colectivo?

jueves, 22 de septiembre de 2016

LA CLAUDICANTE "REALPOLITIK" DE OBAMA

Barack Obama, en la Asamblea General de la ONU: “Estamos viendo cómo Rusia trata de recuperar su gloria perdida a través de la fuerza”. Y tiene toda la razón el actual presidente "cojo" de los Estados Unidos: Vladimir Putin, eterno líder máximo y encarnación de "la Madre Rusia", pretende construir "manu militari" (lo ha logrado, de hecho) un área de expansionismo que lleve a Rusia a recuperar su pasado imperialista. De ahí, por ejemplo, la invasión rusa de Crimea, además de su creciente poder de influencia incluso en la lucha contra el Daesh de resultas de su alianza con el régimen sirio; cuyo último y significativo episodio ha sido el cese de hostilidades que Estados Unidos hubo de acordar con la misma Rusia, y que nos ha hecho rememorar incluso tiempos de la guerra fría que creíamos definitivamente orillados.

Cierto es. Pero a todo ello ha contribuido sin duda un Occidente ensimismado que, dejándose ganar por la mano por el exagente de la KGB, reacciona siempre tarde y mal ante una política de hechos consumados, que la escandalosa inacción del país que en primerísima línea debería velar por el derecho internacional y los valores de la libertad y la democracia en el mundo no ha hecho sino favorecer. Y me refiero, claro está, a los Estados Unidos y la misma política abstencionista llevada a cabo por su todavía presidente en los asuntos exteriores.

Y es que colean todavías las consecuencias del definitivo triunfo en todo Occidente, tanto en Europa como en Estados Unidos, del buenismo pacifista del "noalaguerra" que comenzara a gestarse en las reacciones contrarias a la segunda intervención militar norteamericana en Irak contra el régimen de Sadam Hussein; y, sobre todo, tras el trauma de la deficiente gestión estratégica y política de la posguerra, convenientemente magnificada en su momento por la agitación y propaganda de la progresía antiyanqui.

La derrota de las denostadas tesis "neocon" que guiaron la ejecutoria internacional de George W. Bush, que abogaban por favorecer la extensión de la democracia liberal en el mundo, sobre todo Oriente Medio, como estrategia básica en la guerra contra el terrorismo islamista que se iniciara el 11-S, y a su vez frente a los enemigos de la libertad en general, ha terminado siendo contundente. Lo cual ha acabado construyendo el mejor de los mundos posibles para los tiranos de turno: so capa de supuestamente respetar las soberanías nacionales, y sobre todo ante el mínimo riesgo de empeorar todavía más el estado de cosas existente, nadie tiene derecho a entrometerse en los "asuntos internos" de otros países.

Pero puesto que de lo que se trata es de evitar por encima de todo la impopularidad mediática de las guerras (incluso para combatir a un terrorismo yihadista que atenta cruelmente en suelo occidental), tampoco ataques a la soberanía de otros países merecen la correspondiente respuesta enérgica (si acaso, unas cuantas declaraciones de condena y alguna sanción económica y diplomática), aun a riesgo de convertir en ficción los principios del derecho internacional. De tal forma que el "noalaguerra", la inacción, se han elevado a absolutos del panorama internacional, paradójicamente como en los tiempos de la muy conservadora "realpolitik", que se caracterizaba por su pragmatismo a ultranza y su desprecio de cualquier principio ético y moral en las relaciones exteriores.

El presidente Obama se ha limitado desde el principio a abrazar y poner en práctica una política abstencionista de "realpolitik", que se convierte simple y llanamente en claudicante con motivo de sendas cesiones ante Irán y Cuba... sin que en ninguna de las dos tiranías se haya advertido la menor apertura democrática ni en materia de derechos humanos. Pero eso sí: ningún detalle de la lamentable ejecutoria de Obama en el panorama internacional, donde los Estados Unidos ha procedido como un país decadente y sin pulso, va a estropear un Nobel de la Paz preventivamente concedido.

Nota al margen: mi absoluta decepción con la política exterior "obamita", aunque particularmente no esperaba nada mejor, no me llevaría si fuera norteamericano a votar al estrafalario populista Donald Trump. Y muy a pesar de mis simpatías por el Partido Republicano; o más bien precisamente por eso, dado que Trump representa justo lo contrario de los principios y valores que siempre han caracterizado al conservadurismo estadounidense. Por ejemplo, en esta misma materia de política internacional, esa especie de Jesús Gil a la americana aboga claramente por el aislacionismo y el abandono de los compromisos de Estados Unidos en el exterior, además de limitarse a establecer alianzas de preferencia con... la Rusia de Putin. Con lo cual saldríamos de Guatemala para meternos en Guatepeor.

martes, 20 de septiembre de 2016

ESE "MORALISMO" QUE ¿REGENERA? LA POLÍTICA

 
Que el nacionalismo separatista catalán organice su "performance" de turno para teatralizar su victimismo ante una Justicia "española" que les oprime y persigue por hacer realidad "los deseos de los catalanes", de los que por supuesto ellos son exclusivos intérpretes y depositarios, se ha hecho ya lamentable costumbre. Ahora bien, cabe reparar en un pequeño gran detalle: nadie, ni tan siquiera ninguno de los que sientan cátedra todos los días sobre ejemplaridad y moralidad públicas, ha pedido al señor Homs que abandone su escaño de diputado en el Congreso, pese a hallarse imputado por desobediencia, prevaricación y malversación. A buen seguro que algunos de esos puritanos que tanto nos aleccionan sobre limpieza y regeneración aducirán que, hombre, dado que no se trata de una imputación por corrupción política, no cabe exigir dimisión alguna; con lo cual se ha de concluir que, por ejemplo, ser investigado por apropiarse o hacer un uso indebido de dinero público es lo suficientemente grave como para tener que abandonar un cargo público o electo, pero no incumplir las leyes o actuar contra ese mismo Estado de Derecho del que un político debería ser garante, incluso mediando malversación de fondos públicos. Lo cual denota una concepción de rigor en la exigencia de ética pública y política realmente peculiar... y contraproducente.

Aunque de qué nos vamos a extrañar a estas alturas: ahí tenemos, por ejemplo, a la sílfide partisana Rita Maestre, que continúa ejerciendo de portavoz del gobierno municipal "podemita" de Madrid pese a haber sido, no ya imputada, sino condenada por cometer un delito contra los sentimientos religiosos, esto es, por atropellar derechos y libertades individuales consagrados por la Constitución; o a su "camarada" el concejal Zapata, en el banquillo de los acusados por humillar a las víctimas del terrorismo; o a Cañamero, premiado con un asiento en el Congreso de los Diputados precisamente por hallarse investigado por asaltar una finca y un supermercado... Aunque, claro, los casos mencionados son de héroes y heroínas que se rebelan contra el oprobioso sistema legal y económico burgués, quienes en consecuencia, lejos de dejar sus cargos, han de recibir incluso los parabienes y aplausos de quienes sueñan con derribar algún día el injusto "statu quo"... mientras tantos de los que abogan por su destrucción viven de maravilla dentro de él, eso sí.

De ahí que haya habido quienes, de la misma forma que exhibían grandes rasgados de vestidura a propósito del abortado nombramiento de Soria para el Banco Muncial aunque no pesa sobre él investigación ni acusación alguna, pedían sin embargo la habilitación política de Otegui, torturador y miembro destacado de una organización terrorista y criminal, o preferían esperar a que "decida la Justicia" antes de pronunciarse al respecto. Vamos, que mostrarse confuso a la hora de explicar si se tuvo en el pasado una empresa en un paraíso fiscal te condena irremisiblemente y para siempre, por mucho que hayas tenido la decencia de dimitir; pero haber participado en los crímenes de una banda asesina, no solo no es motivo de reprobación política, sino que en algún caso se llega a presentar hasta como mérito ("luchador por la libertad", "hombre de paz", bla, bla, bla). ¿Es esta la virtuosa corriente "moralizante" que está logrando regenerar la vida política y de la que debemos congratularnos? ¿O nos encontramos más bien ante la prueba del nueve del carácter fariseo de un supuesto exceso de celo "moralista" contra la corrupción, que en realidad no es sino mera estrategia de desgaste hacia el adversario político... sobre todo si se trata del PP?

viernes, 16 de septiembre de 2016

EL RUIDO DE LA CORRUPCIÓN, O SEPARAR EL GRANO DE LA PAJA

Cualquiera que no estuviese muy al tanto de la actualidad, y que simplemente se dejara llevar por el onmipresente ruido político-mediático, podría colegir que tenemos a Juan Manuel Soria calentando vergonzosamente silla en el Banco Mundial. Pero no, resulta que en su momento renunció a optar a un puesto, el de director ejecutivo del organismo, al que tenía perfecto derecho por su misma actividad profesional. Desde luego, no era ni mucho menos el momento más oportuno para presentar su candidatura, y de ahí el revuelo político y mediático generado; pero estirar un "caso" que debió dejar de serlo desde el mismo momento en que hubo rectificación, denota una vez más la intencionalidad de puro y exclusivo desgaste político que esconden supuestas exigencias de pulcritud (siempre ajena, claro). Por desgracia, hace tiempo que, al calor de una demagogia antipolítica triunfante en tiempos de crisis, una atmósfera inquisitorial se ha enseñoreado de la vida pública y política, hasta el punto de decretar la muerte civil de quien tuvo la gallardía de asumir sus propios errores y dejar la política... sin tan siquiera ser investigado o acusado de cometer irregularidad o delito alguno. Pero el empeño por desprestigiar unas siglas para los restos ha de pasar hasta por las consiguientes dosis de persecución personal, y con más razón cuando se trata de alguien que ha tenido la decencia de dimitir.

Eso sí: no les sigue faltando de nada a la Aído o a la Pajín, típicas indocumentadas "zapateriles" que no le llegan a Soria ni a la suela del zapato pero que obtuvieron en su momento la oportuna "colocación" en el organismo internacional de turno, o a la inefable Maleni Álvarez, que fue nombrada vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones pese a ser investigada por el caso ERE, y que cuando no tuvo más remedio que dimitir tras confirmarse su imputación se hizo con una indemnización y una pensión la mar de suculentas. Y qué decir de la exvicepresidenta socialista del Gobierno y tres meses después consejera de la filial eléctrica Chilectra Elena Salgado, un caso de "puertas giratorias" de auténtico libro pero que apenas levantó polvareda alguna... Todo lo cual es otra vez muestra de un flagrante fariseísmo basado en una escandalosa doble vara de medir. 

Rita Barberá, tras abrirle el Tribunal Supremo una investigación por supuesto blanqueo de capitales (en su caso, de la ingente cantidad de 1.000 euros), decidió darse de baja del Partido Popular, y quizá debería haber abandonado también su escaño de senadora; no en cumplimiento de un pacto con Ciudadanos que, según los mismos portavoces del partido "naranja", dejó de estar en vigor una vez derrotada la investidura de Rajoy, sino por la ejemplaridad que ha de prevalecer en estos tiempos de especial desprestigio de la actividad política. Por cierto, alguna vez nos explicarán las razones por las cuales el pacto (de Gobierno) que Albert Rivera firmó con Pedro Sánchez puso el límite del cese o dimisión en la apertura de juicio oral, y en cambio el acuerdo (de investidura) que alcanzaron PP y Ciudadanos lo situaron en la mera imputación. Ahora bien: que exijan la renuncia de quien ha sido una magnífica alcaldesa de Valencia los mismos que mantuvieron como diputado al insigne Pepe Blanco pese a su imputación, o los que no pidieron a Chaves y Griñán que dejaran el partido y el Senado hasta después del suplicatorio, paso que todavía no ha tenido que dar Barberá, no es sino atenerse, en efecto, a la aplicación de una ley: la del embudo.

Por tanto, el PSOE, y muy especialmente Pedro Sánchez, deberían abstenerse de dar lecciones de moral en la materia y de utilizar la corrupción como coartada para empeñarse en su irresponsable política de bloqueo institucional; bastante daño está haciendo ya "Doctor No" a España para que encima haya que soportar tamaña hipocresía. Máxime estos días, cuando un tal Rafael Rubio, militante del Partido Socialista del País Valenciano, continúa en su cargo de coordinador de Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia a pesar de su imputación por ese mismo caso "Imelsa" que ha provocado dimisiones en el PP valenciano; y sin que "Don Limpio" Sánchez le haya conminado a que abandone el puesto. Aunque algo tiene a favor el todavía líder socialista, y bien que lo sabe: que al tal Rubio no le dedican ni la milmilésima parte de minutos en los telediarios que a Rita Barberá, a Soria (pese a que hace tiempo dejó la política)... o a cualquier político del PP que pueda verse mínimamente salpicado. Porque ese doble rasero que se aplica para sí mismo el PSOE, y la izquierda en general, se advierte en la práctica totalidad de las cadenas de televisión, lo cual por otra parte debería mover a la reflexión sobre la política de medios de comunicación llevada a cabo en los últimos años. Aunque eso es harina de otro costal.

Esa misma parcialidad mediática lleva a presentar, por ejemplo, un presunto blanqueo de 50.000 euros como la más gigantesca trama de corrupción de la historia reciente, mientras que construir desde la Junta de Andalucía un entramado para saquear más de 700 millones de euros de dinero público, para más inri destinado a los parados en la región con mayor índice de desempleo de España, se le resta importancia y hasta se llega a sugerir buena intención en quienes de esa manera "socializaban" los beneficios de tan extendida estructura de corrupción. De ahí el argumento utilizado por quienes en el PSOE, y empezando por la mismísima Susana Díaz, no tienen empacho alguno en salir en defensa de la "honestidad" (sic) de Chaves y Griñán, aun después de que la Fiscalía haya pedido inhabilitación para el primero y cárcel para el segundo: que ninguno de los dos ha buscado su enriquecimiento personal. Como si consentir el establecimiento y la consolidación de una inmensa red clientelar apropiándose de dinero público, cuyo fin no es otro que eternizarse en el poder, fuera propio de personas de moral intachable. En cualquier caso, si esta estrategia de blanqueamiento de los imputados Chaves y Griñán emprendida desde las filas socialistas la llevara a cabo alguien del PP para, por ejemplo, siquiera insinuar la "honorabilidad" de Rita Barberá... la crucifixión mediática y política sería inmisericorde.

De la misma forma, desde ciertas terminales se repite una y otra vez el carácter de partido "imputado" del PP, lo que se utiliza incluso como justificación para aislarle políticamente e impedir por todos los medios que gobierne pese a haber ganado dos veces consecutivas, y con cada vez mayor claridad, las elecciones... cuando el PSOE, no es que esté investigado, sino que ha sido condenado en sentencia judicial firme por financiación irregular ("honor" que comparte con Unió): lo cual, si utilizáramos esa misma vara de medir, debería haberle inhabilitado para los restos. Un PSOE que, además, también ostenta el baldón histórico de que dos de sus presidentes, los mismos Chaves y Griñán, hayan sido encausados por la mayor trama de corrupción de la democracia. Pero mentiras repetidas al más puro estilo "goebbelsiano", como que el PP es el partido más corrupto, no ya de España, sino de Europa, o que Rajoy es complaciente o hasta ampara la corrupción, cuando ningún Gobierno como el suyo ha aprobado más medidas ni dotado de más medios para combatirla (y de ahí que hayan salido a la luz casos que en el 99% son del pasado), han logrado un considerable éxito mediático. Aunque, afortunadamente, y tal y como queda patente una y otra vez en las urnas, todavía hay españoles que saben separar el grano de la paja, discernir el inmenso ruido provocado de una algo más serena realidad.

martes, 6 de septiembre de 2016

PEDRO SÁNCHEZ, DE PIRÓMANO A BOMBERO

Visto el parón que en el Congreso de los Diputados han forzado los que tienen en común su visceral animadversión hacia el PP, el Rey Felipe VI ha decidido no abrir de momento una ronda de consultas con los líderes y portavoces de los grupos políticos con representación parlamentaria. Pero tranquilos, que ahí tenemos a la colosal figura del estadista Sánchez; el cual, con su ingente cosecha electoral de 85 escaños, se halla dispuesto incluso a asumir el papel que le correspondería ejercer al mismísimo Jefe del Estado con tal de "buscar una salida" a la parálisis política... que él mismo ha provocado. Ni más ni menos que el mayor pirómano se reivindica ahora como el Bombero Oficial del Reino.

No contento con boicotear de manera contumaz, irresponsable e intransigente al candidato y partido más votados y, con ello, la formación de ese nuevo Gobierno que necesita urgentemente España, pretende encima someter a los españoles a una inmensa tomadura de pelo; a una grandiosa pantomima del tenor de aquella "investidura" a la que se presentó faltándole 46 escaños. Porque si va a "hablar con todos" pero "sin postularse", ¿para qué entonces? ¿Planteará, tal y como ha sugerido, un indigerible tripartito con Podemos y Ciudadanos pese a, no solo el rechazo de los hiperlíderes de los partidos concernidos, sino a que desde su propio partido en Andalucía (esto es, Susana Díaz) le han pedido que "no engañe" con pacto tan "inviable"? ¿Tiene algo que acordar con las formaciones independentistas, vetadas por el propio Comité Federal del PSOE? ¿Y con qué arrestos va a dirigirse al PP tras sus frecuentes y rotundas negativas siquiera a establecer, no ya negociaciones, sino meras conversaciones con Rajoy? Por cierto: ¿los que él mismo definía como "aliados potenciales" del PP por su carácter "derechista" o "conservador", tales como Ciudadanos, PNV e incluso la antigua Convergència, se han convertido por arte de birlibirloque en "fuerzas del cambio"?

"Quousque tandem abutere, Sánchez, patientia nostra?". ¿Hasta cuándo abusarás, Sánchez, de nuestra paciencia?

viernes, 2 de septiembre de 2016

NO PIERDE RAJOY, SINO ESPAÑA

Como estaba previsto, 170 diputados votaron en la primera sesión de investidura a favor de la candidatura de Mariano Rajoy, frente a los 180 en contra del resto de la Cámara. Faltaron solo seis para la mayoría absoluta requerida, pues; recordemos que el candidato Sánchez se quedó a 46. Esta misma tarde habrá una segunda votación en la que bastará una mayoría simple, esto es, más "síes" que "noes", aunque todo indica que, a no ser que alguien convierta de repente su contumaz partidismo y sectarismo en sensatez y amplitud de miras, se repetirá el mismo resultado y no habrá todavía investidura y, por tanto, tampoco Gobierno en plenitud de funciones: parece harto difícil que un mínimo de once diputados se abstengan para que esos 170 escaños sean suficientes.

Eso sí: desde una perspectiva puramente parlamentaria, un Rajoy muy superior al resto volvió una vez más a emerger en el Congreso. Hasta el punto que la principal conclusión que podemos extraer de esa primera sesión de investidura es que, tal y como estaba previsto, el candidato Rajoy perdió la votación, pero salió claramente reforzado de un debate que, pese al tono agresivo, casi general y ya rutinario de "todos contra el PP", ganó dialécticamente por goleada. Para ello, le bastó hacer uso de sus indiscutibles dotes de gran parlamentario, frecuentemente condimentados con su proverbial retranca galaica.

Y es que la España desoladora y apocalíptica que pintaba, y pinta, el estadista Sánchez no casa en absoluto con el hecho de que el PP y Rajoy hayan ganado recientemente las elecciones con 137 escaños y 8 millones de votos, y él mismo en cambio se haya quedado en la ridícula cifra de 85 diputados y 5'4 millones de sufragios: esto es, los peores resultados de la historia del PSOE. Así se lo recordó el propio presidente en funciones quien, con datos tan significativos en la mano, no tuvo impedimento alguno en espetarle el siguiente razonamiento: "si yo soy malo, ¿cuánto de malo es usted? ¿Pésimo?". Ciertamente demoledor.

Sobre la corrupción, "leitmotiv" de la inmisericorde intervención de Sánchez, Rajoy respondió detallando el paquete de medidas tomadas por su Gobierno, sin precedentes en nuestra democracia, y que por cierto tuvieron el voto en contra del PSOE. Porque, en efecto, "no es más limpio el político que más manifiesta su indignación por la corrupción, sino el que más se esfuerza por combatirla". Tras un duro rifirrafe, el candidato clausuró su "cara a cara" con el estadista socialista con la siguiente exhortación: "no le pido que nos apoye, sino que permita que haya Gobierno. Los intereses de España están muy por encima de los personales suyos, señor Sánchez". Pero, en este caso, es como pedir peras al olmo, porque ya se ha encargado de dejar claro el propio "Doctor No" que, para él, el bien de España es un asunto prescindible.

Con serenidad e ironía galaica logró también Rajoy contener el vendaval demagógico, populista y vociferante que a continuación levantaron en el Congreso los portavoces de Podemos y sus "confluencias": el trazo grueso de quienes no ganan elecciones ni de casualidad, pero se arrogan la exclusiva representatividad de "la gente". Concretamente, antológica fue su respuesta al Mesías Iglesias, cuyos conocidos y cargantes alardes de superioridad ética y moral dejó absolutamente por los suelos: "señor Iglesias, es usted estupendo, la quintaesencia de la virtud"; "¿somos genéticamente malos o nos hemos convertido en malos con el tiempo?"; "yo no le reprocho que levante el puño; mientras no sea obligatorio, señor Iglesias"; "algo debemos tener para que la 'gente' a la que usted tanto alude nos vote: así que hágale caso a la gente, señor Iglesias". Fue para enmarcar.

En cuanto a la intervención de Albert Rivera, este se centró en la defensa de las medidas propuestas por su partido y contenidas en el pacto de investidura; gracias a las cuales por ejemplo, y según aseveró, se han acabado los "recortes" en materia económica. En consecuencia, en su respuesta parlamentaria al líder de Ciudadanos, Mariano Rajoy expuso las razones por las que en su momento su Gobierno se vio en la obligación de reducir partidas de gasto público: se heredó un déficit galopante en una coyuntura de recesión económica y bajo la amenaza de intervención de Bruselas. Desde luego, a Rivera hay que agradecerle muy sinceramente su esfuerzo por contribuir a la gobernabilidad de España, pero también darle la bienvenida a la cruda realidad de la política tangible y la gestión de las cuentas públicas.

También con moderación en las formas pero con absoluta firmeza en la sustancia replicó Rajoy a los portavoces del separatismo catalán, ante los que reiteró su defensa sin ambages de la Constitución, las leyes y la unidad de España; una actitud que, como él mismo llegó a resaltar, cabe esperar de un presidente del Gobierno de la nación y que, ya de paso, dejaba sin coartada a cualquier tentación que pudiera albergar Sánchez de intentar pergeñar una alternativa que pasaría necesariamente por el soporte de las fuerzas secesionistas. Respecto de un nacionalismo como el del PNV, al menos hasta ahora pragmático y sin veleidades independentistas, tuvo el candidato un trato más exquisito, máxime habida cuenta de que muy posiblemente se pueda contar con su apoyo tras la celebración de las elecciones autónomicas vascas el 25-S; el mismo portavoz peneuvista, Aitor Esteban, pese a su incendiaria intervención ante la prensa en la víspera (muy propia de un ambiente de precampaña) y a su memorial de agravios durante el debate (qué sería de cualquier nacionalismo sin echar mano del victimismo), al final de su alocución dejó abierta la puerta a futuras negociaciones con el PP. En este caso sí parece aplicable aquella filosofía política que expresara el simpar Romanones: "tengan en cuenta que cuando digo jamás, siempre me refiero al momento presente".

En suma: tras la segunda votación de la sesión de investidura de Mariano Rajoy, que muy probablemente no será la única, quizá Pedro Sánchez haya conseguido tomarse cumplida venganza y desquitarse de su frustración personal de haber sido el primer candidato a la presidencia del Gobierno de nuestra democracia derrotado dos veces en el Congreso. Pero lo malo no es que haya sido vencido Rajoy, que bien al contrario se ha impuesto claramente en el terreno parlamentario y llenado de razones y argumentos para volver a intentarlo, sino que quien pierde es España, que continúa sin un Gobierno que afronte los importantísimos retos que tiene por delante. No parece que haya más remedio que esperar a octubre.