sábado, 29 de noviembre de 2014

EL DÉFICIT ES UN LASTRE

Hoy, en ‪#‎ElPulso‬ de los sábados en La Opinión de Murcia, planteo yo mismo el siguiente debate: ¿debe mantenerse el principio de estabilidad presupuestaria en la Constitución? He aquí mi respuesta, que pretende ser clara y sin ambages: Sí; el déficit es un lastre.

Cabe recordar que quien derogó la ley de estabilidad presupuestaria de Aznar fue Zapatero para que hubiera barra libre en el gasto público, que se disparó con las dañinas consecuencias que todavía colean; si luego reculó y elevó el equilibrio presupuestario a principio constitucional, con el preceptivo acuerdo con el PP, fue debido a una exigencia de Bruselas. El déficit, como ha quedado tantas veces demostrado, es un lastre para la economía en general, que la deteriora, para el funcionamiento y mantenimiento de las prestaciones y servicios públicos, cuya financiación acaba dificultando, y para la creación de empleo, ya que de por sí genera paro. No por casualidad la mejoría de nuestra economía va aparejada a la reducción del déficit. Pero Pedro Sánchez quiere parecerse tanto a Pablo Iglesias II que se enmienda a sí mismo y vuelve al socialismo manirroto y ruinoso de siempre. Tan demagógico como irresponsable.

viernes, 28 de noviembre de 2014

LAS OCASIONES PERDIDAS CONTRA LA CORRUPCIÓN

Informar de los indultos cada seis meses; prohibición de las tarjetas de crédito para abonar gastos de representación; los afiliados deberán participar en la elección de los órganos de dirección de los partidos; suspensión de militancia a quienes se les haya abierto juicio oral por casos de corrupción que conlleven inhabilitación; prohibir las donaciones de personas jurídicas a los partidos políticos y limitarlas en el caso de personas físicas; ilegalizar las condonaciones de deudas a los partidos, que deberán hacer públicos sus presupuestos; se establecerá por primera vez en democracia el delito específico de financiación ilegal de los partidos, se endurecerán las penas de inhabilitación y se garantizará la recuperación del dinero birlado o defraudado; se fijará un plazo máximo de instrucción de los macroprocesos...

He ahí, condensado, el paquete de medidas y reformas legislativas contra la corrupción presentado por el presidente Rajoy en el Congreso de los Diputados. Se trata, por discutibles que puedan ser algunas de las propuestas, del plan 'anticorrupción' más completo y exhaustivo de un Gobierno de la democracia. Por desgracia, hemos tenido que esperar a un periodo de 'digestión' de una crisis económica, durante el cual los sacrificios y privaciones de la ciudadanía en general han llevado a ésta a ser más exigente con el uso de los fondos públicos y especialmente intolerante con la corrupción, para que por fin llegaran iniciativas de tal calibre.

Se dice en estos casos que nunca es tarde si la dicha es buena, si bien han sido demasiadas las ocasiones perdidas: ni tan siquiera durante los últimos años del felipismo, cuando nos desayunábamos con un caso de corrupción día sí y día también, ni inmediatamente después, cuando todavía resonaban los ecos de tamaños escándalos, se emplearon los Gobiernos de entonces con un mínimo de celo legislativo en la materia. Quizá porque la indignación ciudadana contra los desmanes y desfalcos entre la llamada 'clase política', pese a su repercusión mediática, no estaba en aquella época tan extendida: es más, era muy frecuente escuchar afirmaciones exculpatorias tales como 'yo también lo haría'; y muy significativos fueron los 9,4 millones de votos que consiguió en las elecciones generales de 1996 un PSOE absolutamente minado por la corrupción, que aun así fue capaz de cosechar la que se definió como 'dulce derrota': se quedó a apenas 1,2 puntos del PP de Aznar.

Pero el estallido de la crisis económica y sus consecuencias, además de un populismo alimentado por el éxito de la demagogia fácil, ha generado en España una corriente crítica y moralizante de la que cabe congratularse. Y es hora de que además se actúe en consecuencia, sin necesidad de caer en un contraproducente 'savoranolismo'.

lunes, 24 de noviembre de 2014

EL POPULISMO VA GANANDO TAMBIÉN EN ESPAÑA

Como en Grecia (Syriza, ultraizquierda), como en Italia (Movimiento Cinco Estrellas, populismo antieuropeo), como en Francia (Frente Nacional, nacionalismo de ultraderecha), como en Gran Bretaña (UKIP, nacionalismo antieuropeo)... Al albur de la dolorosa digestión de la crisis y el consecuente desprestigio de la llamada 'clase política', fenómenos europeos, también en España el populismo antisistema, enfermedad de la que hasta hace poco parecíamos vacunados, irrumpe ya como primera fuerza política en intención de voto. Ha bastado con que adquiriera suficiente visibilidad, y hasta apoyo mediático, un partido que pudiese aglutinar buena parte de un cada vez más extendido descontento (o más bien cabreo), y que además, bajo un discurso basado en la antipolítica y la demagogia fácil, se presentara como 'nuevo' y radicalmente distinto y distante de un 'sistema' al que se culpa (tan injusta como eficazmente) de todos los males, para que, tras su inesperado éxito en las elecciones europeas, llegue a liderar las preferencias electorales de los españoles.

Desde luego, el panorama que dibuja la última encuesta de 'El Mundo' es más que inquietante: unos ideólogos marxistoides que, sin ir más lejos, tienen al chavismo que continúa oprimiendo y arruinando Venezuela como ejemplo a seguir, e incluso como benefactor, pueden conseguir su objetivo de alcanzar el poder en España. Y en un tiempo récord. Obviamente, la diferencia que señala con respecto al PP, que con ese 26% parece haber tocado suelo (el tiempo dirá si de manera coyuntural), es tan escasa (dos puntos porcentuales) que todo quedaría pendiente de los escaños que, provincia a provincia (Podemos lo tendría mucho más difícil en las más pequeñas, donde es mucho menos conocido), arañara cada uno de los (ahora) tres partidos más votados. Y todavía sería factible la solución de urgencia, en realidad la única salida que propiciaría la supervivencia del vigente régimen constitucional si se acabaran produciendo tales resultados en unas elecciones generales: una gran coalición 'a la alemana' entre el PP y el PSOE.

Sea como fuere, e independientemente de que finalmente lleguen a La Moncloa, el mero hecho de que los antisistema de Pablo Iglesias II logren situarse en las encuestas incluso por delante de los dos grandes partidos que se han ido alternando en el Gobierno (el 'bipartidismo', tan denostado ahora como presente en las democracias más prestigiosas y consolidadas) ha supuesto sin duda un verdadero terremoto electoral de consecuencias todavía imprevisibles; una auténtica sacudida en el corazón del sistema democrático, a su vez, muy indicativa de un hartazgo que, empero, está por ver que se mantenga en el momento de depositar el voto en unas elecciones en las que, esas sí, los españoles nos jugamos las cosas del comer.

Al menos sí hay algo positivo: queda todavía un año para que se celebren comicios generales, tiempo más que suficiente para que los partidos que defienden (o deberían defender) el régimen constitucional nacido de la concordia en 1978, y sobre los que se asienta la estabilidad institucional y política, reaccionen por fin, esto es, que se decidan a hacer política de una vez (en el caso del PP, vuelve a confirmarse que los logros económicos no bastan por sí mismos); y también para desenmascarar la verdadera y oscura naturaleza de quienes, por mucho que se vendan a sí mismos como 'regeneradores' y contrarios a 'la casta', ya muestran un cúmulo de incoherencias, incumplimientos, y hasta irregularidades y comportamientos fraudulentos... y sin tan siquiera haber tocado todavía poder.

domingo, 23 de noviembre de 2014

HAY QUE DEFENDERLA, NO MANOSEARLA


En ‪#‎ElPulso‬ de los sábados en La Opinión de Murcia, mi contrincante Carlos Rodríguez Ibáñez planteó el siguiente debate: ¿es necesaria una reforma constitucional? He aquí mi respuesta en forma de breve artículo.

Los españoles recuperamos las libertades y nuestra soberanía política y nos dimos en 1978 una Constitución de todos, tras enterrar tantísimos años de enfrentamientos cainitas y alcanzando un consenso nacional ejemplar. No deberíamos desperdiciar tan precioso legado, que además dio paso al periodo de mayor estabilidad política, prosperidad y progreso de nuestra historia. Sin embargo, el populismo ´podemista´, emergente al calor de una crisis larga pero coyuntural, aboga, no por la reforma puntual, sino por la tabla rasa para, al modo de su venerado Chávez en Venezuela, imponer sus reglas de juego a la mitad de España: sería volver a las andadas de antes de 1978. Por su parte, el PSOE, siempre acomplejado ante los nacionalismos, cree que con calificar de ´federal´ al muy descentralizado sistema autonómico contentaríamos a quienes solo se contentarían con romper la unidad de España. El momento político actual requiere defender nuestra Constitución, y no manosearla.

lunes, 17 de noviembre de 2014

PABLO IGLESIAS II, ¿COMO LULA?

Se empeñan algunos, especialmente quienes se han pasado, con armas y bagajes y sin solución de continuidad, de la ceja a la coleta, en presentarnos al incontestable (y ay de quien se mueva) líder de la otrora corriente, ahora partido político, de la izquierda antisistema como un buen chico con, eso sí, algunos pecadillos veniales de los que pronto nos olvidaremos; ya que sus 'coqueteos' con los totalitarismos etarra, chavista e incluso islamista, por mucho que durante un pasado inmediato les declarara su admiración, prestara su colaboración y hasta contara en algún caso con su financiación, quedarán definitivamente desterrados de su ideario político y programático cuando el tiempo (y la realidad) le hagan transmutarse en un socialdemócrata moderado.

Vamos, que el de Pablo Iglesias II (el I fue, obviamente, el fundador del PSOE) acabará siendo un caso parecido al de Lula da Silva; quien, en un Brasil lastrado por la insolvencia económica y la cleptocracia, ganó unas elecciones encabezando un partido entonces de tendencia comunistoide y abanderando un populismo atroz, si bien una vez en la presidencia de la República atemperó su ideario doctrinario y se inclinó por el pragmatismo. Es decir, que Pablo Iglesias II será algo así como el Lula español. Ya hay quien le ha comparado hasta con Felipe González y la ilusión que generaba 'el cambio' que anunciaba, quizá sin pararse a pensar en las muchas expectativas defraudadas por un felipismo caracterizado por la apropiación de las instituciones del Estado, la corrupción y un paro galopante.

Es más: según muchos de sus ahora abundantes panegiristas, ya está moderando su discurso y su programa. Semejante aseveración se basaría más bien en una confusión entre los conceptos 'moderación' e 'indefinición', puesto que resulta muy fácil prometer el impago de la deuda, una renta básica 'universal', atar perros con longanizas, el oro y el moro... pero no tanto aterrizar en el terreno concreto y explicar cómo llevar a cabo medidas tan difícilmente realizables y, sobre todo, contraproducentes. Aun así, el nuevo Salvador en la tierra, el mismísimo Cristo redivivo, se encarga cada vez que tiene ocasión de desmentir, de obra y de palabra, a sus aduladores procedentes de la izquierda más o menos 'correcta' (e incluso de una parte, mínima, de la derecha acomplejada): así por ejemplo, y tras ser aclamado, y muy a lo 'casta' por cierto, como guía todopoderoso de la nueva (pero ideológicamente rancia) formación política, no ha tenido empacho alguno en reafirmar su intención de acabar con el régimen constitucional vigente; el que los españoles nos dimos en 1978 tras enterrar tantísimos años de enfrentamientos cainitas y lograr alcanzar un consenso político ejemplar.

Una Constitución que, pese a que reconoce y garantiza el ejercicio de unos derechos y libertades fundamentales que nada tienen que envidiar a las democracias más prestigiosas y consolidadas (en virtud de los cuales, por ejemplo, puede el mismo interfecto manifestarse y expresarse libremente en contra de ella y promover su liquidación, algo que no todas las Cartas Magnas permiten), y que además recoge unos procedimientos para su misma reforma (y para lo cual, como es preceptivo, se requiere asimismo un amplio consenso), se ha permitido comparar con un 'candado' que urge 'abrir'. Un régimen constitucional que quiere derribar a pesar de que, desde su instauración, ha dado paso al periodo de mayor estabilidad política y prosperidad económica de nuestra historia, y cuya crisis actual no se distingue en demasía de la que se está viviendo en toda Europa y Occidente en general. Pues bien, el en el fondo más 'moderado' Pablo Iglesias II no aboga por propiciar un acuerdo político general para reformar aquello que pueda ser susceptible de mejora o adaptación a nuevas demandas, sino simple y llanamente por la tabla rasa, y sin ningún tipo de contemplaciones. Lo que por otra parte no resulta extraño viniendo de la extrema izquierda antisistema, que siempre ha abjurado de nuestra transición política, y en realidad de la democracia parlamentaria burguesa y liberal.

Pretender apoyarse en una mayoría coyuntural para imponer definitivamente sus propias reglas de juego al resto de la sociedad política discrepante, y convertir así las libertades en una ficción y dificultar sobremanera la posibilidad de que la oposición alcance legítimamente el poder, no es proceder propio de Lula, sino de su admirado Chávez. Y en hipotético trance, en España volveríamos a las andadas de antes de la Constitución del 78: de nuevo, media España sometería políticamente a la otra media. Por favor, que la fascinación que despierta el personaje en tantísimos pagos, y en estos tiempos abonados a la demagogia fácil y al populismo maniqueo, no llegue al extremo de intentar hacernos comulgar con ruedas de molino.

sábado, 15 de noviembre de 2014

NI HACIENDO TRAMPAS


Mi respuesta en #ElPulso, sección del diario La Opinión de Murcia en la que participo los sábados. Hoy el debate lo he planteado yo mismo: ¿ha sido el 9-N un fracaso del nacionalismo catalán?

El ejercicio del tan demandado ´derecho a decidir´ de los catalanes se ha plasmado, por obra del nacionalismo catalán, en un grotesco circo seudoplebiscitario: sin censo (hay quien ha votado hasta tres veces), con urnas de cartón y sin garantías de imparcialidad. Una farsa que, no por ridícula, debería dejar de tener consecuencias ante la Justicia, ya que ha supuesto toda una burla, no solo a las reglas de juego de la democracia, sino a la soberanía nacional del pueblo español y al Estado de Derecho. Pero ni haciendo trampas: incluso dando por buenos los resultados publicados por la Generalitat, de los llamados a participar en tamaña pantomima, lo hizo un escuálido 36%; y tan solo un 30% votó a favor de la independencia. ¿En tan exiguos porcentajes se cifra el intenso deseo del 'derecho a decidir'? ¿Esta es la irrefrenable ola independentista que invade Cataluña?

viernes, 14 de noviembre de 2014

SÁNCHEZ: DIFERENTES VARAS DE MEDIR

Tan raudo y terminante en dar de baja a militantes socialistas implicados en el caso de Caja Madrid, como prudente y condescendiente con Chaves y Griñán, sometidos a investigación por el Tribunal Supremo por su posible participación en los ERE falsos, la más ignominiosa trama de corrupción de la democracia. ¿Y a qué se debe semejante diferencia de trato? Porque si el límite lo situamos en la imputación, como ha sugerido el propio Sánchez y aseverado Susana Díaz, usuarios de las tarjetas 'black' como Virgilio Zapatero no han sido, al menos todavía, imputados, y sin embargo con ellos se ha sido absolutamente implacable.

Y es que Chaves y Griñán (por cierto, los dos últimos presidentes del PSOE) son dos verdaderos prebostes del socialismo, a los que a Sánchez le resulta mucho más difícil atreverse a tocarles un solo pelo; y más estando delante, o detrás, Susana Díaz, a la que tanto debe el nuevo secretario general del PSOE. Además, tienen a favor la menor repercusión mediática del caso (al menos respecto al de Caja Madrid, por su naturaleza especialmente escandalosa, o a la trama Púnica, que conllevó un despliegue policial espectacular y convenientemente resaltado por las televisiones): al hecho de que a un progre, como tal depositario de una supuesta superioridad moral, se le suele aplicar una exigencia de responsabilidades políticas mucho más laxa que a alguien del PP, derechista y por tanto sospechoso aunque llegara a demostrarse su inocencia, ni Chaves ni Griñán han sido objeto de ninguna detención ni de la correspondiente 'pena de telediario', causa de tantísimos ceses y dimisiones.

Porque en el ámbito mediático-político todavía hay clases, sí. Y de ahí también las diferentes varas de medir.

domingo, 9 de noviembre de 2014

EL 'BUTIFARRÉNDUM' SÍ DEBE TENER CONSECUENCIAS

El circo seudoplebiscitario que, cumpliendo sus amenazas, ha montado el nacionalismo catalán el 9-N no es más que un espectáculo grotesco; una ópera bufa (con ausencia de censo, urnas de cartón, votos de mentira, participación de 'voluntarios', la única 'supervisión' de los independentistas...) que no cumple los más mínimos y elementales requisitos legales y democráticos y que, como tal, no produce el efecto que perseguían los separatistas, que no era otro que la ruptura de la unidad de España. Pese a los denonados intentos del secesionismo, Cataluña mañana seguirá formando parte de España.

Cierto es, y se lo debemos a la serena pero firme defensa de nuestro sistema constitucional llevada a cabo por las instituciones del Estado, empezando por el Gobierno de la nación como es su obligación. Pero ello no habría de implicar que la celebración del llamado 'butifarréndum', y toda la ridícula parafernalia que ha traído consigo (incluidos 'avances de resultados' hechos públicos por la misma Generalitat), dejaran de tener consecuencias jurídicas (además de políticas), puesto que han supuesto toda una burla, y gravísima, a las reglas de juego de la democracia, a la soberanía nacional del pueblo español y, en suma, al Estado de Derecho. Un monumental fraude que, para más inri, puede sentar un indeseable precedente. Y nada de bromas cuando se trata de garantizar tanto el cumplimiento de la legalidad (nunca se insistirá lo suficiente: sin ley no hay democracia) como, en última instancia, el ejercicio de los derechos y libertades de todos los españoles.

Durante el 9-N en Cataluña, la mera intención de atentar contra la ley sí que ha pasado a actuación pura y dura, y quienes han cometido los delitos de 'desobediencia, prevaricación y malversación' (según el mismo juez de Barcelona que ha rechazado retirar las urnas de cartón), esto es, los miembros del Gobierno autonómico catalán con su presidente a la cabeza, han de responder de sus actos. Y aplicándoles toda la firmeza de nuestro Estado de Derecho. En este sentido, la Fiscalía ha de estar acometiendo la labor de defensa de la legalidad que se espera de ella y, por tanto, acumulando denuncias sobre posibles responsabilidades penales para presentarlas 'ipso facto' ante los Tribunales de Justicia; tal y como ha confirmado, y como no podía ser de otra manera, el Ministro Catalá.

Más en concreto, la actitud chulesca y desafiante de quien según la Constitución es el representante ordinario del Estado en Cataluña no ha de quedar en absoluto impune. El señor Mas debe quedar inhabilitado para los restos, tanto política como legalmente. Y aquí no caben salidas ni soluciones 'intermedias'.

sábado, 8 de noviembre de 2014

HAGAMOS BALANCE

Mi comentario en la sección de ‪#‎ElPulso‬ de hoy, en el diario La Opinión de Murcia, en la que participaré finalmente los sábados. Respondo a la siguiente pregunta: ¿debe dimitir Mariano Rajoy? Argumento mi respuesta en un breve balance de 150 palabras.

Quizá por haber evitado un rescate de Bruselas que se tenía por irremisible (la única salida según tantísimos ´expertos´), y con ello un colapso económico ´a la griega´; quizá porque se crea empleo neto por primera vez desde el inicio de la crisis, y a un ritmo sin precedentes; quizá porque la economía española crece mientras que Francia, Italia y Alemania se estancan; quizá, en suma, porque se vislumbra que la peor herencia (socialista) de la democracia quedará pronto en mal recuerdo. ¿O es debido a que sin alardes, pero con toda la ley, logre Rajoy tumbar los planes y retos del separatismo catalán? Ya, pero... ¿y la corrupción? Bien: no se hubiesen destapado chanchullos como los de Caja Madrid sin el FROB (que es Gobierno), ni tramas como la Púnica sin la Guardia Civil ni la Fiscalía (que son Gobierno). ¿Alguien con semejante bagaje debería dimitir?

miércoles, 5 de noviembre de 2014

OBAMA, EL TÍPICO 'PATO COJO'

No, no parece que la presidencia de Obama, que, según la progresía mediática y política, particularmente la europea, iba a significar un punto de inflexión en la historia de los Estados Unidos, haya logrado cambiar lo más mínimo la mentalidad e idiosincrasia del norteamericano medio. Bien al contrario: esa América profunda, individualista y que abjura del intervencionismo económico, y que nos aseguraban que la revolución obamita lograría convertir en minoritaria, ha conseguido imponerse en las urnas de una manera tan abrumadora que apenas ha habido precedentes: hasta el punto de que los republicanos han batido su propio récord de asientos en la Cámara de Representantes, fijado nada menos que en 1946. E incluso estados de arraigada tradición 'liberal' como Maryland y Massachusetts han elegido gobernadores republicanos.

Y es que Obama y los demócratas han sufrido un batacazo histórico tanto en las elecciones legislativas (a la totalidad de la Cámara de Representantes y a un tercio del Senado) como en los comicios a gobernador. De tal forma que los republicanos aumentan su mayoría en la Cámara Baja (hasta hacerse con 250 escaños, 16 más de los que tenían) y arrebatan a los demócratas la Cámara Alta (con 54 senadores, tres por encima de la mayoría absoluta). Y en cuanto a las elecciones a gobernador, nada menos que 35 de los 50 estados estarán regidos por un republicano. Con todo, Obama también ha batido una marca, en este caso negativa: ha pasado a ser el presidente que más escaños ha perdido en el poder legislativo desde Eisenhower, que abandonó la Casa Blanca en 1960.

Los votantes norteamericanos han querido que Barack Obama sea en el tramo final de su mandato el típico 'pato cojo', un presidente con escasa capacidad de maniobra: a su imposibilidad legal de presentarse a la reelección dado que es su segunda presidencia, se suma el hecho de que deberá afrontar una mayoría adversa en ambas Cámaras, por lo que deberá negociar cada iniciativa a cara de perro. No es desde luego la primera vez que se presenta semejante panorama en la historia de los Estados Unidos, donde el pragmatismo y el que se considera interés general de los norteamericanos suele finalmente imponerse sobre intereses partidarios; máxime cuando allí el representante político debe rendir cuentas directamente ante el electorado de su distrito, que es el que le elige, y no ante la cúpula de su partido. 'Peculiaridad' democrática de la que deberíamos tomar cumplida nota por estos lares.

Sea como fuere, y a pesar de los pesares, Estados Unidos sigue siendo Estados Unidos.

domingo, 2 de noviembre de 2014

DE 'CAPITALISMO', NADA


He aquí mi primera participación en la sección de ‪#‎ElPulso‬ del diario La Opinión de Murcia, donde expondré (brevemente tal y como exige el formato) mis posiciones sobre asuntos de actualidad política todos los fines de semana, y en contraste con la perspectiva izquierdista de Carlos Rodríguez Ibáñez. Hoy respondemos a la siguiente pregunta, que me he permitido plantear yo: ¿Promueve el sistema financiero un 'capitalismo de amiguetes'? 

De los polvos de la politización de las cajas, los lodos del trinque sin distinción; así, fueron usuarios de tarjetas ´black´, además de Blesa y Rato, Virgilio Zapatero (PSOE), Santín (IU), Martínez (UGT)... Uno no entiende cómo tantísimos socialistas en las altas esferas financieras (con MAFO a la cabeza) pudieron permitir, e incluso favorecer, ese 'capitalismo de amiguetes' que Pedro Sánchez se ha permitido denunciar... ahora, y no cuando era asambleario de Caja Madrid; ¿o, más bien, dado el intervencionismo político del felizmente fenecido régimen de cajas de ahorro implantado (por el PSOE) en 1984, cabría calificar semejante conchabeo de 'socialismo de amiguetes'? Porque que unas entidades financieras se encuentren politizadas hasta el tuétano y no se rijan por criterios de racionalidad económica no es propio del capitalismo, sino todo lo contrario. Y ha sido el actual Gobierno el que por fin ha reformado y despolitizado el sistema financiero.