miércoles, 26 de febrero de 2014

EL ESTADO DE LA NACIÓN: LA DERECHA, MALÍSIMA


En un discurso, el del presidente Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación, centrado casi exclusivamente en la economía (con el esperado anuncio de bajadas de impuestos y, además, medidas fiscales para favorecer la creación de empleo) y el reto separatista del nacionalismo catalán, uno resaltaría la siguiente frase: 'Queremos la unidad de España para honrar nuestra historia y garantizar nuestro futuro'. En efecto, ahí residen las dos principales y más poderosas razones de la defensa de la unidad y soberanía de la nación española. El uso de la pedagogía política resulta de capital importancia en un régimen de opinión pública, y más para hacer frente a desafíos como el planteado por el secesionismo catalán; pues bien, el presidente del Gobierno, en el papel que por supuesto cabe esperar de él, últimamente se está empleando a fondo en ese menester. Y cabe felicitarse por ello.

En cuanto al balance del debate en sí, una vez más, Rajoy se ha impuesto claramente a Rubalcaba en su cara a cara en el Parlamento con el todavía líder socialista, y sin apenas despeinarse. Pero puede dar la impresión de que, de nuevo también, no ha querido hacer sangre y le ha dejado escaparse vivo. Quizá porque le conviene tenerle enfrente como contrincante, dado su pasado reciente en esos mismos Gobiernos del PSOE que nos han llevado a una situación económica calamitosa; algo que, muy significativamente, esgrime continuamente el presidente del Gobierno como poderoso argumento de la falta de autoridad moral del jefe de la oposición.


Sea como fuere, resulta indicativo de la pérdida de facultades dialécticas de Rubalcaba (si es que alguna vez las ha tenido) que éste se vea obligado a echar mano de un artículo que Rajoy escribió ¡en 1983! para corroborar el 'leitmotiv' de su discurso: que el presidente del Gobierno es muy de derechas, y que la derecha es ruin y malvada por naturaleza. Así pues, las medidas impopulares tomadas por el Ejecutivo del PP no se deben a la necesidad de sanear una economía maltrecha por años de socialismo, sino al mismo carácter congénitamente cruel de la derecha. De ahí que el líder comunista Cayo Lara lo expresara de manera tan gráfica (y grosera): las políticas del PP buscan 'joder a los ciudadanos'. Vamos, que la derecha es tan sádica que hasta se deleita fastidiando y provocando un estado de enfado generalizado en un electorado al que muy pronto pedirá el voto.


No como la izquierda, cabría añadir, que, en distinto grado según sea su versión moderada o radical, ama tanto a los pobres que cuando gobierna los genera por millones. Y bien que lo sabemos y sufrimos en España, sin ir más lejos.

jueves, 20 de febrero de 2014

EL MUNDO IDEAL DEL 'NOALAGUERRA'

Los convulsos acontecimientos que se están desarrollando en Siria, Venezuela y Ucrania se deben a diferentes y particulares causas no siempre comparables, pero coinciden en dos aspectos fundamentales: en sendos casos, los regímenes establecidos, en mayor o menor grado dictatoriales, están empleándose sin contemplaciones, a sangre y fuego, contra la oposición política; y además, vienen produciéndose ante la escandalosa inacción de una comunidad internacional, la de las potencias democráticas, que debería velar por la defensa de los principios de la libertad y la democracia, o al menos el respeto a los derechos humanos. Es sin duda consecuencia del definitivo triunfo en Occidente del buenismo pacifista del 'noalaguerra' que comenzara a gestarse en las reacciones contrarias a la segunda intervención militar de los Estados Unidos en Irak contra el régimen de Sadam Hussein; y, sobre todo, tras el trauma de la deficiente gestión estratégica y política de la posguerra, convenientemente magnificada en su momento por la agitación y propaganda de la progresía antiyanqui.

Se trata de una contundente derrota de las denostadas tesis 'neocon' que guiaron la ejecutoria internacional de George W. Bush, que abogaban por favorecer la extensión de la democracia liberal en el mundo, incluido Oriente Medio, como estrategia básica en la guerra contra el terrorismo islamista que se iniciara el 11-S, y a su vez frente a los enemigos de la libertad en general. Lo cual ha acabado construyendo el mejor de los mundos posibles para los tiranos de turno: so capa de supuestamente respetar las soberanías nacionales, y sobre todo ante el mínimo riesgo de empeorar todavía más el estado de cosas existente, nadie tiene derecho a entrometerse en los 'asuntos internos' de otros países. Tal es el principio que se ha elevado a absoluto en el panorama internacional, paradójicamente como en los tiempos de la muy conservadora 'realpolitik', que se caracterizaba por su pragmatismo a ultranza y su desprecio de cualquier principio ético y moral en las relaciones exteriores.

De tal forma que ahora son absolutamente inconcebibles, no ya posibilidades de intervención militar, que por supuesto que no, sino ni tan siquiera amenazas basadas en sanciones de tipo económico y/o diplomático a los regímenes liberticidas. Porque de la misma forma que, en virtud del retorno a la amoral 'realpolitik', no se nos perdía nada en Irak, nada se nos pierde ahora ni en Siria, ni en Ucrania, ni en Venezuela. Por tanto, ya pueden las dictaduras masacrar a placer cualquier contestación interna y atropellar con ello los derechos individuales más básicos, que nadie les va a tocar un pelo en nombre de la paz mundial; y qué mejor que la de los cementerios.

Enhorabuena, pues, al buenismo pacifista: este es el mundo ideal, feliz y de hombres buenos y benéficos que ha logrado propiciar. Con la aquiescencia, eso sí, de Gobiernos de todos los colores.

miércoles, 19 de febrero de 2014

APOYO A LA GUARDIA CIVIL


Que la oposición socialista, hace tan solo dos años en el Ejecutivo, utilice la lucha contra la inmigración ilegal, un asunto que debería ser de Estado, como arma arrojadiza contra el Gobierno del PP, y además haciendo uso de una vil estrategia carroñera, resulta ya de por sí lamentable. Pero que encima su todavía líder, que llegó a ser titular del Ministerio del Interior y cuyos resortes, por cierto, utilizaba sin miramientos, ataque a la mismísima Guardia Civil, es verdaderamente sangrante. Por supuesto que los últimos hechos trágicos acaecidos en la frontera con Marruecos han de ser objeto de la más minuciosa investigación, por mucho que en anteriores y similares ocasiones, es decir, cuando gobernaba el PSOE, no se actuara en absoluto con la misma transparencia; pero, por favor, sin contribuir irresponsablemente a un 'efecto llamada' que ya se está produciendo a mayor gloria de las mafias que trafican con el sufrimiento humano.

Mientras tanto, mi modesto y particular apoyo y reconocimiento a nuestra Guardia Civil en su diario, difícil y heroico desempeño de garantizar el cumplimiento de la ley en nuestras fronteras, protegerlas y, por tanto, evitar la entrada de inmigración ilegal con un uso proporcionado de la fuerza. Sin que, por cierto, determinados burócratas de Bruselas muevan un solo dedo; porque resulta muy fácil y queda muy 'progre' limitarse a dar lecciones de defensa de derechos humanos a un Gobierno de derechas mientras éste se encarga en solitario de velar por la legalidad, la seguridad y el orden en la mismísima puerta de Europa.

lunes, 17 de febrero de 2014

¿UNA 'GROSSE KOALITION' A LA ESPAÑOLA?

Hay quien vaticina una 'Grosse Koalition' a la española, algo inédito en nuestra historia, como salida más factible a la considerable fragmentación parlamentaria que señalan las encuestas, como la del diario 'ABC'. Sin embargo, se debe tener en cuenta, en primer lugar, que restan todavía dos años de legislatura, toda una eternidad en política; durante los cuales el partido del Gobierno, que pese a todo su desgaste continúa liderando con cierta claridad las preferencias de voto de los españoles, puede verse beneficiado si la recuperación económica empieza a notarse en el bolsillo del ciudadano medio y acaba con ello logrando finalmente un crecimiento suficiente de escaños que no haga necesario un pacto a varias bandas y de naturaleza estrambótica (como sería un acuerdo con UPyD y nacionalistas, por ejemplo). De todas formas, cabe recordar que la legislatura de 1996-2000, en la que el partido gobernante, entonces el PP de Aznar, contó con menos diputados (solo 156), acabó siendo la más fructífera, duradera y estable de la democracia; si bien aquellos pactos que propiciaron la gobernabilidad (con CiU, PNV y CC), y que serían impensables (e indeseables) hoy en día dado el mayor radicalismo del nacionalismo, se caracterizaron, gustaran o no, por su absoluta transparencia y vocación de permanencia.

En Alemania llegan a acuerdos de Gobierno los dos grandes partidos nacionales, la CDU (democristianos) y el SPD (socialdemócratas), en alguna de estas dos coyunturas: bien en situaciones que se considera de emergencia nacional, bien cuando el partido que ejerce de 'bisagra' (los liberales del FPD, o los Verdes) no logra los escaños suficientes como para asegurar la gobernabilidad, como ha ocurrido tras los últimos comicios pese a que Angela Merkel se quedara a un paso de la mayoría absoluta. Pues bien, en España UPyD puede desempeñar el papel que para sí quiso el CDS de Suárez, el de los liberales alemanes, y en este sentido cabría felicitarse de que la estabilidad política dependiera por fin de un partido de vocación nacional, y no de los nacionalistas como ha sido común hasta ahora. Y si ello no fuera posible, una política de Estado con mayúsculas y que tuviera como norte el interés general de España debería llevar a una gran coalición, o al menos a un acuerdo de mínimos, entre el PP y el PSOE, con el fin de consolidar la recuperación económica y hacer frente común al separatismo. Aunque ese posible escenario se antoja francamente difícil, dado que la actual política de oposición del PSOE consiste fundamentalmente en rechazar todas y cada una de las reformas y medidas económicas tomadas por el PP y prometer su derogación nada más alcanzar el poder.

Y es que sobre el 'no a todo', que sería también la premisa de un posible pacto, en este caso 'a la balear', de 'todos contra el PP' (la verdadera aspiración de Rubalcaba), resulta imposible construir cualquier Gobierno con una mínima orientación política e ideológica. Por tanto, la apelación al voto útil en torno a un centro-derecha nacional, articulado, fuerte y sólido se haría más necesaria que nunca.

jueves, 6 de febrero de 2014

LA IDEOLOGÍA POR ENCIMA DEL DERECHO


Asesora del Gabinete en tres Ministerios: primero en el de Justicia e Interior que dirigía Juan Alberto Belloch, ya en 1995; muchos años después en el de Justicia que encabezaba Juan Fernando López Aguilar; y poco después, en el de Igualdad que encarnaba Bibiana Aído. En Gobiernos distintos, pero todos ellos socialistas. Y más recientemente, elegida suplente en el turno de juristas del Consejo General del Poder Judicial... a propuesta del PSOE, cómo no. He aquí el significativo historial, puramente político, de la señora ponente del lamentable auto de la Audiencia Provincial de Madrid, que, como es sabido, se ha permitido calificar un acto de acoso y ataque a la intimidad personal y familiar de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría como 'mecanismo ordinario de participación democrática y expresión del pluralismo de los ciudadanos'. Entonces cómo habría de ser un mecanismo extraordinario, cabe preguntarse. 

Queda claro en cualquier caso que a la señora Valldecabres, pese a que en su momento le escandalizara que unos manifestantes 'pro-vida' acudieran al pueblo de la exministra Aído a mostrar públicamente su disconformidad con la ley zapateril del aborto, no solo no le importará, sino que le entusiasmará como defensora a ultranza de la 'participación democrática', que cualquier grupo más o menos vociferante se plante en el umbral de su domicilio para, por ejemplo, transmitirle su desacuerdo con cualquier sentencia suya. Porque ancha es Castilla si, por motivos exclusivamente ideológicos e indicativos a su vez de un sectarismo atroz, hacemos de la coacción y el insulto comportamientos asumibles dentro de un derecho a la manifestación que, de paso, convertimos en absoluto y, por tanto, en detrimento de los más elementales derechos y libertades individuales.

Hemos asistido ni más ni menos a un nuevo ejemplo de la aplicación del 'uso alternativo del Derecho', tan caro a la progresía judicial, que consiste en forzar la interpretación de las leyes en vigor para adaptarlas a una supuesta 'realidad social' concebida  por determinados prejuicios ideológicos. Es decir, situar la ideología por encima del Derecho. Dado que autos y sentencias de este tipo sientan jurisprudencia, corresponde ahora al legislador emprender las reformas necesarias para evitar que continúen impunes semejantes atropellos a la libertad individual y a derechos fundamentales como a la intimidad personal y familiar. Porque le puede tocar a cualquiera.