jueves, 31 de marzo de 2011

UN ASUNTO TABÚ QUE HABRÁ QUE ABORDAR


El copago serviría en principio para disuadir del uso abusivo de determinados servicios médicos, por ejemplo de las consultas; pero, amén de que significaría costear de nuevo una prestación supuestamente ya cubierta por nuestros impuestos, por sí solo ni mucho menos resolvería los problemas de financiación del sistema sanitario público. En cualquier caso, el presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, en ningún momento de su polémica alocución hizo referencia alguna al vocablo de marras, sino a la posibilidad de que los ciudadanos 'también tengan que asumir parte del coste de esos servicios (sanitarios y educativos), en el porcentaje que sea'. Quizá el hecho de que anteriormente algún alto cargo del Gobierno socialista sí haya defendido de forma abierta el copago, sin que por cierto se levantara entonces la más mínima polvareda política y mediática, haya contribuido a identificar la propuesta de Valcárcel con tan impopular medida.

Lo único que se le puede reprochar al presidente autonómico murciano es haber sido tan políticamente incorrecto como para plantear de forma descarnada un asunto que se presta fácilmente a la demagogia, y para más inri a apenas dos meses de unas elecciones que le competen a él directamente. Que los políticos no se pronuncien con la suficiente claridad y sinceridad es una queja muy generalizada, y cargada de razón; ahora bien, cuando lo hacen y además exponen una realidad incómoda, resulta inevitable que le lluevan improperios de todas partes: en este caso, tanto a derecha, por complejos, como a izquierda, por obvias razones políticas y electorales.

Y es que, a fuerza de repetir que la sanidad que tenemos en España, y en general en la Europa del llamado Estado del Bienestar, es 'universal' y 'gratuita', hemos vivido durante muchísimos años en una auténtica ficción, cuando la cruda verdad es que se trata de un servicio muy costoso y, debido a deficiencias del actual sistema, altamente deficitario. Que sea pública no implica que tenga el privilegio de disfrutar de ingresos infinitos y financiación inagotable, ya que en este ámbito, por mucho que todavía pretendan convencernos de lo contrario, no deja de aplicarse el principio básico de la economía: que los recursos son limitados. Y, por supuesto, ocurre tres cuartos de lo mismo con nuestro sistema educativo. Nadie como que quien preside la Administración que ostenta la competencia de esos servicios, en este caso la Comunidad Autónoma, puede ser más consciente de ello; máxime cuando el Gobierno de Zapatero se empeña en no reconocer a 450.000 nuevos murcianos y, como tales, potenciales usuarios de la sanidad y la educación públicas.

Desde luego, la solución a las dificultades de financiación de los servicios básicos no reside en el copago, pero sí en introducir racionalidad y eficiencia en la administración, que pasa por aplicar criterios privados de gestión y propiciar una mayor participación de la iniciativa social. Se trata de un asunto tabú que, tarde o temprano, habrá que abordar, aunque quizá no haya más remedio que esperar a que se celebren las próximas elecciones... generales. Si nos limitamos a crucificar, sobre todo si es un político del PP, a quien se atreva a plantear sin reservas problema tan acuciante, entonces sí que pondremos en peligro la calidad, viabilidad y supervivencia del mismo sistema sanitario y educativo que queremos preservar.

lunes, 28 de marzo de 2011

SI 'ETA NUNCA MIENTE', ENTONCES...


'ETA nunca miente'. Esta fue una de las frases más repetidas por el PSOE y sus adláteres inmediatamente después de que la organización terrorista desmintiera públicamente cualquier participación suya en los atentados del 11-M. Por ejemplo, Jesús Caldera, en aquellos días mano derecha de Zapatero, se pronunciaría en estos términos: 'Por desgracia para todos, ETA suele decir la verdad'. Se llegó al extremo de concederle más credibilidad a una banda de criminales que al entonces Gobierno legítimo de España, que era en cambio el que engañaba a los cuidadanos, manipulada versión que se encargaría de resaltar en plena jornada de reflexión electoral el en aquel tiempo portavoz socialista, por supuesto Rubalcaba. Quién si no iba a protagonizar uno de los episodios más bochornosos de nuestra democracia.

Pues bien, los mismos que elevaron la palabra de la ETA a la categoría de ley, deberían aplicarse el cuento una vez que ha salido a la luz el contenido de las actas incautadas al jefe etarra Thierry; que, máxime si aplicamos esa doctrina sentada por el socialismo y sus corifeos tras el 11-M, son totalmente demoledoras tanto para el Gobierno actual, como para determinadas aspiraciones sucesorias. Por mucho que sea cierto que no ha de ser la banda asesina la que confirme lo que es una absoluta certeza: que el chivatazo a la ETA fue una decisión política tomada en el marco de aquel malhadado y vergonzante 'proceso de paz', y que como tal fue llevada a cabo por altos cargos políticos y policiales del Ministerio del Interior dirigido por Rubalcaba. Que todavía el siniestro 'Rasputín' cántabro, no solo se permita dar lecciones de ética y política e incluso hacer gracietas sobre tan hediondo asunto, sino que además suene como heredero del presidente del Gobierno, denota la grave enfermedad moral y democrática que sufre nuestro país.

viernes, 25 de marzo de 2011

NO ES SINDE, ES ZAPATERO


La Orden Ministerial que regula ese atraco legalizado llamado canon digital ha sido oportuna y venturosamente anulada por la Audiencia Nacional, que ha aducido importantes defectos de forma en su tramitación: concretamente, la ausencia de memorias justificativas y económicas y de un dictamen del Consejo de Estado, pasos preceptivos en la elaboración de un reglamento dictado en ejecución de una Ley, en este caso la de Propiedad Intelectual. Si bien la sentencia no entra a cuestionar la legalidad del canon, algo que sí hizo en su momento el Tribunal de Justicia de la Unión Europea al declararlo contrario al Derecho comunitario en lo que atañe a empresas y profesionales, el hecho de que el cobro de este impuesto injusto y confiscatorio se haya basado en una Orden declarada nula de pleno derecho incide más si cabe en la gravedad y la magnitud del atropello perpetrado; por muy complicado que resulte ahora lograr la devolución de las cantidades recaudadas, o más bien robadas, justa pretensión a la que en cambio no ha accedido la Audiencia al carecer de competencia en una materia de naturaleza jurídico-privada.

De todas formas, se trata de un nuevo revés del Gobierno socialista y de los consabidos y onerosos intereses de determinados poderes fácticos que le prestan su apoyo, desde luego que de manera nada altruista. Y aunque tamaño correctivo (y van...) se personaliza en Ángeles González Sinde, actual Ministra de Cultura y, tal y como ella misma se encargó de reconocer, celosa guardiana de los privilegios adquiridos coactivamente por el artisteo 'zejatero' y los forajidos de la SGAE, cabe recordar que la normativa de marras entró en vigor con el inmerecidamente alabado (aunque en el mundo de los ciegos, el tuerto es el Rey) César Antonio Molina al frente del departamento de la cosa. Por tanto, no es un Ministro concreto el derrotado, sino la paulatina construcción de un entramado de favores y latrocinios al abrigo de un poder al que, como contrapartida, se ensalza para contribuir a su mantenimiento. No es Sinde, es Zapatero.

miércoles, 23 de marzo de 2011

EL 'EXPEDIENTE X' DEL GORILA


Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa sometieron a examen en un jugoso y mordaz ensayo, 'Manual del perfecto idiota latinoamericano', que tuvo sus continuaciones en 'Fabricantes de miseria' y 'El regreso del idiota', a una especie de líder político y social por desgracia demasiado frecuente en la maltratada América Latina: populista hasta la extenuación, demagogo impenitente, aferrado a las consignas de unos idearios trasnochados y fracasados que, allí donde se imponen, no generan sino pobreza y desolación. Y que además de vez en cuando nos regala alguna que otra 'perla' que pone seriamente en entredicho su equilibrio mental.

Pues bien, el actual gran gurú de la perfecta idiotez izquierdista latinoamericana y... española nos anuncia la nueva cruzada del socialismo del siglo XXI: averiguar si el malvado y depredador capitalismo, no contento con arrasar nuestro planeta, también cometió genocidio en Marte al imperialista modo. Investigar la limpieza étnica de marcianos, al fin y al cabo hijos del Creador, supondrá el rescate de los tristemente olvidados 'expedientes X', para lo cual el Gorila Rojo tomará el relevo del agente Mulder, e incluso se rumorea que Cristina Fernández de Kirchner se prestará a sustituir a Dana Scully. Qué mejor pareja para encabezar tan magna misión, encaminada a que se persigan los crímenes cometidos por el salvaje neoliberalismo interplanetario y se haga de una vez justicia con las víctimas alienígenas. ¿Y qué tal Garzón, que no querrá perdérselo por nada del mundo, en el papel del Director Adjunto Skinner?

La verdad está ahí fuera. Y la estupidez, dentro de algunos. Aunque la sacan a relucir más de la cuenta.

lunes, 21 de marzo de 2011

GUERRAS E IRONÍAS DE LA HISTORIA


Ha habido que esperar a que el sanguinario tirano Gadafi consiga llegar a las mismísimas puertas de Bengasi, bastión rebelde, para que una coalición de democracias occidentales se decidiera por fin a intervenir militarmente en Libia. Qué tiempo más precioso se ha perdido entre dimes, diretes, tiras, aflojas y tantísimas dosis de retórica hueca. Cuántas vidas inocentes se hubieran podido salvar de la cruel masacre perpretada. Pero es el signo de los tiempos: un burocratizante 'multilateralismo', elevado a principio absoluto en el panorama de las relaciones exteriores, impide tomar medidas inmediatas, no ya ante amenazas a la seguridad internacional, sino incluso contra los peores atropellos a los derechos humanos; cuya defensa debería constituir norte y fundamento irrenunciable de Occidente, tanto dentro como fuera de sus fronteras.

De tal forma que si la Liga Árabe, que no tardará en desmarcarse si el conflicto se enquista, no hubiera dado su visto bueno, y si China y Rusia no se hubiesen abstenido en el Consejo de Seguridad de la ONU, el dictador libio, inmisericorde, continuaría aniquilando a placer a su propio pueblo. A estas alturas, ni tan siquiera se ha extraído ninguna lección de la reciente y cruda experiencia de la Guerra de los Balcanes, en la que, recordémoslo, los aliados occidentales, reticentes a involucrarse militarmente, acabaron interviniendo bajo el mando de la OTAN (por cierto, sin el 'plácet' de Naciones Unidas); aunque tan a deshora que para entonces Milosevic estaba ya culminando su macabra limpieza étnica. Ojalá que en esta ocasión no sea demasiado tarde.

En cualquier caso, esta guerra (sí, guerra) declarada al régimen dictatorial norteafricano no puede tener otro final que la expulsión de Gadafi, y sin contemplación alguna, del poder. Máxime cuando se trata de proteger al pueblo libio de los abusos del sátrapa. En este sentido, tampoco ha de repetirse el fatal error de la primera Guerra del Golfo, que precisamente provocaría su continuación postrera: tras liberar Kuwait, determinadas consideraciones geoestratégicas, tan sesudas como desacertadas, llevaron a Bush padre a no mover un solo dedo por el derrocamiento de Sadam Hussein, quien, instalado sin límites en el absolutismo, continuaría reprimiendo Irak y desafiando a la comunidad internacional. Semejante desaguisado tuvo que arreglarlo otro Bush, su hijo, doce años después, si bien la democratización de Irak no ha estado desde luego exenta de traumas y adversidades.

Precisamente el temor a que Libia se convierta en un nuevo Irak o en otro Afganistán, esto es, que la guerra contra Gadafi, o más bien la gestión de la posguerra, genere también un atolladero de complicada salida, ha retraído a un Obama ya de por sí petrificado por su inoportuno Nobel de la Paz. Afortunadamente, su Secretaria de Estado, más afecta a la 'realpolitik', le ha hecho ver la conveniencia de la intervención norteamericana, aunque finalmente será limitada. Esta voluntaria pérdida de protagonismo, bastante preocupante en quien por tradición liberal y democrática y potencial militar debería liderar siempre las causas por la libertad y contra la tiranía, conllevará un mayor peso específico del Reino Unido y, sobre todo, de Francia, dispuesta en este caso a recuperar su 'grandeur' para mayor gloria de Sarkozy; quien, apelando al votante más chauvinista, puede además haber encontrado un linimento que alivie sus hasta ahora negativas perspectivas electorales. En cualquier caso, cabe esperar que este cambio de papeles no sea óbice para que las operaciones militares de la coalición alcancen sus objetivos sin excesivos problemas.

En cuanto a la posición que debe adoptar nuestra nación, y al margen de la flagrante hipocresía y la irritante incoherencia de quienes llegaron al Gobierno bajo el facilón y demagógico eslogan de 'no a la guerra', España debe situarse incondicionalmente al lado de las potencias democráticas occidentales y prestarles el apoyo que sea menester. Como en el Golfo Pérsico, como en Afganistán, como en Irak. Por nuestro lugar en el mundo, en el Occidente de la libertad y la democracia, y también en este caso por nuestra situación geográfica, en el Mediterráneo europeo junto a Italia y la propia Francia. Que el mismo presidente que, como primera medida, nos cubriera de vergüenza al ordenar a nuestras tropas su huida de Irak, termine prácticamente su lamentable ejecutoria metiéndonos, y muy de lleno, en una guerra, no es sino una ironía de la historia. Y ya pueden ciertos 'pacifistas' irreductibles disfrazar esta realidad como quieran.

jueves, 17 de marzo de 2011

'APOCALIPSIS NUCLEAR' EN TOKYO

Una seria advertencia: Las imágenes que se emiten en el presente vídeo, captadas por un compatriota residente en la capital nipona, pueden herir la sensibilidad de quienes las visionen; sobre todo, si se trata de euroburócratas cantamañas, corresponsales, responsables de informativos o directores de medios de comunicación que pretendan incidir en el alarmismo generado, y, por supuesto, furibundos antinucleares.

martes, 15 de marzo de 2011

ESTADO DE MIEDO


Lástima que el devastador terremoto que ha sufrido Japón no haya coincidido con el mandato del mefistofélico Bush, o de algún presidente republicano que, más o menos afecto a los 'ultras' del 'Tea Party', sea contrario a seguir a pies juntillas las indubitables prescripciones de la verdad revelada 'verde'. Ya se hubiera señalado a un culpable, por supuesto 'yanqui', con nombre y apellido. Eso sí, la inefable ecoprogresía, inasequible al desaliento, ha tenido a bien aprovechar la conmoción mundial provocada por el desastre nipón para intensificar su campaña contra la energía nuclear: ha visto la ocasión pintiparada para volver a situar en el primer plano de la actualidad una de sus 'causas' fundamentales, últimamente muy de capa caída.

Lo cierto es que, contando como siempre con la inestimable ayuda de la mayor parte de los medios de comunicación, tan dados en estos casos al sensacionalismo, lo ha conseguido plenamente. Para ello, no ha ahorrado en el uso de mentiras y medias verdades, auténtica 'marca de la casa', con el fin de intentar confundir y manipular a una opinión pública ya de por sí inquieta y perpleja. Desde luego, la comparación con el accidente nuclear de Chernóbil es absolutamente intencionada: se trata de colocar una tragedia derivada tanto de la incompetencia técnica como del desprecio a la vida humana, propios del sistema comunista, exactamente al mismo nivel que unos daños provocados por una catástrofe natural con escasísimos precedentes en la historia. Falsificación muy burda, pero tremendamente efectiva si se tiene en cuenta que este tipo de mensajes calan en una población mayoritariamente desinformada; a la que tendremos que acabar explicando, ante las pretensiones 'ecolojetas' de convertir el efecto en causa, que lo que aconteció en Japón fue un terremoto de colosales dimensiones, y no un desastre nuclear.

También se oculta deliberadamente el hecho, ciertamente significativo, de que un seísmo tan demoledor únicamente ha provocado el cierre de once plantas nucleares (y tan solo ha afectado gravemente a una de ellas, la de Fukushima), y que el resto, concretamente 43, siguen en funcionamiento. Sin embargo, y sin tan siquiera esperar a detectar posibles fallos de seguridad y averiguar supuestos daños y la verdadera magnitud de los mismos, los grupos de presión de la ecoprogresía ya han dado su veredicto inapelable: hay que generar un 'tsunami' humano que arrase con cualquier vestigio de energía nuclear en el mundo. Incluidos aquellos lugares que tengan escasas o nulas posibilidades de sufrir el menor movimiento de tierra. Porque, quién sabe, el Apocalipsis, en forma de implacable ira de la Madre Naturaleza, puede llegar en todo momento y a cualquier rincón del orbe; sobre todo si, como ha sido el caso del pronuclear Japón, cometemos el gravísimo pecado de no ser fieles a las enseñanzas del catecismo 'verde', cuyo incumplimiento visto está que acarrea castigos terribles.

Es especialmente en situaciones de convulsión e incertidumbre generalizadas, en las que se acentúan los temores y las demandas de seguridad por encima de cualquier otra consideración, cuando los apologistas 'rojiverdes' del catastrofismo se mueven como pez en el agua. Como denunciaba el célebre novelista y cineasta Michael Crichton en una de sus novelas, es del 'estado de miedo', muchas veces inducido, de donde saca provecho y halla su supervivencia el poderoso 'lobby' ecoprogre, que se empeña en que la energía que consumamos siga siendo cara, ineficiente y, en algunos casos, contaminante. Y es que, en realidad, prevalece la defensa de determinados intereses corporativos; y qué mejor manera de disfrazarlos que por medio de un discurso supuestamente comprometido con la protección del medio ambiente... y de nuestra propia vida.

jueves, 10 de marzo de 2011

¿QUIÉN ACABÓ CON LA MILI?


Afortunadamente, hace ya tiempo que el Estado no obliga a los jóvenes varones españoles a emplear un valioso año de su vida en el servicio militar; y que, en consecuencia, y tal y como corresponde a un país moderno y desarrollado, nuestro Ejército se halla plenamente profesionalizado. Ahora bien, conviene precisar de dónde partió la iniciativa de terminar con el reclutamiento forzoso y quién la llevó finalmente a cabo, no vayamos a confundir a la opinión pública y, sobre todo, a una juventud que en la actualidad solo conoce la 'mili' de vagas referencias. Porque, pese a lo que pudiera dar a entender el acto oficial que conmemoraba el décimo aniversario de su supresión, no fue obra del muy 'pacifista' Gobierno de Zapatero; ni, por supuesto, de la actual Ministra de Defensa doña Carme Chacón, por mucho que pretendiera apuntarse tal mérito en su carrera como aspirante a la candidatura a la presidencia del Gobierno.

Tampoco desapareció el servicio militar obligatorio con la venida de la democracia, ya que tras la muerte de Franco permaneció la friolera de 25 años; incluidos los casi catorce de Ejecutivos socialistas de Felipe González, que, por cierto, no tuvieron empacho alguno en enviar a soldados de recluta a zonas de conflicto. Hubo que esperar a que llegara un Gobierno del PP, el presidido por el comúnmente tachado como 'belicista' José María Aznar, para que por fin acabara la mili. Concretamente, en 1999, con Eduardo Serra de Ministro de Defensa, se anunció su supresión, lo que se decretó solo dos años después, el 9 de marzo de 2001, con Federico Trillo al frente del departamento. Al César lo que es del César, a Aznar lo que es de Aznar, y a la Chacón, por muy escaso y ridículo que sea, lo que es de la Chacón.

Que ni Aznar ni Trillo hayan sido invitados a la celebración gubernamental del décimo aniversario de la abolición de la mili no es tan solo una nueva muestra de la mezquindad y el sectarismo tan propios del PSOE, y en particular de la actual titular de Defensa; además, responde a un empeño similar al que les llevó a sancionar por ley su 'memoria histórica': intentar imponer como oficial su reescritura de la historia, también la más reciente. Porque medida tan 'progresista' no puede pasar a la posteridad como obra de 'la reacción'. Y menos aún del 'neocon' Aznar.

martes, 8 de marzo de 2011

CLARA CAMPOAMOR, LIBERAL


Si hay un icono de la historia política contemporánea que simbolice en España la defensa de los derechos de la mujer como ciudadana, libre e igual ante la ley, es sin duda Clara Campoamor. Luchadora infatigable, persona de principios, consiguió como diputada del Partido Radical de Lerroux, al que se afilió por su carácter 'republicano, liberal, laico y democrático', que la Comisión Constitucional de la Segunda República aprobara la no discriminación por razón de sexo, el divorcio y la igualdad legal de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio. Sin embargo, dado que la recién nacida República, en contra de lo que la propaganda propala, solo reconocía a la mujer el derecho a ser elegida, pero no a votar, tuvo que llevar a las Cortes la defensa de su más preciado y meritorio logro: el sufragio universal.

No fue tarea en absoluto fácil, pese a que el Parlamento contaba entonces con una nítida mayoría 'progresista'. O más bien precisamente por esa razón: en realidad, la izquierda recelaba del derecho al sufragio de la mujer, a la que tachaba como mediatizada por la Iglesia y, por tanto, con tendencia a votar a las derechas. Aún así, pese a la oposición de la mitad del PSOE y de la mayoría de los republicanos de izquierda, y apoyándose en el respaldo, siquiera interesado, de la derecha parlamentaria, tanto la católica como la republicana, Clara Campoamor, tras protagonizar encendidos debates con la radical-socialista Victoria Kent, que ejerció de portavoz de la izquierda antisufragista, consiguió sacar adelante su histórica y loable pretensión.

Avance tan formidable de los derechos políticos de la mujer fue definido por Indalecio Prieto, socialista ilustre, como 'una puñalada trapera a la República'. La izquierda en general responsabilizaría de la victoria de la CEDA de Gil Robles en las elecciones legislativas de 1933, no a su propio proceder sectario y anticlerical desde el Gobierno, sino al empeño de Clara Campoamor en que se reconociera el voto femenino. Muy pronto se le pasaría la correspondiente factura al negársele con alardes revanchistas su ingreso en la Izquierda Republicana de Azaña y Casares Quiroga. Iniciada la Guerra Civil, Campoamor se vio obligada a huir de la zona controlada por el Frente Popular, en la que, como ella misma denunció, reinaba la anarquía, el desorden y el ajuste de cuentas impuesto por las fuerzas revolucionarias. Exiliada en Argentina, quiso volver a España en varias ocasiones, pero el régimen franquista, mezquino y resentido, se lo impidió de distintas formas.

Clara Campoamor, por formar parte de esa tercera España profundamente liberal, acabó siendo víctima de la intolerancia que dominaba a los dos bandos en liza. Sin embargo, la historia de España le tenía reservada un lugar de honor: su irreductible defensa del voto femenino, y de la libertad en general, no merecía otro premio.

viernes, 4 de marzo de 2011

HACED LO QUE YO DIGO, NO LO QUE YO HAGA

Este nuestro Gobierno socialista con ínfulas de omnisciencia continúa empeñado en indicarnos cómo debemos ahorrar energía, su nueva obsesión y coartada para distorsionar el mercado y entrometerse en nuestras vidas. El hecho de que haya impuesto la reducción de la velocidad máxima en nuestras carreteras a 110 km/h durante cuatro meses 'prorrogables' es sumamente indicativo de esa especie de 'estado de alarma' que está implantando también en materia de consumo energético. Y, desde luego, la mayor parte de esas medidas, puesto que requieren considerables partidas de subvenciones para llevarlas a cabo, supondrá un elevado coste inmediato a costa del contribuyente, lo cual difícilmente compensará el ahorro energético que supuestamente propiciarán.

En cualquier caso, los miembros de este Ejecutivo de sabiduría infinita, empezando por el mismísimo presidente, no parecen estar dispuestos a predicar con el ejemplo. Bien al contrario, actúan como si esos sacrificios que le exigen al común de los mortales no fuera con ellos. Como diría aquel: haced lo que yo digo, no lo que yo haga. Y es que todavía hay clases.