martes, 28 de febrero de 2017

LA AUTÉNTICA CORRUPCIÓN

Aunque ha pasado prácticamente desapercibido desde el punto de vista mediático (porque las "imputaciones" se resaltan con titulares y, en cambio, las absoluciones ocupan una pequeña referencia en página par), una denuncia judicial más del PSOE de Murcia contra un miembro del Partido Popular ha terminado archivada (y van...); en concreto, contra Juan Felipe Cano, alcalde de Ceutí, del que, por su condición de investigado, pedían los socialistas (sus mismos denunciantes) su dimisión. Vista la resolución de la Justicia, que de nuevo ha dado la razón al PP de la Región de Murcia, qué injusto hubiese sido hacerles caso a quienes pedían su cese o renuncia, ¿verdad? Como en otros 80 casos, por cierto. Pues bien, que cada cual saque sus conclusiones acerca de la actual campaña de "crucifixión" del presidente de la Región de Murcia, que, recordemos, solo ha sido llamado a declarar y, además, terminó exonerado en nada menos que 16 denuncias anteriores, todas ellas promovidas directa o indirectamente por el PSOE murciano, todavía liderado por Rafael González Tovar.

Ahora bien, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿qué hay de quienes presentan tales denuncias cuando se demuestran falsas? ¿No asumen ninguna responsabilidad? Dado que piden dimisiones por doquier, ¿no se aplican a sí mismos esa vara de medir cuando fallan en su ruin estrategia? ¿O, al menos, no piden perdón por haber sometido a personas inocentes y sus familias a un escarnio público que nada ni nadie pueden reparar? Nada de eso: no solo ni se les pasa por la cabeza retirarse de una noble actividad política que manchan con su sola presencia, sino que siguen intentando ganar en los Tribunales lo que los votantes les niegan sistemáticamente mientras continúan dando lecciones de ética y moral. Pese a que utilizar y hacer uso y abuso de las instituciones, entre ellas la de Justicia, con fines partidistas y particulares también es corrupción. Y de la auténtica.

Afortunadamente, la Justicia, el tiempo, e incluso las urnas, terminan colocando a cada cual en su sitio. Porque el "todo vale", como en la vida, no siempre se impone en política.

viernes, 24 de febrero de 2017

ES JUSTICIA, NO JUSTICIERISMO


Estos días se está juzgando y sentenciando donde en último término corresponde, esto es, en los Tribunales de Justicia, los excesos de una época (caso Nóos, tarjetas "black", etc.) en la que, al calor de una prosperidad económica que se tenía generalmente por consolidada y hasta eterna, todo parecía estar permitido. Al menos, para aquellos que no se detenían en escrúpulos morales bajo un clima, cabe recordarlo, de permisividad, que solo cambió cuando llegaron las privaciones y sacrificios de una crisis económica que, no solo el Gobierno de entonces, sino casi nadie en España quería entonces ver. En realidad, y concretamente en cuanto a la tan esperada sentencia del caso Nóos, todo ha sido muy previsible: tanto el mismo fallo del tribunal, emitido por unanimidad de las tres magistradas, como la inmediata reacción de los inevitables partidarios del populismo justiciero, que, jueces vocacionales, han procedido como auténticos expertos juristas. Porque nadie como un tertuliano televisivo o un "tuitero" es capaz de sentar cátedra sobre cualquier disciplina o materia, ya sea Humanidades o Ciencias Exactas, ya sea Medicina, Urbanismo, Economía, Criminología o, por supuesto, Derecho.

Desde luego, no se trata de someter a discusión el derecho a la libertad de expresión y, por supuesto, incluso a debatir sobre materias que desconocemos (que sea "enriquecedor" o no ya es harina de otro costal). Ahora bien, uno ha echado en falta argumentos de naturaleza jurídica que pusieran mínimamente en solfa la sentencia (unánime, cabe insistir) de las tres magistradas de la Audiencia de Palma, sostenida, como es preceptivo, bajo antecedentes de hecho y fundamentos de Derecho. Es la mejor manera de demostrar que las jueces hayan podido equivocarse, como, en efecto, humanas que son. Porque, y debería quedar meridianamente claro, el imperio de la ley no rige bajo preceptos de consideraciones o ánimos justicieros o incluso vengativos, o de lo que cada cual crea que el "pueblo" dictamine lo que ha de ser justo (algo así como los "tribunales populares"), sino del sometimiento y aplicación de las leyes vigentes. Es, ni más ni menos, la diferencia entre Justicia y justicierismo.

Eso sí: con lo que en ningún caso se ha de comulgar es con el discurso tan facilón (y por ello, característicamente populista) de que sentencias como esta serían la demostración de que el "sistema" no funciona o está podrido (que es en último término el verdadero propósito de tantos de los legos en Derecho que, sin embargo, sientan cátedra); máxime cuando en nuestro Estado de Derecho una Infanta, hija de Rey y hermana de Rey, ha llegado a sentarse en el banquillo, y un yerno de Rey y cuñado de Rey acaba de ser condenado a penas de cárcel.

A partir de ahí: que cada cual opine de lo que le plazca, faltaría más. Igual algún día hasta yo mismo me atrevo a escribir un opúsculo sobre los últimos avances en neurociencias.

jueves, 16 de febrero de 2017

CETA: UN SOPLO DE AIRE FRESCO

En estos tiempos en los que un presidente de los Estados Unidos pone en solfa los acuerdos de libre comercio, y un Papa llega a tachar de criminal a la economía de libre mercado; en esta época "poscrisis" de "posverdad" y progresivo retraimiento, en la que, debido al triunfo de las posiciones aislacionistas y proteccionistas en tantos lares, el panorama mundial parece empequeñecerse a ojos vista, supone todo un soplo de aire fresco el plácet del Parlamento Europeo al Tratado de Libre Comercio con Canadá. Al menos, para quienes creemos en las libertades de mercado y comercio y su extensión por todo el mundo como la mejor manera para generar desarrollo y dinamismo económico, riqueza y prosperidad y, por tanto, reducir la pobreza. Un rotundo respaldo de la Eurocámara conseguido merced a los votos a favor de los diputados del Partido Popular Europeo, los conservadores no adscritos, los liberales (-"progresistas", tipo Ciudadanos) y la mitad de los socialistas (entre ellos, los españoles, de lo que cabe felicitarse); los cuales, en una nueva demostración de la desorientación que sufre la socialdemocracia europea, han dividido sus posturas.

Sí se han mantenido en su coherencia furibundamente antiliberal los grupos de la extrema izquierda y la extrema derecha, de tal forma que, por ejemplo, Podemos y el Frente Nacional de Marine Le Pen han vuelto a coincidir en su voto de manera harto significativa; y es que ambos comparten una misma alergia por el liberalismo y la libertad en general. Además de que, en cuanto a la izquierda, ya sabemos que ama tanto a los pobres que sus políticas los generan por millones.

Ahora corresponde a los países miembros de la Unión Europea ratificar este Tratado, llamado CETA..., por medio de sus parlamentos, esto es, de los legítimos representantes de sus soberanías nacionales. Porque es de suponer que nadie albergará siquiera la tentación de acudir a los referendum, en los cuales, como acredita la reciente experiencia, los populismos de todo pelaje y condición se mueven como pez en el agua. Esperemos que las pulsiones suicidas se contengan esta vez.

domingo, 12 de febrero de 2017

YA FIRMARÍA LA "NUEVA POLÍTICA"

Este fin de semana hemos asistido a dos cónclaves políticos muy, pero que muy distintos, y no nos referimos precisamente a las claras y consabidas diferencias ideológicas entre los partidos concernidos. En el Congreso del Partido Popular -"vieja" política, que yo prefiero definir como clásica-, se debatieron básicamente propuestas, modelos de organización y democracia interna y el marco programático e ideológico en el que debe guiarse el partido. Cierto es que en los asuntos que más controversia producen entre una militancia tan plural, como la llamada maternidad subrogada y el aborto, se ha cubierto el expediente alcanzando meras fórmulas de compromiso para tratarlos "a posteriori", pero al menos se ha allanado el terreno para abordarlos con mayor profundidad. Pero, por ejemplo, y en cuanto a la concreta definición ideológica acordada, y sin abandonar la defensa de valores propios del liberalismo como la libertad individual y el libre mercado, se ha recuperado el humanismo cristiano "de tradición occidental" como principio básico de su ideario, lo que no deja de ser enormemente interesante y significativo.

En cambio, en la Asamblea de Podemos "Vistalegre II" -"nueva" política-, pese a que haya quienes lo presentaban como un enfrentamiento ideológico entre el radicalismo de Iglesias y un supuesto posibilismo de Errejón, se confrontaron egos, por otra parte muy acentuados, y se dirimieron luchas más o menos encarnizadas por conseguir o acaparar meras parcelas de poder interiores; lo que en el PP apenas afloró a propósito de una enmienda, la que abogaba por establecer una división tajante entre cargos del partido y de Gobierno, que fue derrotada no sin polémica, aunque rápidamente zanjada por la indiscutible y bien ganada autoridad de Rajoy. Que cada cual saque sus conclusiones, pero en principio parece más sano, fructífero, y además interesante, discutir sobre ideas y políticas en mayúsculas que acerca de choques de ambiciones o del "quítate tú que me pongo yo". Aunque también cabe comprender y reconocer que las controversias personalistas son más atractivas mediáticamente.

Finalmente, Iglesias se impuso con absoluta nitidez a Errejón, aunque, dado el apreciable porcentaje conseguido por este (casi un 40%) en la dirección del movimiento chavista, está por ver que la herida llegue a cerrarse, si los "errejonistas" se dedicarán a hacer oposición desde dentro, o incluso si Iglesias emula a su admirado Lenin y emprende una "purga" interna. Permaneceremos atentos. En cuanto al Congreso Nacional del PP, Mariano Rajoy fue reelegido presidente con el 95,65 por ciento de los votos de los compromisarios. Como estaba previsto, y dado que "lo que funciona no hay que cambiarlo" (Rajoy "dixit"), mantiene a María Dolores de Cospedal al frente de la secretaría general, nombra a Fernando Martínez Maíllo coordinador general y las vicesecretarías generales continúan en manos de Javier Maroto, Andrea Levy, Pablo Casado y el incombustible Javier Arenas. Ni más ni menos, este 18º cónclave nacional del PP ha sido el del valor de la estabilidad y la continuidad del trabajo bien hecho, que el propio Mariano Rajoy encarna mejor que nadie.

Desde luego, el centro-derecha de la llamada "vieja política" española, pese a los nubarrones que muchos llevaban tiempo anunciando, ha entrado en fase de calma chicha y absoluta previsibilidad. Pero cuántos firmarían, incluida cierta "nueva política" que, empero, se desgasta a ojos vista.

lunes, 6 de febrero de 2017

CUANDO AL LIBERALISMO SE LE APELLIDA "PROGRESISTA"

Albert Rivera y Ciudadanos (valga la redundancia) han vivido definitivamente su particular redefinición ideológica, aunque sin pretender abandonar su tan generalmente loada posición "centrista" (todavía algo escorada a la izquierda, y explicaremos por qué). Pase que, con tal de intentar seguir pescando en el electorado de centro-derecha e incluso, quién sabe, aspirar a sustituir alguna vez al PP, Rivera y su partido hayan decidido, prácticamente de un día para otro, renunciar a la socialdemocracia que les ha venido caracterizando ideológicamente desde sus orígenes; porque cabe recordar que los "naranja" nacieron para ocupar el espacio político que en Cataluña había abandonado un PSC que, al menos desde Maragall, había transmutado en nacionalista. Pero, hombre, apropiarse además de los liberales que crearon la grandiosa "Pepa", la primera Constitución de nuestra historia y que fundó España como nación de ciudadanos libres e iguales, no deja de ser presuntuoso. Aun así, el hecho de colocar a ese liberalismo que dicen profesar la etiqueta de "progresista" también denota cierto carácter vergonzante, y hasta forzado, en esa supuesta "conversión".

Sin duda, la utilización de un apellido tan políticamente correcto para matizar un posicionamiento ideológico liberal se debe en buena parte a la esquizofrenia de buscar heredar electoralmente al PP, y a la vez distinguirse de él. Se puede aducir empero que existe una tradición de liberalismo autocalificado de "progresista", tanto en España como en Francia, Reino Unido o incluso Estados Unidos (de donde tomaría el término "liberal" en el sentido utilizado allí), y es verdad: lo que ocurre es que, desde los "exaltados" doceañistas como Rafael del Riego, pasando por el fiasco del llamado "Trienio Liberal", o "espadones" como Baldomero Espartero o Juan Prim, se mostró como un liberalismo más teórico que real, más pendiente de proclamar los postulados metafísicos y abstractos de los revolucionarios, más partidario de la "tabula rasa", que de hacer realizables y garantizar las libertades y derechos individuales bajo un Estado liberal de la única manera posible: teniendo en cuenta la historia, la tradición, la legitimidad, la evolución de las instituciones y el devenir de la sociedad política en su conjunto.

Esto es: justo aquello que defendía un liberalismo de tipo "moderado" o conservador (en realidad, el verdadero liberalismo merecedor de tal nombre) que, basado en las ideas de un Benjamin Constant desde Francia o un Edmund Burke desde las Islas Británicas y los logros del liberalismo anglosajón tras las Revoluciones inglesa y estadounidense (frente al jacobinismo de la Revolución Francesa, que derivó en totalitarismo), representaban en España Francisco Javier de Istúriz, Andrés Borrego, Nicomedes Pastor Díaz o el mismísimo Antonio Cánovas del Castillo. Fueron, por ejemplo, los llamados "puritanos" que fundaron y formaron aquella Unión Liberal que modernizó la economía y las estructuras políticas de la Monarquía isabelina, y que además sería el embrión de aquel Partido Liberal Conservador de Cánovas que impulsó una Restauración que, con todas sus fallas, traería un largo periodo de estabilidad política y económica bajo un régimen de Monarquía parlamentaria inspirado en el británico.

En suma, una bandera genuinamente liberal que, por cierto, el PP tiene la oportunidad de recoger y enarbolar en su próximo Congreso. Un liberalismo auténtico que debería diferenciarse claramente de cierto sucedáneo "progresista" que, como demuestra su propia evolución histórica, no se distingue muy mucho de esa socialdemocracia de la que algunos ahora, y por meros cálculos electorales, pretenden abjurar.