jueves, 29 de diciembre de 2016

DEL INTERVENCIONISMO AL "ULTRAINTERVENCIONISMO"

Sabido es que si algo le "pone" a cualquier buen izquierdista más o menos "ultra" es inmiscuirse en la vida del individuo hasta el extremo de prescribirle cuándo ha de coger su coche e incluso, llegado el caso, cómo habría de vestir, pero también es cierto que el social-podemita de Madrid no es el único ayuntamiento de gran metrópoli europea que restringe de manera más o menos drástica la circulación de vehículos privados (así por ejemplo, París, Londres o Berlín), aunque sí es la primera vez que se toma semejante iniciativa en la capital de la nación, y en España en general. Pero antes de imponer tales cortapisas a la libertad de movimientos y, sobre todo, complicarle la existencia al ciudadano de a pie que ha de desplazarse todos los días para trabajar, buscarse el sustento y cumplir un horario, los munícipes de turno, y sea cual sea su concreta tendencia política e ideológica, deberían apostar más bien, además de por facilitar y fomentar el uso del transporte público y de los vehículos no contaminantes (por cierto, cada vez más extendidos en el mercado) y habilitar amplios espacios de aparcamientos disuasorios a la entrada de las ciudades, por peatonalizar extensas zonas del casco urbano; pero no guiados por la pura improvisación y a salto de mata, sino de manera paulatina, ordenada y planificada, para que al menos cada cual sepa a qué atenerse.

Pero es mucho pedir a quienes, amén de carecer de un determinado modelo de ciudad, están más pendientes de la agitación y propaganda, cuando no del politiqueo de baja estofa (y de lo más viejo y rancio, por cierto), que de gobernar y atender a las verdaderas necesidades y demandas de los ciudadanos; o, como dirían ellos mismos, de "la gente". Además, argüir la urgencia de tales restricciones ante un supuesto aumento de la polución, cuando todos los indicadores muestran que Madrid no se encuentra entre las capitales del mundo más contaminadas, cuando precisamente estos días de vacaciones de Navidad la circulación de vehículos se reduce un 20%, o cuando, según la misma Agencia Estatal de Meteorología, Madrid vive ahora una transitoria estabilidad atmosférica que impide la ventilación del aire, parece más bien una coartada típicamente "ecolojeta" para justificar unas medidas que, en efecto, tienen mucho de ideológicas.

Porque qué sería de los admiradores y émulos de Chávez sin sus imposiciones y su ingeniería social. Esto es: qué otra cosa podíamos esperar de la ultraizquierda que el "ultraintervencionismo".

miércoles, 21 de diciembre de 2016

NI CARROÑERISMO NI BUENISMO

Horrorizados y conmocionados empezamos la presente semana por sendos atentados en Ankara, donde el embajador ruso fue asesinado a tiros por un ¡policía turco! al grito de "Alepo, venganza", y Berlín, donde se volvió a hacer uso de un camión como arma letal, al modo del yihadismo en Niza, para arrollar salvajemente a una multitud que se encontraba en un mercadillo navideño: cobarde atropello que se saldó con doce muertos y cincuenta heridos. Nos ha vuelto a golpear la locura, sinrazón y, sobre todo, maldad del terrorismo criminal islamista al que debemos hacer frente las sociedades libres.

La propia canciller Angela Merkel saltó a la palestra para, además de condenar el cruel atentado de Berlín, dar cuenta de que el autor material del mismo había sido un refugiado paquistaní que llegó hace un año a Alemania a través de la ruta de los Balcanes, aunque posteriormente la Policía alemana, que busca ahora como principal sospechoso a un tunecino que cuenta con certificado de permanencia en Alemania, terminó reconociendo su inocencia. Debemos partir de un hecho indubitable: los responsables de los actos terroristas son única y exclusivamente quienes los cometen. Así, cabe calificar de deleznables y ruines las palabras del líder de la ultraderecha alemana, que tuvo la vileza de lanzar los cadáveres a la cara de Merkel, una rastrera y carroñera actitud que, por cierto, en la política española nos suena y mucho. Bien al contrario, la unidad de los demócratas en la lucha contra los enemigos de Occidente y la libertad ha de ser firme y sin fisuras; generar división y enfrentamiento entre las fuerzas políticas que deberían compartir unos principios baśicos y, además, diluir las responsabilidades de un acto criminal significarían el mayor triunfo para los terroristas.

Todo lo cual no ha de obstar para poner en valor la necesidad de que el acogimiento hacia los refugiados que nos llegan de Siria y zonas anexas continúe siendo generosa y solidaria, como marcan los cánones de la política occidental, aunque aplicando los filtros que sean posibles para diferenciar entre esa gran mayoría de quienes huyen de la guerra y buscan una vida mejor, y esa minoría que viene a sembrar dolor y muerte en su odiado Occidente de raíz cristiana, por ello "infiel" y susceptible de ser aniquilado como civilización. El buenismo no convierte a los malvados en seres angelicales, ni termina con la guerra sin cuartel que el yihadismo nos ha declarado hace décadas.

domingo, 18 de diciembre de 2016

¿CÓMO SE DEFIENDEN LOS DERECHOS DE LA MUJER?

Cabe acatar, como corresponde a un Estado de Derecho, la reciente sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que absuelve a la sílfide "asaltacapillas" Rita Maestre de un delito contra los sentimientos religiosos al que había sido condenada por la juez Esther Arranz; lo cual no es óbice para afirmar que los argumentos, que por cierto tienen bien poco de jurídicos, en los que se sostiene la misma están muy, pero que muy cogidos por pinzas. Fundamentalmente, comparar en descargo de la portavoz "podemita" su forma de proceder con las tristemente célebres Femen (si, esas "feministas" que defienden los derechos de la mujer exhibiendo sus propios cuerpos desnudos y convirtiéndose a sí mismas en meros objetos, esto es, cumpliendo el sueño de cualquier machista redomado), como si tan lamentables espectáculos hubiesen adquirido la categoría de plena normalidad legal en las sociedades democráticas. Ni mucho menos es así: en la permisiva, garantista y muy laica Francia, por ejemplo, ha habido sentencias condenatorias contra semejantes "activistas" (como fue el caso de aquella "femem" que asaltó una estatua de Putin en París, por supuesto, "a pecho descubierto").

Ahora bien, lo que sí resulta verdaderamente abracadabrante es el ejemplo ideado por Sus Señorías para justificar el sentido de su sentencia: que Rita Maestre cometió un acto que quizá pueda considerarse irrespetuoso, pero nunca ilegal: «imaginemos que un grupo de mujeres accede a una mezquita desprovistas del correspondiente velo para leer un comunicado, siendo penalmente perseguidas. Difícilmente pueden ser castigadas dentro de un sistema democrático por un delito de ofensa a los sentimientos religiosos». Cabe aducir que, en tal supuesto, y desde luego dentro de un marco democrático y de libertades, todo dependería de si tal acto se limitara a desproverse del velo o bien a adoptar una actitud todavía más ofensiva o agresiva, del momento de la irrupción o incluso de si el comunicado contuviera expresiones ultrajantes y, como tales, irrespetuosas. Porque en ningún Estado de Derecho digno de tal nombre la libertad de manifestación es absoluta, como en realidad no lo es ningún derecho.

Pero, sobre todo, la situación planteada por los señores jueces de la Audiencia Provincial de Madrid es hoy por hoy inverosímil: nadie, ni tan siquiera esas feministas de la progresía más o menos "ultra" que con tanta valentía protestan contra los hábitos "machistas" de la Iglesia católica, se atrevería a entrar de esa guisa en una mezquita, y mucho menos del modo en que lo hizo Rita Maestre en su asalto a la capilla de la Complutense. No solo por miedo a molestar a un Islam que no se caracteriza precisamente por andar con los escrúpulos de la tan denostada y tachada de "intolerante" religión católica, sino, básicamente, porque su supuesto "activismo" en defensa de los derechos de la mujer no es más que una farisea pose para atacar a su odiado cristianismo, de cuyas raíces bebe su detestada civilización occidental.

Como se defienden de verdad los derechos individuales en general y de la mujer en particular es, por ejemplo, con la terminante y valiente negativa de Ursula von Der Leyen, ministra de Defensa de Alemania, a ponerse un velo (ella y las mujeres de su delegación) en su visita oficial al príncipe heredero de Arabia Saudí. Porque esos derechos y libertades no deberían demandarse solo en Occidente, sino también allí donde sistemáticamente se conculcan, y por ello incluso con mayor énfasis. Y porque un relativismo multiculturalista todavía en boga, que se caracteriza por una permisividad hacia prácticas de intolerancia del Islam que rechazaríamos tajantemente en el cristianismo, no habría de servir nunca de coartada para justificar actos liberticidas, degradantes y de auténtica discriminación "por razón de género". Bravo por Frau Ursula.

¿Y dónde reside la diferencia? En que, cuando la ministra de Defensa de Alemania decidió acudir a un acto en Arabia Saudí sin velo, lo hizo como gesto reivindicativo en un país en el que los derechos de la mujer se pisotean política e institucionalmente, en una teocracia que promueve que las mujeres sean tratadas como seres inferiores, que por ejemplo no puedan ni tan siquiera sacarse el carné de conducir ni abrirse una cuenta sin el permiso de sus maridos o sus padres... Cuando Rita Maestre irrumpió en la capilla de la Complutense no se limitó a mostrar el color de su sostén, sino a interrumpir una misa junto a una pandilla de "colegas" que, desnudas de cintura para arriba, insultaban a quienes allí estaban y emitían frases del tenor de "arderéis como en el 36", "el Papa no nos deja comernos las almejas" o "menos rosarios y más bolas chinas". No era, pues, una mera manifestación para protestar contra un estado de cosas, sino un atropello planificado y organizado para faltar al respeto, ofender y vituperar unas determinadas creencias religiosas, cuya libertad de culto está protegida por la Constitución.

Eso sí: el día en que estas valientes "activistas" se atrevan a hacer lo mismo en una mezquita, uno se creerá que la razón de ser de sus "movilizaciones" es por una sociedad "laica" y defender los derechos de la mujer, y no para atacar a su aborrecido cristianismo. Pero no caerá esa breva.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Y AL FINAL, NOS QUEDARÁ MARIANO

 
Está claro que los referendum los carga el diablo, encarnado en el populista de turno. Las reformas constitucionales que planteaba Matteo Renzi eran en general sensatas (acabar con el sistema de bicameralismo perfecto, despojar de poder a las regiones, reducción del número de parlamentarios...), pero cometió el tremendo error, no exento de arrogancia, de unir su futuro político al resultado de las urnas... y estas, ciertamente, han sido contundentes: 60% de "noes" frente a un 40% de "síes". La modernización de una Constitución que nació con la intención de evitar el surgimiento de otro Mussolini ha recibido una patada en salva sea la parte de Renzi, que para más inri no debía su cargo de Primer Ministro al voto de los italianos en elecciones.

Así que el panorama político que se presenta en el país transalpino, tras un interregno que lleve a los comicios de 2018, es verdaderamente alentador y edificante: básicamente entre el vociferante populista de ultraizquierda Beppe Grillo y... el regreso del incombustible y siempre estrafalario Berlusconi, que a sus 80 años pretende resurgir de sus cenizas, algo que, por increíble que parezca, puede conseguir.

Aquí en España, los chavistas de Podemos han celebrado esta victoria del "no" en el referéndum "renziano" como un triunfo suyo, pese a la contradicción que supone felicitarse por el mantenimiento de las esencias constitucionales en Italia, que es la postura defendida por los populistas de allá, mientras aquí abogan por justo lo contrario: erradicar la Constitución vigente, "abrir el candado del 78". Pero de lo que se trata es de apuntarse a cualquier movimiento que ponga supuestamente en duda al "sistema" o conlleve inestabilidad política, algo a lo que, por otra parte, los italianos están más que acostumbrados.

Para finalizar, un pequeño detalle: Cameron tentó la suerte y cayó arrollado por el sorprendente triunfo del "Brexit"; Hollande, en niveles históricos de impopularidad, ha renunciado oficialmente a intentar repetir como presidente de la República francesa llevándose consigo a un PSF tan desahuciado que difícilmente Valls podrá hacerlo resurgir; y Renzi acaba de morder el polvo muy al "cameroniano" modo. ¿Qué jefes del Ejecutivo quedan vivos entre las principales economías europeas? Una Angela Merkel que tendrá que afrontar pronto unas elecciones que se le presentan francamente adversas... y nuestro Mariano Rajoy, que en cambio ha vencido recientemente en las urnas en dos ocasiones consecutivas y acaba de formar por fin Gobierno.

Y al final, nos quedará Mariano. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

domingo, 4 de diciembre de 2016

ESPAÑA VUELVE A TRANSMITIR SEGURIDAD Y ESTABILIDAD

En España, al menos formalmente, no ha habido gran coalición, debido fundamentalmente a ciertos atavismos históricos que siguen anidando en el socialismo español. Sin embargo, el PSOE ha querido emular al SPD alemán en el pacto de Gobierno de este con la CDU de Angela Merkel al pedir la subida del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) como contrapartida a su apoyo al techo de gasto. Y dicho y hecho. Desde luego, ese incremento, como advierten economistas de distinto pelaje ideológico, supone una barrera de entrada al mercado de trabajo para gente joven y sin experiencia laboral (vamos, que en último término genera paro), y además, muy al contrario de lo que popularmente se cree, tampoco implica de por sí una subida general de los salarios. Pero, en fin, confiemos en que continúe la tendencia positiva de creación de empleo sin precedentes, para lo que, obviamente, no deberían alterarse, al menos, los elementos básicos de una reforma que ha tenido la virtud de liberalizar y flexibilizar el mercado laboral.

Respecto al objetivo de déficit autonómico finalmente pactado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, ni pa' ti ni pa' mi, ni el 0,5 por el que abogaba Montoro ni el 0,7 que defendía el PSOE: el 0,6%. A esto se le llama ceder por ambas partes. El hecho de que continúe habiendo perspectivas de crecimiento económico y, por tanto, de mayores ingresos fiscales ha hecho más fácil el acuerdo (también y sobre todo, la perentoria necesidad de las Comunidades Autónomas de aliviar su situación financiera), pero las alegrías, por supuesto, han de seguir siendo las justas para todas las administraciones públicas.

Porque, pese a las subidas decretadas en impuestos al consumo (en tabaco y alcohol, a excepción del vino y la cerveza, y próximamente en bebidas azucaradas), siempre preferibles a los incrementos en tributos directos que penalicen la creación de riqueza, la eliminación de deducciones en el Impuesto de Sociedades (cuyo tipo máximo, empero, continúa situándose en el 25%) y el ascenso de las bases máximas de cotización en un 3%, las políticas de rigor y reducción del gasto público no deberían abandonarse. No solo para cumplir el objetivo de déficit exigido por Bruselas, marcado en el 3,1% en 2017, sino para consolidar las bases de una economía saneada que afronte en mejores condiciones eventuales coyunturas de mayor dificultad y, sobre todo, de un sector público reducido pero eficaz, que no sea oneroso para los ciudadanos.

Sea como fuere, estos acuerdos en materia económica pactados entre los dos grandes partidos nacionales, y a pesar del (esperemos) transitorio ataque de celos de Albert Rivera por sentirse marginado de los mismos, tienen un indudable aspecto positivo de por sí: España, tras la incertidumbre de un año de un irresponsable bloqueo político felizmente superado, vuelve ahora a transmitir seguridad y estabilidad. Certeza que adquiere un valor especialmente elevado en estos tiempos políticamente convulsos de resultas del "Brexit", las dudas que despierta la próxima presidencia de Trump y la todavía latente amenaza de los populismos. El pragmatismo, el buen sentido y, por qué no, el sereno patriotismo de dos dirigentes políticos de altura como son Mariano Rajoy y Javier Fernández lo han hecho posible.

jueves, 1 de diciembre de 2016

GASTE YO CALIENTE, RÍASE... LA GENTE

Que el populismo de ultraizquierda que encarna el Mesías Iglesias (y no solo, porque menudo espectáculo lamentable ha dado estos días buena parte de la izquierda supuestamente moderada) haga panegíricos del cruel y sanguinario dictador Fidel Castro, que al fin y al cabo nunca ha dejado de ser uno de sus más luminosos faros ideológicos, no debería extrañarnos a estas alturas. Ni tan siquiera que las palabras pronunciadas en su literalidad por el mismísimo Líder Máximo a propósito de un debate sobre la "feminización" de la política plasmen su verdadera e íntima concepción del feminismo "progresista", muy similar al que defendía una Pilar Primo de Rivera, que tanta fortuna hizo en el primer franquismo: la mujer ha de desempeñar un papel protagonista, sí, pero en las labores asistenciales propias de su natural instinto maternal. Los supuestos extremos ideológicos suelen terminar tocándose, y además en este caso concreto la obra personal coincide plenamente con las proclamas; si bien cabe reconocer que, respecto a sus declarados deseos de "azotar hasta que sangre" a Mariló (que no Irene) Montero, algún avance se advierte. No, lo que verdaderamente escama en alguien que además presume de ejercer el liderazgo de la oposición "in pectore" es el escasísimo nivel de aquello que precisamente más se le ha elogiado por parte de propios y extraños: su preparación, conocimiento y puesta al día de los asuntos políticos, constitucionales y parlamentarios fundamentales. Deficiencia que, intervención tras intervención en el Congreso, y pese a su sobre el papel brillante currículum académico como politólogo, resulta cada vez más evidente.

Así, en su primer "cara a cara" parlamentario con el presidente del Gobierno, pretendía reprochar a Rajoy su supuestamente abusiva utilización del veto sobre iniciativas del legislativo que conlleven incrementos del presupuesto, práctica que además atribuía a, cómo no, una preceptiva sumisión a dictados procedentes de Berlín. Pero no, no es la malvada madrastra Angela Merkel, señor Iglesias: es ni más ni menos que la Constitución, cuyo artículo 134, punto 6, establece que "toda proposición o enmienda que suponga aumento de los créditos o disminución de los ingresos presupuestarios requerirá la conformidad del Gobierno para su tramitación". Una disposición tan de sentido común que la recoge nuestra Carta Magna desde su misma originaria concepción en 1978, en pleno consenso socialdemócrata; mucho antes, por tanto, que aquella reforma del artículo 135 tan denostada y tachada de "neoliberal" por esa izquierda más o menos radical, siempre manirrota con el dinero de los demás, que ni se atiene al principio económico básico de que los recursos son escasos ni, en consecuencia, le importa machacar a impuestos a los sectores más productivos de la sociedad ni endeudar a las próximas generaciones. Gaste yo caliente, ríase... la gente.

El problema reside, no solo en que a esta extrema izquierda bolivariana le falta precisamente rigor y sensatez, algo que "va de soi", sino en que su Mesías, tan supuestamente preparado políticamente y dotado intelectualmente, ha demostrado un desconocimiento supino de los contenidos y mecanismos más básicos de la Constitución española. Que la rechaza y desea suprimirla al chavista modo, está claro; pero mientras continúe en vigor sigue siendo la Ley de Leyes, y por tanto debería esforzarse en conocerla en profundidad. Posiblemente sea mucho pedir, pero ejercer un liderazgo de alto nivel político conlleva este tipo de sacrificios.