sábado, 29 de octubre de 2016

TRAS EL FIN DEL BLOQUEO, UN GOBIERNO QUE GOBIERNE

Más de 300 días de parálisis política y gubernamental de resultas de un sectario e insensato bloqueo institucional han tocado venturosamente a su fin: el Pleno del Congreso de los Diputados, esto es, la representación de la soberanía nacional, ha otorgado a la cuarta su confianza como presidente del Gobierno a Mariano Rajoy, refrendando así, insistamos, la nítida victoria en las urnas del Partido Popular que él encabeza. 170 diputados (los de PP, Ciudadanos y Coalición Canaria) han vuelto a votar a favor, y esta vez, han sido más que suficientes frente a tan solo 111 votos en contra (los de Unidos Podemos, los separatistas de ERC y la antigua Convergencia, los nacionalistas del PNV, Compromís, los proetarras de Bildu, Nueva Canaria... y 15 parlamentarios rebeldes del PSOE), que se han visto sensiblemente reducidos por el cambio de posición de 68 de los 83 diputados socialistas, que han optado, tal y como estaba previsto, por la abstención: por el bien de España y, sobre todo (reconozcámoslo), por su propia supervivencia como partido.

Frente a movimientos callejeros de cercos a la sede de la soberanía nacional incluso en el ejercicio de sus funciones, minoritarios pero de clara tendencia golpista (ellos sí) y actos propios de la Camorra (ellos, también), cabe proclamar alto y claro que ha sido una investidura impecablemente legítima y democrática (como todas las que han tenido lugar bajo nuestro sistema constitucional) y desarrollada bajo los estrictos cánones parlamentarios; empañada, eso sí, y nuevamente, por el comportamiento grosero y barriobajero de quienes, dentro del mismo Congreso, pretenden degradar un parlamentarismo del que abominan intentando convertir unos debates políticos basados en hábitos de cortesía en grotescas discusiones de taberna. Afortunadamente, como además ha quedado de manifiesto durante el mismo debate de investidura, conforman una amplísima mayoría las fuerzas políticas que defienden la Constitución, las instituciones democráticas y el sistema de Monarquía parlamentaria en que se asientan.

En cuanto al debate en sí, Rajoy, sin abandonar el tono conciliador y moderado de su primer discurso, sí le imprimió mayor firmeza a su alocución al dejar meridianamente claro que, ni piensa renunciar a toda la obra reformista emprendida, cuyos satisfactorios resultados son obvios, ni a los compromisos de estabilidad presupuestaria adquiridos con la Unión Europea, que trascienden, como él mismo ha resaltado, a los Gobiernos y sus distintos colores, ni por supuesto a la defensa de la Constitución y la unidad de España, como es además su obligación como jefe del Ejecutivo. Que, en suma, y según palabras textuales suyas, su intención es la de presidir un Gobierno que gobierne, y no que sea gobernado. Porque, en efecto, el hecho de tener que negociar y pactar cada ley en las Cortes Generales, empezando por los mismísimos Presupuestos Generales del Estado, no debería conllevar una especie de Ejecutivo "títere" y sin capacidad de maniobra que nos lleve al desconcierto, cuando no al desgobierno puro y duro; ni tampoco que el Legislativo se abone al bloqueo o se arrogue de funciones que corresponde desempeñar al poder Ejecutivo, como de hecho ha llegado a ocurrir en ciertos casos en alguna Comunidad Autónoma como Murcia.

Desde luego, y para no terminar haciendo un pan como unas tortas, es exigible dotarle al Gobierno de una mínima estabilidad para que actúe como tal, y para ello se deben alcanzar acuerdos en materias fundamentales (quizá sobre la base de los 150 puntos programáticos pactados con Ciudadanos) y de amplio espectro parlamentario, principalmente entre los partidos constitucionalistas. El recién investido presidente del Gobierno cuenta con un as bajo la manga, y bien que lo sabe: que, transcurridos seis meses, y si no cuenta con la colaboración básica de Ciudadanos y PSOE, puede pillar a ambos con el pie cambiado adelantando unas elecciones generales que no les convendrían. Y quién sabe: dicen que los matrimonios de conveniencia son los que más duran, por lo que podemos encontrarnos con una legislatura dura y díficil, pero no tan corta como parece.

miércoles, 26 de octubre de 2016

HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD

"Si hemos de pagar un precio, por ninguna causa lo haremos con mayor orgullo que por el bien de España". De esta forma, haciendo referencia a un posible pero bien empleado (y patriótico) desgaste que sería consecuencia de una legislatura que se presenta en principio difícil, concluyó Mariano Rajoy un discurso de investidura, tal y como se preveía, moderado, conciliador, con apelaciones al diálogo y sentido de Estado. Como él mismo ha resaltado, es momento de convertir la necesidad, esto es, gobernar con un parlamento fragmentado, en virtud, es decir, alcanzar grandes acuerdos nacionales; incluidos aquellos todavía pendientes en nuestra aún joven democracia y que han de servir para dotar de mayor fortaleza a un vigente sistema constitucional que cabe ahora actualizar y, sobre todo, defender con mayor ahínco ante quienes, dentro y fuera del Parlamento, pretenden debilitarlo para en último término hacer de él tabla rasa.

El candidato a ser reelegido presidente del Gobierno ha planteado concretamente cinco pactos nacionales que, como tales, buscan el consenso de las tres fuerzas constitucionalistas: sobre pensiones, para garantizar el sistema público acordando las imprescindibles reformas; sobre Educación, con el fin de dejar de someter la enseñanza pública a los vaivenes de los cambios de gobierno y a la pura controversia partidaria; sobre financiación autonómica, para proporcionarle estabilidad y cumplir plenamente los principios constitucionales de solidaridad interterritorial y equilibrio económico adecuado y justo; sobre lucha contra la corrupción, para emprenderla por fin con la implicación general necesaria y profundizando en las medidas ya tomadas; y sobre la defensa de la soberanía nacional del pueblo español y la unidad de España, con el fin de seguir haciendo frente eficazmente al que sigue siendo principal problema político nacional, que no es otro que el desafío separatista del nacionalismo catalán. Desde luego, con tan oportunas y atinadas apelaciones a estos grandes acuerdos en materias esenciales en esta hora delicada para la Nación, el candidato Rajoy se lo ha puesto francamente difícil a los apóstoles del "no es no"; que, empero, continuarán a piñón fijo en sus pretensiones, que por otra parte se alejan muy mucho de los intereses generales de España.

Todo lo cual no ha sido óbice para defender y reivindicar un legado indiscutiblemente positivo, especialmente en materia económica y de creación de empleo; esto es, el principal encargo que le confiaron los españoles en las urnas al Gobierno que formó el mismo Rajoy en 2011, no lo olvidemos, en plena y gravísima crisis cuyos peores coletazos ya son afortunadamente un mal recuerdo. Una recuperación económica que, si nos atenemos a las cifras de crecimiento del PIB y reducción del desempleo, cabe calificar de histórica, pero que ahora se debe consolidar, por supuesto, evitando las típicas políticas desincentivadoras y contraproducentes que todavía hoy propugnan ciertas "izquierdas". Por todo ello, y recordando además los compromisos de estabilidad presupuestaria adquiridos con la Unión Europea, Rajoy también ha hecho un llamamiento general a la responsabilidad y a una implicación sensata en la gobernabilidad. Porque lo que está en juego no es la mayor o menor duración de un Gobierno, sino la consistencia de la misma España.

lunes, 24 de octubre de 2016

EL PSOE DECIDE, SOBRE TODO, NO SUICIDARSE

 
El mismo día en que se publicaban unas encuestas catastróficas para el PSOE (con unos niveles de intención de voto del ... ¡15%!), el Comité Federal socialista optaba finalmente, y tal y como se preveía, por la abstención y, con ello, por no obstruir la formación de un Gobierno del partido y candidato más votados por los españoles: recalquémoslo una vez más, porque hay quienes andan empeñados en ocultar detalle tan importante, al menos desde un punto de vista democrático. ¿Con el objetivo patriótico de mirar por el bien de España y su necesaria estabilidad política y económica, por una vez y de manera bien tardía? Reconozcámoslo: sobre todo, con el fin de evitar unas terceras elecciones que serían absolutamente calamitosas para sus intereses especialmente en la actual coyuntura: esto es, con el partido roto de resultas fundamentalmente del alzamiento "baronil" contra el contumaz inmovilismo del "noyno" sanchista, en cotas electorales de auténtico subsuelo derivadas de un desgaste que parece no tener límites y, encima, viéndose en la obligación de buscar deprisa y corriendo un candidato a la presidencia del Gobierno que se preste heroicamente a semejante menester.

Vamos, que, en realidad, lo que dictaminaba el máximo órgano del PSOE, por 139 votos frente a 96, era no ir de cabeza al suicidio colectivo y, de esta forma, darse a sí mismos tiempo para intentar restañar sus heridas, unificar el partido y retomar fuerzas para volver a ser esa gran alternativa nacional de centro-izquierda.

Aun así, todo parece indicar que la controversia interna que todavía anida en el PSOE se manifieste también en el propio Grupo Parlamentario Socialista del Congreso de los Diputados durante la investidura del incombustible Mariano Rajoy. Pero, afortunadamente, los escasos siete escaños del Partido Socialista de Cataluña, los apenas dos de los socialistas baleares, y los (o las) de unos cuantos (o cuantas) irreductibles del "sanchismo" como la aragonesa Susana Sumelzo o la "independiente" Margarita Robles, van a ser absolutamente insuficientes como para impedir que España tenga por fin Gobierno: cabe recordar que bastan once abstenciones para que Rajoy sea investido presidente en segunda votación. Lo que sí es todavía un misterio es qué hará el propio "Míster NoesNo" cuando haya que retratarse en el Congreso: ¿desacatará el mandato de un Comité en el que, por cierto, no ha participado y entonará henchido el "no", o preferirá ausentarse del hemiciclo cuando llegue el momento?

Quizá haya planeado unas nuevas vacaciones para entonces, quién sabe. Serían, precisamente, sus terceras.

sábado, 22 de octubre de 2016

PACTO POR EL AGUA: UNA BANDERA DE UNIDAD E IGUALDAD

Aunque ha pasado prácticamente desapercibido en el panorama político y mediático, el 19 de octubre de los corrientes tuvo lugar en la sede de la soberanía nacional un hecho que, dada su importancia simbólica y por carecer de precedentes, cabe calificar de histórico. Y es que desde ese día la Región de Murcia, y en general la España necesitada de agua, están de enhorabuena, debido a la aprobación por el Congreso de los Diputados de la elaboración de un Pacto Nacional del Agua. La iniciativa, impulsada por el diputado murciano del Partido Popular Teodoro García, contó con los votos favorables de los parlamentarios de PP y Ciudadanos, la abstención de los un PSOE especialmente desnortado estos días... y el voto en contra de los de Podemos. Sí, de los del mismísimo Mesías Iglesias, cuyo supuesto "igualitarismo extremo" no concibe en cambio que a ningún español deba faltarle agua, independientemente de que resida en el Norte o en el Sur, en Aragón o en Extremadura, en Cataluña o en el Levante español. Y es que determinados discursos acaban cayendo por su propio peso cuando se les lleva a la práctica concreta y la política tangible.

Resulta a su vez tan significativo como lamentable que los diputados murcianos de PSOE y Podemos, a los que parece costarles muy mucho dar la cara por los electores de su circunscripción, se ausentaran durante el debate y la votación de una Proposición No de Ley que planteaba un asunto tan vital para la Región de Murcia. Pero a buen seguro que los votantes murcianos volverán a tomar cumplida nota, como lo llevan haciendo desde aquel malhadado día en que un parlamentario socialista por Murcia apellidado Saura (en efecto, el mismo que anda ahora impartiendo lecciones de ética y moral política por los pagos mediáticos) contribuyó con su voto a la derogación del trasvase del Ebro; la primera medida que, recordemos, adoptara aquel Gobierno funesto, el de Zapatero, de cuyos polvos vienen tantos de los lodos que aun hoy seguimos sufriendo.

Sea como fuere, cabe esperar que esta iniciativa parlamentaria ponga las bases de un históricamente demandado Plan Hidrológico Nacional, ideado a principios del siglo XX por el regeneracionista (y aragonés) Joaquín Costa, proyectado en plena Segunda República por el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo y por encargo del socialista Indalecio Prieto (que tacharía incluso de 'traidores a la patria' a quienes lo rechazasen), rescatado sin éxito por Josep Borrell en 1993, hecho efímeramente realidad por el Gobierno de Aznar en su segunda legislatura (que llegaría a colocar en Archena la primera piedra de las obras del trasvase del Ebro), y, como hemos apuntado antes, inmediatamente derogado por Zapatero nada más llegar a La Moncloa con el apoyo de los nacionalistas y antitrasvasistas de ERC.

En suma, la concreción y puesta en marcha de este Pacto Nacional del Agua ha de servir fundamentalmente para que se cumpla por fin en materia de agua el principio constitucional de solidaridad y equilibrio económico, adecuado y justo entre territorios. Fundamento del que "las izquierdas", paradójicamente y pese a que fuera en su idealizada Segunda República cuando se proyectara por primera vez un Plan Hidrológico Nacional, parecen haber abjurado con tal de adherirse a prejuicios aldeanos o típicamente nacionalistas; pero del que, en consecuencia, y por encima de ideologías y tendencias políticas, debemos hacer bandera quienes precisamente defendemos la unidad de España como garantía de la igualdad de derechos entre todos los españoles.

miércoles, 19 de octubre de 2016

PSOE: QUIEN SIEMBRA VIENTOS...

Quien siembra vientos, recoge tempestades. Cuando se justifica y hasta jalea a la extrema izquierda en sus "escraches" y boicots cuando se producen contra el adversario político (por ejemplo, los cercos a la sede del PP, los acosos y persecuciones callejeras a políticos de "la derecha", o los hostigamientos a conferencias públicas como las de Aznar o Rosa Díez), presentándolos incluso como ejercicios de las libertades de expresión y manifestación (inolvidable aquella sentencia de cierta juez afín al PSOE, que definía las vehementes concentraciones frente al domicilio particular de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría como "mecanismos ordinarios de participación democrática"), se corre el riesgo de que terminen volviéndose en tu contra. En cualquier caso, que una pandilla de violentos vociferantes con estética de "kale borroka" y consignas típicamente "iglesistas" (de Iglesias Turrión, claro) y hasta banderas proetarras impidan que todo un expresidente del Gobierno tome la palabra en una Universidad, que como tal debería ser templo del saber, la tolerancia y la libertad, denota una vez más el carácter totalitario y liberticida de cierta izquierda (ultra) con la que, por cierto, la supuesta socialdemocracia (esto es, ese mismo partido del que el boicoteado e insultado Felipe González es historia viva) no ha tenido impedimento alguno en repartirse ayuntamientos y autonomías; y con cuyo último líder pretendía pactar para nada menos que gobernar España.

Sabido es que el Mesías Iglesias, y con él su obra política, Podemos, ha decidido desembarazarse de su inverosímil disfraz de socialdemócrata sueco para retornar a su verdadero ser: un ultraizquierdista antisistema al chavista o "bolivariano" modo. Ya ha anunciado que sustituirá su forzada participación en un parlamentarismo propio de la democracia representativa, que en realidad siempre ha considerado como mero prejuicio burgués-liberal y como tal prescindible, por la toma pura y dura de la vía pública, por el "agit-prop" callejero; en suma, por una violencia que podríamos definir de "modulable" intensidad. Y he aquí el primer ejemplo.

De lo que sí hay que congratularse es de que determinadas caretas hayan caído ya.

sábado, 15 de octubre de 2016

DE BADALONA... A CARTAGENA

Que una coalición de independentistas catalanes boicotee la Fiesta Nacional del 12 de octubre, y que a propósito escenifique su insumisión y desobediencia a las leyes y los mandatos judiciales, no resulta a estas alturas extraño, dado que su razón de ser se halla en el odio a todo lo que representa España y su historia, incluido un régimen constitucional del que abjura, por cuanto emana de la soberanía del conjunto del pueblo español. Ahora bien: lo verdaderamente sorprendente, y a su vez sangrante, es que tamaña alianza gobierne, aun hoy, el ayuntamiento de Badalona, al que utilizan para este su último atropello al sistema legal, gracias al sostén... del Partido Socialista de Cataluña; esto es, del que continúa siendo el PSOE catalán. Y es que colean, y de qué manera, las nefastas consecuencias del legado de Pedro Sánchez; que en este sentido, hay que reconocerlo, se ha limitado a seguir la estela pronacionalista radical y furibundamente anti-PP (el "cordón sanitario") de su antecesor, el aciago Zapatero.

Pero fijémonos ahora en la foto que ilustra esta entrada. ¿Quién es ese señor? ¿Acaso el embajador de Dinamarca recepcionando en sus dependencias oficiales? Pues no: es el inefable José López, alcalde (cantonalista) de Cartagena, tristemente célebre ya en toda España por sus frecuentes comportamientos groseros presidiendo los Plenos del ayuntamiento. Como se puede apreciar aquí, cuando no insulta y veja a los concejales de la oposición, recibe de esta guisa en la alcaldía: orillando las enseñas oficiales y situando a su vera una gran bandera... no danesa, como ciertamente parece, sino de la provincia marítima de Cartagena; emblema del que el cantonalismo se ha apropiado como símbolo de sus demandas provincialistas (para convertirlo en algo así como una "ikurriña" cartagenera), pero que obviamente no ostenta ningún carácter político legal ni oficial. Aunque, claro, a estas alturas le van a venir al señor López con formalismos ni legalismos, cuando ni tan siquiera es capaz de guardar respeto a sus adversarios políticos...

Pues bien: cabe hacer constar que este señor López tampoco es alcalde porque le hayan votado mayoritariamente los cartageneros, sino también gracias a un pacto típicamente "anti-PP" de su partido, Movimiento Ciudadano, con el PSOE y... Podemos. Y ha sido con los socialistas con quien ha alcanzado un acuerdo para "repartirse" los mandatos como alcalde: dos años él, dos años la socialista Castejón. Desde luego, el señor López no ha llegado todavía al extremo de romper en público una resolución judicial al modo de la CUP en Badalona, pero se trata de un nuevo ejemplo de cierta clase de socios, irrespetuosos con los hábitos institucionales cuando no directamente antisistema, con los que el PSOE no ha tenido empacho alguno en aliarse con tal de impedir que gobierne el PP. Y, encima, así le ha lucido el pelo.

martes, 11 de octubre de 2016

ADRIÁN, CUMPLIRÁS TU SUEÑO

No me cansaré de insistir: situar los derechos del hombre, de los que es sujeto originario como ser racional, en pie de igualdad con los de los animales lleva a degradar y "animalizar" al ser humano. Algo que quedó patente en aquella furibunda campaña "animalista" en Internet de expresión de contento y regocijo por la muerte en la plaza del torero Víctor Barrio; y que ha dado una vuelta de tuerca especialmente escalofriante y lacerante en el reciente caso del niño Adrián. Y es que el llamado "animalismo" se distingue por albergar en su seno a sujetos ruines y miserables que emplean un supuesto incondicional amor al animal como coartada para dar rienda suelta a sus impulsos criminales contra la misma condición humana. De ahí la tal Aizpea, o el tal Manuel Ollero, que vieron la ocasión pintiparada para desear públicamente, y de forma absolutamente descarnada y vil, la muerte de un niño aficionado a los toros y... gravemente enfermo de cáncer. Ya hay que ser canallas, crueles y... animales. Y, para más inri, cobardes, porque no tardaron en dejar ni rastro de sus cuentas en redes sociales; aunque de semejantes alimañas tampoco cabía esperar que se responsabilizaran "motu proprio" de las consecuencias de sus deleznables actos.

Reacciones criminosas de tamaño calibre, por desgracia demasiado frecuentes últimamente, son claramente indicativas del ciego fanatismo que anida en cierto movimiento "animalista" que, precisamente, se permite el lujo de atribuirle ese mismo carácter intransigente a unos representantes y defensores de la Tauromaquia que, bien al contrario, están adoptando en general un comportamiento sereno, noble y ejemplar frente a los sinsentidos y desvaríos de tantos de sus detractores. Algo, por lo demás, harto significativo, por cuanto revela dónde residen en realidad las mayores dosis de intolerancia y, a su vez, qué posiciones se hallan más cercanas a los valores de libertad, respeto y... defensa de la dignidad humana.

Al fin y al cabo, en debates tan enconados cada cual acaba retratándose, y de qué manera. Adrián, no hagas caso a esos cafres: cumplirás tu sueño de ser torero.

sábado, 8 de octubre de 2016

CUANDO LA PAZ SE ELEVA A VALOR ABSOLUTO

Colombia ha dado una soberana lección de dignidad al mundo entero al rechazar en referéndum su rendición ante el narcoterrorismo comunista de las FARC; al que no solo se le pretendía convertir en una respetable opción política más, sino además premiarle con un número fijo de escaños en el Parlamento... sin tan siquiera pasar por las urnas. Bravo por esa mayoría, aunque ajustada, de un pueblo colombiano que ha sido capaz de resistir a los cantos de sirena de una "paz" sucia y humillante para la memoria de las víctimas de un terrorismo especialmente sanguinario y cruel, que se alzó, no lo olvidemos, contra un régimen impolutamente democrático. Deberían haber tomado nota los partidarios de la distensión y claudicación sin límites... ante organizaciones asesinas a las que, por el mero hecho de declararse "de izquierdas", no solo se les perdona hasta su misma condición criminal, sino que se les llega a presentar como bienintencionados movimientos revolucionarios. Pero no cabe mayor falacia ni peor insulto para quienes durante tantísimos años han sufrido en sus carnes sus extorsiones, crímenes, violaciones y asesinatos.

Sin embargo, por desgracia, días después de que Colombia haya dictaminado en las urnas que la capitulación ante el atroz terrorismo narcocomunista no ha de obtener premio, sino rechazo, un muy sensibilizado y comprometido Comité reunido en Noruega otorga el Nobel de la Paz al todavía presidente colombiano, Juan Manuel Santos, para más inri haciendo uso de argumentos tan falaces como que lo que sufrió Colombia durante más de cincuenta años fue una "guerra civil". Al menos, cabe agradacerles que no hayan decidido conceder el galardón "ex aequo" con el cabecilla de las FARC, Timochenko, a semejanza de aquel Nobel de 1994 que tuvieron que compartir los legítimos presidentes israelíes Isaac Rabin y Simon Peres... con el líder terrorista Yasser Arafat. 

Afortunadamente, en esta ocasión la ignominia no ha alcanzado tales extremos: bastante atrevimiento ha supuesto ya enmendarle la plana a un pueblo colombiano que no se ha dejado narcotizar (nunca mejor empleada la expresión) por una supuesta paz que, auspiciada muy significativamente por tiranías como la cubana o la venezolana, camuflaba la concesión de una victoria final a los terroristas y, con ello, una flagrante injusticia para con sus víctimas. Porque cuando se eleva la paz a valor absoluto y se pretende imponer a cualquier precio, algo a lo que ciertos "pacifistas" son muy dados sobre todo cuando se trata de absolver al terrorismo de extrema izquierda, pierden la moral, la razón y el Estado de Derecho. Principio que han tenido claro en la misma Colombia, pero no en la lejana Noruega.

miércoles, 5 de octubre de 2016

SOBRE LA NUEVA "MORALIDAD" POLÍTICA

Artículo que me publicó el diario "La Opinión de Murcia" en la columna del foro de pensamiento liberal "Ciudadanos para el Progreso".

Suprimir las tarjetas de crédito para abonar gastos de representación; prohibir las donaciones de personas jurídicas a los partidos políticos y limitarlas en el caso de las personas físicas; ilegalizar las condonaciones de deudas y establecimiento del delito específico de financiación ilegal de los partidos; endurecimiento de las penas de inhabilitación; garantizar la recuperación del dinero birlado o defraudado; aprobación de leyes de transparencia... Son algunas de las medidas del plan 'anticorrupción' más completo y exhaustivo de la democracia: el que en noviembre de 2014 presentó el Gobierno de Mariano Rajoy y aprobaron finalmente las Cortes (por cierto, con el voto en contra de un PSOE que ya lideraba Pedro 'don Limpio' Sánchez).

Por desgracia, tuvimos que esperar a un periodo de 'digestión' de una gravísima crisis económica, durante el cual los sacrificios y privaciones de la ciudadanía en general parecían llevar a ésta a ser más exigente con el uso de los fondos públicos y especialmente intolerante con la corrupción, para que por fin llegaran iniciativas de semejante calibre, y al albur entonces de escándalos político-mediáticos como el de los papeles (y fotocopias de fotocopias) de Bárcenas.

Nunca es tarde si la dicha es buena, si bien han sido demasiadas las ocasiones perdidas: ni tan siquiera se emplearon los Gobiernos de turno con un mínimo de celo legislativo en la materia durante los últimos años del felipismo, cuando nos desayunábamos con un caso de corrupción día sí y día también (recordemos: además del ahora magníficamente llevado al cine 'caso Roldán', Filesa, Malesa, Time-Export, GAL, fondos reservados, comisiones del AVE, Cruz Roja, etc.), ni en el posfelipismo, cuando todavía resonaban los ecos de tamaños escándalos. Quizá porque la indignación ciudadana contra los desmanes y desfalcos entre la llamada 'clase política', pese a su repercusión mediática, no estaba en aquella época tan extendida: es más, era muy frecuente escuchar afirmaciones exculpatorias tales como 'yo también lo haría'; en ese sentido, muy significativos fueron los 9,4 millones de votos que consiguió en las elecciones generales de 1996 un PSOE absolutamente minado por la corrupción, que aun así fue capaz de cosechar la que se definió como 'dulce derrota': a apenas 1,2 puntos del PP de Aznar.

Sea como fuere, cabe preguntarse si el estallido de la crisis económica y sus consecuencias, además de un populismo alimentado por el éxito de la demagogia fácil, ha generado realmente en España una corriente crítica y moralizante; o, más bien, nos limitamos a magnificar la corrupción ajena (mientras ocultamos o minimizamos la propia) para utilizarla meramente como arma arrojadiza contra el enemigo político. Porque afirmaciones desmesuradas y surgidas de la pura y dura contienda política, y sobre todo falsas, han pasado casi como verdades absolutas: como que el PP es el partido más corrupto, no ya de España, sino de Europa, o que Rajoy es complaciente o hasta ampara la corrupción, cuando ningún Gobierno como el suyo, pese a todos sus errores, ha aprobado más medidas ni dotado de más medios para combatirla (a las pruebas antedichas cabe remitirse, y de ahí que hayan salido a la luz casos que en el 99% son del pasado). Pero vayamos a ejemplos concretos y recientes.

No solo una escandalosa doble vara de medir política, sino una parcialidad mediática presente en la inmensa mayoría de los canales de televisión (resultado, por otra parte, de una inexplicable política de medios de comunicación), lleva a presentar, por ejemplo, un presunto blanqueo de 50.000 euros en el PP valenciano como la más gigantesca trama de corrupción de la historia reciente, mientras que construir desde la Junta eternamente socialista de Andalucía un entramado para saquear más de 745 millones de euros de dinero público, para más inri destinados a los parados en la región con mayor índice de desempleo de España, no solo se le resta importancia; sino que genera en el PSOE, empezando por la mismísima Susana Díaz, un auténtico terremoto... de defensa a ultranza de la 'honestidad' (sic) de Chaves y Griñán, aun después de que la Fiscalía haya pedido inhabilitación para el primero y cárcel para el segundo. Si esta estrategia de blanqueamiento de los imputados Chaves y Griñán emprendida desde las filas socialistas la llevara a cabo alguien del PP para, por ejemplo, siquiera insinuar la 'honorabilidad' de Rita Barberá... la crucifixión mediática y política sería inmisericorde.

Desde luego, que exijan la renuncia al escaño de Rita Barberá los mismos que mantuvieron como diputado al insigne Pepe Blanco pese a su imputación, o los que no pidieron a Chaves y Griñán que dejaran el partido y el Senado hasta después del suplicatorio, paso que todavía no ha tenido que dar Barberá, no es sino atenerse, en efecto, a la aplicación de una ley: la del embudo. Por cierto, si nos quedamos en la Cámara Alta, ninguno de esos puritanos de izquierdas que dan lecciones todos los días sobre limpieza y regeneración parecen escandalizarse por la presencia del etarra Goioaga, a quien no le piden su acta de senador, para mayor escarnio, del Reino de España. Tampoco la imputación del portavoz nacionalista catalán en el Congreso de los Diputados, Homs, ha sido merecedora de ninguna petición de dimisión, como si incumplir las leyes o actuar contra ese mismo Estado de Derecho del que un político debería ser garante no fuera lo suficientemente grave como para verse en la obligación de abandonar su cargo público.

Pero ahí tenemos a la otra Rita (la buena, la sílfide Maestre) como portavoz 'podemita' del Gobierno municipal de Madrid pese a hallarse condenada por un delito contra los sentimientos religiosos; a su 'camarada' Zapata, enjuiciado por ofender a las víctimas del terrorismo; y a Cañamero, asaltador de fincas y supermercados premiado con un escaño en el Congreso. Porque, según doctrina sentada, y generalmente admitida, por esa 'nueva izquierda' que viene a purificarnos, en nombre del activismo antisistema es lícito atropellar derechos y libertades fundamentales y hasta atentar contra la integridad física de las personas.

Todo lo cual denota una concepción de rigor en la exigencia de ética pública y política realmente peculiar... y contraproducente. ¿Es esta la virtuosa corriente 'moralizante' que está logrando regenerar la vida política y de la que debemos congratularnos? ¿O nos encontramos más bien ante la prueba del nueve del carácter fariseo de un supuesto exceso de celo 'moralista' contra la corrupción, que en realidad no es sino mera estrategia de desgaste hacia el adversario político... sobre todo si se trata del PP?

domingo, 2 de octubre de 2016

... Y RAJOY VIO PASAR EL CADÁVER DE SU ENEMIGO

No es la primera vez en nuestra democracia que un partido político de considerable implantación social y electoral vive su particular "catarsis" interna. Ni muchísimo menos. Ahora bien, ni aquella convulsa crisis de UCD, previa a su destrucción y definitiva desaparición, ni aquellas querellas intestinas que se sucedieron en la entonces Alianza Popular después de la dimisión de Fraga (por cierto, tras un descalabro en unas elecciones autonómicas vascas), ni los enfrentamientos a cara de perro entre "renovadores" y "guerristas" en el mismo socialismo español, alcanzaron tales niveles de crudeza, intensidad y hasta esperpento como la contienda que ha tenido lugar en el PSOE actual; cuyas tensiones internas, hasta ahora soterradas, han llegado a un punto que no han tenido más remedio que estallar, y de qué manera. Sin duda que el errático proceder de su dirección, que para más inri ha tenido un reflejo cada vez más traumático en las urnas, ha contribuido decisivamente (aunque no solo) a que el centenario Partido Socialista haya llegado sufrir en su interior combates incluso del tenor de aquellas auténticas sus "guerras civiles" de los agitadísimos y trágicos años 30, primero entre "prietistas" y "caballeristas", y finalmente, entre partidarios de Besteiro y de Negrín. Y la experiencia demuestra que los daños producidos en tamañas contiendas no se reparan de la noche a la mañana.

El enrocamiento de Pedro Sánchez pese a sendos correctivos electorales en el País Vasco y Galicia, incluso retando abiertamente a los críticos con el adelanto de las primarias y el Congreso Federal, desdiciéndose así de su promesa de que no los convocaría hasta que tuviéramos Gobierno, no hizo sino precipitar los acontecimientos. Inmediatamente después vino la rebelión contra Sánchez en el seno del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso, lo que dejaba constancia de que al estadista le resultaba ya imposible transitar camino alguno habiendo perdido el control de sus propios diputados. Al día siguiente, saltaba a la palestra, y en su emisora favorita, el mismísimo Felipe González, la personificación viva del PSOE histórico y glorioso, a cantarle las peras al cuarto y de paso tacharle de mentiroso. Y esas eran ya palabras mayores: en realidad, la irrupción tronante del "Dios" González, como le definiera en su momento el llorado Txiki Benegas, significaba ni más ni menos que el anuncio oficial de la ruptura de las hostilidades.

Así, se intensificaba el levantamiento contra Pedro Sánchez, cuya desairada respuesta al mismo "Dios" González, además de su desafiante apelación a Susana Díaz, quien supuestamente movía los hilos de la revuelta encabezando a los llamados "barones" del PSOE, no habían contribuido precisamente a la calma. El golpe de mano se concretaba con la dimisión de más de la mitad de la Ejecutiva socialista, que pedía por carta que la disolución de la dirección del partido se incluyera en el Comité Federal. Sea como fuere, el estadista, para quien en cualquier caso pintaban bastos, ya se apuntaba otro tanto: además de someter a España a una parálisis de imprevisibles consecuencias, había puesto a su partido patas arriba.

Cabía preguntarse ya entonces a qué llevaría finalmente la posición numantina del "no" eterno al partido más votado por los españoles y que había logrado aglutinar 170 escaños en el Congreso de los Diputados: en el mejor de los casos para el PSOE, y el propio Sánchez si lograba salir triunfante de su órdago, iríamos a terceras elecciones... con un Partido Socialista partido por la mitad y hecho unos zorros; y en el peor, ya sin Sánchez como finalmente ocurrió, tendríamos por fin un Gobierno del PP (y, por supuesto, de Rajoy) merced a la abstención de un PSOE que, dirigido por una gestora, trataría así de evitar esos terceros comicios que casi con toda probabilidad serían catastróficos para el socialismo. Con lo cual ya quedaba claro que, en cualquiera de los dos casos, el estadista Sánchez habría hecho finalmente un pan como unas tortas con su empecinada e irresponsable política del "no es no". Las ambiciones irreflexivas, excesivas, y sobre todo mal medidas, suelen tener efectos contraproducentes... y contrarios a los objetivos y beneficios personales perseguidos.

En cualquier caso, no es buena noticia que la otra gran pata sobre la que se ha venido asentando la estabilidad política e institucional de España se encuentre rota y con cierto riesgo de desaparecer en el trance. La pérdida de identidad del socialismo español iniciada por un zapaterismo entregado a los nacionalismos y al revanchismo guerracivilista, unida a los complejos sufridos durante el "sanchismo" ante la aparición de Podemos, han llevado al centenario Partido Socialista Obrero Español a su actual situación de colapso... que puede afectar muy mucho al sistema democrático surgido de nuestra ejemplar transición. La herida debe cerrarse lo antes posible para que la gran alternativa socialdemócrata de Gobierno no muera y afronte un necesario periodo de convalecencia, por larga que esta tenga que ser. Aunque eso sí: mientras tanto, España no ha de continuar adoleciendo de falta de Gobierno. 

Finalmente, tras un espectáculo bochornoso y grotesco, con enfrentamientos subidos de tono, insultos, desacuerdos hasta sobre lo que había que votar y cómo, tentativas de pucherazo e incluso retiradas de urnas, y después de doce horas de agrios dimes y diretes, el Comité Federal pudo decidir sobre la pretensión de Pedro Sánchez de adelantar las primarias y el Congreso socialista: y el "no", precisamente ese adverbio tan manoseado por el ahora ex secretario general del PSOE, se impuso por 132 votos frente a 107. Un ajustado resultado que plasma la radical división que impera en el socialismo español, pero más que suficiente para que Sánchez se haya visto obligado, por fin, a dimitir.

A partir de ahora, una gestora, presidida por el presidente socialista de Asturias, Javier Fernández, se hará cargo de manera provisional de la dirección de un PSOE cuyas heridas muy posiblemente tardarán en restañar. Máxime cuando el entorno fiel al propio Sánchez ha dado a entender que el derrotado "Míster No" tiene previsto presentarse a las primarias cuando estas se convoquen, a las que se presentaría como víctima propiciatoria de quienes han impedido un Gobierno que, presidido por él, y fuesen quienes fuesen sus socios, no hubiera dejado de ser del PSOE... y han facilitado con ello que, como es previsible, gobiernen el PP y Rajoy. Argumento que rezuma sectarismo por los cuatro costados, pero que puede ser efectivo de cara a una militancia cada vez menos numerosa y más radicalizada.

Mientras tanto, y una vez más, Mariano Rajoy, paciente y apostado en la puerta de su casa, ha visto pasar el cadáver de su enemigo.