miércoles, 23 de diciembre de 2009

FELICES FIESTAS


En estas fechas tan entrañables, quiero desearles a todos los amigos, seguidores y lectores de esta bitácora unas Felices Fiestas y que puedan disfrutarlas en compañía de sus seres más queridos. Y esperemos que el venidero 2010 sea bastante mejor que el 'annus horribilis' que venturosamente estamos a punto de despedir; que, en consecuencia, nos traiga a todos vida, salud, paz, amor, prosperidad, felicidad y... libertad, 'uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos'.

viernes, 18 de diciembre de 2009

OJO CON LA MEMEZ EÓLICA


La tan esperada y cacareada Cumbre de Copenhague está resultando un auténtico fiasco. No parece que el discurso apocalíptico instalado por el 'ecoprogresismo' mundial esté persuadiendo lo suficiente a tantos Gobiernos, poco dispuestos a sacrificar el desarrollo económico de sus países con tal de insuflarle vida a la moribunda Madre Tierra. Y mucho menos ahora, cuando no está el horno de las economías domésticas para demasiados bollos. Además, concienciarse sobre los perniciosos efectos del calentamiento global en un lugar que estos días sufre temperaturas de grados bajo cero y se encuentra anegada por la nieve debe ser francamente difícil, qué quieren que les diga.

Pero nuestro presidente estaba dispuesto a dar la nota. Es sabido que con su balsámica Ley de Economía Sostenible ha demostrado ser el más verde de todos los verdes. Además, a cursi no hay quien le haga la más mínima sombra, incluso en esos foros en los que la afectación más ridícula suele impregnar todos los discursos. Así, tras alardear de su irreductible izquierdismo al presentar como la misma desgracia que haya muchos pobres y muchos ricos (debe ser porque estos últimos escasean precisamente allí donde se implantan los principios 'progresistas'), obsequió al mundo entero esta sentencia, que sin duda marcará todo un hito en la historia de la humanidad: 'La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento'. Y los mandatarios de todo el orbe quedáronse verdaderamente obnubilados ante tan brillante exhibición de sapiencia y profundidad, que ni el mismísimo Obama ha sido capaz de igualar.



Esta 'laica' divinización del viento, mal remedo del dios Eolo de la cultura griega, aunque en este caso parece inspirarse en un guión de una película de Hollywood (algo, por otra parte, auténticamente 'progre'), denota un sustrato doctrinal muy propio de la 'ecoprogresía'. Y es que resulta que, con esta frase, quien presume de optimista antropológico presenta empero una enmienda a la totalidad al antropocentrismo. Cuando se le niega al individuo los derechos de propiedad, que no otra cosa se hace al concedérselos a un ente etéreo, se asume un principio divulgado por el ecologismo más fundamentalista; el mismo que considera al ser humano y racional, no como sujeto de derechos superior y diferenciado, sino del mismo nivel que los animales irracionales y el medio ambiente en general. De esta forma, esta nefasta corriente, al pasar por alto que la supervivencia del hombre se ha fundamentado precisamente en su empeño por controlar la naturaleza y hacer frente a sus adversidades, degrada a la especie humana y la sitúa como una más entre los millones que existen en la tierra; supeditada como tal a la preservación de la biodiversidad a toda costa, incluso del progreso y aún de la misma vida humana.

El respeto y la protección del medio ambiente son absolutamente necesarios y adquieren pleno sentido en cuanto su defensa beneficia en primer lugar al propio ser humano y a su pervivencia, es decir, a las generaciones actuales y futuras; pero no si se convierte en un fin en sí mismo, en detrimento del individuo y de sus derechos. Entre ellos, por supuesto, el fundamental de propiedad. Por tanto, mucho ojo con la frase de marras: Lo que a primera vista nos puede parecer una memez monumental, encierra un dogma de carácter claramente liberticida.

lunes, 14 de diciembre de 2009

OLIGARQUÍAS Y MINORÍAS DE PRESIÓN


Todo estaba preparado para que el segundo fin de semana de diciembre fuera realmente de órdago. Adláteres del zapaterismo y colaboradores necesarios del mismo iban a protagonizar sendos retos prácticamente sin precedentes en la democracia. Por una parte, los sindicatos de clase (de la privilegiada, claro está), con la consabida contribución de la farándula y la 'intelectualidad' comprometidas (con el PSOE, siempre), tenían previsto liderar una magna e histórica movilización en forma de famélica legión que, desesperada y enérgica, zaheriría a los verdaderos culpables de la crisis y el paro, que no son sino los infames empresarios, y a la genuina defensora de sus inconfesables intereses, la malvada derecha. Por otra, las convocatorias secesionistas celebradas en un buen número de municipios catalanes, bajo los auspicios de ERC y la pusilánime aquiescencia del PSOE y de su 'partido-hermano', el PSC (poco dispuesto a incomodar a sus socios, no vayan a perder el poder), provocarían un desplazamiento en masa hacia las urnas para adherirse de manera entusiasta a la independencia y liberación catalana de la asfixiante opresión española. Pero, a la hora de la verdad, ni lo uno ni lo otro.

Pese a que en esta ocasión, y de manera inexplicable, la Delegación del Gobierno no ha tenido a bien ilustrarnos con sus siempre atinadísimos cálculos, determinadas mediciones han mostrado que la manifestación sindical en realidad se saldó con una escasa participación. Máxime cuando sus organizadores no han escatimado en gastos (además de autobuses y bocatas gratis, dietas para todos los asistentes), los cuales, faltaría más, han corrido a cuenta de los impuestos de la España productiva (la que todavía queda). Y es que es normal que una movilización que pretende responsabilizar a casi todo bicho viviente de la crisis, menos casualmente al Gobierno que tan generosamente subvenciona a sus convocantes, no levante precisamente entusiasmo; incluso entre votantes de la izquierda cuyas tragaderas no lleguen a determinados extremos.

Así, lo que tuvo lugar en Madrid no fue más que una marcha de liberados sindicales que exigen el mantenimiento de unas prebendas que les confiere el 'statu quo'. Porque en realidad los llamados sindicatos 'de clase' hace tiempo que se constituyeron en minoritarios grupos de presión cuya capacidad de influencia reside en hallarse incrustados dentro del aparato estatal, lo que les convierte en corporaciones estatales en el sentido hobbesiano, 'como estados menores en el seno de lo más grande, como gusanos en las entrañas de un hombre natural'. Papel parasitario al que obviamente no están dispuestos a renunciar, por mucho que la actual crisis económica haya reducido gravemente los ingresos del Estado. En este sentido, resulta harto significativo el lema de su manifestación: 'Que no se aprovechen de la crisis'; los demás, ya que sólo han de ser ellos.

Respecto al bufo festival del separatismo catalán, pocas veces ha quedado tan claramente de manifiesto el abismo que separa a la Cataluña oficial, representada por el régimen del pensamiento único nacionalista, en el que el secesionismo ocupa una posición fundamental, de la Cataluña real, de la todavía diversa y plural sociedad catalana. Aún así, no cabe desdeñar este nuevo pulso a la soberanía nacional española, instada, al igual que en el caso de la implantación del 'Estatut', desde determinadas oligarquías políticas y económicas; las cuales, lejos de limitarse a hacerse eco de unos supuestamente mayoritarios anhelos de independencia del pueblo catalán, en unos casos persiguen acumular todo el poder político, y en otros hacer del resto de España una especie de colonia al servicio de ciertas élites político-económicas catalanas. O bien ambos fines a la vez.

Y es que esas camarillas son plenamente conscientes de que, si bien su posición minoritaria no les permite aspirar a contar con el apoyo activo de una mayoría, sí con la pasividad general de una sociedad catalana en la que ha calado la conveniencia de 'no meterse en política' con tal de evitar problemas. En consecuencia, este fracaso sin paliativos no les va a arredrar en absoluto, y por tanto continuarán empleando todos sus resortes y recursos, que son muchos, en alcanzar sus objetivos.

Así pues, los dos grandes desafíos que iban a cerrar el presente ejercicio político han servido finalmente para dejar al descubierto el carácter manifiestamente minoritario de sus instigadores. Oligarquías y minorías de presión en las que, no lo olvidemos, basa en gran parte Zapatero su proyecto de cambio de régimen y de modelo de sociedad. De ahí que su verdadero y limitadísimo predicamento social no les retraiga en absoluto: Saben perfectamente que tienen la sartén del Gobierno por el mango.

viernes, 11 de diciembre de 2009

ES PRECISO QUE ZAPATERO PIERDA SU EMPLEO



Que Zapatero nos anuncie el fin de la crisis suena de algo, ¿verdad? Lo lleva haciendo prácticamente desde el mismo momento en que, ante unas cifras macroeconómicas que empezaban a ser apabullantes, no tuvo más remedio que envianársela y reconocer la catástrofe. Desde entonces, ¿cuántas veces ha asegurado que podíamos entonar un venturoso adiós a la recesión, que 'lo peor de la crisis ha pasado'? Contémoslas.



Desde luego, resulta ocioso glosar a estas alturas la inconcebible contumacia del presidente Zapatero en mentir conscientemente a los españoles. Quizá algún día y por puro azar acabará acertando, pero aún así su credibilidad se encuentra bajo mínimos, y exclusivamente por méritos propios. Además, dado que su política económica está constituyendo una auténtica rémora, el mero hecho de que dejara de habitar La Moncloa supondría un átomo de oxígeno para nuestra comatosa economía. En efecto, conviene ahora más que nunca parafrasear al gran Ronald Reagan, sin duda, además de un extraordinario presidente, uno de los políticos más ingeniosos de la historia contemporánea: Como Jimmy Carter en su momento, que igualmente presentaba unos índices de recesión, déficit y paro realmente calamitosos, es preciso que Zapatero pierda su empleo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL BUENISMO Y SUS CONTRAINDICACIONES


Cabe reconocer que hubo gobernantes europeos que sintieron alivio cuando Aznar confirmó que no volvería a presentarse como candidato a presidente del Gobierno. Sobre todo Chirac y Schroeder, quienes, como líderes de las dos potencias continentales europeas, estaban acostumbrados a hacer y deshacer a su antojo hasta que se toparon con ese contestatario y obstinado español que, empeñado en supeditar los intereses de su país a cualquier otra consideración, había convertido las cumbres y consejos europeos en escenarios de largas y duras negociaciones. Pero cuando, además de librarse de tan incómodo moscón, empezaron a tener constancia de que su inesperado sustituto estaba por el regreso al 'corazón de Europa', remilgada manera de expresar la incondicional y acomplejada vuelta al redil del eje franco-alemán, el respiro se convirtió en indisimulada alegría.

Nada más alcanzar el poder, Zapatero imprimiría un giro radical a nuestras relaciones internacionales. Ya en la oposición avisaría de que una de sus prioridades sería sacarnos de la foto de las Azores; lo que ha conllevado, amén del entierro de la vocación atlantista que históricamente ha caracterizado a la política exterior española, pasar sin solución de continuidad de situarse al lado de Gran Bretaña y Estados Unidos, guste o no las dos grandes naciones con mayor tradición liberal y democrática y más influencia en el mundo, a caer en la mediocridad dentro del panorama internacional, cuando no en la inanidad más absoluta.

Además, en el ámbito de la Unión Europea, y haciendo gala de un europeísmo mal entendido y muy propio de la izquierda española y sus complejos (que también los tiene), y que podría resumirse en la frase zapaterina de 'lo que es bueno para Europa es bueno para España', renunciamos a defender a ultranza nuestros intereses para someternos a las prescripciones de Francia y Alemania, países a los que el socialismo español siempre les ha concedido la exclusiva de la firma 'Europa'. Y es que, con tal de enmendar la antipatía de Aznar, había que limitarse a caer bien, ser simpáticos y, sobre todo, no molestar. Ahora España no exige: Mendiga. Desde fondos de cohesión a una silla en el G-20, lo que se concede o no en virtud de la generosidad del patrón de turno. Posición de debilidad de la que, por ejemplo, han salido especialmente perjudicados en los últimos años los agricultores españoles, cuyas peticiones no han sido atendidas convenientemente.

En cuanto a las reivindicaciones históricas y los retos que debe continuar afrontando España, fundamentalmente la recuperación de Gibraltar, la contención de las aspiraciones expansionistas de Marruecos y la lucha contra un integrismo islámico que pretende refundar 'Al-Andalus', la política exterior de Zapatero, en conexión directa con su preferencia por la simpatía en las relaciones internacionales, ha estado marcada por lo que acertadamente se ha dado en llamar 'buenismo'. Lo que significa ni más ni menos que llevar a sus últimas consecuencias aquella máxima rousseauniana tan cara a la progresía: El hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad el que lo corrompe. Así pues, puesto que todo hombre, de no ser por la perversa interferencia de la sociedad, lleva en sí la bondad, no debemos diferenciar entre buenos y malos; todos hemos de ser bondadosos con todos, se comporten como se comporten, y por tanto se puede hablar y dialogar de todo con todos. Lo que convierte al diálogo, no en un medio que se utiliza en circunstancias adecuadas, sino en un fin en sí mismo, en una especie de valor absoluto. Algo que, obviamente, concede siempre ventaja a quien hace uso de la violencia y de los hechos consumados para imponer sus objetivos.

El buenismo también guía el proceder doméstico de Zapatero en varios aspectos, tal y como pudimos comprobar con motivo de su bochornosa negociación con la banda terrorista ETA. Pero especialmente a la hora de llevar a cabo su política exterior, máxime cuando, además de albergar dudas sobre la realidad nacional de España, como buen izquierdista es de esperar que se avergüence de nuestra historia, que nuestra progresía liga generalmente al oscurantismo y al atraso, y especialmente de nuestro pasado imperial, identificada con la opresión y el colonialismo.

Así, pese a que hemos sido 'buenistas' con las autoridades que ocupan Gibraltar, hasta el punto de que nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, y por primera vez en la historia de nuestra diplomacia, llegaría a cursar visita oficial al peñón, pocos días después sufriríamos dos humillaciones prácticamente continuadas: Disparos a boyas con los colores de la bandera española (a lo que Moratinos le quitaría importancia; sigamos siendo buenos) y la retención de cuatro guardias civiles que cumplían con su obligación de perseguir a unos narcotraficantes que huían a aquel paraíso del delito y del lavado de dinero negro (por lo que Rubalcaba ya ha pedido perdón; continuemos siendo bondadosos).

De la misma forma, de bien poco han servido todas las cesiones y atenciones dispensadas al sultanato marroquí, incluida aquella infame pose de Zapatero con Mohamed VI delante de un mapa de Marruecos que incluía Ceuta, Melilla y las Canarias. Al contrario, no contento con tomarnos por el pito del sereno a propósito de la huelga de hambre de la activista saharaui Amunati Haidar en España (por cierto, quién ha visto y quién ve al PSOE respecto al conflicto del Sáhara, que Zapatero prometió resolver 'en seis meses'), el régimen marroquí no se ha privado de lanzarnos veladas amenazas en materia, no sólo de inmigración ilegal, sino incluso de terrorismo. Aún así, Moratinos no ha creído conveniente llamar al embajador a consultas, ni tan siquiera de elevar la más mínima queja. Debemos seguir siendo buenos.

Pero, sin duda, el 'súmmun' de la política exterior buenista de Zapatero es su 'Alianza de civilizaciones'. Ridículo trasunto del 'Diálogo de civilizaciones' del que fuera líder iraní Jatamí, coloca en pie de igualdad a nuestro Occidente, de raíz judeo-cristiana (mal que pese a tantos), y como tal depositario de valores basados en la dignidad del hombre y en la separación entre Iglesia y Estado, y al Islam, donde los derechos y las libertades del individuo brillan por su ausencia y el poder político y el religioso se confunden. Pues bien, este fulgurante llamamiento a la concordia con quienes pretenden borrar a nuestra civilización de la faz de la tierra, cuyo manual de estilo incluye no llamar al terrorismo islámico por su nombre, no ha impedido que la organización criminal 'internacional' Al-Qaeda haya secuestrado a tres cooperantes españoles; veremos para qué fines concretos, a buen seguro no precisamente benéficos. Parece ser que ni las apelaciones al diálogo incondicional empleando grandes dosis de palabrería cursi, y ni tan siquiera la espantada de Irak poco después del 11-M, han conseguido persuadir lo más mínimo a los esbirros de Bin Laden, que por alguna extraña razón nos siguen viendo como 'cruzados' e 'infieles' a los que hay que eliminar. Pero aún así debemos continuar siendo buenos.


'Prefiero morir a matar'. Esta espeluznante aseveración, procedente para más inri de todo un Ministro de Defensa, resume de manera inmejorable la filosofía buenista que es norte de la política exterior del Gobierno de Zapatero. En la misma esencia suicida del buenismo encontramos sus contraindicaciones, por desgracia tan de manifiesto estos días. Y es que cuanta menos firmeza y, en consecuencia, más debilidad muestres en el complejo panorama internacional, el riesgo de que te pierdan el respeto, si es que alguna vez te lo has ganado, aumenta exponencialmente.

Adenda.- El buenismo no sólo tiene sus contraindicaciones, sino que el mero hecho de ponerlo en discusión puede resultar hasta peligroso para la integridad física. Que se lo digan si no al pobre Hermann Tertsch, quien, con el fin de enmendar la desafortunada frase de Bono, se atrevería a manifestar que con tal de liberar a nuestros compatriotas estaría dispuesto a matar a los terroristas de Al-Qaeda ¡en lugar de negociar con ellos! Algo intolerable para la implacable inquisición mediática de la progresía. Tamaño delito de lesa corrección política no podía quedar impune, y nadie mejor para imponer castigo que el mismísimo Monzón, celoso guardián de la ortodoxia 'progre' que no en balde reconoció en su momento que prefiere antes a Bin Laden que al PP. Un desconocido, cobarde y violento 'pacifista' completaría el trabajo. ¡Ánimo, Hermann!

viernes, 4 de diciembre de 2009

MANIFIESTO EN DEFENSA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN INTERNET


Se empieza imponiéndonos qué tipo de energía hemos de consumir y se termina amenazándonos con cortarnos Internet si no somos obedientes con el indeseable lobby 'cejatero'... Es ni más ni menos que la prueba del nueve del carácter liberticida de Ley de Economía... Insostenible.

Ante la inmediata y masiva rebelión surgida en la red contra este nuevo desmán del Gobierno socialista, el presidente Zapatero ha realizado uno de sus habituales cálculos electorales y, en consecuencia, se ha visto en la obligación de desautorizar a la censora vocacional que tiene como Ministra de Cultura. Aún así, los blogueros e internautas en general, o quienes simplemente amamos la libertad, debemos seguir denunciando y rechazando esta flagrante agresión a nuestros derechos fundamentales al menos hasta que el anteproyecto de la bien llamada 'ley antidescargas' sea definitivamente retirada. No hemos de dormirnos en los laureles, y más teniendo en cuenta la acreditada obsesión de este Gobierno por prohibir y recortar derechos individuales.

Así pues, me adhiero personalmente al manifiesto 'en defensa de los derechos fundamentales en Internet', que reza de la siguiente manera:

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de Internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que:

1. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2. La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3. La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4. La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5. Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6. Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7. Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8. Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9. Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10. En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

HAY OTRO ZAPATO PARA TI, AL ZAIDI



A zapatazo limpio. De esta forma manifestaría Al Zaidi todo su rencor y odio hacia quien había impedido que su pueblo, el iraquí, siguiera disfrutando de las mieles provistas por su amado y generoso caudillo, el tirano genocida Sadam Hussein. Este acto de agresión hacia el presidente del país líder del mundo libre obtuvo un entusiasta aplauso, no sólo del islamismo, sino también de los medios de comunicación afines a la izquierda y al antiamericanismo en general, legión en todo Occidente.

Hasta el punto de que, no contentos con definir a un escriba de la dictadura baasista como 'periodista' (lo que denota el concepto que de su profesión tienen algunos), le elevaron a la categoría de auténtico héroe: He aquí a alguien que ha sido capaz de plantarle cara (y zapatos) a nuestro detestado Bush. Si de algo se lamentaron muchos es de que su nuevo ídolo no lograra atinar. Pero, claro, el texano mostró unos reflejos tan extraordinarios que ni sus más acérrimos enemigos pueden negarse a reconocerle.

Puesto que, merced a la intervención de sus aborrecidos Estados Unidos, y muy a su pesar, la tiranía iraquí había evolucionado hacia una democracia incipiente, su ataque hacia una autoridad de tal magnitud no le había supuesto una condena a muerte, sino apenas nueve meses de cárcel. Por lo que muy poco tiempo después de su 'hombrada' ha tenido la oportunidad de desplazarse a París para hacer proselitismo de su causa liberticida, pues su reivindicación de la llamada 'resistencia' no es sino una exhortación a que se sigan cometiendo atentados terroristas en Irak. A su vez, aclaraba que al presidente Obama, flamante Nobel de la paz (pero, al fin y al cabo, estadounidense, aunque a algunos les cueste asimilarlo), le dispensaría exactamente la misma bienvenida.

Lo que posiblemente no esperaba este apóstol del zapatazo y el bombazo es que fuera a recibir su propia medicina. 'He aquí otro zapato para ti', le espetaría un compatriota suyo, indignado y harto del inmerecido protagonismo de un sujeto que aboga desvergonzadamente por la violencia y el retroceso de Irak a la dictadura. Parece ser que se trata de un periodista (éste sí) exiliado, que a buen seguro habrá sufrido de alguna manera la vesania del régimen de Sadam. Pero aún así la progresía mundial no considerará en este caso su reacción merecedora del más mínimo elogio. Es más, puesto que se ha atrevido a humillar en público a uno de sus ídolos modernos, ya puede ir preparándose ante lo que le va a venir encima.

lunes, 30 de noviembre de 2009

ES EL 'ESTATUT' DE ZAPATERO


El centralismo opresor de 'Madrit' pretende atacar de nuevo 'la dignidad' de Cataluña, que debe defenderse con uñas y dientes, 'hasta las últimas consecuencias'. Este es 'grosso modo' el desafiante mensaje que estos días difunden el tripartito que gobierna la Generalitat, con su presidente Montilla a la cabeza, y el nacionalismo y el secesionismo en general. Incluida la prensa adicta al régimen nacionalista catalán, a la que se ha llegado a comparar con aquella de lo que se llamó Movimiento Nacional. Algo manifiestamente injusto y exagerado, ya que los periódicos oficiales del franquismo ni tan siquiera publicarían editoriales conjuntos para manifestar su adhesión inquebrantable a los designios de la dictadura. Entre otras razones, porque no les resultaba necesario. En cambio, los medios adscritos al pensamiento único nacionalista sí se ven en la obligación de 'retratarse' convenientemente para seguir disfrutando de las cuantiosas subvenciones que reciben del poder establecido.

En este caso, el consabido discurso victimista del que se nutre todo nacionalismo que se precie parece identificar exclusivamente al castrador centralismo de 'Madrit' con quienes se atrevieron a presentar sendos recursos contra el 'Estatut': El Defensor del Pueblo (que sepamos, vasco), los Gobiernos de Aragón, Comunidad Valenciana y Murcia (cuyos presidentes tienen bien poco de madrileños) y, sobre todo, el inevitable malo de la película, que no puede ser otro que el PP; como tal, objeto de todo tipo de amenazas (incluso de muerte), que comparte con el Tribunal Constitucional ante la mera posibilidad de que éste no se allane a las pretensiones del nacionalismo catalán.

Sin embargo, de 'Madrit', y más concretamente del 'Gobierno de Madrit', nació en realidad este 'Estatut' del que parecen depender todos los sueños y anhelos del pueblo catalán. A este respecto, resulta especialmente significativo el hecho de que en el Ejecutivo de Zapatero tuvieran conocimiento del oprobioso editorial conjunto antes de que se publicara, algo paradójico cuando se ha presentado como un aldabonazo al mismo 'poder central'. Y es que conviene dejar claro que el 'Estatut' que de hecho ha convertido en papel mojado a nuestra Constitución no es sólo el 'Estatut' del renegado Montilla y del nacionalismo y el independentismo catalán: Es fundamentalmente el 'Estatut' de Zapatero.

Porque fue Zapatero el que insufló oxígeno y reanimó a un 'Estatut' que se encontraba herido de muerte. Fue Zapatero quien, tras traicionar al entonces 'president' Maragall, y tal y como él mismo presume, pergeñaría y pactaría con el pujolista Artur Mas la 'nació' catalana, la bilateralidad de las relaciones entre España y Cataluña, el fin de la unidad jurisdiccional, el destierro de la lengua española de la vida pública y demás atropellos a la libertad y la igualdad de todos los españoles ante la ley que nuestra Constitución debería consagrar. Así pues, donde se perpretó tan furibundo ataque a la soberanía de la nación española fue en el Palacio de La Moncloa, en el mismo corazón de 'Madrit'.

Cabe recordar que por aquel entonces Zapatero, ocupado en sus componendas con la ETA, pretendía hacer del 'Estatut' un señuelo que llevara a buen puerto su posteriormente fracasado 'proceso de paz'. Ahora, y aplicando una vez más la máxima de 'divide y vencerás', parece hallarse convencido de que la polémica y la 'tensión' creadas acabarán favoreciendo sus perspectivas electorales en Cataluña, que es junto a Andalucía la región en la que basa sus victorias. Pero con tan irresponsable e insensata actitud corre el riesgo de propiciar que algún día no pueda contar con el voto de los electores catalanes. Sencillamente, porque dejen de formar parte de España.

martes, 24 de noviembre de 2009

LOS ANTIPATRIOTAS QUE VIENEN


En algo sí son los socialistas unos consumados maestros: En el uso de los resortes de la propaganda. Así, la festivalera puesta de largo de la llamada Economía Sostenible con la que nos obsequió el PSOE no sólo es un mero y extravagante alarde de autobombo: Se trata además de un gesto de cara a la galería absolutamente calculado para hacerlo coincidir con los indicios de recuperación económica que surgen estos días en los Estados Unidos y en países de tanto peso en la economía europea como Francia y Alemania. Lo que puede llevar a pensar que, en cuestión de no mucho tiempo, España presentará algún síntoma que invite al optimismo. Aunque sea por simple contagio, benigno en este caso.

En ese sentido, Zapatero está convencido de que, a fuerza de repetir, inasequible al desaliento y pese a que la realidad le sea cada vez más esquiva, que 'la recuperación se ha iniciado', 'la crisis se ha terminado', y otras frases del mismo tenor, alguna vez y por puro azar acabará acertando. Es decir, justo cuando aparezca algún dato económico que se desvíe mínimamente de la catástrofe continua e implacable que estamos padeciendo.

Entonces, ufano, pregonará a los cuatro vientos: 'Vuestro preclaro presidente ya os lo anunció; y todo gracias al maravilloso Plan 'E' (¿eeh, eeeeh?) y a la magnífica Ley de Economía Sostenible, que ha sido capaz de acabar de golpe con la indeseable y avariciosa economía del ladrillo y pintarla de verde, que te quiero verde. Así pues, es obligación vuestra como españoles (o lo que quiera que seáis) el votarme (con 'v', no con 'b') para que sigáis disfrutando de mi extraordinariamente fructífera presencia en La Moncloa cuatro años más. ¡Y ay de aquellos antipatriotas que osen discutir que la economía, gracias a mi clarividencia, se ha recuperado plenamente!'

Lo que está por ver es si llegará a tiempo, es decir, a las elecciones generales de 2012, para presumir y apropiarse de cualquier atisbo de recuperación, no ya creíble, sino que pueda notar el ciudadano de a pie. Porque, debido a nuestro anticuado y extremadamente rígido sistema laboral, mucho tendrá que aumentar la economía española para que el número de parados empiece a disminuir; algo que, dada la política intervencionista y de subida de impuestos del Gobierno socialista, se antoja francamente difícil. Pero ya podemos prepararnos para escuchar hasta la saciedad el siguiente y peregrino argumento de boca del Gobierno y de sus sindicatos verticales: No es importante que se cree empleo, sino que la economía crezca. Lo que viniendo de quienes tanto presumen de velar por el interés del trabajador, no va a estar nada mal. O si no, al tiempo.

viernes, 20 de noviembre de 2009

MIÉNTEME



El mismo día que los piratas lograron huir con su valioso botín, Zapatero enfatizaba que 'el Gobierno ha hecho todo lo que tenía que hacer', dando a entender que el Ejecutivo que preside había abonado el rescate. Al día siguiente, el ministro de Justicia Caamaño matizaría que no había sido 'España como país', lo cual, dado el concepto, discutido y discutible, que de nuestra nación tienen por esos pagos gubernamentales, no hizo sino aumentar nuestra confusión. Tres jornadas después de la infamia, y a la vez que íbamos teniendo noticia de la inusitada y extraordinaria reactivación de la economía en la ciudad natal de los 'nuevos ricos' piratas, la vicepresidenta De la Vega, orgullosa 'coordinadora' de la operación, puntualiza oportunamente que 'España no ha pagado ningún rescate'.

Pues bien, si no ha sido 'España', es decir, el Gobierno de España, ¿qué alma caritativa ha puesto encima de la mesa y de su bolsillo nada menos que cuatro millones de dólares? Esperemos que la señora vicepresidenta se digne a aclarárnoslo más pronto que tarde. Si no es así, tendremos todo el derecho a pensar que se trata de una mentira más, de tantísimas que el Ejecutivo ha proferido a la opinión pública.

Desde luego, el doctor Cal Lightman no daría abasto si se dedicara a observar el lenguaje no verbal de los miembros de este Gobierno de nuestros pecados. Pero, eso sí, se haría de oro. Aunque quizá no tanto como los ahora afortunadísimos y opulentos habitantes de Haradhere, en Somalia.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

UNA IGNOMINIOSA RENDICIÓN DEL ESTADO DE DERECHO


Para este viaje no es menester alforjas. Si la resolución de la crisis del 'Alakrana' pasaba, al igual que en el caso del 'Playa de Bakio', por allanarse finalmente a las pretensiones económicas de los captores, bien que nos podrían haber ahorrado nada menos que cuarenta y siete días de zozobra y sufrimiento de los tripulantes y sus familias. Y también, dicho sea de paso, de espantoso ridículo, no sólo de un Gobierno caracterizado por una gestión tan nefasta que ni sus continuas mentiras han podido ocultar, sino también de 'su' Fiscalía y de determinados y conocidos 'jueces estrella', empeñados en empeorar una situación ya de por sí delicada. Hasta el punto de que la detención de dos de los piratas que apresaron el barco, en lugar de constituir un gesto de firmeza que amedrentara a los demás secuestradores, acabó convirtiéndose en una patata caliente que iban pasándose unos a otros y sin saber qué hacer con ella.

Al principio hasta daba la impresión de que el Ejecutivo no estaba dispuesto a repetir la bochornosa bajada de pantalones con la que despachó el asunto del 'Playa de Bakio'. Pero, amén de que su supina incompetencia no da más de sí, el suicida 'buenismo' pacifista que profesa su presidente, que tan en evidencia quedó la legislatura pasada a propósito de una 'negociación' con la ETA que sólo detuvo, al menos aparentemente, cuando advirtió que empezaba a perjudicar notoriamente sus perspectivas electorales, sólo podía culminar en una nueva y vergonzosa claudicación ante las demandas de los piratas somalíes.

Ya sabemos cuál ha sido el efecto del repentino interés del presidente Zapatero por el secuestro del pesquero y la consiguiente labor de 'coordinación' de la vicepresidenta De la Vega: Acelerar el pago del rescate y pactar con los piratas su huida. Es decir, buscar la sálida más rápida y sencilla, 'como sea'. Para ello, Zapatero está convencido de contar con la general comprensión de una sociedad como la actual, en la que impera el relativismo moral; especialmente de la vasca, por desgracia víctima, al menos buena parte de ella, de ese síndrome de Estocolmo al que hace décadas le somete la banda etarra, y por tanto acostumbrada a toda clase de concesiones ante el crimen.

De ahí que el Gobierno, y Zapatero el primero, no muestre pudor alguno en vanagloriarse de haber cedido al chantaje de unos delincuentes y en presentar como heroicidad haberles pagado con un dinero, el de todos los españoles, del que por desgracia puede disponer sin límite. Pero la cruda realidad es que esta reincidente e ignominiosa rendición del Estado de Derecho, además de poner una vez más el prestigio de España a los pies de los caballos, cotiza al alza el secuestro de ciudadanos españoles. Lo que nos introduce en una espiral de imprevisibles consecuencias.

viernes, 13 de noviembre de 2009

TODA UNA LECCIÓN DE PONDERACIÓN E IMPARCIALIDAD


'Lo que ocurre es que hoy en día no nos vamos a dejar y, además, no se lleva esto del fusilamiento masivo, no se puede, pero vamos, que si pudiera, el Partido Popular, a los socialistas y a los que piensan como los socialistas, a la gente de izquierdas, a la gente progresista, a la gente humilde y a la gente normal, si pudieran, nos fusilaban a todos, lo que pasa es que esos tiempos ya pasaron'.

Estas atropelladas y escalofriantes palabras fueron pronunciadas por doña Carmen Hermosín, entonces secretaria general del PSOE de Sevilla. Y no en el fragor de un debate acalorado y a cara de perro, sino en un mítin, ante una audiencia entregada y presta al aplauso incondicional.

No consta empero que la señora Hermosín se haya dignado a pedir perdón por proferir semejante exabrupto. Teniendo en cuenta que poco tiempo antes su partido, acorralado por la crisis económica, el paro y la corrupción, protagonizaría una agresiva y sucia campaña basada en identificar al PP con el franquismo y la Guerra Civil, quizá hasta estaba convencida de que no había nada que enmendar.

Pese a tamaña salida de pata de banco, el insigne adalid de la moderación política y campeón de la independencia y la ética informativas, cuya célebre exclusiva de la presencia de terroristas suicidas en los trenes del 11-M ha marcado todo un hito del periodismo mundial, no exigió en aquella ocasión nada menos que el encierro de doña Carmen Hermosín 'en la comisaría o en el manicomio'. Tampoco le merecería el más mínimo reproche que en su momento un colega de la cadena de Prisa, quizá especialmente enojado con quienes no le dejaron seguir ejerciendo de propagandista del felipismo en los informativos de TVE, calificara a los votantes del PP como 'los herederos de los asesinos de García Lorca'.

La verdad es que ciertos rasgados de vestiduras de quien aún se atreve a dar lecciones de ponderación e imparcialidad empiezan a producir auténtica vergüenza ajena.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

SOBRE LA DESLEALTAD Y OTRAS MEZQUINDADES


El Gobierno de Zapatero no se priva estos días de pedir el apoyo y la comprensión de toda la sociedad española en su gestión del secuestro del pesquero 'Alakrana', por muy deficiente que nos pueda parecer. De esta forma, ante las críticas, no muy aceradas por cierto, del PP, una indignadísima Fernández De la Vega llegaría a acusar al principal partido de la oposición de actuar con 'deslealtad institucional'. Y es que, puntualizaba la vicepresidenta, resulta 'lamentable' e 'intolerable' que se pretenda desgastar al Gobierno sacando provecho político del dolor de unas familias.

13 de noviembre de 2002. Naufragio por accidente del petrolero 'Prestige' frente a la Costa de la Muerte, en Galicia. La entonces oposición del PSOE, lejos de prestar 'apoyo y comprensión' al Gobierno, responsabilizaría a éste de la catástrofe medioambiental provocada y participaría en las tan frecuentes como agresivas manifestaciones convocadas por 'Nunca máis', plataforma de la izquierda nacionalista gallega que, por cierto, debe encontrarse ahora desaparecida en combate. Por su parte, el diputado regional socialista Antonio Carmona abogaría por 'hundir otro Prestige' para ganarle al PP.

16 de mayo de 2003. Cadena de atentados islamistas en Casablanca (Marruecos), entre ellos un ataque a la Casa de España, que se saldó con la muerte de tres ciudadanos españoles. Apenas dos días después, el entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, haría en un mítin en Valladolid un uso político de los crímenes terroristas y sus víctimas al relacionarlos con el apoyo del Gobierno de Aznar a Bush. Una actitud, amén de mezquina, flagrantemente desleal.

30 de noviembre de 2003. Siete agentes españoles del CNI son asesinados en una emboscada en Irak. Ese mismo día, Zapatero volvería a las andadas y aprovecharía el dolor ajeno para buscar el desgaste del Gobierno. Ni corto ni perezoso, y con los cadáveres aún calientes, lanzaba la siguiente frase: 'Ojalá puedan venir nuestras tropas cuanto antes'.

13 de marzo de 2004. En plena jornada de reflexión previa a unas elecciones generales, las sedes del PP se ven cercadas por vehementes concentraciones, alentadas por la izquierda, cargos del PSOE incluidos, y sus poderosas terminales mediáticas. En ellas, y por primera vez en nuestra democracia, se culpabiliza directamente a un Gobierno de unos atentados terroristas que produjeron además una gran conmoción en la sociedad española. La 'guinda' la pondría el portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien, en un acto de 'intolerable' 'deslealtad institucional', violaría la legislación vigente y haría propaganda política al declarar en público que 'los ciudadanos españoles se merecen un Gobierno que no les mienta'.

Este PSOE que ahora exige responsabilidad y contención a la oposición a propósito del asunto 'Alakrana', es el mismo que no tenía empacho alguno en intentar sacar rédito político de las peores desgracias. Especialmente, de los muertos de Irak y del 11-M, cuyos cadáveres arrojaba a la cara del Ejecutivo de Aznar. Aquella actitud carroñera era entonces hacer labor de oposición; poner mínimamente en cuestión la forma con la que el Gobierno socialista afronta el secuestro del 'Alakrana' es, en cambio, miserable y felón. Desde luego, resulta ocioso descubrir a estas alturas la caradura con la que algunos se conducen en la vida pública.

Ojalá, y pese a que es difícil hacerlo peor, se consiga que los tripulantes del pesquero regresen sanos y salvos a España, que es ahora mismo lo más importante. Pero este Gobierno carece de autoridad moral alguna para precisamente demandar lealtad a nadie.

jueves, 5 de noviembre de 2009

ESPAÑA SE MERECE UN GOBIERNO QUE NO MIENTA

Tres secuencias valen más que mil palabras...





miércoles, 4 de noviembre de 2009

RUBALCABA TE VIGILA


La inclinación de los Gobiernos del PSOE por atropellar derechos y libertades fundamentales es significativamente proverbial en nuestra democracia. Debe ser porque los socialistas, genuinamente estatalistas, intervencionistas y recelosos de la libertad individual, no consideran en realidad que tales derechos sean inalienables de la persona, sino más bien graciosas concesiones del Estado. Y que, por tanto, han de encontrarse al albur de la conveniencia de los Gobiernos, a los que así se les faculta para que den rienda suelta a sus naturales tendencias liberticidas.

El felipismo escribiría una de las páginas más negras de la democracia española (una de tantísimas que ha protagonizado el PSOE a lo largo de nuestra historia) con la aprobación de la llamada 'Ley Corcuera'. También conocida como 'Ley de la patada en la puerta', uno de sus apartados, felizmente derogado por el Tribunal Constitucional, permitía la entrada en los domicilios sin autorización judicial. Pese a que tal precepto constituía un flagrante ataque a la privacidad del individuo, entonces nos intentaban convencer de su benignidad apropiándose de un argumento utilizado hasta la saciedad por la dictadura franquista: Los buenos ciudadanos, es decir, la mayoría de los españoles, no teníamos nada que temer si la policía irrumpía en nuestras casas de forma inesperada e intempestiva. Remedando al mismísimo Camilo Alonso Vega, si los aparatos del Estado violan nuestra intimidad es para protegernos de los delincuentes. Y merecía la pena sacrificar nuestras libertades en aras de una mayor seguridad para nosotros y nuestras familias.

Pues bien, esa es exactamente la justificación empleada por el Ministro Rubalcaba para defender el uso por parte del Gobierno del sistema SITEL, 'software' que, sin la necesaria cobertura legal, permite la intercepción sin límite de todas las telecomunicaciones que tengan lugar en España: Que nos protege y resguarda de los malhechores. Ahora bien, señor Ministro, ¿qué impide que la policía o los servicios secretos, o usted mismo, maestro en esas lides, hagan un uso arbitrario y abusivo del sistema? ¿Que, por ejemplo, se utilicen datos personales e íntimos para chantajear y coaccionar a personas que no han cometido delito alguno? En suma, señor Rubalcaba: ¿Quién nos protege del Gobierno?

SITEL, adquirido, en efecto, por el Ejecutivo de Aznar como instrumento de la lucha contra el terrorismo, fue inmediatamente desechado ante los informes de los Ministerios de Justicia e Interior y del Consejo General del Poder Judicial, que alertaban de la ausencia de garantías jurídicas que implica su uso. Sin embargo, los mismos que hipócritamente se escandalizaban cuando, poco después del 11-S, el Congreso de los Estados Unidos diera luz verde a la 'Patriot Act' de Bush, rescataron el proyecto nada más alcanzaron el poder. Que un Gobierno, sea del color que sea, tenga potestad para entrar en nuestra intimidad, espiarnos y vigilarnos sin el límite de una Ley Orgánica que nos ampare, es un riesgo para nuestras libertades inaceptable en un Estado de Derecho. Pero especialmente con el perverso Rubalcaba al frente del Ministerio del Interior.

lunes, 2 de noviembre de 2009

TRIBUTO A UN COLOSO DE LA LIBERTAD


Hace veinte años asistimos a uno de los fenómenos más grandiosos de la historia de la humanidad: La caída del Muro de Berlín. Después de más de setenta años extendiendo el totalitarismo, el crimen y la miseria en tantos rincones del mundo, el siniestro imperio comunista soviético había sido definitivamente derrotado. Una larguísima y larvada Guerra Fría tocaba felizmente a su fin, y de la mejor manera posible: Con la apabullante e incontestable victoria de la democracia liberal y de la economía de mercado. En suma, tras décadas de incontables sufrimientos y sacrificios humanos, la causa de la libertad se apuntaba un memorable triunfo.

Si cabe personalizar en alguien este extraordinario éxito, es sin duda en Ronald Reagan. Sin restarle méritos a la magnífica labor desempeñada tanto por Margaret Thatcher, con quien formó un inquebrantable tándem político en la defensa de los principios democráticos y liberales, como por Juan Pablo II, quien supo poner en evidencia el carácter inhumano del comunismo y su radical incompatibilidad con los valores cristianos, hubiera sido más difícil vencer al totalitarismo soviético sin aquella combinación de consistencia militar y habilidad diplomática de la que hizo gala Reagan.

Y es que, al contrario que algunos de sus antecesores, Ronald Reagan creía sólidamente en la superioridad moral y material del mundo libre sobre lo que acertadamente calificaba como 'imperio del mal'. Maligna tiranía, como tal, desprovista de legitimidad y con la que, por tanto, no había que resignarse a 'convivir', sino, simple y llanamente, derrotarla: 'Mi teoría de la Guerra Fría es que nosotros ganamos y ellos pierden', fue su predicción ya en 1977. Con esta claridad de ideas, expresadas sin eufemismos, se ganó la incomprensión de los adalides de la 'distensión', entonces como ahora legión, y el odio de la izquierda política e 'intelectual', siempre dispuesta a disculpar, en aras de un tan inexistente como sangriento 'progreso', los desmanes del totalitarismo comunista. Pero fue esta política de firmeza, basada en unas arraigadas convicciones liberales que no se privaba en divulgar siempre que podía, la que propició aquella gran victoria de la libertad.

Por tanto, es de justicia rendir tributo a quien debe pasar a la historia como un coloso de la libertad. A propósito de su más extraordinario legado, rememoramos su histórico discurso frente a la Puerta de Brandenburgo, en el que, ante una audiencia entregada y enfervorizada, lanzaba al líder soviético el siguiente desafío: 'General Secretary Gorbachov, if you seek peace, if you seek prosperity for the Soviet Union and eastern Europe, if you seek liberalization, come here to this gate. Mr. Gorbachov, open this gate. Mr. Gorbachov, tear down this wall!' Dos años después, millares de berlineses, tanto de Occidente como de Oriente, salieron a la calle y derribaron el muro que les dividía y afrentaba. Fue el principio del implacable derrumbe del totalitario imperio soviético.

martes, 27 de octubre de 2009

LA VIRTUD DE LA PRUDENCIA


'Las cualidades más útiles para nosotros son, en primer lugar, la razón en grado superior y en el entendimiento, que nos capacitan para discernir las consecuencias remotas de todos nuestros actos y prever el provecho o perjuicio que con probabilidad pueda resultar de ellos; y, en segundo lugar, el dominio de sí mismo, que permite abstenernos del placer del momento o soportar el dolor de hoy, a fin de obtener un mayor placer o evitar un dolor más grande en lo futuro.

En la unión de esas dos cualidades consiste la virtud de la prudencia, de todas las virtudes la más útil al individuo.'

Esta es una de las enseñanzas que nos dejó Adam Smith en su ensayo 'La teoría de los sentimientos morales', su primera obra. Sí, sí, el mismísimo Adam Smith. Pocos saben que el escocés, aunque haya pasado a la historia como 'el padre' del liberalismo económico, era, más que un economista, un filósofo; no en vano fue catedrático de Filosofía Moral en la Universidad de Glasgow. Y que, por tanto, muy lejos de sus ridículas caricaturizaciones como adalid del egoísmo y la insolidaridad, disertaba sobre la dimensión moral del individuo, en cuya preocupación por el prójimo encontraba la raíz de aquellos principios morales y preceptos legales que propician la convivencia en sociedad. Y es que la filosofía de Adam Smith asigna precisamente a la moral un importante papel de contención de nuestra conducta, de la misma forma que un mercado libre nos insta a acotar nuestras pretensiones con el fin de satisfacer las de los demás: Con la moral, el individuo persigue vivir en paz y libertad; con el mercado, aspira a prosperar.

Como tantos filósofos a lo largo de la historia (Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Gracián, Kant, Hume...), Adam Smith resaltaba la conveniencia de proceder siempre con prudencia, a la que consideraba incluso la virtud más útil al individuo. Cualidad especialmente valiosa en quienes han de conducirse por la vida pública, puesto que su objetivo primordial debería ser la de prestar servicios a la sociedad. En este sentido, en la España contemporánea podemos hallar un inmejorable ejemplo de prudencia: El del recientemente fallecido Sabino Fernández Campo. En su impecable tarea como jefe de la Casa del Rey, se ha destacado sobre todo su trascendental cometido durante la transición democrática, y más concretamente su determinante influencia en el feliz fracaso del intento de golpe de Estado del 23-F. Pero su más importante legado fue, aún en unos años en que la imagen de la política nacional en general sufría un grave deterioro, contribuir de manera decisiva a que la Monarquía fuera la institución más querida por los españoles. Y todo gracias a una labor tan eficiente como callada, con la discreción y el saber estar como divisas.

Si bien Sabino Fernández Campo, desde su profundo amor a España, sólo aspiraba a servir de la mejor manera posible a la Monarquía, hay a quien, dentro de la vida política española, le mueve única y exclusivamente una desmedida ambición. Afán que, en lugar de constituir un fin moral, se convierte en mera pretensión de alcanzar el máximo poder a costa de lo que sea. De ahí que no sea capaz de discernir las nefastas derivaciones de sus irrefrenables actos, ni de prever el perjuicio que, tanto para él como para los demás, puede resultar de ellos. Cuando, cegado por la apetencia de poder, se pierde el dominio de sí mismo y se deja de ejercer la virtud de la prudencia, se corre un riesgo cierto de, no sólo no llegar a conseguir el gran propósito marcado, sino también causar daños de imprevistas consecuencias. Y que además pueden repercutir con mayor virulencia en él mismo y su entorno más inmediato.

miércoles, 21 de octubre de 2009

NO SE MERECÍA TANTO


'¿Qué he hecho yo para merecer esto?', se habrá preguntado doña Elena Salgado durante el debate de los Presupuestos Generales del Estado. Por muchos pecados que haya cometido en su vida, resulta abusivo e inmisericorde someter a semejante castigo a la vicepresidenta económica. Y no me refiero a Rajoy, cuya contundencia dialéctica es mínimamente exigible en un jefe de la oposición ante un Gobierno que se empeña en conducirnos al desastre económico, sino a Zapatero. Tras la defenestración de Solbes, el presidente se ha convertido en el verdadero y único Ministro de Economía, con Cándido Méndez como consejero áurico (así nos va); por tanto, debería haber sido él mismo quien defendiera en el Parlamento unas cuentas de su exclusiva cosecha. Pero no es precisamente la valentía política uno de los rasgos característicos de Zapatero, que además ha demostrado en sobradas ocasiones que no le importa dejar cadaveres políticos por el camino. El de la señora Salgado sería uno más de tantísimos: Maragall, Caldera, Sevilla, Solbes...

Además, enfrente ha tenido a un Mariano Rajoy que se crece en sede parlamentaria, y cuya comparecencia ha preparado especialmente para intentar resarcirse de los últimos reveses políticos. Y cabe reconocer que ha desempeñado con brillantez el papel que le corresponde a un líder de la oposición en estos tiempos difíciles: Ha puesto los puntos sobre las íes cuando ha resaltado que la subida de impuestos castigará especialmente a las clases medias, las que precisamente con más virulencia están sufriendo la crisis, y penalizará a quienes son capaces de generar riqueza y empleo. Estos presupuestos, en efecto, alargarán y empeorarán la crisis y crearán todavía más paro. Sencillamente, soberbio. En cambio, doña Elena Salgado ha estado ciertamente patética, aunque, dada su misión de justificar lo injustificable, difícilmente podía dar más de sí. Ni Demóstenes hubiera podido sacar algún provecho dialéctico a la defensa de los que sin duda son los peores Presupuestos Generales de nuestra democracia.

martes, 20 de octubre de 2009

UN MINISTRO VIL PARA UNA RUIN POLÍTICA EXTERIOR


Después de rendir la correspondiente pleitesía al déspota hermanísimo del tiranosaurio, el propio Moratinos se encargó de resaltar uno de los indiscutibles logros de la actual política exterior española: 'Las relaciones con Cuba se han normalizado'. En efecto, el Gobierno de Zapatero ha conseguido restablecer los vínculos de España con la indeseable y abyecta dictadura castrista. Y ha sido muy fácil: En lugar de denunciar en los foros internacionales los atropellos a la vida, los derechos y las libertades de los cubanos, se pone sordina a los crímenes y desmanes del régimen comunista; en puesto de apoyar y situarse al lado de la disidencia democrática, se la desprecia y se la veja; y, lejos de liderar en la comunidad internacional iniciativas para que la dictadura evolucione de una vez hacia la democracia, se ejerce de abogado defensor de la misma. Justo lo contrario de lo que hizo Aznar, faltaría más.

En cualquier caso, el compadreo del Gobierno socialista con la tiranía criminal de los hermanos Castro es un monumento a la obscenidad. Este indigno comportamiento debería ser una auténtica vergüenza para todo aquel que se considere demócrata. Pero no parece que sea así para la izquierda, que, pese a llenársele la boca siempre que puede hablando de 'derechos humanos', tradicionalmente ha tratado con mucho mimo a las dictaduras apellidadas 'comunistas', 'socialistas', o, simplemente, 'de izquierdas'. En el fondo, les molan. Les consideran sus hermanas; descarriadas (aunque no mucho), pero hermanas al fin y al cabo. Experimentos sociales que, dados sus elevados fines, hay que tener en consideración. Y les da igual la mucha sangre derramada y el cuantioso coste en vidas humanas que suelen acarrear estos regímenes revolucionarios tan 'bienintencionados': Los sanos ideales de la izquierda han de prevalecer por encima de todo.

Nadie mejor que un personaje tan vil como Moratinos para llevar a cabo una política exterior verdaderamente ruin. No contento con humillar a la oposición democrática, a la que, además de no recibir, se permitió definir como 'un sector de la sociedad cubana' cuando precisamente la dictadura castrista la excluye violentamente de ella, en su regreso a España se permitió presumir del mérito de haber logrado la liberación de ¡dos presos políticos! ¿Cuántas bajadas de pantalones ante la tiranía cubana va a tener que seguir escenificando entonces Moratinos para que salgan a la calle los más de doscientos cubanos que cumplen pena por motivos políticos? Y mientras tanto, ¿a cuántos más va a seguir encarcelando y torturando el régimen ante la aquiescencia de su muy amigo Gobierno de Zapatero?

domingo, 18 de octubre de 2009

LA INGENIERÍA SOCIAL DEL GOBIERNO


Mariano Rajoy, haciéndose eco del impresionante clamor en contra en Madrid, ha anunciado que el PP pedirá en el Congreso de los Diputados la devolución al Gobierno de la reforma de la Ley del Aborto. Se trata de una iniciativa loable, pero, por desgracia, con escasísimas posibilidades de prosperar. El PSOE de Zapatero, el más sectario de la historia de nuestra joven democracia, ha llegado al Ejecutivo para hacer realidad su objetivo de profunda y radical transformación de nuestra sociedad. Y mientras cuente en el Parlamento con la adhesión de comunistas e independentistas de izquierda, en quienes se apoya para hacer realidad su proyecto rupturista, no hará marcha atrás. El 'progreso' que históricamente impone la izquierda en sus diversas variantes es, en efecto, imparable; sobre todo porque no suele andar con contemplaciones de ningún tipo.

Y es que los mismos que, mientras permanecían en la oposición, le reprochaban a Aznar que no fuera sensible a determinadas manifestaciones que se celebraron durante su mandato, que además presentaban como quintaesencia de la democracia, hacen ahora caso omiso a las muchas que han tenido lugar bajo su Gobierno. Aunque, claro, aquéllas sí representaban el verdadero sentir del 'pueblo', puesto que fueron convocadas 'espontáneamente' por la izquierda; en cambio, éstas, que ni tan siquiera han contado con su preceptivo visto bueno, y muy a pesar de su extraordinaria profusión, sólo pueden provenir de inconfesables y minoritarios intereses, ligados a la derecha extrema y reaccionaria. Exactamente de donde proceden, tal y como ha resaltado la vicepresidenta De la Vega, aquellos intolerables abucheos que, antes de cada Desfile de las Fuerzas Armadas, suelen proferir a nuestro intangible presidente.

Así pues, la sobresaliente y multitudinaria manifestación contra la ampliación del aborto va a obtener del Gobierno socialista la misma respuesta que las anteriores: El más absoluto de los desprecios. Su plan de ingeniería social pasa necesariamente por convertir el aborto, es decir, el hecho de disponer de la vida de un ser que, por no haber nacido, no deja de ser humano, en un derecho. Lo que, lejos de constituir una profundización en las libertades, conlleva un efecto perverso: La concepción de la vida humana como valor supremo, tal y como la entendemos desde los principios del derecho natural, pierde vigencia. A partir de ahora el Estado y sólo el Estado determinará qué es lo que ha de entenderse por vida humana, por encima de cualquier juicio moral, ético o incluso científico. El criterio expresado por Bibiana Aído, 'el feto es un ser vivo, pero no humano', aunque infundado desde cualquier perspectiva biológica, acaba imponiéndose sobre toda autoridad en la materia, ya que posee la única que verdaderamente adquiere plena validez: La que, en su calidad de Ministra del Gobierno, deriva del Estado.

En realidad, se trata de hacer del aborto un método anticonceptivo más, sin tener mínimamente en consideración la protección de la vida humana. De la misma forma, el Estado-médico ya ha prescrito la venta de la píldora postcoital sin receta y sin límite de edad, pese a los dañinos efectos secundarios que puede producir en quienes la tomen. También sabemos que el Estado-familia, una vez que ha logrado inmiscuirse en la formación ética y moral de los hijos por medio de ese engrendo llamado 'Educación para la Ciudadanía', tiene intención ahora de menoscabar la autoridad familiar al permitir el aborto de menores de edad sin el consentimiento de sus padres. Por desgracia, el Gobierno está consiguiendo alcanzar poco a poco una de sus principales metas: La presencia e interferencia del Estado en todos los órdenes de nuestras vidas, desde la cuna (si nos dejan nacer, claro) hasta la sepultura (si nos dejan morir en paz). Porque aquel individuo, hombre o mujer, al que antes de tiempo y forzosamente se le desgaja de su familia, o que en cualquier caso ni tan siquiera ha de responsabilizarse de las consecuencias de sus actos, no es en absoluto más libre e independiente. Bien al contrario, se convierte en una marioneta en manos de la autoridad estatal.

miércoles, 14 de octubre de 2009

UN PROGRE EN LA CASA BLANCA

Hacía tiempo que el entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, había decidido transmutar su imagen de socialdemócrata moderado tipo Tony Blair, proclive al pacto con el Ejecutivo de Aznar, por el de un radical de izquierdas con cierta tendencia 'antisistema'. Ya se había ganado una justa fama de 'pancartero' con motivo de su apoyo a la huelga general política que los sindicatos le habían organizado a su detestado 'Gobierno de la derecha', y a las manifestaciones, orquestadas por la izquierda nacionalista gallega, en las que se responsabilizaba al PP de las consecuencias del hundimiento del 'Prestige'. Pero la guerra de Irak supuso un verdadero punto de inflexión en ese drástico cambio de táctica, ya que, además de adherirse a algaradas callejeras tan 'pacifistas' como violentas, Zapatero no desaprovechó la oportunidad de hacer uso y abuso de una de las tradicionales señas de identidad de la izquierda: El antiamericanismo.

Aquella tristemente célebre actitud de desconsideración hacia la bandera estadounidense, irresponsable e impropia de un jefe de la oposición que aspiraba a gobernar un país occidental, era un gesto totalmente calculado para ganarse a un electorado que se distingue por su inquina hacia todo lo que representan los Estados Unidos. Y no le importaba en absoluto que con ese desplante se hubiera ganado la animadversión durante años del inquilino de la Casa Blanca, cualquiera que fuera su tendencia: Quizá él mismo no se veía de presidente del Gobierno a corto plazo. Pero, aupado por la conmoción producida por los atentados del 11-M y la macabra utilización política de sus muertos en plena jornada de reflexión, llegaría sorprendentemente a La Moncloa. Y no tardaría en adoptar una de sus primeras decisiones, habida cuenta además de que pronto había que ganar 'como sea' unas elecciones europeas que debían refrendar una victoria obtenida en condiciones lamentablemente trágicas: Ordenar la retirada de nuestras tropas de Irak. Bochornosa y cobarde huida que obtuvo el aplauso del fundamentalismo islamista y la indignación de nuestros aliados, en especial del entonces presidente norteamericano Bush, quien, tras propinarle la oportuna reprimenda, decidió distinguirle con todo su desprecio. No contento con ello, Zapatero se atrevería incluso a recomendar en Túnez a los países que permanecían en Irak que siguieran su ejemplo: Sería la gota que colmaba el vaso. Bush, en aquella ocasión, sí se dignaría a llamarle, pero para espetarle que se comportaba 'como un amigo de Bin Laden'.

Esta imprudente forma de proceder, teñida de ese infantil antiamericanismo del que hiciera gala como jefe de la oposición, había logrado en tiempo record algo que parecía imposible: Convertir unas relaciones de privilegio con la indiscutible primera potencia y líder del mundo libre, labradas con paciencia y perseverancia por su antecesor Aznar desde la época de Clinton, en inexistentes. Aún así, Zapatero, pese a los consiguientes perjuicios para nuestros intereses en los asuntos exteriores, se mostraba hasta divertido y daba a entender que a él, la quintaesencia del 'buenismo' pacifista, le resultaba difícil mantener vínculos con alguien que, por mucho presidente de Estados Unidos que fuese, era en realidad, tal y como prescribía la progresía política y mediática, un texano bobo, estúpido y belicista. Además, confiaba en que las adversidades surgidas de la deficiente planificación militar en Irak acabarían desgastando lo suficiente a Bush como para caer derrotado en las urnas ante el candidato demócrata, John 'Flip-Flop' Kerry, en cuya victoria tenía depositadas sus esperanzas. Pero el electorado norteamericano, que a partir de ese momento fue objeto de las más ridículas descalificaciones por parte de quienes, generalmente desde la izquierda, se empeñan en impartir lecciones a la primera democracia liberal de la historia, se decantó claramente por Bush. El plan 'quiero un amigo americano' de Zapatero se había venido abajo: Su comparecencia pública en la que felicitaba a Bush por su triunfo, significativamente malcarado y exhibiendo unas prominentes ojeras, fue todo un poema.

Por tanto, a España le esperaban al menos cuatro años sin posibilidad de restablecer sus vínculos con los Estados Unidos, lo que equivalía a permanecer en una especie de limbo en el panorama internacional. En las cumbres mundiales se sucedían las situaciones más grotescas: Desde las irrisorias persecuciones por los pasillos del inefable Moratinos a la Secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, cual dama deseada, hasta los muy fugaces 'encuentros', cronometrados en décimas de segundo, de Zapatero con Bush. Escenas que daban lugar a todo tipo de chistes y chirigotas, pero que suponían un grave menoscabo para la imagen exterior de España, que ya de por sí, y tras la deserción de Irak, se había ganado la reputación de socio no fiable.

Sin embargo, y dado el límite de mandatos que se impone en la democracia norteamericana, tan peculiar ella, habría forzosamente un cambio en la presidencia. Además, esa misma América tachada de profunda, intolerante y paleta porque cuatro años antes había elegido a Bush, optaría en esta ocasión por el demócrata Barack Obama, una especie de santo laico canonizado por la progresía mundial; gracias a lo cual, el pueblo estadounidense pasó de repente a ser sabio e ilustrado. Zapatero parecía haber encontrado por fin a su 'amigo americano', bajo la premisa de unas supuestas coincidencias ideológicas que justificarían una nueva estrategia 'proamericana' ante un electorado generalmente reacio a todo lo que huela a Estados Unidos. De ahí que, por ejemplo, Leire Pajín, a la que con tal de ensalzar la egregia figura del Jefe no parece importarle caer en el más espantoso de los ridículos, resaltara el 'acontecimiento planetario' que supone la coincidencia de dos grandes líderes 'progresistas' rigiendo los destinos del mundo.

¿Pero cabe calificar a Obama de 'progresista'? Sería oportuno recordar que, en uno de los debates electorales, su rival republicano John McCain llegaría a colocarle la etiqueta de 'liberal' (equivalente a 'progre' o 'progresista' en los Estados Unidos), y el propio Obama rechazaría tajantemente que se le pudiera aplicar tal calificativo. ¿Y hasta qué punto se le puede considerar a Obama de izquierdas? Pues depende de con qué o quién se le compare. Su objetivo de implantar una Sanidad pública a la europea parece poder denotar un cierto carácter izquierdista, aunque se debe matizar que entre los 'padres' de la Seguridad Social encontramos más bien personajes pertenecientes a la derecha autoritaria, desde Bismarck hasta Franco. Y, por ejemplo, mientras, como sabemos y sufrimos, Zapatero reniega de cualquier reforma que flexibilice mínimamente el mercado laboral, Obama no parece tener ninguna intención de impedir por ley el despido libre, que, que sepamos, continúa en vigor en los Estados Unidos. Ni de poner obstáculos al muy liberalizado mercado estadounidense. Ni tan siquiera de abolir la pena de muerte. Por tanto, no es que Obama no esté tan escorado a la izquierda como Zapatero; es que en muchísimos aspectos se sitúa a la derecha del PP o de cualquier partido conservador europeo.

Si Obama, afortunadamente para nuestros intereses, ha decidido restablecer las relaciones con España, no ha sido gracias a ese supuesto 'feeling' o identificación ideológica con Zapatero, sino velando por el bien de los Estados Unidos. La guerra de Afganistán se está convirtiendo en un auténtico atolladero, y ahora mismo necesita cuantos más aliados, mejor. Y si el presidente hubiese sido McCain, muy posiblemente, en aras del realismo que suele imponerse en la política exterior estadounidense, y después de tragar saliva, hubiera invitado igualmente a Zapatero a la Casa Blanca. 'No deja de ser el presidente de un país de la OTAN, de un país aliado', tal y como le puntualizó el propio Obama en otro debate electoral.

Así pues, tras más de cinco años de desencuentros, por fin Zapatero ha sido agasajado en la residencia del presidente de los Estados Unidos. La Casa Blanca, por su parte, ha tenido el honor de recibir la visita de un distinguido 'progre' que, abducido por el 'obamismo', quizá se encuentre en trance de convertirse al 'americanismo'. Hasta el punto de que se muestra dispuesto a enviar a Afganistán, no sólo incluso más tropas para que más soldados españoles sigan dando su vida por la libertad, sino hasta a la mismísima Guardia Civil. Ya nos explicará qué pinta la Benemérita en un escenario de guerra, pero, tratándose de San Obama, ese Premio Nobel de la Paz preventivo, se hará lo que haga falta. Además, no tiene nada que temer: En esta ocasión, nadie en España le va a tachar de 'lacayo del imperialismo', ni va a reaccionar ante cada muerto en la guerra lanzándole el cadáver a la cara o llamándole 'asesino'. Entre otras razones, porque el otrora insigne pancartero es ahora el presidente que los hipócritas estómagos agradecidos del 'No a la guerra' querían.