martes, 25 de noviembre de 2008

LUKOIL Y EL 'CAPITALISMO' RUSO


El Estado no debe interferir en las transacciones y acuerdos entre empresas privadas, siempre y cuando no incumplan las leyes, particularmente las de competencia. Este principio impecablemente liberal sería aplicable en la compra de Repsol por parte de la compañía rusa Lukoil si ésta fuera completamente privada. Pero es que no lo es. Por mucho que la totalidad de sus acciones sí lo sean, se trata de una petrolera directamente controlada por el Kremlin y la mafia rusa (que tanto monta, monta tanto). Se debe tener en cuenta que en Rusia no rige un sistema de libre mercado, sino una autocracia basada en el crimen y la corrupción. Allí brilla por su ausencia ese presupuesto necesario de cualquier capitalismo que se precie, que es el Estado de Derecho, y por tanto principios fundamentales de una economía de mercado como los derechos de propiedad, la garantía del cumplimiento de los contratos y la libre competencia sencillamente no existen. Las grandes corporaciones de la felizmente extinta URSS, más que ser privatizadas, pasaron a manos de miembros de la KGB y de la nomenclatura soviética sin solución de continuidad para acabar erigiendo gigantescos monopolios que, con la necesaria colaboración del corrompido, corrupto y corruptor Gobierno de turno, controlan la totalidad de la economía rusa, en la que toda clase de rapiña tiene su asiento. Estas son ni más ni menos las peculiaridades del 'capitalismo' ruso.
Pues bien, el mismo Gobierno que puso todos los impedimentos habidos y por haber a la entrada de la compañía E-On (alemana y totalmente privada) en Endesa (y todo porque sus amigos de 'La Caixa' querían comprar a la hidroeléctrica), y que precisamente tanto se ha distinguido por sus prácticas intervencionistas, mantiene ahora que no tiene nada que hacer. Incluso el presidente Zapatero ha llegado a conceder su visto bueno a la operación, pese a los informes del CNI que le alertaban de las intenciones del Gobierno ruso. Y para justificar esta postura supuestamente abstencionista, que en realidad es de pleno apoyo a la compra, ¡los mismos que culpan al 'neoliberalismo' de todos los males cantan ahora sus excelencias! Así lo ha hecho nuestro inevitable Pepe Blanco, quien se permite dar lecciones de doctrina liberal. Señor Blanco: No hay liberalismo sin imperio de la ley. Aunque le cueste horrores, lea usted a Hayek mientras intenta conseguir su licenciatura. Y no aprenda de Rusia, hombre, sino de los Estados Unidos de América.
El Gobierno, pues, debe frenar la entrada de Lukoil en el accionariado de Repsol. Si no es así, cabría preguntarse cuál es el verdadero interés que mueve a Zapatero a permitir la entrega de una compañía energética española al Kremlin.

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