martes, 31 de mayo de 2011
NOS TOMAN POR EL PITO DEL SERENO
El Gobierno alemán, tras los últimos y sonoros fracasos en las urnas de la coalición que lo sustenta (especialmente dolorosa fue su derrota en el Estado de Baden-Württenberg, que había permanecido en manos de la CDU desde la Segunda Guerra Mundial), ha entrado en tal espiral demagógica y electoralista que ha llegado a perder definitivamente el norte; y no solo el nuclear, para desdicha de los consumidores alemanes. Tan es así que, con tal de eludir responsabilidades que pudieran desgastar más si cabe su deteriorada imagen, aprovechara una precipitada e injustificada acusación de la consejera de Sanidad de Hamburgo, que atribuía a los pepinos españoles el origen de una grave y mortal epidemia causada por la bacteria 'E.coli', para bloquear la importación de hortalizas procedentes de nuestro país. Veto al que se sumarían Austria, Bélgica y Rusia, lo que redundaría en el enorme perjuicio provocado a una agricultura ya de por sí especialmente golpeada por la crisis. A perro flaco, todo son pulgas.
Finalmente, la misma consejera que irresponsablemente diera la falsa voz de alarma se ha visto obligada a recular y reconocer su fatal error. Pero el daño, inmenso, ya está hecho. Desde luego, ahora se convierte en lugar común aseverar que el Gobierno alemán, por muy catatónico y desesperado que esté, no se hubiera atrevido a hacerle semejante jugarreta, por ejemplo, a la Francia de Sarkozy, que desde el primer momento hubiese puesto Bruselas patas arriba. ¿Pero hubiera cometido tal osadía ante un Ejecutivo español cuyo presidente se hubiese caracterizado por negociar hasta la extenuación y el aburrimiento mejoras políticas y económicas para España en las cumbres europeas? ¿Y cuya ministra de Agricultura defendiera firmemente y sin ambages los intereses de nuestro sector agrícola ante las instituciones de la Unión? Para nuestra desgracia, el problema reside en que Zapatero, cuya política exterior y ante la Unión Europea lleva el sello del típico complejo de inferioridad del socialismo español, no es Aznar; ni Rosa Aguilar, que ha reaccionado tarde y mal, es ni mucho menos la llorada Loyola de Palacio. En suma, nos toman por el pito del sereno porque saben perfectamente que no tienen absolutamente nada que temer del actual Gobierno de España, que para más inri ha dejado de serlo (si es que alguna vez lo ha sido) para transformarse en una gran plataforma electoral al servicio de su nuevo y 'dedificado' candidato a la presidencia. Que Dios nos pille confesados.
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