Poco después de que la bancada socialista, en uno de los actos más bochornosos de la historia del Congreso de los Diputados, no se privara de la ignominia de aclamarle y vitorearle como a un ídolo de la fiesta nacional, Fernández Bermejo se ha visto obligado a renunciar a su cargo en el Ejecutivo de Zapatero. En este caso sí que cabe aplicar la que podríamos llamar 'doctrina Rubalcaba': Si alguien dimite es porque le han pillado. En efecto, al cazador 'le cazaron' practicando su deporte de manera furtiva, sin licencia, y por tanto cometiendo una ilegalidad flagrante. En esas condiciones no podía seguir ocupando un Ministerio, para más inri el de Justicia, ni un minuto más.
El célebre portavoz del Gobierno de los GAL y violador de la legislación electoral, hombre de claros e inquebrantables principios éticos y morales, tuvo a bien pontificar acerca de las dimisiones de determinados cargos públicos del PP, que, según él, se produjeron, no para asumir responsabilidades políticas, sino porque habían sido descubiertos con las manos en la masa. Ya se sabe que la mentira es consustancial al ser de Rubalcaba, pero hay que señalar que, mientras unos renunciaron incluso antes de ser imputados, y sin que todavía quepa atribuirles ninguna irregularidad, Bermejo llegó a permanecer varios días en el Ministerio aún después de que se destapara su delito. Vamos, que a él si le han pillado, y a pesar de ello ha tardado en dimitir. O, quizá, más bien 'le ha dimitido', por mucho que él mismo lo niegue, el presidente Zapatero, quien, con las encuestas del fin de semana en la mano, parece haber tomado conciencia del considerable daño que el interfecto estaba empezando a infligir a los intereses electorales del PSOE.
Ahora sólo falta que el famoso y mediático justiciero 'progresista' se inhiba del llamado 'caso Gürtel', algo que no tendrá más remedio que hacer, para que este episodio deplorable e impropio de un Estado de derecho pase a la categoría de mal recuerdo. De esta forma, lo que simple y llanamente es una trama contra el PP sí podrá convertirse en una verdadera operación contra la corrupción. Y, por nuestra parte, los murcianos podemos estar tranquilos, ya que Bermejo seguirá velando por la defensa de nuestros intereses como diputado en el Congreso. Como hasta ahora.
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