'El agua es de todos los españoles, de todos. Las decisiones sobre el agua las toman todos los españoles, y no sólo una parte'. 'Hay que llevar agua de donde sobre a donde se necesite, y Murcia la necesita'. 'Habrá Plan Hidrológico Nacional'.
Hagamos un poco de política-ficción e imaginémosnos que estas palabras las pronuncia el presidente Zapatero en Murcia. Sé que es un ejercicio harto difícil, pero esforcémonos por un momento. ¿Qué diría una gran parte de los medios y articulistas de nuestra Región? Los elogios le lloverían por doquier. A buen seguro que escucharíamos y leeríamos comentarios del siguiente tenor: Estamos ante un presidente que, consciente por fin de nuestra necesidad de agua, ha decidido comprometerse firmemente con Murcia. Ha tenido la virtud de rectificar y plantea ahora los trasvases como solución. Por tanto, el Tajo-Segura no está en peligro, y hemos de esperar que otros acueductos lleguen a ser una realidad, ya que ha prometido desarrollar un Plan Hidrológico Nacional. Por su parte, los socialistas murcianos ensalzarían la talla de hombre de Estado de Zapatero, nuevo artífice del trasvase Tajo-Segura y de otros que están por venir, sensible y solidario con la España seca de la que formamos parte. Darían otro bandazo de los que nos tienen acostumbrados, sin que Pedro Saura se viera en la necesidad de mostrar público arrepentimiento por votar en su momento a favor de la derogación del trasvase del Ebro.
Pero, como se sabe, el autor de esas frases no fue Zapatero, sino Mariano Rajoy. En cambio, esas declaraciones han recibido calificaciones tales como de 'insuficientes' y 'ambiguas' (cuando no de 'vacías' en algún caso) por parte de la práctica totalidad de los columnistas y comentaristas de nuestra prensa, incluidos quienes se supone más afines (al menos ideológicamente) al PP. No pretendo con ello poner en solfa al periodismo de nuestra Región, de una excelente calidad por otra parte. Sólo quiero resaltar que hemos alcanzado tal extremo que se le exige más claridad y concreción al líder de la oposición que al mismísimo presidente de un Gobierno al que, nos guste o no, le compete única y exclusivamente tomar decisiones en este terreno.
Además, cada uno debe pechar con las consecuencias de sus actos: Fue el PSOE de Zapatero el que eliminó el trasvase del Ebro y el que empezó a poner en duda la continuidad del Tajo-Segura, del que desde entonces nos ha llegado agua a cuentagotas. Y es el Gobierno socialista de Castilla-La Mancha el que pretende ponerle fecha de caducidad. Al menos de momento, los murcianos sí parecen tener claro cuál es la postura y la consiguiente forma de actuar de unos y otros. Cabe recordar que en las últimas elecciones generales, en las que también se le acusaba a Rajoy de ser confuso en la defensa de los trasvases, el PP consiguió en Murcia los mejores resultados de su historia.
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