miércoles, 21 de septiembre de 2011

TRAS UNA PASADA POR EL SOCIALISMO

Según un estudio sobre libertad económica que publica anualmente el prestigioso Fraser Institute, que mide índices tales como tamaño del Gobierno, sistema legal, solidez monetaria, libertad de comercio y regulación, España se encuentra actualmente en un ridículo puesto 54 de 141 países analizados. Una clasificación impropia de un país occidental desarrollado como sin duda, y a pesar de los pesares, sigue siendo el nuestro. Y el dato es aún más descorazonador cuando descendemos a los detalles: no es ya el sorprendente hecho de que nos situemos en ese terreno en la órbita de países del Tercer Mundo como Uganda (que incluso nos llega a superar), cuyos resultados no son plenamente comparables dada la inseguridad jurídica que caracteriza a sus sistemas políticos y económicos; es sobre todo que, dentro de la Unión Europea, ámbito en el que rige en general un intervencionismo estatal más o menos matizado, solo estamos por encima de Italia, Grecia y Portugal. En este índice, por desgracia, sí hemos vuelto al club de los PIGS.
Verdaderamente significativa es, asimismo, la evolución de las 'notas' logradas en los últimos años: del 6 casi 'pelado' con el que arrancamos en 1975, alcanzamos el 7 en 2000 y subimos hasta el 7,5 en 2003 y 2004 (durante los liberalizadores Gobiernos de Aznar); pero la gestión económica de los Ejecutivos de Zapatero nos ha hecho descender al 6,92, consecuencia de una política intervencionista y de gasto público expansivo especialmente acentuada al inicio de la segunda legislatura. 
En cuanto a los subíndices de este estudio, España ocupa el puesto 94 en el tamaño del sector público (y además, como sabemos y sufrimos, multiplicado en sus competencias), el 42 (que tampoco es para estar satisfechos) en los derechos de propiedad, el 56 en libertad de comercio (excesivamente limitada por una restrictiva regulación de los horarios comerciales) y, eso sí, el 15 por la calidad de su moneda (en este aspecto, es de agradecer que pertenezcamos al euro). Pero en la sección relativa a la regulación, donde nos encontramos nada menos que en un vergonzante puesto 101, podemos encontrar las claves de las altas tasas de paro que soporta nuestra economía: estamos en el 70 en mercado de crédito, en el 81 en la legislación sobre empresas y, como no podía ser de otra manera, en un escalofriante lugar 118 en mercado laboral; una herencia del franquismo, cuyas esencias, sin embargo, conserva y defiende con mucho entusiasmo la izquierda progresista.
Desde luego, la 'pasada por el socialismo' vivida por nuestro país difícilmente ha podido ser más devastadora. Y todavía habrá quien siga culpando del agravamiento de nuestra crisis económica al dizque 'neoliberalismo' imperante y al consecuente 'descontrol' de los malvados mercados. Justo todo lo contrario.

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