lunes, 28 de marzo de 2011

SI 'ETA NUNCA MIENTE', ENTONCES...


'ETA nunca miente'. Esta fue una de las frases más repetidas por el PSOE y sus adláteres inmediatamente después de que la organización terrorista desmintiera públicamente cualquier participación suya en los atentados del 11-M. Por ejemplo, Jesús Caldera, en aquellos días mano derecha de Zapatero, se pronunciaría en estos términos: 'Por desgracia para todos, ETA suele decir la verdad'. Se llegó al extremo de concederle más credibilidad a una banda de criminales que al entonces Gobierno legítimo de España, que era en cambio el que engañaba a los cuidadanos, manipulada versión que se encargaría de resaltar en plena jornada de reflexión electoral el en aquel tiempo portavoz socialista, por supuesto Rubalcaba. Quién si no iba a protagonizar uno de los episodios más bochornosos de nuestra democracia.

Pues bien, los mismos que elevaron la palabra de la ETA a la categoría de ley, deberían aplicarse el cuento una vez que ha salido a la luz el contenido de las actas incautadas al jefe etarra Thierry; que, máxime si aplicamos esa doctrina sentada por el socialismo y sus corifeos tras el 11-M, son totalmente demoledoras tanto para el Gobierno actual, como para determinadas aspiraciones sucesorias. Por mucho que sea cierto que no ha de ser la banda asesina la que confirme lo que es una absoluta certeza: que el chivatazo a la ETA fue una decisión política tomada en el marco de aquel malhadado y vergonzante 'proceso de paz', y que como tal fue llevada a cabo por altos cargos políticos y policiales del Ministerio del Interior dirigido por Rubalcaba. Que todavía el siniestro 'Rasputín' cántabro, no solo se permita dar lecciones de ética y política e incluso hacer gracietas sobre tan hediondo asunto, sino que además suene como heredero del presidente del Gobierno, denota la grave enfermedad moral y democrática que sufre nuestro país.

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