viernes, 14 de enero de 2011
EL LEVIATÁN 'ESTANFLACIONISTA'
'Estanflación' (del inglés 'stagflation') es una expresión que se considera concebida en 1965 por el entonces Ministro de Finanzas del Reino Unido, Ian McLeod, con la cual pretendía definir una situación económica especialmente grave y de funestas consecuencias: una conjunción de subida de precios, aumento del paro y estancamiento económico. Ni más ni menos que, como muy acertadamente explicó el referido político en la Cámara de los Comunes, '...lo peor de ambos mundos: no solo inflación por un lado y estancamiento por otro, sino ambos juntos'. Sin embargo, no sería hasta unos diez años después, a mediados y finales de los 70, cuando tal fenómeno se mostraría con toda su crudeza de resultas de las altísimas tasas de inflación provocadas principalmente por el alza del precio del petróleo, lo que a su vez llevaría a una caída en la producción de las empresas y a la consiguiente generación de paro. Y, de paso, al inicio del desmoronamiento del consenso keynesiano reinante entonces.
Pues bien, tras confirmarse una subida de la inflación interanual del 3 por ciento, sobre nuestra economía se cierne precisamente el fantasma de la estanflación. Una nueva vuelta de tuerca que supondría un obstáculo más para nuestra ansiada recuperación. ¿Y cómo es posible que en una economía que apenas crece, que se caracteriza por su escasísima actividad, en cambio suban los precios, con el consecuente menoscabo para nuestros ya de por sí lastimados bolsillos? Además de en el incremento de las materias primas, hay que fijarse en el principal agente distorsionador del mercado: el Estado, en este caso dirigido por el Gobierno socialista. No por mera casualidad los llamados precios administrativos, es decir, los que fija el Gobierno, o aquellos en los que en mayor o menor medida interviene, son los que más han contribuido a la inflación: el tabaco (perjudicial para la salud de los mortales, pero no para engordar las arcas públicas), los carburantes, la luz, el gas, los transportes... A todo ello hay que sumar la subida del IVA decretada en julio, que a su vez ha propiciado una retracción del consumo y de la actividad económica.
Y es que la única prioridad de este Gobierno que sufrimos es conseguir ingresos, pero a costa de continuar deteriorando nuestra calidad de vida. Hasta el punto de convertir a un Estado típicamente inflacionista, especialmente en tiempos de crisis, en un demoledor Leviatán 'estanflacionista'. Debería quitar sus sucias manos de nuestros bolsillos, y de la economía en general, cuanto antes.
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