El controvertido abordaje israelí de la embarcación proterrorista Marvi Marmara, presentado meramente como una masacre vilmente orquestada por el Estado judío, ha sido el pretexto perfecto para que el antisemitismo de izquierdas vuelva por donde solía y dé rienda suelta a sus peores instintos. Qué lugar más apropiado que en la Universidad Autónoma de Madrid, acreditado albergue de todo tipo de totalitarismos, para que reaparezcan hordas de ociosos y haraganes de la ultraizquierda antisistema, pertenecientes a esa misma especie que, con su inevitable y repelente estética 'perroflauta', empezara a adquirir notoriedad por su impetuosa toma de las calles a propósito de la guerra contra Sadam Hussein. El objetivo de su última salida a escena, igualmente edificante: Entre aclamaciones a la intifada, linchar a un científico que comete el imperdonable delito de ser israelí. Escalofriante y violenta exhibición de judeofobia que habría hecho las delicias del mismísimo Adolf Hitler.

Aunque, claro, si para los zerolos y zerolas y demás ínclitos e ínclitas de la mariprogresía resulta incompatible ser gay y de derechas, qué menos que también lo sea ser gay y judío. Así pues, que paguen justos por pecadores.
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