domingo, 24 de julio de 2016

"GOD BLESS AMERICA"... PESE A TRUMP

Un sistema de elecciones primarias cada vez más discutido (por cuanto concede el mismo peso a los afiliados de los partidos que a quienes se inscriben como 'simpatizantes' de los mismos) ha llevado a la candidatura a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano a alguien tan alejado de los valores tradicionales del conservadurismo estadounidense como es Donald Trump. Porque, obviamente, absolutamente nada tiene que ver el populismo intervencionista y radicalmente aislacionista que personifica el magnate con los principios del 'Great Old Party' que, fundado por Abraham Lincoln, tuvo como presidentes a líderes como Theodore Roosevelt, Dwight Eisenhower, Ronald Reagan o George W. Bush; todos ellos defensores de los derechos y libertades individuales sobre los que se edificó la primigenia y ejemplar democracia norteamericana, de la economía de libre mercado tanto dentro como fuera de sus fronteras y, por supuesto, del liderazgo mundial de los Estados Unidos como primera potencia económica y militar y garante de la libertad y la democracia.

Pues bien, Trump aboga por todo lo contrario: además de erigir 'muros', romper los tratados de libre comercio y exigir 'contraprestaciones económicas' a los aliados de la OTAN en la defensa común de la libertad en todo el mundo. No deja de ser tremendamente significativo que los pesos pesados y los históricos del Partido Republicano, incluidos sus dos únicos expresidentes vivos (Bush padre y Bush hijo), y con la única excepción del carismático exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani (que ya le respaldó públicamente en el proceso de primarias), le hayan dado clamorosamente la espalda en la Convención que ha confirmado y proclamado su candidatura; y muy a pesar de que se haya atraído como aspirante a vicepresidente a un miembro del 'Tea Party' como Mike Pence, actual gobernador de Indiana. Escama que, aun así, semejante bravucón estrafalario haya obtenido el apoyo mayoritario de electores, eso sí, supuestamente republicanos, y que incluso las encuestas de intención de voto le sitúen cerca de la candidata demócrata, Hillary Clinton, pero parece ser que por desgracia ni tan siquiera los Estados Unidos se están mostrando ahora inmunes al peor virus que ha traído consigo una grave y larga crisis económica que se iniciara con el estallido de la burbuja inmobiliaria: el populismo fácil, adulador y demagógico.

Afortunadamente, el sistema de separación y equilibrio de poderes ('checks and balances') que, consagrada por la Constitución de 1787, ha caracterizado desde su fundación a la gran democracia estadounidense hará de fuerte contrapeso a las disparatadas pretensiones de Trump, en el desafortunado caso, que cabe todavía considerar pese a todo improbable, de que lograra su objetivo de llegar a la Casa Blanca. En primer lugar, un Congreso que, no por conservar su actual mayoría republicana, se allanaría a sus dislates; bien al contrario, porque a un auténtico republicano jamás se le ocurriría respaldar políticas diametralmente opuestas a los valores que han hecho grandiosos a los Estados Unidos ni promover que su nación, adalid en la defensa y preservación de la democracia, hiciera dejación de sus compromisos históricos con sus aliados del mundo libre. A pesar de Donald Trump, 'God bless America'.

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