miércoles, 20 de enero de 2016

¿ES PRESENTABLE LO DE PEDRO SÁNCHEZ?

Un día va a Portugal a embeberse de las excelencias del pacto entre socialistas y extremas izquierdas que ¿gobierna? el país vecino y reivindicar para España un Ejecutivo 'de toda la izquierda' (en el que en tal caso cabría incluir a los separatistas de ERC e incluso a los proetarras de Bildu); poco después, y ante la cruda evidencia de la continuidad del desafío independentista del nacionalismo catalán, se la envaina y propone una coalición 'a tres' con Ciudadanos, a los que hasta hace poco definía como 'la otra derecha' (pero qué más da, ahora se le coloca la etiqueta de 'progresista' y ya está), y Podemos, esto es, el mismo 'populismo chavista' (según palabras textuales suyas, en ese caso acertadas) que además propugna el derecho de autodeterminación de 'los pueblos', que es ni más ni menos que birlarle al conjunto del pueblo español su soberanía. Vamos, que da igual cómo y con quién con tal de que no gobierne el ganador de las elecciones, el PP, y, sobre todo, que sea él el inquilino de La Moncloa.

Después, ante el lógico rechazo de Ciudadanos a formar parte de un 'tripartito' de Gobierno en el que estuviese presente la ultraizquierda bolivariana (y 'autodeterminista'), se desprende sin más de sus supuestos escrúpulos ante el separatismo y decide 'tenderle puentes': no contento con ofrecerse como 'mediador' al declarado secesionista Puigdemont, e incluso permitirse afearle al mismísimo Rey no haber recibido a una presidenta del Parlament que da vivas a la 'República catalana', se adhiere a la doctrina impecablemente democrática de Mas ('consigamos en los despachos lo que las urnas nos niegan') y cede senadores del PSOE a ERC y la antigua Convergencia para que estos puedan disponer de Grupo propio en la Cámara Alta. Qué más da que semejante enjuague tenga lugar, para más inri, en pleno desafío independentista de los nacionalismos catalanes, cuando el verdadero mal reside en la posibilidad de que vuelva a gobernar el PP: a la malvada derecha, ni agua.

Es más, para qué andar con disimulos a estas alturas: la Constitución y las leyes, la soberanía nacional del pueblo español y la unidad de España importan una higa ante el supremo objetivo de ser investido presidente del Gobierno y, de esta forma, no hallar obstáculos en la pretensión de seguir liderando el PSOE. Por desgracia, se masca la traición a España de quien todavía dirige un partido sobre el que debería asentarse la estabilidad institucional, la integridad nacional y la vigencia del régimen constitucional.

Encima, quien tan generoso se muestra con quienes pretenden romper España, se atreve a acusar a Rajoy (a quién si no) de suministrar energía a la deriva separatista de los nacionalismos, haciendo uso de una de esas gracietas últimamente frecuentes en él. Pues bien: no está de más recordar que el primero que dio Red Bull al nacionalismo catalán fue Zapatero; sí, el mismo que llegó a asegurar que apoyaría la reforma del Estatuto que saliera del Parlamento de Cataluña (situándole así por encima de la soberanía nacional española), y quien ya como presidente del Gobierno se permitió reputar de 'discutido y discutible' el concepto de nación... siempre que se refiera a España, claro. Y ahora, quien tonifica a unos nacionalismos que hace tiempo muestran su verdadera cara separatista no es otro que el propio estadista Sánchez, que no tiene empacho alguno en cederles senadores... para que defiendan en mejores condiciones sus tesis independentistas en la Cámara Alta. No dan alas a los nacionalismos quienes los combaten, sino quienes los alientan.

Y todo muy a pesar de una encuesta que, como bien puntualiza la profesora Edurne Uriarte, el diario 'El País' 'le ha hecho' al estadista Sánchez; del que se desprende, no solo que el PSOE es el único partido que baja en intención de voto (hasta el punto de que se vería superado por la ultraizquierda chavista de celebrarse hoy elecciones), sino que las preferencias de los españoles sobre los acuerdos para formar Gobierno están muy alejadas de las pretensiones del todavía secretario general socialista: así, un 58% es partidario de un Ejecutivo en minoría dirigido por el partido más votado, que no es otro que el PP, mientras que un 40% opta por un pacto PP-Ciudadanos, y un mismo porcentaje de encuestados por la coalición PP-PSOE-Ciudadanos.

¿Le llevará definitivamente la contraria el estadista, no solo a los llamados 'barones' y a conspicuos representantes de la historia reciente del socialismo, sino incluso al mismísimo diario de referencia del 'progresismo' español? No cabe dudar de que así será, puesto que parece mostrarse convencido de que callará muchas bocas (que tampoco es que hayan sido muchas ni muy intensas hasta ahora, todo sea dicho) cuando ofrezca una posibilidad real de conquistar el Gobierno, y le da igual que sea al zapaterino modo: esto es, 'como sea'. Y en cuanto al otrora poderosísimo diario de Prisa, capaz antes de fulminar políticamente a propios y extraños con un solo editorial, es obvio que ya no es lo que era y hace tiempo que no infunde tanto respeto.

Sea como fuere, haciendo abstracción de aspiraciones y ambiciones absolutamente legítimas, cabe preguntarse: ¿es todo esto serio y presentable? ¿Se merecería España hallarse regida, no ya por un veleta de modos tan sectarios, sino por quien ya da visos de comportarse con deslealtad hacia el sistema constitucional, máxime en momentos tan cruciales y difíciles para la nación? Insisto: todo un estadista este Sánchez.

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