Aquellos que han dedicado décadas a erigir un régimen de pensamiento único nacionalista basado en el odio a España y lo español ('Espanya ens roba', era la consigna de los mismos que se han estado enriqueciéndose apropiándose de lo ajeno) no lo han hecho precisamente en balde: pretendían generar el caldo de cultivo para un día ser capaces de dar el paso de intentar ostentar un poder absoluto e incontestable y, de esa forma, disfrutar de total impunidad para no tener que responder de sus desfalcos. Y creen que ese momento ha llegado ya, y máxime ahora, cuando España, sus leyes y sus instituciones aprietan.
Ante esta nueva vuelta de tuerca del desafío separatista, todo el rigor de la ley y la Carta Magna que nos dimos todos los españoles, catalanes incluidos. Como ha advertido el presidente Rajoy, 'el Estado no va a renunciar al uso de todos los mecanismos jurídicos que le atribuyen la Constitución y las leyes'. Y todos han de ser todos. Es también, pues, momento de apelar a la unidad sin matices de los partidos constitucionalistas, en especial PP, PSOE y Ciudadanos, en torno al Gobierno de la nación en su cometido de defensa de la unidad de España y la soberanía nacional del pueblo español. Tanto Sánchez como Rivera han recibido sendas llamadas del jefe del Ejecutivo para articular una respuesta unitaria a la amenaza golpista, que no haría sino fortalecer nuestra democracia.
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