jueves, 15 de enero de 2015

PODEMOS Y LA SEMANA SANTA

Conviene hacerse la siguiente pregunta: ¿qué es Podemos, pese a los que se empeñan en blanquearlos y, de paso, en tacharnos de manipuladores y generadores de miedo a quienes les presentamos como lo que son? Pues un partido tan de nuevo cuño como antisistema y de ultraizquierda, nacido de la sedición callejera del 15M, formado por un grupo de ideólogos marxistoides, que tiene a la Venezuela chavista como faro del mundo, que obtiene financiación del Irán de los ayatolás, que es incapaz de disimular sus simpatías y afinidades con la ETA y su entorno (de ahí que, por ejemplo, se adhiera a manifestaciones proetarras como la de Bilbao, o critique detenciones como las de abogados de etarras)...

¿A alguien le extraña que una organización política de semejantes características (repito, de extrema izquierda y comunistoide) plantee prohibir la Semana Santa, y no solo la de Sevilla? Por supuesto, ahí está el siniestro historial de persecuciones, atropellos y hasta crímenes perpretados por el marxismo-leninismo contra la libertad religiosa y de culto, porque ya lo decía el propio Marx: 'la religión es el opio del pueblo'; la cristiana, cabe inferir, porque a ver quién se atreve con la musulmana (máxime si llega dinero de Irán)...

Puesto que nada puede molestar más a un sevillano, sea o no creyente, que el mero hecho de que le toquen su Semana Santa, declarada además de Interés Turístico Internacional, la cabecilla hispalense de la casposa formación 'anticasta' no tuvo más remedio que recular. Aun así, no faltan quienes todavía defienden semejante ocurrencia: si son 'los ciudadanos' quienes 'deciden' prohibir, se supone que de un plumazo, la Semana Santa, ¿qué hay de malo en ello? No pongamos límites a la democracia ni al sacrosanto (ese sí) 'derecho a decidir' sobre todo; incluso acerca de si debemos evitar que cofrades vestidos de nazarenos salgan a la calle a desfilar junto a imágenes del Cristo y la Virgen, práctica que parece herir la sensibilidad de tantos... intolerantes (porque, que sepamos, no es obligatorio asistir a las procesiones ni tener que toparse con ellas; a quien no les guste, basta con quedarse en casa, o dedicarse a otros menesteres).

Sea como fuere, cabe ahora hacerse estas otras preguntas: ¿qué 'ciudadanos' habrían de 'decidir'? ¿Los que se reúnan en una asamblea organizada al efecto por los 'podemistas', al modo 15M, para que salga lo que ellos quieran? ¿Los 'ciudadanos' de Sevilla, los de Andalucía, los de toda España? ¿Quizá en referéndum; y por qué no 'decidimos' de esa misma forma, y 'entre todos', que haya o no mezquitas, por ejemplo? Y si una mayoría coyuntural 'decretara' que no hubiese Semana Santa, ¿sería motivo suficiente para impedir que una minoría, en el ejercicio de su libertad, saliera a las calles a celebrar una manifestación religiosa, y precisamente por ser religiosa (y cristiana)? 

No se trata tan solo de respetar una tradición arraigada desde hace siglos (que también), que además genera prosperidad y puestos de trabajo por cuanto supone un reclamo turístico de envergadura, sino fundamentalmente de libertad. Socavar derechos y libertades de unas minorías apoyándose en mayorías más o menos transitorias no deja de ser propio de las peores dictaduras.

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