Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa han sido tan catastróficos como se esperaba y, además, nos anunciaban desde el mismo Gobierno: una
tasa de paro del 24,4%, récord absoluto de la democracia, lo que se traduce en 5,6 millones de
desempleados. Cifras absolutamente inasumibles para un país desarrollado como el nuestro, y que a su vez inciden en el retraso de la ansiada recuperación económica. Es sin duda la más pesada carga de la nefasta herencia del
socialismo, que por supuesto todavía colea, y a la que hay que seguir afrontando con decisión.
En cualquier caso, no debemos engañarnos: el empleo no lo va a crear
Rajoy, sino la sociedad española. Lo que tiene que hacer el Gobierno es
generar las condiciones para facilitar la creación de puestos de
trabajo, y la tan controvertida reforma laboral, junto a otras que se están
llevando a cabo y las que han de venir, transitan por el camino adecuado. Eso sí, lo
que no se le puede pedir a nadie es que produzca un verdadero milagro,
que sería enderezar en tres meses el desastre producido tras años de
dislates, desatinos y políticas contraproducentes. Ni siquiera el PP, pese a sus antecedentes en el Gobierno de la nación bajo la batuta de Aznar, es capaz de tamaño prodigio: la actual crisis económica es incluso de mucho mayor calado que la que tuviera lugar tras la 'euforia' del 92. Cabe recordar que antes de que en marzo de 1996 el PSOE de Felipe González abandonara el poder ya había signos, siquiera incipientes, de recuperación económica; situación que ahora está muy lejos de advertirse.
La reforma laboral
flexibiliza el sistema laboral precisamente para facilitar la contratación, pero sus
efectos no empezarán a notarse hasta que superemos este periodo de
ajuste que está sufriendo la economía. En cualquier caso, la solución no pasa, como pide un PSOE que tiene el descaro de actuar como si las cifras de paro no tuvieran nada que ver con él, por 'dejar las cosas como están' en materia de
legislación laboral; máxime cuando ha quedado acreditado que ejerce de auténtica fábrica de parados especialmente en
tiempos de crisis.
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