Por tanto, si alguien esperaba dimisiones o ceses, debía esperar sentado, ya que los responsables de que semejante escándalo haya tenido lugar no ven motivo alguno para dejar el machito; es más, tienen el íntimo convencimiento de que, promoviendo la apología del terrorismo y la violencia, han hecho lo que debían: despertar conciencias adormecidas por el pensamiento burgués y neofranquista, siempre vendido al infame sistema capitalista. Como hizo Zapata con sus bromas macabras, sin ir más lejos. De ahí, por ejemplo, que el entorno mediático de Ahora Madrid y Podemos saliera inmediatamente en defensa de los tirititeros y criticara su detención y la prisión incondicional decretada contra ellos por el juez Ismael Moreno por enaltecimiento del terrorismo (que la ultraizquierda no tiene empacho alguno en presentar como 'libertad de expresión'); que hasta en esa gran ceremonia del sectarismo progre que es la entrega de los Premios Goya hubiera un mensaje de apoyo convenientemente resaltado por el mismísimo Mesías Iglesias; y que la inevitable Ada Colau haya convertido en víctimas a semejantes promotores del odio y blanqueadores del crimen ('encerrados y asustados', pobrecitos), ante la que define como 'maquinaria mediática de una derecha vengativa' (lo que resulta sarcástico viniendo de quien se dedica a ajustar cuentas con el pasado).
La ultraizquierda que tiene como icono a un delincuente como Alfon ha encontrado en los tirititeros exaltadores de la ETA a sus nuevos héroes. Nada, pues, que nos debería extrañar. Lo que resulta verdaderamente inconcebible es que el PSOE continúe sosteniendo a este hatajo de sectarios antisistema movidos por el rencor y el revanchismo, cuya absoluta incapacidad para atender, afrontar y gestionar las materias cotidianas que preocupan de verdad a los madrileños intentan tapar con un activismo político puramente propagandístico y generador de enfrentamientos. Aunque, claro, así les luce el pelo a los del estadista Sánchez: cuartos en Madrid.
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