Desde
luego, entre el sectarismo de Madina y el olor a naftalina de Pérez
Tapias, mejor Pedro Sánchez, que al menos parece más moderado (aunque
esa misma impresión transmitía al principio Zapatero, la de ser una
especie de 'Tony Blair' a la española, y hay que ver cómo nos engañó a todos).
Eso sí, su elección como nuevo secretario general del PSOE no deja de
plantear una serie de incógnitas, que se acentúan
debido a su hasta hace poco escasísima presencia en la primera línea de la actualidad
política (la verdad es que algunos no le descubrimos hasta que empezó a
aparecer en tertulias políticas televisivas, donde además ha sabido
sacar provecho de sus indiscutibles dotes telegénicas).
Así,
¿será el suyo un breve interregno hasta la llegada triunfal e
incontestable al liderazgo socialista de Susana Díaz, a la que además
tanto le debe (no es hecho baladí que haya basado gran parte de su
victoria en el voto de los militantes socialistas andaluces)?; pese a
sus evidentes complejos ante el nacionalismo catalán, tan propios de
cualquier 'progre' que se precie (cabe recordar que declaró que quería a
Cataluña 'como nación'), ¿sabrá estar a la altura de las circunstancias
en la defensa de la Constitución y la unidad de España frente al reto
separatista catalán, ante lo que no le va a quedar más remedio que
pronunciarse: bien situarse claramente junto a un Gobierno que no deja
de ser del PP, bien colocarse en una calculada equidistancia (presentando otra vez la necedad del
'federalismo asimétrico' como bálsamo milagroso) para que no se le acuse de
someterse a los designios de 'la derecha' (algo de lo que ya le han
tachado)?; ¿hará del PSOE un partido socialdemócrata moderado que
pretende recuperar el poder apelando al electorado ideológicamente más
centrado (que es como se acaba ganando elecciones), o sucumbirá
definitivamente a los cantos de sirena del 'podemismo' para
competir con la ultraizquierda chavista en extremismo político e ideológico, situarlo extramuros del
sistema y limitar así su estrategia de conquista del Gobierno a la mera posibilidad de construir un pacto de 'todos contra el PP'?
El tiempo
dirá, aunque, por el bien de España y de nuestro régimen constitucional,
sería conveniente que el nuevo líder del socialismo español despejara al
menos las dos últimas incógnitas planteadas cuanto antes. Porque, por
poco que nos identifiquemos con el socialismo o la socialdemocracia, el
PSOE sigue siendo la otra pata sobre la que se mantiene la estabilidad
institucional de nuestro sistema político.
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