lunes, 14 de julio de 2014

LA INCÓGNITA SÁNCHEZ

Desde luego, entre el sectarismo de Madina y el olor a naftalina de Pérez Tapias, mejor Pedro Sánchez, que al menos parece más moderado (aunque esa misma impresión transmitía al principio Zapatero, la de ser una especie de 'Tony Blair' a la española, y hay que ver cómo nos engañó a todos). Eso sí, su elección como nuevo secretario general del PSOE no deja de plantear una serie de incógnitas, que se acentúan debido a su hasta hace poco escasísima presencia en la primera línea de la actualidad política (la verdad es que algunos no le descubrimos hasta que empezó a aparecer en tertulias políticas televisivas, donde además ha sabido sacar provecho de sus indiscutibles dotes telegénicas).

Así, ¿será el suyo un breve interregno hasta la llegada triunfal e incontestable al liderazgo socialista de Susana Díaz, a la que además tanto le debe (no es hecho baladí que haya basado gran parte de su victoria en el voto de los militantes socialistas andaluces)?; pese a sus evidentes complejos ante el nacionalismo catalán, tan propios de cualquier 'progre' que se precie (cabe recordar que declaró que quería a Cataluña 'como nación'), ¿sabrá estar a la altura de las circunstancias en la defensa de la Constitución y la unidad de España frente al reto separatista catalán, ante lo que no le va a quedar más remedio que pronunciarse: bien situarse claramente junto a un Gobierno que no deja de ser del PP, bien colocarse en una calculada equidistancia (presentando otra vez la necedad del 'federalismo asimétrico' como bálsamo milagroso) para que no se le acuse de someterse a los designios de 'la derecha' (algo de lo que ya le han tachado)?; ¿hará del PSOE un partido socialdemócrata moderado que pretende recuperar el poder apelando al electorado ideológicamente más centrado (que es como se acaba ganando elecciones), o sucumbirá definitivamente a los cantos de sirena del 'podemismo' para competir con la ultraizquierda chavista en extremismo político e ideológico, situarlo extramuros del sistema y limitar así su estrategia de conquista del Gobierno a la mera posibilidad de construir un pacto de 'todos contra el PP'?

El tiempo dirá, aunque, por el bien de España y de nuestro régimen constitucional, sería conveniente que el nuevo líder del socialismo español despejara al menos las dos últimas incógnitas planteadas cuanto antes. Porque, por poco que nos identifiquemos con el socialismo o la socialdemocracia, el PSOE sigue siendo la otra pata sobre la que se mantiene la estabilidad institucional de nuestro sistema político.

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