'El fútbol de verdad terminó cuando entró el primer secador de pelo a un vestuario'.
'¡Champions, Champions de qué! ¿Qué carajo es eso de Champions? ¿Sabes qué significa la palabra?'.
'El balón está hecho de cuero, el cuero viene de la vaca, la vaca come pasto; así que hay que echar el balón al pasto'.
Genio y figura... hasta la sepultura. Don Alfredo di Stéfano, santo y seña del Real Madrid, sin
cuya decisiva y magna aportación no puede entenderse su laureada
historia, y, como tal, del fútbol español. Además, su calidad de
argentino de pro no le impidió vestir como internacional, y con todo el
orgullo del mundo, la camiseta de la Selección Española. De él siempre
se ha escrito que le faltó jugar un Mundial, aunque él mismo se encargó
en su momento de aclarar este extremo: '¡Claro que estuve en un Mundial!
En Chile. Yo fui uno de los 22; no pude jugar por una lesión de
columna, pero entrenaba con los compañeros. Si no hago yo el gol en
Gales, España no se clasifica. El Mundial empieza antes, y yo estaba
ahí'.
Don Alfredo, además de un verdadero artista del balón, sí
fue el auténtico prototipo del futbolista total: atacaba, defendía,
dirigía... y marcaba más goles que nadie. Tales virtudes le situán
incluso por encima de un Pelé, un Cruyff o un Maradona y le hacen
merecedor del título de mejor futbolista de todos los tiempos.
Como
entrenador madridista no logró tantos éxitos (sí los tuvo en el
Valencia), si bien le cabe el mérito de haber descubierto a la conocida
como 'Quinta del Buitre', que marcaría una época en el club blanco: así,
hizo debutar a los Butragueño, Sanchís, Míchel, Martín Vázquez y
Pardeza. Cabe recordar aquella temporada 82-83 como 'míster' madridista,
en la que, pese a disputar las finales de todas las competiciones
haciendo gala de un fútbol muy apreciable, no consiguió ningún título.
Fue quizá su gran frustración.
Incluso en el ámbito
estrictamente extradeportivo, es de justicia resaltar su importantísima
contribución a la mejora de la imagen de España, especialmente
deteriorada en aquellos difíciles años de mediados y finales de los 50;
ya que don Alfredo fue el verdadero emblema de un Real Madrid que,
merced a sus memorables triunfos en el panorama deportivo internacional
(cinco Copas de Europa consecutivas), ejerció durante aquella década de
embajador de lujo de nuestro país.
Nos deja don Alfredo di
Stéfano, y con él se nos va un importante pedazo de la historia, no solo
del Real Madrid, sino de la España contemporánea en general; de tal
forma que, gracias al sello impreso por el propio don Alfredo y su
ejemplo inolvidable, ese trozo de historia se convierte en leyenda, que
quedará siempre indeleble en nuestra memoria. Gracias, viejo.
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