viernes, 31 de enero de 2014

PEDRO J., EN SUS TRECE

Ya lo dijo Thomas Jefferson en una de sus más célebres frases: 'prefiero un país sin Gobierno a un país sin periódicos'. Si bien muy posteriormente otro gran presidente norteamericano, Ronald Reagan, matizó semejante declaración apuntando que fue emitida antes de que su autor llegara a la presidencia, destaca ni más ni menos el importante cometido que una prensa independiente ha de cumplir en un régimen de opinión pública como medio de control al poder. En el caso que nos ocupa, el periódico permanece, pero no su fundador y director, o al menos no en su sitio: Pedro J. Ramírez. Desde luego, la historia del periodismo le tiene reservada a Pedro J., un verdadero 'pata negra' de la profesión, un sitio de honor, y el devenir político de España desde la transición democrática no puede entenderse sin la presencia del riojano. Pero su adhesión a la causa del furibundo antimarianismo, su decidida apuesta desde hace un par de años, no le ha salido nada bien esta vez.

Se suele resaltar la enorme contribución del periódico de Pedro J., junto a otros medios de comunicación críticos, al final de la larga era de Felipe González, especialmente gracias a las constantes denuncias de casos de corrupción y aquellos relacionados con el GAL y el terrorismo de Estado. Y cabe reconocer que algo, o mucho, de verdad hay en ello, pese a que en las elecciones generales de aquel tiempo el PSOE sacara votos hasta debajo de las piedras y lograra con ello que el PP de Aznar ganara por los pelos. Pues bien, Pedro J. ha querido también ayudar al derrocamiento de otro Gobierno, en este caso el actual; o, para ser exactos, propiciar la dimisión de su denostado Mariano Rajoy como presidente del Gobierno para que entrara otro (u otra) del PP a sustituirle, que sobre todo fuera más receptivo (o receptiva) a sus operaciones de ampliación mediática. Pero de momento el objetivo está muy lejos de cumplirse.

Porque, en efecto, Pedro J. ha tenido la virtud en los últimos tiempos de destapar parte de los chanchullos de Bárcenas; para después, eso sí, hacer de abogado defensor del preso y transmisor de sus chantajes, puesto que ambos compartían un mismo objetivo: cargarse políticamente a Mariano; en el caso del periodista, porque se la tiene jurada desde que el Gobierno actual no manifestara el visto bueno a sus proyectos mediáticos. Aunque poca materia para poner en aprietos a un presidente suponen unos mensajes de móvil sacados de contexto y que, para más inri, en último término demostrarían que Rajoy dejó de hacer caso a los requerimientos y amenazas de Bárcenas. 

Sea como fuere, si la línea editorial que Pedro J. imprimió a 'El Mundo', es decir, contra Mariano siempre, no hubiese conllevado una sensible bajada en la venta de periódicos, seguramente ahí seguiría por mucho que presionase el Gobierno; porque, cabe puntualizar, ha permanecido dirigiendo el periódico nada menos que 25 años y aun siendo siempre incómodo para el poder fuera del color político que fuese. Lo que ha ocurrido en esta ocasión es que la cuenta de resultados no ha acompañado en absoluto, y de ahí que el consejo de administración haya decidido cesarle como director. Cosa distinta es que su proverbial megalomanía (que nunca le ha impedido ser un gran periodista) le haya llevado una vez más a presentarse como víctima del Gobierno de turno, y que haya quien le compre la mercancía; sobre todo los que andan empeñados en que Mariano es el origen de todos los males.

En cualquier caso, y para fortuna del pluralismo informativo y la libertad de expresión, tendremos todavía Pedro J. para mucho rato, porque ni su voz se ha apagado ni su pluma se ha quedado sin tinta. Y a buen seguro que continuará en sus trece en otro sitio donde se le acoja... o que cree él mismo.

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