martes, 7 de enero de 2014

LA IMPORTANCIA DE UN REY



Cómo no. Los apóstoles de la abdicación real han aprovechado la intervención del Rey en la Pascua Militar para volver a intensificar su particular campaña y hacernos ver que tenemos un monarca que ya no vale para nada. Pero cabe apelar una vez más a la tranquilidad: el tiempo acabará dictaminando, y no a mucho tardar, si fue un 'cúmulo de circunstancias adversas', como asegura el diario monárquico por excelencia, el que empujó a don Juan Carlos a una alocución ciertamente torpe y balbuceante, y no un supuesto estado físico o mental más que preocupante. Hemos de esperar a próximas comparecencias del Jefe del Estado. Cabe reconocer empero que el de emitir discursos es uno de los cometidos fundamentales de quien en una democracia parlamentaria encarna el principal símbolo de la unidad y permanencia de la nación, por lo que no se trata precisamente de una cuestión baladí. Y es así al menos desde que los 'mass-media' comenzaron a extenderse en amplios estratos de las sociedades desarrolladas.

A este propósito, de la vital importancia de la capacidad discursiva o declamativa de un Jefe de Estado en un régimen de opinión pública, o más específicamente de un Rey en una monarquía parlamentaria, trata de manera extraordinariamente acertada, divulgativa y amena la que a mi juicio es una de las mejores películas históricas de las últimas décadas: 'El Discurso del Rey'. He aquí en versión original la secuencia culminante, llena de emoción, cuando un tartamudo Jorge VI, interpretado magníficamente por Colin Firth, logra superar todas las dificultades para, con la ayuda de su terapeuta Lionel Logue (un no menos sobresaliente Geoffrey Rush), recitar con éxito su discurso más trascendental: una arenga patriótica a los británicos tras la declaración de guerra del Reino Unido a la Alemania nazi y ante el inminente inicio de las hostilidades.

Es ni más ni menos el papel que cabe esperar del Rey en momentos decisivos y delicados que puedan surgir; de aquel que en una democracia liberal no gobierna, pero reina.

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