El señor Garzón, el perejil de todas las
salsas, famoso en el mundo entero por su defensa de las causas perdidas
progres mediante prevaricación y atropellos a los derechos individuales,
ya figuró en las elecciones generales de 1993 como el número
2 en las listas del PSOE; justo detrás del mismísimo 'Míster X' de los
GAL que como juez andaba investigando, y sin que ello al parecer le
supusiera ningún impedimento moral. Años más tarde, fue descubierto 'in
fraganti' compartiendo jornadas cinegéticas con el señor Bermejo, a la
sazón Ministro de Justicia zapateril además de declarado cazador furtivo, en
plena efervescencia mediática y judicial del caso Gürtel; porque para
qué disimular, si Alfonso Guerra ya mató en su momento a Montesquieu.
Ahora, junto a otras 'celebridades' de la izquierda radical que sin duda acercan todavía más al actual PSOE a la socialdemocracia más moderada, ofrece su colaboración a Rubalcaba, es de suponer que en las horas
que le deje libres su brillante labor de asesoramiento a doña Cristina
Fernández de Kirchner, otro prócer de las libertades; pero todo sea por
luchar contra la malvada derecha, a la que increíblemente, y según todas
las encuestas, una mayoría de españoles está todavía dispuesta a seguir
votando. Pero a buen seguro que la sola presencia del Justiciero
Mundial de la Santa Progresía, aunque de magistrado-juez de la Audiencia
Nacional (tal y como rubricaba en sus misivas a su 'querido Emilio') se
haya visto degradado a simple picapleitos, servirá para cambiar las
tornas.
Quién sabe:
de la misma forma que en su momento la no concesión por Felipe González
de su deseo de ser 'Superministro' de Justicia e Interior (responsabilidad que acabó recayendo,
qué injusticia, en Juan Alberto Belloch, otro juez progre aunque con
menos ínfulas de estrella mediática) le llevó a abandonar (solo
formalmente) la política, volver a enfundarse la toga y retomar la
instrucción del caso GAL, lo que favoreció que se desenredaran muchas de
las madejas del terrorismo de Estado puesto en práctica por el Gobierno
socialista de entonces (sin que, por supuesto, alcanzaran a su 'no
estigmatizable' presidente), la posibilidad de que Rubalcaba no se
allanara a las demandas personales del rescatado 'fichaje galáctico'
(aunque ahora venido a menos) podría desembocar en que se conozca por
fin la verdad sobre el infame chivatazo a la ETA, caso que también
instruía y cuyos secretos guardó a buen recaudo.
Y es que nunca cabe
abandonar la esperanza de que el conocido refrán de 'no hay mal que por
bien no venga' acabe teniendo aplicación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario