jueves, 4 de octubre de 2012

ROMNEY Y EL CAMINO DE ESPAÑA



Las referencias a España del candidato republicano Romney en su debate con el presidente Obama han levantado ampollas en nuestro suelo patrio. En este sentido, nuestro Gobierno, que ha reaccionado con cierta contundencia, está en su papel al intentar paliar la deteriorada imagen que todavía sufre nuestro país. Aunque también es cierto que resulta evidente que el camino emprendido por España en los últimos años ha sido absolutamente erróneo, y ahí están las nefastas consecuencias que aún hemos de afrontar. Senda equivocada a la que, puntualicemos, nos han llevado los anteriores Gobiernos socialistas, y que ahora el nuevo Ejecutivo del PP, con mayor o menor acierto, trata de enderezar.

Es normal que en un debate entre dos aspirantes a la presidencia de los EEUU no se haga mención expresa de gobernantes concretos (sobre todo si tenemos en cuenta que el estadounidense medio no tiene ni idea de quién es ZP), pero cabe insistir en que la situación económica actual es básicamente consecuencia de años de Gobiernos de Zapatero, que se negó a admitir la crisis cuando era evidente, no tomó en su momento y en consecuencia las medidas necesarias y, cuando empezó a adoptarlas, lo hizo tarde y mal. Llegar a culpar incluso a Aznar de la crisis es de manual 'progre' (como si ZP no hubiera tenido la oportunidad en siete años y medio de arreglar esos supuestos desaguisados 'aznarianos'), pero durante su mandato España era un ejemplo de justo lo contrario de ahora: de solvencia económica, prosperidad, desarrollo y creación de empleo, hasta el punto de que en su momento Berlusconi basó su campaña electoral en su promesa de convertir a Italia en un país tan pujante como la España de Aznar; y cabe recordar también la visita oficial de Chirac a España en aquellos años resaltando la 'grandeur' de nuestro país en pleno Congreso de los Diputados. Hasta que vino inesperadamente el de León a lomos del 11-M.

¿Y qué argumentos utilizan quienes responsabilizan a Aznar de la crisis? Fundamentalmente, la Ley del Suelo, la gran y pertinaz mentira de la izquierda: en efecto, hubo una ley de liberalización del suelo del primer Gobierno del PP que la progresía y demás indocumentados presentan como el detonante de la burbuja inmobiliaria; pero, eso sí, ocultan que fue declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional, que estableció que las competencias de urbanismo pertenecen en exclusiva a las Comunidades Autónomas; y, claro, cada una hizo de su capa un sayo. La crisis financiera, y el subsiguiente estallido de la burbuja inmobiliaria en países como Estados Unidos o España, se debe a la política monetaria expansiva impulsada por los Bancos Centrales, empezando por la Reserva Federal (a instancias, por cierto, del keynesiano Krugman), que de esta forma pretendía sustituir la burbuja de las 'punto com' por la inmobiliaria. ¿Tiene, por tanto, Zapatero la culpa del origen de la crisis? Desde luego que no; pero sí se le ha de responsabilizar de alargar y agravar sus consecuencias, por las razones antes aducidas.

También hay quien culpa a la entrada de España en el euro, que se produjo durante la primera legislatura del PP. Sin embargo, cabe puntualizar que, antes de que Aznar llegara al Gobierno, nuestro país no cumplía ninguna de las condiciones para entrar en él; pero, en virtud de las medidas liberalizadoras y de reducción del gasto público que adoptó, pasamos a cumplirlas todas e ingresamos en el grupo de cabeza, y eso resultó harto beneficioso para nuestra economía, que pasó a crecer por encima de la media europea y a crear más de la mitad del empleo de toda la UE. Que después la Unión Monetaria no se haya dotado de instrumentos que hayan evitado o, al menos, paliado esta crisis del euro (por ejemplo, que haya un Banco Central que actúe en estos casos como la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra), no es culpa precisamente de España, ni de Aznar.

Mitt Romney se quedó algo corto en su mención al porcentaje de gasto público de la economía española (que, por cierto, se redujo en 5,5 puntos durante las dos legislaturas de Aznar): no es del 42%, sino, según los últimos datos (referidos a 2011), del 43,6%; eso sí, sensiblemente por debajo de países como Alemania, Francia, Italia o Bélgica, en los que se sitúa alrededor del 50%. Por tanto, aunque el candidato republicano presentara como argumento nuestro caso concreto, el problema del excesivo peso del gasto público en la economía no es tanto español como europeo en general, ya que en el viejo continente reina el consenso socialdemócrata. En cualquier caso, y según el Programa de Estabilidad, el Gobierno de Rajoy aspira a alcanzar en 2015 una reducción del gasto público sobre el PIB de hasta el 37,7%. Porque, en efecto, conviene tomar un camino radicalmente distinto.

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