Que la progresía del pensamiento único keynesiano tenga como gran gurú a semejante tarambana resulta muy indicativo de su nivel de rigor y solvencia intelectual, aproximadamente a la altura del betún. La última de Paul Krugman, tan Premio Nobel como cantamañanas, ha tenido lugar en España para presentar aquí su nuevo ensayo, que habrá que leer detenidamente para, dados los inmediatos antecedentes, sacar conclusiones acerca de lo que no se debe hacer en materia macroeconómica. Y es que, ni corto ni perezoso, y preguntado por sus recomendaciones de crear una burbuja inmobiliaria como respuesta al estallido de las 'puntocom', ha tenido a bien responder que al emitir tales consejos solo 'estaba bromeando'. Pues maldita la gracia.
Quizá el señor Krugman sea tan frívolo e irresponsable que incluso tenga por costumbre bromear en sus propios artículos y entrevistas, donde en numerosas ocasiones abogó claramente por sustituir una burbuja por otra; sin que ninguno de esos escritos se haya visto matizado por emitocono alguno, y sin que en ninguna entrevista haya dejado constancia, ni tan siquiera gestual, de su rechifla. Textos entre los que cabe destacar un artículo de su cosecha publicado en el 'New York Times' en 2002, que rezaba así: 'Para combatir la recesión es necesario que la Fed responda con
contundencia; hay que incrementar el gasto familiar para compensar la
languideciente inversión empresarial. Y para hacerlo Alan Greenspan
tiene que crear una burbuja inmobiliaria, con la que reemplazar la
burbuja del Nasdaq'.
Pero no, no fue capaz de captar el chiste el directamente interpelado Alan Greenspan, entonces presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que, por desgracia, decidió seguir al pie de la letra las (cachondas) admoniciones krugmanianas: así, redujo los tipos de interés con el objetivo, en efecto, de generar una burbuja inmobiliaria. Sabido es que ese artificial expansionismo
monetario, imitado por los demás Bancos Centrales, acabó provocando el
colapso del sistema financiero, primordial causa de la actual y persistente crisis que sufrimos. Consecuencia que no fue capaz de prever la inmensa
sabiduría de estos ilustres arquitectos de la economía mundial, estos planificadores 'cuasi-divinos' que jugaron a enmendar
al mercado.
Dado que Dios no parece haber llamado a Krugman por el camino del club de la comedia, debería abstenerse de seguir gastando bromas; sobre todo si son tan pesadas como la que nos ocupa. Si incluso diera un paso más y dejara de ilustrarnos y ejercer de arúspice de la economía mundial, miel sobre hojuelas: saldría ganando el mundo entero.
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2 comentarios:
Qué gran razón tiene usted, don Pedro.
Está claro que este hombre sigue el dictado de quienes le dieron el premio nobel.Recomiendo este artículo:
http://www.oroyfinanzas.com/2012/07/krugman-burbuja-inmobiliaria/
Muchas gracias por su comentario y su interesante recomendación, don Pablo.
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