jueves, 1 de diciembre de 2011

OBAMA, UN 'BLUFF'

Según los propios norteamericanos, y muy al contrario de lo que machaconamente repiten por estos lares de la vieja Europa, el peor presidente de la historia moderna de Estados Unidos no ha sido el cenutrio de George W. Bush, sino quien en estos momentos continúa morando en la Casa Blanca. Sí, sí, se trata del mismísimo Barack Obama, aquella esperanza mulata que, bajo presupuestos de la progresía internacional, iba a ser capaz, no ya de superar el capitalismo salvaje que asola Estados Unidos, sino además de arreglar la economía mundial, vencer a la crisis y, por supuesto, llevar la paz y el sosiego a todos los rincones de la tierra. Pero, ay, resulta que al primer Premio Nobel de la Paz preventivo de la historia lo tienen ya muy calado los mismos ciudadanos norteamericanos, porque sufren directamente los resultados de su gestión: echar mano de Keynes (a lo que, por cierto, se apuntó también Bush al final de su mandato) y del intervencionismo no ha servido más que para alargar la crisis; una de sus medidas-estrella, la reforma sanitaria, ha obtenido el rechazo de un norteamericano medio partidario a ultranza de la libertad y responsabilidad individual; y el único éxito que quizá quepa atribuirle, la captura y muerte de Bin Laden, ha sido insuficiente para mejorar a la larga su deteriorada imagen.

Y es que los datos de la consultora Gallup son verdaderamente reveladores: tan solo un 43% de los encuestados aprueba la gestión de Obama a tan solo un año de las próximas elecciones presidenciales; muy por debajo incluso del 51% que logró en circunstancias análogas Jimmy Carter, éste sí, considerado hasta ahora, y casi sin discusión, el peor presidente norteamericano de la historia reciente. La mayoría de las comparaciones con otros presidentes ciertamente no se sostienen: así, Harry Truman consiguió un 54% de aprobación; Dwight Eisenhower, nada menos que un 78%; el controvertido y antipático Richard Nixon, el 50%; Ronald Reagan, en pleno auge de sus impopulares 'reaganomics', el 54%; Bush padre, poco después de la Guerra del Golfo, el 52%; Bill Clinton, quizá en su peor momento, el 51%; y Bush hijo, de lleno en la polémica por la Guerra de Irak, el 55%. El único porcentaje comparable es el 44% que obtuvo Lyndon B. Johnson, quien, desgastado por una Guerra del Vietnam que empezaba a alargarse más de la cuenta y cobrarse demasiadas vidas de norteamericanos, decidió no volver a concurrir a las elecciones presidenciales.

Así pues, teniendo en cuenta esas cifras, y el hecho de que los analistas sitúen en el 47% de aprobación el mínimo a partir del cual poder ganar las siguientes elecciones, le va a resultar complicado a Obama repetir mandato. En la historia moderna, tan solo Carter y Bush padre (digan lo que digan, bastante peor presidente que su hijo) fueron incapaces de conseguirlo. Y es que el gran y extraordinario fenómeno que iba a propiciar una transformación política y social de dimensiones 'planetarias' va camino de convertirse en un auténtico 'bluff'.

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