
Finalmente, esa surrealista pantomima en la que el PSOE y sus aparatos estatales se manifestaban contra sí mismos no llegó a contar con la presencia del presidente Zapatero. Ni tan siquiera se animaron a acudir sus fieles acompañantes en sus otrora lides 'pancarteras', sus amigos los cineastas 'zejateros'. Lástima, porque sin duda ello le restó 'glamour' a unas marchas en las que no faltaron las correspondientes palabras de condena a la verdadera culpable de la crisis económica, que, pese a los más de seis años del socialismo en el poder, no es otra que la infame derecha; tan malvada ella, que no ha tenido empacho alguno en dejarle al magnánimo Zapatero una herencia envenenada, a buen seguro que de forma aviesa e intencionada. La misma derecha que, además, acaba de empujar al presidente a proponer el retraso de la edad de jubilación. Y es que, gobierne o no, y por muchos 'cordones sanitarios' que se le impongan, esta derecha que lo abarca todo, desde el alma de los buenos progresistas hasta los Gobiernos socialistas con sólidas mayorías parlamentarias, es incansable.

Por tanto, no sólo es mentira que el Gobierno de Zapatero sea incompatible con la práctica de los 'decretazos', proceder que por abominable que sea, y muy a pesar de su aversión como buen 'rojo' hacia los poderosos y los pudientes, repetiría para transferir grandes cantidades de dinero público, es decir, de los impuestos de todos, a la banca. En realidad, nació a 'decretazo' limpio.
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