martes, 21 de julio de 2009

EL CONSUMIDOR NO VISLUMBRA BROTES


El Director General de Atención al Ciudadano, Drogodependencias y Consumo, Juan Manuel Ruiz, y un servidor como presidente de Acua Euroconsumo, presentamos a los medios de comunicación el estudio demoscópico 'Impacto de la crisis en el consumidor de la Región de Murcia', realizado por mi asociación con la colaboración técnica de Consultoría Vimodu. Con él pretendíamos obtener un indicador de confianza del consumidor, conocer las medidas concretas que ha adoptado ante la crisis y el tipo de artículos en los que ha reducido su consumo para hacer frente a ella.

La encuesta ha tenido una amplia repercusión en la prensa regional, y desde luego no es para menos: Además de su evidente interés para pulsar la influencia de la crisis económica en los hábitos de los consumidores murcianos, es el primer estudio que elabora un Indicador de Confianza del Consumidor en el ámbito regional. Los datos obtenidos no pueden ser más elocuentes: El Índice de Confianza, medido en una escala de 0 a 100, se sitúa en el 37,97, de lo que se deduce fácilmente que la confianza del consumidor murciano es baja. Además, nada menos que un 58 por ciento de los encuestados cree que la situación económica es mala o muy mala. Pero es que las expectativas no son nada halagüeñas, ya que su valor alcanza los 40 puntos sobre 100, lo que nos indica que el consumidor considera que la situación económica seguirá, dentro de un año, igual que ahora.

Queda meridianamente claro que el consumidor no vislumbra el más mínimo brote, ni verde ni de ningún otro color. Así pues, en las próximas fechas no cabe esperar un incremento en el consumo, sino que continuará la contención del gasto en las economías domésticas. Por tanto, la deseada reactivación económica es verdaderamente una quimera, al menos a corto o medio plazo.

Las medidas keynesianas y de gasto público se están mostrando, una vez más, inútiles y contraproducentes. La recuperación de nuestra economía ha de partir de la sociedad civil, y para ello resulta imprescindible combinar audaces bajadas de impuestos a ciudadanos, familias y empresas (algo que empieza a hacer el Gobierno regional) con una drástica reducción del gasto público, precisamente siguiendo el ejemplo de las economías domésticas. Además, por supuesto, de emprender reformas liberalizadoras que promuevan más dinamismo y competencia en los mercados. Pero tranquilos, que ya se encargarán el Gobierno de Zapatero y sus sindicatos verticales de aplicar el principio lampedusiano: Que todo cambie para que todo siga igual.

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