jueves, 23 de abril de 2009

LA FOTO DEL MILAGRO


En abril de 1996 España no cumplía ninguno de los requisitos para entrar en la Unión Económica y Monetaria, ni en cuanto a déficit (6,6 %), ni a deuda pública (68,1%), ni a inflación (situada en niveles cercanos al 5%). Además, la tasa de paro era nada menos que del 23%, la Seguridad Social se encontraba en números rojos y el Estado en quiebra técnica. En suma, una situación económica calamitosa tras trece años de Gobiernos socialistas capitaneados por Felipe González.
Pero por aquellas fechas tomaba posesión un nuevo Ejecutivo presidido por José María Aznar. Y para hacer frente a su prioridad, que obligatoriamente había de ser intentar reparar la maltrecha economía española, decidió emprender una política de reformas basada en tres pilares: Drástica reducción del gasto público, profunda liberalización de la economía y audaz bajada de impuestos. Recetas de índole liberal, diametralmente opuestas a las aplicadas hasta entonces.
Los resultados no tardaron en hacerse visibles: En primer lugar, conseguimos entrar en el euro, algo que hacía apenas dos años parecía misión imposible. Por una vez, España llegaba a tiempo para tomar el tren de la historia. Además, se dio paso a un periodo de crecimiento económico y prosperidad sin precedentes: En 2004, año en que Aznar dejaría la presidencia del Gobierno, se alcanzó el superávit en las cuentas públicas; la Seguridad Social obtenía un saldo positivo, por lo que se pudo constituir un fondo de reserva; y la tasa de desempleo era tan sólo del 11,5%, gracias a la cual por fin lográbamos colocarnos también en ese indicador al nivel de los países más desarrollados. Habíamos pasado en poco tiempo de resignarnos a convivir con altos índices de paro a incluso aspirar a alcanzar el pleno empleo.
Hasta que un Gobierno socialista, y por ende manirroto y despilfarrador, ha vuelto a regir nuestros destinos. Zapatero se limitó a vivir de unas cuantiosas rentas, de las que incluso no se privaba de presumir como propias mientras se mantenía la inercia. Pero, claro, una herencia que se malgasta, por magnífica que sea, acaba agotándose. Y bien que estamos sufriendo las consecuencias, suficientemente conocidas. Ahora mismo, por ejemplo, no cumpliríamos ninguna de las condiciones para acceder al euro. Este significativo retroceso se ha producido en apenas cinco años. En cuanto a los índices de paro, han vuelto por donde solían; con el socialismo en el poder, claro. Y parece ser que, por desgracia, el crítico estado de nuestra economía es susceptible de empeorar aún más en los próximos años, según previsiones del Fondo Monetario Internacional. Sobre todo teniendo en cuenta el rechazo del PSOE a cualquier reforma estructural (y ay de quien se atreva a mentarlas) y su declarada intención de profundizar en sus contraproducentes políticas keynesianas y de expansión del gasto público. Agárrense, que vienen curvas.
Frente a un Ejecutivo, el de Zapatero, absolutamente superado por los acontecimientos y completamente a la deriva, hemos tenido precisamente ocasión de rememorar una foto: La que se tomó hace trece años en las escalinatas de La Moncloa, protagonizada por un Gobierno por el que, dado el nefasto legado que recibió y los arduos retos que tenía por delante, muy pocos apostaban. Sin embargo, bajo las premisas de reducir el intervencionismo del Estado e impulsar el protagonismo de la sociedad civil, fue capaz de obrar el milagro. Un prodigio que será necesario repetir para corregir una nueva catástrofe económica del socialismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el 96 España fue el país más beneficiado por los Fondos Estructurales de la Unión Europea. Con ese dinero de Europa pudieron construirse hospitales, escuelas, universidades, carreteras, vías de tren. Los cambios se notaron sobre todo en los ayuntamientos, que recibieron dinero a raudales, fueran del PP, del PSOE o de cualquier otro. Ese dinero pertenecía a la "agenda 2000", un plan a desarrollar entre 1994 y 2000. Además, los datos económicos señalan que la recuperación comenzó en 1995, y no en 1997 cuando se aplicaron los primeros presupuestos del PP. Es muy fácil bajar impuestos y ahorrar cuando gran parte de tu dinero lo pone europa. Además hay que entender que el alza económica fue también mundial, al igual que ahora a la baja. Pero lo que hizo el PP es iniciar un modelo económico basado en el ladrillo (Ley de Liberazación del Suelo de 98, con el que se dijo "en unos años la vivienda bajará un 10%" y lo que hizo es subir un 300% entre 1999 y 2004) y en la venta de empresas públicas que el señor Aznar regaló a sus amigos (Villalonga, Alierta), diciéndose en su día "al vender estas empresas públicas, insolventes, bajarán el precio de la luz, del teléfono, de la gasolina, del gas, del tabaco...", hecho que todo el mundo sabe que no sucedió. No sólo bajaron los precios, sino que subieron, perdiendo a su vez el servicio público que prestaban. Por no hablar de la pésima política de entrada al euro, que no se hizo bien, como en otros países: una transición demasiada larga, nula observancia de dinero negro (las mafias italianas, rusas y de otros países vinieron en masa para blanquear su dinero), y ningún código ético que permitiera amonestar a los que redondearon el precio, lo que provocó una subida en los precios de más del 50%. ¿Milagro económico? No, de esos barros vienen estos lodos. Por no olvidar que las decisiones ecónomcas tienen que ser globales en un crisis global. Pero da igual, mucho seguirán creyendo en el mito de una economía que sólo fue un gigantesco pelotazo de unos pocos y en una España subvencionada por Europa. No hace falta que vayas muy lejos, simplemente a ante ayer para escuchar lo que dijo Aznar. Ya sabemos que no eliminó los derechos sociales cuando goberno pero ¿Lo haría ahora? A judgar por sus palabras, sí. ¿Lo haría Rajoy?. Pues ahí no se puede judgar, porque las palabras de Rajoy son ambiguas, pero ya hay en el PP quien aboga por una reforma laboral, que básicamente quiere decir abaratar el despido.
Por no mencionar lo que opinan sobre la ecología los dirigentes del PP. El modelo económico y social no se sostiene. Los recursos son finitos. No puede ser que unos cuantos vivan bien a costa que el resto del mundo se muera de hambre y miseria. No creo en las recetas del PSOE pero mucho menos en las del PP.
Me imagino que no te gustará el comentario y lo borrarás; me conformo con que lo leas y pienses en ello. La imagen de Aznar y su gobierno daña mas que beneficia al PP; menudas "perlas" ha soltado el Sr. Aznar y otros, que por desgracia han sido coreadas por muchos del PP.
Pero !ojo! que no todos pensamos igual.

Unknown dijo...

He aquí una extensa y, a su vez, significativa muestra del ruinoso ideario económico de la izquierda: Si algo funciona, ha de ser por medio de la subvención y de la política de gasto público expansivo. Vamos, precisamente las recetas que aplica el zapaterismo, y las que nos están llevando al desastre. La izquierda, paternalista e intervencionista por naturaleza, no cree en la iniciativa de la sociedad civil. Por tanto, su 'explicación' al 'boom' económico de la época de Aznar, muy manida ya por cierto, lo encuentran en ¡los fondos de la Unión Europea! Es decir, el crecimiento económico sin precedentes, la gran cantidad de pequeñas y medianas empresas que se crearon, los más de cinco millones de puestos de trabajo, por ejemplo, no son mérito de una sociedad, la española, a la que por fin se le proporcionó un marco legal, económico y social idóneo para generar riqueza y prosperidad, sino de una especie de Mr. Marshall a la bruselense que vino a llenarnos los bolsillos. Es ni más ni menos que la mentalidad tercermundista (la riqueza no se crea ni se genera, sino que es una especie de botín del que se apropian unos u otros) a la que hice referencia en mi comentario 'Lea el libro, presidente Obama'. Así le va a la izquierda y, por desgracia, así nos va a quienes nos vemos gobernados por ella.
Pero continuemos repasando el libreto: Según nuestro anónimo amigo, el origen del estallido de la burbuja inmobiliaria lo encontramos en la aznarista y 'capitalista salvaje' Ley del Suelo de 1998. Aquí estamos ante la contumacia en la mentira o, cuando menos, en la desinformación. Y es que estos agoreros a toro pasado ocultan, deliberadamente o no, que tal Ley no llegó a entrar en vigor, puesto que fue declarada inconstitucional, ya que, según el Tribunal Constitucional, se arrogaba competencias de las Comunidades Autónomas. Por tanto, la crisis inmobiliaria no se debe a una liberalización nacional del suelo, que en realidad no pudo llevarse a cabo, sino a un crédito artificialmente barato propiciado por los Bancos Centrales (organismos públicos, por cierto). La actual Ley del Suelo, la de Zapatero, intervencionista hasta los tuétanos, acabó dándole el tiro de gracia al sector.
Asevera también nuestro anónimo amigo que la liberalización de los mercados no trajo consigo una reducción de precios, pero le voy a poner un ejemplo de mercado verdaderamente liberalizado: El de la telefonía. ¿Quién no puede permitirse ahora, por ejemplo, comprarse un móvil, cuando por aquella época era privilegio de unos pocos? ¿No hay ahora ofertas más que asequibles para conectarse a Internet, que incluyen tarifas planas o llamadas a fijos gratis? ¿O era mejor cuando Telefónica, en su calidad de gran empresa pública, ostentaba el monopolio absoluto del mercado? Y podríamos discutir acerca del estado de otros mercados: Algunos, como el de la electricidad, no han alcanzado una liberalización plena, debido a la ralentización impuesta por el Gobierno de Zapatero, no muy partidario, como nuestro amigo, de la libertad económica. Pero cuando verdaderamente ha empezado a subir, por ejemplo, el precio de la luz, incluso muy por encima del IPC, ha sido desde que tenemos un Ejecutivo del PSOE; quien, por cierto, se encarga de fijar las tarifas. Pero, bueno, siga usted echándole la culpa al libre mercado, que es la consigna de todo buen izquierdista que se precie.
Y en cuanto a nuestra entrada en el euro, por mucho que usted mezcle churras con merinas (el cumplimiento de los criterios con el redondeo e incluso 'las mafias', como si España hubiese sido el único país en acceder al euro), supuso en líneas generales un considerable beneficio para la economía española. Aunque entiendo que usted hubiera preferido que entonces siguiera gobernando el PSOE, lo que hubiera garantizado quedarnos fuera de la Unión Económica y Monetaria. Pero ánimo, que igual Zapatero lo consigue, y volvemos a las esencias.
Yo entiendo que a usted no le guste Aznar (algo normal, dado que, afortunadamente para España en aquellos años que presidía el Gobierno, se encuentra en sus antípodas ideológicas), pero si alguien tiene autoridad moral para lanzar propuestas que hagan frente a la crisis económica es él. Sus logros, de los que se apropiaba Zapatero mientras se mantenía la inercia de la herencia, le avalan. Es cierto que le tocó una coyuntura económica favorable, pero supo crear las condiciones adecuadas para crecer por encima de la media europea y generar más de la mitad del empleo de la Unión Europea, partiendo de una situación verdaderamente calamitosa. Y es que no se quedó precisamente de brazos cruzados para verlas venir, sino que emprendió una política de reformas. De índole liberal, sí. Precisamente lo que cabe reprocharle a Zapatero es que se haya limitado a vivir de las rentas, gastar a expuertas y negar la crisis económica hasta cuando la teníamos encima. Si hubiera tomado las correspondientes medidas, se hubiera podido evitar que seamos el país que destruye más del 90 por ciento del empleo en Europa; o que, como se ha publicado hoy mismo, nuestro PIB haya sufrido la mayor contracción de la historia. Desde luego, la respuesta al hecho de que España sufra las consecuencias de la crisis en mucho mayor grado que cualquier país desarrollado no ha de residir en continuar endeudando a nuestro hijos (y nietos) y no emprender ninguna reforma estructural. De esta forma, y tal y como estamos comprobando, tendremos crisis y paro para muy largo. Pero, eso sí, el ideario socialista permanecerá incólume.
Y para finalizar, señor anónimo, espero seguir contando con sus comentarios en próximas ocasiones. En esta bitácora, y mientras se guarde un exigible mínimo de decoro, tienen cabida todo tipo de opiniones.