18 de diciembre de 2008. Pleno del Congreso de los Diputados. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, comparece para presentar su 'plan de impulso a la actividad económica y el empleo'. Pronostica ante sus señorías que, gracias al mismo, y merced a los 33.000 millones del fondo estatal que propiciarán 'un ritmo intenso de actuaciones de obras públicas', a partir de marzo se generará 'un volumen muy estimable de empleo'.
Datos del INEM de marzo de 2009: Subida histórica del paro en 123.543 personas, que ya supera los 3,6 millones. Es la primera vez que el desempleo aumenta en un mes de marzo desde 1993, durante la anterior recesión que tuvimos en España; también, recordemos, bajo un Gobierno socialista. Ni las irrupciones garzonitas, especialmente oportunas estos días a propósito del escándalo de la quiebra de Caja Castilla-La Mancha, pueden ocultar realidad tan trágica.
Si de algo está sirviendo el cacareado y propagandístico 'Fondo Zapatero' es para que los Ayuntamientos atiendan necesidades puntuales, tales como adecentar calles, soterrar contenedores o instalar césped artificial en los campos de fútbol. Pero el empleo que crea es escaso y precario y, por tanto, como buen y genuino plan keynesiano, se está mostrando ineficaz en su supuesto objetivo de reducir el desempleo. Y es que mientras no se favorezca que la generación de empleo parta de la sociedad civil, y no de los recursos retraídos por un Estado que produce una demanda artificial, haremos un pan como unas tortas.
Pese a todo, hay que reconocer que Zapatero está viviendo auténticos momentos de gloria. Antes de partir hacia Londres para aleccionar a los dirigentes políticos más poderosos de la tierra sobre cómo resolver la crisis, sus peticiones de cariño hacia el Congreso de la UGT obtuvieron justa correspondencia. Porque, por mucho que sea el presidente del Gobierno con más parados de la historia, es por encima de todo 'colega' del sindicato y, como tal, merecedor de las aclamaciones y ovaciones que le dedicaron los delegados sindicales. Vaya papelón. Y como les queda tan lejos el drama del paro, reiteran su rechazo a cualquier reforma de una legislación laboral heredada del franquismo. Cuando estos izquierdistas insobornables dicen defender 'las conquistas sociales', deben referirse a los logros del camarada Girón de Velasco y de aquel Sindicato Vertical que parecen empeñarse en resucitar.
Datos del INEM de marzo de 2009: Subida histórica del paro en 123.543 personas, que ya supera los 3,6 millones. Es la primera vez que el desempleo aumenta en un mes de marzo desde 1993, durante la anterior recesión que tuvimos en España; también, recordemos, bajo un Gobierno socialista. Ni las irrupciones garzonitas, especialmente oportunas estos días a propósito del escándalo de la quiebra de Caja Castilla-La Mancha, pueden ocultar realidad tan trágica.
Si de algo está sirviendo el cacareado y propagandístico 'Fondo Zapatero' es para que los Ayuntamientos atiendan necesidades puntuales, tales como adecentar calles, soterrar contenedores o instalar césped artificial en los campos de fútbol. Pero el empleo que crea es escaso y precario y, por tanto, como buen y genuino plan keynesiano, se está mostrando ineficaz en su supuesto objetivo de reducir el desempleo. Y es que mientras no se favorezca que la generación de empleo parta de la sociedad civil, y no de los recursos retraídos por un Estado que produce una demanda artificial, haremos un pan como unas tortas.
Pese a todo, hay que reconocer que Zapatero está viviendo auténticos momentos de gloria. Antes de partir hacia Londres para aleccionar a los dirigentes políticos más poderosos de la tierra sobre cómo resolver la crisis, sus peticiones de cariño hacia el Congreso de la UGT obtuvieron justa correspondencia. Porque, por mucho que sea el presidente del Gobierno con más parados de la historia, es por encima de todo 'colega' del sindicato y, como tal, merecedor de las aclamaciones y ovaciones que le dedicaron los delegados sindicales. Vaya papelón. Y como les queda tan lejos el drama del paro, reiteran su rechazo a cualquier reforma de una legislación laboral heredada del franquismo. Cuando estos izquierdistas insobornables dicen defender 'las conquistas sociales', deben referirse a los logros del camarada Girón de Velasco y de aquel Sindicato Vertical que parecen empeñarse en resucitar.
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