domingo, 18 de diciembre de 2016

¿CÓMO SE DEFIENDEN LOS DERECHOS DE LA MUJER?

Cabe acatar, como corresponde a un Estado de Derecho, la reciente sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que absuelve a la sílfide "asaltacapillas" Rita Maestre de un delito contra los sentimientos religiosos al que había sido condenada por la juez Esther Arranz; lo cual no es óbice para afirmar que los argumentos, que por cierto tienen bien poco de jurídicos, en los que se sostiene la misma están muy, pero que muy cogidos por pinzas. Fundamentalmente, comparar en descargo de la portavoz "podemita" su forma de proceder con las tristemente célebres Femen (si, esas "feministas" que defienden los derechos de la mujer exhibiendo sus propios cuerpos desnudos y convirtiéndose a sí mismas en meros objetos, esto es, cumpliendo el sueño de cualquier machista redomado), como si tan lamentables espectáculos hubiesen adquirido la categoría de plena normalidad legal en las sociedades democráticas. Ni mucho menos es así: en la permisiva, garantista y muy laica Francia, por ejemplo, ha habido sentencias condenatorias contra semejantes "activistas" (como fue el caso de aquella "femem" que asaltó una estatua de Putin en París, por supuesto, "a pecho descubierto").

Ahora bien, lo que sí resulta verdaderamente abracadabrante es el ejemplo ideado por Sus Señorías para justificar el sentido de su sentencia: que Rita Maestre cometió un acto que quizá pueda considerarse irrespetuoso, pero nunca ilegal: «imaginemos que un grupo de mujeres accede a una mezquita desprovistas del correspondiente velo para leer un comunicado, siendo penalmente perseguidas. Difícilmente pueden ser castigadas dentro de un sistema democrático por un delito de ofensa a los sentimientos religiosos». Cabe aducir que, en tal supuesto, y desde luego dentro de un marco democrático y de libertades, todo dependería de si tal acto se limitara a desproverse del velo o bien a adoptar una actitud todavía más ofensiva o agresiva, del momento de la irrupción o incluso de si el comunicado contuviera expresiones ultrajantes y, como tales, irrespetuosas. Porque en ningún Estado de Derecho digno de tal nombre la libertad de manifestación es absoluta, como en realidad no lo es ningún derecho.

Pero, sobre todo, la situación planteada por los señores jueces de la Audiencia Provincial de Madrid es hoy por hoy inverosímil: nadie, ni tan siquiera esas feministas de la progresía más o menos "ultra" que con tanta valentía protestan contra los hábitos "machistas" de la Iglesia católica, se atrevería a entrar de esa guisa en una mezquita, y mucho menos del modo en que lo hizo Rita Maestre en su asalto a la capilla de la Complutense. No solo por miedo a molestar a un Islam que no se caracteriza precisamente por andar con los escrúpulos de la tan denostada y tachada de "intolerante" religión católica, sino, básicamente, porque su supuesto "activismo" en defensa de los derechos de la mujer no es más que una farisea pose para atacar a su odiado cristianismo, de cuyas raíces bebe su detestada civilización occidental.

Como se defienden de verdad los derechos individuales en general y de la mujer en particular es, por ejemplo, con la terminante y valiente negativa de Ursula von Der Leyen, ministra de Defensa de Alemania, a ponerse un velo (ella y las mujeres de su delegación) en su visita oficial al príncipe heredero de Arabia Saudí. Porque esos derechos y libertades no deberían demandarse solo en Occidente, sino también allí donde sistemáticamente se conculcan, y por ello incluso con mayor énfasis. Y porque un relativismo multiculturalista todavía en boga, que se caracteriza por una permisividad hacia prácticas de intolerancia del Islam que rechazaríamos tajantemente en el cristianismo, no habría de servir nunca de coartada para justificar actos liberticidas, degradantes y de auténtica discriminación "por razón de género". Bravo por Frau Ursula.

¿Y dónde reside la diferencia? En que, cuando la ministra de Defensa de Alemania decidió acudir a un acto en Arabia Saudí sin velo, lo hizo como gesto reivindicativo en un país en el que los derechos de la mujer se pisotean política e institucionalmente, en una teocracia que promueve que las mujeres sean tratadas como seres inferiores, que por ejemplo no puedan ni tan siquiera sacarse el carné de conducir ni abrirse una cuenta sin el permiso de sus maridos o sus padres... Cuando Rita Maestre irrumpió en la capilla de la Complutense no se limitó a mostrar el color de su sostén, sino a interrumpir una misa junto a una pandilla de "colegas" que, desnudas de cintura para arriba, insultaban a quienes allí estaban y emitían frases del tenor de "arderéis como en el 36", "el Papa no nos deja comernos las almejas" o "menos rosarios y más bolas chinas". No era, pues, una mera manifestación para protestar contra un estado de cosas, sino un atropello planificado y organizado para faltar al respeto, ofender y vituperar unas determinadas creencias religiosas, cuya libertad de culto está protegida por la Constitución.

Eso sí: el día en que estas valientes "activistas" se atrevan a hacer lo mismo en una mezquita, uno se creerá que la razón de ser de sus "movilizaciones" es por una sociedad "laica" y defender los derechos de la mujer, y no para atacar a su aborrecido cristianismo. Pero no caerá esa breva.

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