Que
el nacionalismo separatista catalán organice su "performance" de turno
para teatralizar su victimismo ante una Justicia "española" que les
oprime y persigue por hacer realidad "los deseos de los catalanes", de
los que por supuesto ellos son exclusivos intérpretes y depositarios, se
ha hecho ya lamentable costumbre. Ahora bien, cabe reparar en un
pequeño gran detalle: nadie, ni tan siquiera ninguno de los que sientan
cátedra todos los días sobre ejemplaridad y moralidad públicas, ha
pedido al señor Homs que abandone su escaño de diputado en el Congreso,
pese a hallarse imputado por desobediencia, prevaricación y
malversación. A buen seguro que algunos de esos puritanos que tanto nos
aleccionan sobre limpieza y regeneración aducirán que, hombre, dado que no se
trata de una imputación por corrupción política, no cabe exigir dimisión alguna; con lo cual se ha de
concluir que, por ejemplo, ser investigado por apropiarse o hacer un uso
indebido de dinero público es lo suficientemente grave como para tener
que abandonar un cargo público o electo, pero no incumplir las leyes o
actuar contra ese mismo Estado de Derecho del que un político debería
ser garante, incluso mediando malversación de fondos públicos. Lo cual denota una
concepción de rigor en la exigencia de ética pública y política
realmente peculiar... y contraproducente.
Aunque de qué nos vamos a extrañar a estas alturas: ahí tenemos, por ejemplo, a la sílfide partisana Rita Maestre, que continúa ejerciendo de portavoz del gobierno municipal "podemita" de Madrid pese a haber sido, no ya imputada, sino condenada por cometer un delito contra los sentimientos religiosos, esto es, por atropellar derechos y libertades individuales consagrados por la Constitución; o a su "camarada" el concejal Zapata, en el banquillo de los acusados por humillar a las víctimas del terrorismo; o a Cañamero, premiado con un asiento en el Congreso de los Diputados precisamente por hallarse investigado por asaltar una finca y un supermercado... Aunque, claro, los casos mencionados son de héroes y heroínas que se rebelan contra el oprobioso sistema legal y económico burgués, quienes en consecuencia, lejos de dejar sus cargos, han de recibir incluso los parabienes y aplausos de quienes sueñan con derribar algún día el injusto "statu quo"... mientras tantos de los que abogan por su destrucción viven de maravilla dentro de él, eso sí.
De ahí que haya habido quienes, de la misma forma que exhibían grandes rasgados de vestidura a propósito del abortado nombramiento de Soria para el Banco Muncial aunque no pesa sobre él investigación ni acusación alguna, pedían sin embargo la habilitación política de Otegui, torturador y miembro destacado de una organización terrorista y criminal, o preferían esperar a que "decida la Justicia" antes de pronunciarse al respecto. Vamos, que mostrarse confuso a la hora de explicar si se tuvo en el pasado una empresa en un paraíso fiscal te condena irremisiblemente y para siempre, por mucho que hayas tenido la decencia de dimitir; pero haber participado en los crímenes de una banda asesina, no solo no es motivo de reprobación política, sino que en algún caso se llega a presentar hasta como mérito ("luchador por la libertad", "hombre de paz", bla, bla, bla). ¿Es esta la virtuosa corriente "moralizante" que está logrando regenerar la vida política y de la que debemos congratularnos? ¿O nos encontramos más bien ante la prueba del nueve del carácter fariseo de un supuesto exceso de celo "moralista" contra la corrupción, que en realidad no es sino mera estrategia de desgaste hacia el adversario político... sobre todo si se trata del PP?
Aunque de qué nos vamos a extrañar a estas alturas: ahí tenemos, por ejemplo, a la sílfide partisana Rita Maestre, que continúa ejerciendo de portavoz del gobierno municipal "podemita" de Madrid pese a haber sido, no ya imputada, sino condenada por cometer un delito contra los sentimientos religiosos, esto es, por atropellar derechos y libertades individuales consagrados por la Constitución; o a su "camarada" el concejal Zapata, en el banquillo de los acusados por humillar a las víctimas del terrorismo; o a Cañamero, premiado con un asiento en el Congreso de los Diputados precisamente por hallarse investigado por asaltar una finca y un supermercado... Aunque, claro, los casos mencionados son de héroes y heroínas que se rebelan contra el oprobioso sistema legal y económico burgués, quienes en consecuencia, lejos de dejar sus cargos, han de recibir incluso los parabienes y aplausos de quienes sueñan con derribar algún día el injusto "statu quo"... mientras tantos de los que abogan por su destrucción viven de maravilla dentro de él, eso sí.
De ahí que haya habido quienes, de la misma forma que exhibían grandes rasgados de vestidura a propósito del abortado nombramiento de Soria para el Banco Muncial aunque no pesa sobre él investigación ni acusación alguna, pedían sin embargo la habilitación política de Otegui, torturador y miembro destacado de una organización terrorista y criminal, o preferían esperar a que "decida la Justicia" antes de pronunciarse al respecto. Vamos, que mostrarse confuso a la hora de explicar si se tuvo en el pasado una empresa en un paraíso fiscal te condena irremisiblemente y para siempre, por mucho que hayas tenido la decencia de dimitir; pero haber participado en los crímenes de una banda asesina, no solo no es motivo de reprobación política, sino que en algún caso se llega a presentar hasta como mérito ("luchador por la libertad", "hombre de paz", bla, bla, bla). ¿Es esta la virtuosa corriente "moralizante" que está logrando regenerar la vida política y de la que debemos congratularnos? ¿O nos encontramos más bien ante la prueba del nueve del carácter fariseo de un supuesto exceso de celo "moralista" contra la corrupción, que en realidad no es sino mera estrategia de desgaste hacia el adversario político... sobre todo si se trata del PP?
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