Desde luego, el panorama que dibuja la última encuesta de 'El Mundo' es más que inquietante: unos ideólogos marxistoides que, sin ir más lejos, tienen al chavismo que continúa oprimiendo y arruinando Venezuela como ejemplo a seguir, e incluso como benefactor, pueden conseguir su objetivo de alcanzar el poder en España. Y en un tiempo récord. Obviamente, la diferencia que señala con respecto al PP, que con ese 26% parece haber tocado suelo (el tiempo dirá si de manera coyuntural), es tan escasa (dos puntos porcentuales) que todo quedaría pendiente de los escaños que, provincia a provincia (Podemos lo tendría mucho más difícil en las más pequeñas, donde es mucho menos conocido), arañara cada uno de los (ahora) tres partidos más votados. Y todavía sería factible la solución de urgencia, en realidad la única salida que propiciaría la supervivencia del vigente régimen constitucional si se acabaran produciendo tales resultados en unas elecciones generales: una gran coalición 'a la alemana' entre el PP y el PSOE.
Sea como fuere, e independientemente de que finalmente lleguen a La Moncloa, el mero hecho de que los antisistema de Pablo Iglesias II logren situarse en las encuestas incluso por delante de los dos grandes partidos que se han ido alternando en el Gobierno (el 'bipartidismo', tan denostado ahora como presente en las democracias más prestigiosas y consolidadas) ha supuesto sin duda un verdadero terremoto electoral de consecuencias todavía imprevisibles; una auténtica sacudida en el corazón del sistema democrático, a su vez, muy indicativa de un hartazgo que, empero, está por ver que se mantenga en el momento de depositar el voto en unas elecciones en las que, esas sí, los españoles nos jugamos las cosas del comer.
Al menos sí hay algo positivo: queda todavía un año para que se celebren comicios generales, tiempo más que suficiente para que los partidos que defienden (o deberían defender) el régimen constitucional nacido de la concordia en 1978, y sobre los que se asienta la estabilidad institucional y política, reaccionen por fin, esto es, que se decidan a hacer política de una vez (en el caso del PP, vuelve a confirmarse que los logros económicos no bastan por sí mismos); y también para desenmascarar la verdadera y oscura naturaleza de quienes, por mucho que se vendan a sí mismos como 'regeneradores' y contrarios a 'la casta', ya muestran un cúmulo de incoherencias, incumplimientos, y hasta irregularidades y comportamientos fraudulentos... y sin tan siquiera haber tocado todavía poder.
1 comentario:
El problema no es que llegue a ganar podemos. El problema es que sigamos votando y confiando en algún político, sea quien sea.
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