martes, 6 de mayo de 2014

SAAVEDRA FAJARDO: LA MORAL EN POLÍTICA

Tal día como hoy, un 6 de mayo de 1584, nació en Algezares (Murcia) Diego de Saavedra Fajardo, ensayista, pensador, uno de los diplomáticos y políticos más destacados de la España del Siglo de Oro y, sin duda, uno de los personajes murcianos más importantes de la historia de España. Después de estudiar Leyes y Cánones en la Universidad de Salamanca, se dedicó a la actividad diplomática, primero centrada en Roma y a partir de 1633 en distintos lugares del resto de Europa. En 1643 llegó a ser nombrado plenipotenciario de España en Münster, por lo que vivió en primera persona uno de los periodos más tristes de la historia de España: el fin de la hegemonía del Imperio Español en Europa decretada tras la Paz de Westfalia. En 1646 vuelve a Madrid, donde moriría dos años después. Sus restos mortales serían trasladados a la Catedral de Murcia, como era su deseo.

Sus obras más importantes fueron 'República literaria', sátira basada en un estado imaginario formado por escritores y demás artistas, en la que el autor se permite hacer una muy estimable crítica literaria; 'Corona gótica, castellana y austríaca', una referencia histórica y biográfica de los reyes godos, castellanos y austríacos; 'Locuras de Europa', un diálogo con fines de divulgación política; 'Introducciones a la política y razón de Estado del Rey Católico don Fernando', donde pone al monarca aragonés como el mejor ejemplo histórico de gobernante hábil y políticamente perspicaz (incluso mucho antes de que lo hiciera Maquiavelo); y su libro cumbre, 'Idea para un príncipe político-cristiano representada en cien empresas', más conocida como 'Empresas Políticas', una guía de príncipes al uso de la época, aunque también repasa distintas cuestiones de ámbito político, filosófico, jurídico y moral.

Advertimos las siguientes influencias en el pensamiento político y moral de Saavedra Fajardo: Aristóteles, hasta el punto de que la primera parte de sus 'Introducciones' se puede considerar un compendio de las ideas reflejadas en la 'Política'; Tácito, si bien sus sentencias son aplicadas a pura conveniencia e incluso llega a traducirlas deliberadamente mal para que adquieran un determinado sentido; el estoicismo, particularmente el de Séneca, aunque sin referencias a un panteísmo que contradijera los principios cristianos; el cristianismo, ya que Saavedra fue un escritor plenamente comprometido con la Contrarreforma; y la escolástica: pese a que no citara a ninguno de sus autores, los pensamientos de Suárez, por ejemplo, quedan patentes en muchos de sus escritos, lo que además supone clara muestra de la huella impregnada por sus estudios universitarios en Salamanca.

Cabe resaltar además la constante presencia de Maquiavelo en sus ensayos, si bien para refutar sus principios basados en la autonomía de la política frente a consideraciones morales. Es más, Saavedra llegaría a distinguir entre falsa razón de Estado, la defendida por Maquiavelo como mero procedimiento de adquisición y mantenimiento del poder desprovisto de cualquier valor ético, y verdadera razón de Estado, que sería el proceder político del príncipe basado en la moral cristiana. En este mismo sentido, calificaría los preceptos maquiavélicos como propios de tiranos, que como tales no se atienen al respeto a las leyes ni a las exigencias morales y éticas.

He aquí la clave de un buen gobierno para Saavedra Fajardo: el que respete las leyes y fueros del Reino, ya que uno de los principales papeles que han de cumplir consiste precisamente en limitar su poder. A su vez, creía en la sabiduría y en la vida social emanadas de la costumbre, a la que consideraba como 'una especie de libertad' que los gobernantes habían de respetar. Por tanto, muy lejos de la perspectiva maquiavélica, no resulta concebible una acción política sin amoldarse, no solo a las leyes y costumbres en vigor, sino también a valores espirituales y éticos que contengan al gobernante de la tentación de abusar de su posición y no tener en cuenta los derechos de sus súbditos: es, pues, la mejor manera de evitar que un Príncipe acabe convirtiéndose en tirano.

Es ni más ni menos que la lección que hemos de extraer del pensamiento político del célebre murciano: la política no ha de deslindarse en ningún caso de la moral. Ojalá tantos hubiesen tomado cumplida nota; aunque para ello antes deberían haberle leído, claro.

2 comentarios:

Pablo dijo...

Muchas gracias por esta entrada, Pedro.

Muy necesitada está nuestra política de las visiones de Saavedra y Fajardo, y en especial los políticos cristianos para que no se dejen llevar por ideologías ni por corrientes de pensamiento contrarias a su fe.

¿Podrías decirme si sus libros se pueden adquirir en librerías? Muchas gracias.

Pablo dijo...

Muchas gracias por esta entrada, Pedro.

La política española está muy necesitada de sus enseñanzas y en especial los políticos cristianos, que deberían conocerlo más para no dejarse llevar por ideologías o corrientes contrarias a su fe.

¿Me podrías decir si sus libros se editan y se pueden adquirir en librerías?