lunes, 10 de septiembre de 2012

EL MURO DE RUBALCABA

El portavoz del Gobierno del GAL, el héroe mediático de la jornada de reflexión del 13-M, el responsable político del faisanesco chivatazo a la ETA, el vicepresidente del Ejecutivo que ha llevado a España a una ruina económica que todavía soporta, ha perdido la paciencia. Hasta aquí ha llegado. Se acabó actuar como líder responsable de la leal oposición. A partir de ahora, leña al mono que es de goma: a soltarle estopa de manera inmisericorde al PP, como le exige su oposición interna, y a incendiar las calles, como arengaba Alfonso Guerra, felizmente recuperado para la noble causa de los 'descamisaos'. De todas formas, el Rubalcaba 'hombre de Estado' era un personaje impostado, postizo: donde se mueve como pez en el agua es adoptando la típica estrategia desestabilizadora y golpista que caracteriza la historia del socialismo español; ahí es donde halla su verdadera naturaleza. Desempeñando este nuevo y viejo papel, por tanto, se encontrará mucho más a gusto, aunque se nos presente este 'giro' táctico única y exclusivamente como imposición de la contestación que anida dentro del mismo partido que lidera. Ahora sí vamos a ver al auténtico y siniestro Rubalcaba.

Desde luego, no ha podido emplear mejor metáfora para definir este cambio de estilo: erigirá 'un muro' frente al Gobierno de Rajoy. Efectivamente, si algo distingue a las izquierdas más o menos radicales es su incontenible gusto por la muralla como instrumento y símbolo de división y confrontación; como es bien sabido, de tal forma procedió el 'socialismo real' en Berlín para separar su predio totalitario del mundo libre. A su vez, se trata ni más ni menos que de una reedición del 'cordón sanitario' que impusiera el zapaterismo especialmente en su primera legislatura, consistente en aislar políticamente al PP para intentar colocarle extramuros del sistema. Así pues, nada nuevo bajo el sol. Aunque en pos de repetir semejante objetivo, el PSOE ha de hacer frente ahora a una grave dificultad: su prácticamente nulo poder institucional; derivado, por cierto, de sus indudables 'méritos' cosechados en las urnas. De ahí que haya optado definitivamente por echarse al monte, camino que acaba adoptando el socialismo español siempre que la democracia no le sonríe.

La coartada presentada para justificar el giro incendiario de la oposición socialista se basa en el previsible rescate (o más bien 'rescatín') que pedirá el Gobierno de Rajoy como contrapartida necesaria a que el BCE compre por fin deuda soberana española; pero cae por su propio peso, ya que ni tan siquiera han esperado los prebostes socialistas a conocer las condiciones que habría que cumplir en materia de políticas macroeconómicas, que por cierto se están negociando. La verdadera razón la encontramos en las encuestas, que, de una manera que puede parecer sorprendente, reflejan un desgaste incluso mayor en la oposición socialista que en un PP que desde el Ejecutivo lleva tiempo tomando medidas impopulares. Y es que los estrategas del socialismo piensan que en río revuelto pueden pescar los suficientes votos para empezar a remontar electoralmente, aunque difícilmente, y ni tan siquiera de esa forma, serán capaces de hacer olvidar a la mayor parte de los sufridos ciudadanos el origen de la crisis y dónde reside su verdadera responsabilidad. Y menos con Rubalcaba, todopoderoso vicepresidente del ruinoso Gobierno anterior, al frente del PSOE.

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