Como se temía, se ha alcanzado finalmente la
fatídica cifra de los cinco millones de parados registrados en las
oficinas del antiguo Inem. Ahora bien, cabe sin embargo puntualizar que se trata
del menor incremento en un mes de febrero desde 2008, año
en que 'oficialmente' se inició la crisis; además, es
significativamente inferior al dato del mismo mes de 2012, que supuso el
doble. Así pues, de momento en este terreno solo se está logrando contener el ritmo de
destrucción de empleo en una época de grave crisis económica como la que todavía
sufrimos. Son de esperar resultados mucho más positivos cuando la
recuperación empiece a ser un hecho.
En general, las políticas del Gobierno han conseguido, por ejemplo, alejar el
fantasma del rescate cuando en verano se daba por hecho, reducir
considerablemente el déficit público, disminuir la intensidad de destrucción
de empleo en un año de recesión económica
y mejorar la imagen de la economía española en el exterior, como se
puede ver en la evolución de la bolsa, la prima de riesgo y las subastas
del Tesoro español en los mercados, además de los datos
macroeconómicos relativos al turismo y las exportaciones. Y es que el Ejecutivo, más que cambiar sus políticas (aunque en algún ámbito
concreto, como el impositivo, sí que debería hacerlo, y cuanto antes mejor), tendría que
profundizar en las mismas; sobre todo en las reformas de las Administraciones Públicas, cuyo peso en la economía debería ser mucho menor, y las medidas liberalizadoras,
que habrían de ser más audaces para liberar de corsés a la sociedad y facilitar así la reactivación económica.
En cualquier caso, a este Gobierno se le puede y se le debe exigir
mucho, pero no que obre el milagro de que en época de crisis y tras una
nefasta herencia económica logre que se genere empleo: desde luego,
hubiese sido un hito en nuestra historia, incluso superior a la sustancial rebaja del déficit público que se ha conseguido, ya de por sí
meritorio. La virtud que ha tenido la controvertida reforma laboral ha sido precisamente reducir el
ritmo de destrucción de empleos: de no ser por la mayor flexibilidad de la que se ha dotado al mercado de trabajo, el número de parados desde que
gobierna el PP sería ahora mismo el doble si nos atenemos a los datos de
situaciones económicas semejantes y bajo el anterior (y básicamente
franquista) régimen laboral. Sería todavía peor.
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