Seamos claros, porque un asunto auténticamente de Estado, tan serio y grave como el relativo a la soberanía nacional y la unidad de España, así lo requiere: ¿cómo cabría calificar la utilización política del desafío separatista catalán como arma arrojadiza contra el Gobierno legítimo de España? Siendo suaves, de desleal. No ya con el Ejecutivo, sino con la misma nación, que, por mucho que se empeñe el interfecto, es solo una, la nuestra, la que hay que defender: la española. Pero así es el personaje, del que, dados sus inmediatos antecedentes, solo podíamos esperar semejante estrechez de miras.
Porque resulta mezquino situarse en una posición de equidistancia entre quienes pretenden saltarse y conculcar la Constitución y las leyes y quienes las defienden, y encima culpar a estos últimos de no se qué "inacción". Y, desde luego, no es sino una monumental tomadura de pelo presentar como gran solución plasmar sobre el papel una serie de expresiones y declaraciones que halaguen los oídos de semejantes golpistas. ¿Para este viaje tantas alforjas? Y además, ¿de qué ha servido? ¿Acaso ha dado algún paso atrás el independentismo ante plan supuestamente tan apabullante? Por lo demás, ¿qué reforma de la Constitución tiene previsto emprender este Sánchez sin el PP, cuyo concurso sería absolutamente imprescindible para sacarla adelante?
Pero Míster No nos tenía reservada otra sorpresa al dar una nueva vuelta de tuerca a su postura desleal con el Gobierno de España y con la nación y pasar de la equidistancia a ponerse claramente del lado del golpismo separatista. De tal forma que no ha desperdiciado la ocasión para dejar meridianamente claro que tampoco le parece bien que se establezcan los filtros necesarios para evitar que el FLA, Fondo de Liquidez Autonómico que sale de los impuestos de todos los españoles, se utilice para financiar el referéndum independentista. Vamos, ni más ni menos que este adalid de la "limpieza" rechaza que el Ejecutivo de Rajoy cumpla con su obligación de vigilar que el uso de los fondos públicos no se malversen, que no vayan dirigidos a cometer ninguna ilegalidad.
Con lo cual por fin podemos colegir a qué se refiere concretamente Pedro Sánchez cuando pide al presidente Rajoy que no se limite al cumplimiento de la ley y que haga "política": la política de la distensión y de la cesión ante la estrategia golpista del separatismo catalán. Así, hasta el día en que, tras una carrera de claudicaciones, se proclame la independencia de la "República catalana", lo que por supuesto en cualquier caso sería culpa del PP y de Rajoy por no haber sabido "seducir" al independentismo. Entonces, ahí estaría él, para sacarnos del apuro y "negociar" la "bilateralidad" de ambas "naciones". Porque ya se sabe que la prioridad absoluta es echar a Rajoy como sea, y más vale siempre una España rota que gobernada por el PP.
Afortunadamente, el sueño de Míster No, que sería la peor pesadilla para España, no se cumplirá, porque la unidad de la nación más antigua de Europa es mucho más firme y granítica que los ruines manejos de cualquier politicastro de baja estofa. En fin, todo un despropósito que no busca sino alejarse del PP y de Rajoy también en un asunto que debería estar fuera de toda confrontación política. A tales extremos llega un sectarismo tan ciego como inane, porque escasos beneficiarios electorales cosechará una postura tan irresponsable y ayuna de patriotismo.